domingo, 30 de octubre de 2011

El paro, la democracia y la empanadilla


─ Llevas ahí tirado en el suelo y sin moverte lo menos dos horas y media.
─ Ez que eztoy en pado.
─ Tú llevas en paro una vida, no me jo... jorobes. Y no confundas inactividad o vaguería con paro.
─ D'ezo nada, Mendugo. Yo no confundo nada.
─ ¿Pero te has apuntado en el INEM?
─ No. Y es dado, podque yo m'apunto a un bombaddeo.
─ Si dan de comer, seguro.
─ De todaz fodmaz, ez que no quedo zobezalí en eztoz tiempoz que coden.
─ Pues no vas por buen camino.
─ ¿Y ezo pod qué?
─ Porque sigues la senda de los políticos.
─ Me didaz...
─ A ver, cuando hablas haces demagogia; cuando comes, comes de gorra; usas lo que no es tuyo, como los colgantes; no solucionas nada y te tengo hasta en la sopa.
─ No entendéiz a loz padez de la patia. ¡Qué zedíaz tú zin mí! ¡Qué zedíaz!
─ Sin ti no sé, pero contigo un indignado con el reparto de obligaciones. Eso es lo que soy.
─ Que te vote quien t'entienda, Mendugo. ¡A la miedda!
─ Mira, eso sería un buen ejercicio democrático.
─ ¿El qué, idse a la miedda?
─ No, votar lo que entiendas.
─ Vez como no hase falta apuntadze a ningún zitio pada pensad...
─ Un pico y una pala te daba yo...
─ Te loz cambio pod una empanadilla.
─ Si te quitas ese colgante.
─ Hesho.

viernes, 28 de octubre de 2011

Palabras con vocación impropia (51ª)

Quincuagésima primera entrega, primera después de retomar el asunto.
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abitar. (De bita). 1. tr. Mar. Amarrar un cabo rodeando las bitas.
abitar. Vivir o residir en una abitación.
ej.: La piel que abito y a la que me amarro.
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anómalo, la. (Del lat. anomălus, y este del gr. ἀνώμαλος). 1. adj. Irregular, extraño.
ANOmalo. (De ano y malo). Sufrir del esfinter que peor huele.
ej.: Sufrir (en silencio o no) de hemorroides.
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depilar. (Del lat. depilāre). 1. tr. Arrancar el pelo o el vello para dejar libre de él la piel que cubre. U. t. c. prnl. […].
DePilar. (De de y Pilar). Posesivo exclusivo de las Pilis y no de los Milis.
ej.: Estos pelos son dePilar.
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derrama. (De derramar). 1. f. Repartimiento de un gasto eventual, y más señaladamente de una contribución. […].
DErrama. (De de y rama). De madera exclusiva de la parte superior de los árboles.
ej.: Este recibo es derrama, ¡qué raro!
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desagrado. (De desagradar). 1. m. Disgusto, descontento. […].
DEsagrado. (De de y sagrado). m. Todo lo que pertenece a Dios y nos llega a través del hombre.
ej.: Todo en la jerarquía eclesiástica es desagrado.
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desastre. (Del prov. desastre). 1. m. Desgracia grande, suceso infeliz y lamentable. […].
DEsastre. (De de y sastre). Cualquier prenda manufacturada por un profesional masculino.
ej.: Vaya desastre llevas encima.
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pansexualismo. m. Psicol. Tendencia a encontrar en toda conducta una motivación sexual..
PANsexualismo. (De pan y sexual). m. Uso de las piezas de pan para fines sexuales.
ej.: El pansexualismo con una hogaza es imposible.
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papar. (Del b. lat. pappāre, comer). 1. tr. Comer cosas blandas, como sopas, papas, etc. sin mascar. […].
papar. (De papá). int. Acción de tener descendencia los varones (también los plebeyos).
ej.: Papar a una edad muy avanzada es lo normal, o no.
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quepis. (Del fr. képi). 1. m. Gorra cilíndrica o ligeramente cónica, con visera horizontal, que como prenda de uniforme usan los militares en algunos países.
QUÉpis. (De qué y pis). Exclamación ante una meada después de tomarse un medicamento que tiñe los fluidos, sobre todo de añil.
ej.: ¡Quépis más extraño!
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recuerdo. 1. m. Memoria que se hace o aviso que se da de algo pasado o de que ya se habló. […].
REcuerdo, da. (De re- y cuerdo). Doblemente cuerdo o cuerda.
ej.: Einsten es un gran recuerdo.
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A veces más vale callarse

─ Me dijiste que ya sabías hablar bien y que pronunciabas la erre.
─ Ezo lo habaz zoñado, Mendugo.
─ Pero si el español es un idioma muy fácil, hombre.
─ Ez lo que tú dises, como ez tu lengua matedna...
─ ¿Y cuál es la tuya?
─ Una ladga y pegasosa, como la de cualquied batasio.
─ ¿Pero Camila, tu madre, no era una camella?
─ ¿Qué me quedez desí, que los camelloz no zon batasioz?
─ Pues no, los camellos pertenecen a un género de mamíferos artiodáctilos.
─ Ezo lo zedáz tú.
─ No, yo no, tú... Por lo que cuentas, claro.
─ Teztaz pazando un pelo, podque, pod zi no lo zabez, a loz batasioz ze lez conzidedan loz pimedoz vedtebadoz tedeztez. Ozea que si Dadgüin...
─ Mejor volvamos al idioma ─le corte y recogí velas.
─ Ya...
─ El español es el único idioma que se lee como se escribe, por ejemplo.
─ Pedo qué inculto edez, Mendugo.
─ Sí, ahora me dirás que la hache no tiene sonido, ¿no?
─ No, lizto. A ved, ¿cómo ezquibez tú quódum, con se o con cu?
Me quedé pensando que el jodío rano tenía razón, aunque quórum sea un latinismo. Y le di la razón.
─ Vale, para ti la perra gorda.
─ Y la shica ─Erre C.A. se vino arriba─. ¡Ah!, y mañana ezamen del dissionadio. Que zepaz que te enta toda la leta a.
─ ¡Jo! ¿Toda? ─me hice el desafortunado.
─Bueno, ezpeda ─Erre C.A. consultó el diccionario y me rebajó el temario─. Dezde a hazta... ananá. Zólo siento cuadenta y sinco páhinaz.
─ Acepto, pero no voy a poder hacer ni la cena de hoy ni la comida de mañana ─argüí malintencionadamente.
Al rano, que siempre prefiere la cuchara al lápiz, le cambió la cara. Al final dijo:
─ Bueno, pod ezta ves paze, pedo cuando lo leaz te fihaz un poquito máz, a ved zi te zidve de algo tanto leed, tanto leed... Que a ti te va a pazá lo que al Alonzo Quihano eze.




(1) Imagen bajada de: http://www.thewayfarer.info

El éxito ajeno

-¡Mida, Mendugo!
-¿De dónde sacas los colgantes?
-¡Eztáz de la olla! Loz hasez tú.
-Ya sé que los hago yo, no estoy gilipollas. Te pregunto que de dónde los cojes, de qué lugar.
-De laz cahaz ezaz que tene tu shica. Oye, laz tiene todaz llenaz, ¡qué gosada...!
-Pues como te pille, te va a correr a gorrazos.
-No zedía la pimeda ves que me pedzigue una muhé.
-¡Paso al engreído machito! -le hice una reverencia a Erre C.A.
-Ademaz, la he pedido pedmiso.
-Me extraña que te lo haya concedido.
-Yo no he disho ezo.
-Ya me chocaba, porque no se las deja tocar ni a dios.
-¡Idevedente!
-Y tú, tocalotodo y enreda.
-Edez como todoz, no zopodtáis el ézito aheno. Como a ti no te pedzigue ni Hasienda...
-Ya lo que me faltaba, bastante tengo con tu acoso y derribo.


jueves, 27 de octubre de 2011

Mi madre y el bledo

-¿Sabes?, mi madre ya no me conoce -le comente a Erre C.A.
-Yo, a veces, tampoco.
-¡No has cambiado nada, tío! Te estoy hablando de un tema delicado y mira cómo me contestas.
-Poz la veddá, como ziempe. ¡Qué quedez que te diga…!
-O sea, que mi madre te importa un bledo.
-No zé qu'ez un bedo.
-No, ni una madre... Un bledo es una planta comestible, una verdura.
-¿Y tú pod qué nunca la cocinaz?
-Porque ha caído en desuso y ya no se encuentra en el mercado.
-Mida tú, ya tienen algo en común laz doz cozaz.
-¿Qué dos cosas?
-Tu made y el bedo ese.
-Mira que eres bruto, Erre C.A. Y la Juana no es una cosa.
-¿Qué, Mendugo, que no es veddá que tu made eztá en dezuzo y que no la encuentaz ya en el medcao?
-No en el sentido del bledo, gili... –me corregí- , tontolaba.
-¿Tontolaba?
-Sí, tontolaba. Seguro que tú no dabas ni matemáticas cuando ibas al cole.
-No, yo en el cole zólo daba la mataca.
-Ese comentario sí que merece un "como siempre". ¡Anda cómete la galleta y acaba de desayunar!

miércoles, 26 de octubre de 2011

Algo ha cambiado

Sí, algo ha cambiado. Hasta Erre C.A.

Ha estado en letargo cerca de tres años, y hace una semana, desde su atalaya, me guiñó un ojo. O eso me pareció. No le di importancia, pero anteanoche, mientras dormía, se presentó en mi sueño, me sacó la lengua, abrió su bocaza y me dijo: “Ya no habo mal, m’he compao un joyedo, y guaddo en él mis collades… ¡Ah!, y ya sé decí la ede".

Ayer, lo primero que hice después de levantarme fue ir a ver ese muñeco. Está donde lo dejé tal que un 20 de noviembre de hace tres años; y me sonrió. Luego, durante estos días, le he dado vueltas al sueño. Y, en más de una ocasión, me he descubierto con un reproche irónico entre los labios: “Ya sé decí la ede, Ya sé decí la ede… Será ingenuo, el rano”. (Cada vez hablo más sin interlocutor). Hasta hace cinco minutos le he ignorado, pero ya es imposible, porque cuando he entrado en mi zulo, se me ha tirado a la espalda, me ha agarrado del cuello y ha gritado: ¡YA EDA HODA COLEGA!”. He sido incapaz de contestarle, porque no estoy seguro de que Mendrugo quiera resucitar.

No sé lo que Erre C.A. aguantará agarrado a mi cuello, o lo que aguantaré yo. Lo que está claro es que tengo que tomar una decisión al respecto, no vaya a ser que venga algún amigo suyo y le diga que le ha salido un hombre gordo y con barba en los huevos. Además, para mi, hacer una vida normal con un rano en la espalda, se me antoja incómodo.