viernes, 8 de febrero de 2008

Para ganar busto no hace falta la cirugía estética

Mi padre trabajó en una de las primeras cadenas de supermercados que se instalaron en Madrid. En particular, en uno que estaba en el Puente de Vallecas. Llegó a ser el responsable de aquella sucursal. Y siempre tuvo dos problemas. Las inundaciones y los hurtos. El primero venía del exterior. El almacén, bajo la superficie, era vecino de una estación de Metro. Cuando llovía, ya sabes, a achicar. El otro, le entraba antes de que el comercio abriera y también después. Las cámaras eran muy caras, y haciendo números, a los responsables de la cadena les salía más a cuenta aplicar un porcentaje por pérdidas involuntarias, que montar un sofisticado y caro sistema de seguridad o disuasión. Aun así, a él le hacían responsable siempre después del recuento, técnicamente inventario mensual. Vivió todas la experiencias que se pueden vivir en el arte ajeno del disimulo y la sustracción. Todas se las contaba en casa a mi madre, y yo, como no era sordo, las oía. Luego, en la adolescencia, las apliqué. Pocos bolis o pilas compré yo en esa época. Lo único que no he podido poner en práctica fue lo que con más regularidad hacían las empleadas de aquella desaparecida marca de comercios: El aumento de pecho instantáneo. Esta técnica consistía en ganar peso y volumen en los probadores y en la zona pectoral. Mi padre se preguntaba cómo en aquella época franquista, las cajeras jovencitas, y las no tan jovencitas, se presentaban a trabajar sin sujetador. Terminó por contestarse a esa pregunta tras ser presionado, y tras plantearle sus jefes la preocupante y creciente merma en los productos de lencería femenina. Las trabajadoras entraban en su turno, libres de presión mamaria y delgaditas; y acababan la jornada, algo más que apretadas, abrigadas y con el busto exuberante. En las caderas nunca se fijó, acaso porque a mi padre le gustaba más la pechuga que el contramuslo. Desde luego, la empresa no quebró por aquello, pero a razón de cuatro sujetadores y cinco bragas por día y trabajadora, el agujero fue notorio.

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