viernes, 31 de octubre de 2008

La invitación

—¡No me lo puedo creer! ¡Has cambiado el collar por la corbata!
—Noblesa obliga .
—¿Y eso?
—Que m’an invitao a una cumbe.
—¿A una cumbre de qué?
—No zé, aquí pone que el zeñó pezidente de loz Estados Unidoz d’Amedica le invita...
—A ver —no le dejé acabar, le arranqué el papel de la mano y me puse a leer con avidez entre un madre mía y otro—. ¡Madre mía…! ¡Madre mía…!
—No ez pod nada, pedo aunque tu made me cae puta made, ella no pinta nada en ezto, Mendugo. Y sieda la boca podque me vaz a poné peddida de babaz la invitasión.
—Me dejas de una pieza, Erre C.A.
—Hombe, yo en zu momento dezolví un pobema económico bien goddo, lo que ocude ez que nunca hablo d’ello.
—Pues cuenta. Estoy intrigado por todo esto.
—Zi no tene impodtansia —se la quitó el rano dándosela.
—Venga, no te hagas de rogar. Estás todo el santo día dándome la murga con tus preguntas, ¿y ahora te vas a callar?
—Va, shaval, te lo conto. Acudió en mi badio, en el Magueb. Eda yo un quío que no levantaba un palmo del zuelo y ziempe andaba pod la calle huegando con loz amigoz. Eza mañana edamoz tez: Alí, Aqí y yo. Eztaba yo diztaido cuando loz otoz doz guitadon al unízono: “Midad, tíoz, guan dolad”. Cuando midé, loz doz eztaban devolcándoze pod el zuelo intentando cohé el billete y eztodbándoze uno a oto. Yo me llegué y lo pizé. Pimed asiento podque asía aide. Pada desumí, uno desía qu’eda zuyo y el oto tambén. Adgumentaban la mizma dazón: “Yo lo vi pimedo”. Entonsez lez ecspliqué con mi zegundo asiedto: “Como no tenemoz ni un didhan, ni vamoz a dompé el billete, la única fodma de asé un depadto quitativo ez que vozotoz oz quedéiz con la mizma cantidá cada uno, ez desí, con nada podque ez la única zolusión. D’eza maneda tú, Alí, tenez lo mizmo que tú, Aqí. Y como yo me quedo con el dolad, puez toz contentoz. ¿Qué te padese, Mendugo? ¿Lo abá oído el Buz eze y pod ezo m'a llamado?
—¿Sabes? No me extrañaría lo más mínimo. Porque ése podía ser cualquiera de aquellos amigos tuyos, tanto el de allí como el de aquí.

jueves, 30 de octubre de 2008

Sentar la cabeza

—¿Podíaz poponé en la pocsima deunión de vesinoz que ze haga una shadca en el hardín?
—¿Y para qué quieren los vecinos una charca teniendo piscina?
—Me vaz a compadá, mushasho… —Erre C.A. puso en blanco los ojos y se relamió—. Una chadca con zu sieno..., con zuz aguaz veddez y eztancadaz..., con zuz inzestoz pululando a la lus del zol..., zuz danaz hovenez en edá de medesé…
—Ajajá, ya sé por donde vas. ¿Cuesta echarse un ligue, eh?
—Hombe, zi cada ves que apeta el tema tenez que asé una ecscudzión a laz afuedaz… Y en vedano ni te cuento… ¿Tú que adíaz?
—Desde luego lo que no haría sería proponer a la comunidad de vecinos que montara una macrodiscoteca en los soportales de la urbanización. Y, además, esa necesidad ya la tengo cubierta.
—Ya, pedo yo no quedo encadenadme de pod vida. Lo que a ti t’ha ido bien, no tene podqué zedvidme a mí.
—Vaya romántico que estás hecho. Lo que deberías hacer es dejarte de chorradas y sentar la cabeza.
—El domantisizmo lo guaddo pada ezoz momentoz, podque, ¿me didáz qué tene de domantico aguantá a una piva teinta añoz o máz?
—Se te ve el plumero de machista.
—Yo no zoy mashizta, pedo la zosiedá zí.
—Tú como siempre tirando balones fuera.
—D’ezo ze tata, de eshadloz dento.
—No seas soez, Erre C.A.
—Mida tú el finoliz, que zentó la cabesa y ze la han aplaztado máz culoz y vesez que a la claze obeda.




martes, 28 de octubre de 2008

Erre C.A mentiroso (y 2)

—Todo lo apañas. ¡Qué tío! ¿Dónde están los dos sándwiches que había metido en la nevera?
—Yo queí qu’edan zobaz y como no te guzta tidá comida…
—Y te los has zampado, ¿no?
—Abé.
—Pues que sepas que lo que quiero tirar lo meto en la basura, no en el frigorífico. Y que no necesito que te comas nada porque a mí me guste a o be, o por no verme zufí, como tú dirías. ¿Lo entiendes?
—Pedfestamente.
—Bien. Y ahora vamos con lo del burro.
—¿Qué budo?
—Platero y yo.
—Mida, un buen título pada un libo.
—¿Pero tú te crees que me he caído de un guindo?
Erre C.A. me miró de arriba a bajo, volvió a subir la mirada y expresó su opinión, que nada tenía que ver con mi pregunta.
—Zi t'az caído, ni ze te nota. Ni edidaz, ni contuzionez, ni ziquieda t’az manshado.
Si el rano hubiera tenido orejas, le hubiera agarrado de una.
—Mira, mono....
—Dano —me interrumpió y me corrigió levantando un dedo.
—¡Cállate! Mira mono, al menos ten la decencia de reconocer que lo que escribiste es copia exacta de lo que escribió Juan Ramón Jiménez.
—Oto invitado. ¿Tambén ez un budo?
—No, y creo que en este asunto, el único burro y sordo eres tú.
—Inzizto, yo zoy una dana.
—Que se hace el longuis.
—Yo no pactico ningún depodte de diezgo.
—Ni de riesgo, ni estático. ¿No sabes lo que es hacerse el longuis?
—Asedze laz ínglez zí zé lo qu'ez, pedo el longuiz no. Yo al menoz no teno longuiz.
—Pues es hacer exactamente lo que tú estas haciendo desde que hemos empezado esta conversación.
—Acabádamoz, asedze el longuiz ez shadlá.
—No. Hacerse el longuis es hacer como que no sabes de qué va la cosa.
—Pod yo a ezo lo llamo asé política de padtido.
—Mira, en algo estamos de acuerdo. Pero ya sabes que no quiero hablar de ese tema.
—Yo tampoco.
—Pues punto.
—Ezo, punto y final. Ze acabó, ze fini. No z'able máz. Sanhao. ¿Qué ay pada la sena?
—De todo.
—Z’ecsplique el zeñó.
—Me explico: platos, cubiertos, vasos, servilletas…
—¿Pedo de comé?
—También hay variedad —bajé la voz como si quisiera que alguien no me escuchara—. Pero lo atesora el frigorífico y la despensa.
—¿Qué paza contigo, Mendugo? —me gritó Erre C.A.—. ¿No quedez entendedme o qué?
—Para que dos se entiendan, ambos deben estar dispuestos a ello.
—Vale. Deconosco lo de Platedo y tú. Pedo podfa, áseme la senita que teno musha guza.
—¿Entonces puedo llamarte mentiroso?
—Zí. Y lo quiedaz zi asez pisa —me eché a reír—. ¿Y de qué te díez aoda?
—De Sena, de Pisa… Nada, tonterías mías…
—Zí. Tontedíaz zi te ponez con la …—Erre C.A. hizo un esfuerzo por pronunciar bien la palabra cena, pero lo que consiguió fue que se le saliera de la boca un trozo de colgante, y acabó atragantado. Cuando volvió en sí me advirtió—. Y no te díaz, que no eztá el odno pada bolloz.
—Ni para pizzas —le contesté yo. Él puso mala cara mientras yo jugaba, y le aclaré para su tranquilidad—. Porque voy a hacer ropa vieja para cenar.
—Pada mí elihe algo d’algodón…, una toalla pod ehempo, ez máz blandita que la zeda.
—Sabrás tú lo que es ropa vieja.
—Zí, la que tú llevaz. Pedo no te diztaigaz, cohe ota y ponte con la sena.



Bajada de elseisdoble.blogia.com

lunes, 27 de octubre de 2008

Erre C.A. bloguero (y 2) y mentiroso.

—El post de ayer muy bien —dije a Erre C.A. nada más verle esta mañana.
—Menoz mal, penzaba que m’ibaz a eshá la bonca pod metedme en tuz azuntoz.
—En este caso el asunto es nuestro, no sólo mío. Copas el blog, ¿no te has dado cuenta? Y me alegro que asumas alguna responsabilidad que no ataña a tu necesidad de glotonear.
—¿Y aónde andabaz, tío? Ez la pimeda noshe que no te veo dodmí en caza.
—Ves, eso ya es asunto mío a secas.
—Ezpeda, ezpeda —me mandó el rano—. Ezpeda, que no lo entendo.
—¿Qué no entiendes del mío?
—Poz que zi tú dehaz de hasé una coza nuezta y la teno que hasé yo, el motivo pod el que dehaz de hasedla también ez nuezto.
—Nadie lo niega —me sumé a su opinión.
—¿Entonsez? —se extrañó.
—Entonces el que no entiende soy yo.
—¿Y cuálo no entendez?
—Que no conozcas tus cosas —le aclaré.
—Pedo el motivo ez tuyo. Yo no lo pedo zabé —contestó Erre C.A. a modo de disculpa y expresándose con las manos.

—¿En qué quedamos? ¿El motivo es mío o nuestro?
—Definitivamente ez nuezto —sentenció Erre C.A. muy seguro.
—Pues, si también es tuyo, deberías conocerlo, ¿no?
—M’haz líao, tío.
—Será la primera vez que te lío yo a ti.
—Poz no t’acoztumbez, eh.
—Y de lo de Platero, ya hablaremos.
—¿Y quién ez Platedo? —me preguntó saliendo de la habitación—. ¿Y quién ez Platedo? A vé, ¿quién nadisez ez Platedo, eh? —rezaba mientras se alejaba—. Yo no zé quien ez eze budo… Ezte tío…

—¿Y cómo sabes que es un burro? —le grité asomándome a la puerta.
—Podque hablaba de ti —me contestó también a gritos.

domingo, 26 de octubre de 2008

Cambio de rol

Hoy n'oztá Mendugo. Z'ha ladgao ezta noshe y no zé aonde anda. Azi que m'he vizto obligao a ezquibí yo el pozt de hoy. La hente no ez tan dezponzable como padese. Como me zalga igual que la foto que m'hise el oto día yo mizmo, vamoz apañaoz... Pedo ezquibí laz tontedíaz qu'ezquibe el tío eze, ez máz fásil que hasé un buen detato. A vé cómo me zale... Mmmmmmm... ¿Y de qu'ézquibo...? Zi él ezquibe de mí, poz yo ezquibo d'él. Mida tú qué zensillo. Vedás:

... Mendugo ez pequeño, peludo, zuave; tan blando pod fueda que ze didía todo de algodón, que no lleva huezoz. Zólo loz ezpehoz de asabashe de zuz ohoz zon dudoz cual doz ezcadabahoz de quiztal nego -¿o zon madonez? Bueno ez igual -. Lo deho zuelto y ze va al pado, y acadisia tibiamente con zuz modoz, dosándolaz apenaz, laz fodesillaz dozaz, seleztez y gualdaz... Lo llamo dulsemente: "¿Mendugo?", y viene a mí con un totesillo alegue que padese que ze díe, ...

sábado, 25 de octubre de 2008

El viaje

Salí de con sensación de libertad. Atrás quedaban una gran cantidad de días subvencionados por un estado paternal. Por delante, en contra, se abrían infinitos y eternos caminos sin señalizar. Las muchas opciones complican la decisión, pero enriquecen la libertad de quien decide. Sin equipaje aún, el andar se hace más grato. Si no te paras, como suele ocurrirnos a todos, el caminar es todavía más fácil, por aquello de la inercia. Por el camino, saludos, amores y desamores, nada que complique una vida, salvo que se junten en el tiempo y en el espacio. Toda cuesta cuesta, pero es el comienzo de una bajada. He visitado barrios que me acogieron, barrios que acogí, barrios que me despreciaron y barrios que desprecié; pero en todos, la gente vive y muere igual: sin aliento. Las excepciones no cuentan, aunque sean las que más comentamos. Se me ocurrieron mil y una preguntas. Todas me las contestó el viento a su manera. No todas las entendí, no todas las aprendí, no todas me sirvieron y no todas creí. Si el viento tiene sus razones, yo también tengo las mías. Como en el colegio, también en la calle cambié un "saca" por una goma, un lápiz por dos cromos, y, haciendo balance general, me quedo en mi paz. Otra cosa es el balance particular, aquél que solamente afecta a quien mejor me conoce y menos me soporta, ése que jamás ha hecho su santa voluntad, ése que ha tragado más quina que Jesús en su calvario. Creí en él, en Jesucristo, le cambié por una revolución que ahora da risa a más de uno, y sigo en el descreimiento, aunque ya me lo crea todo. Y todo me vino grande, y una vez pasado devino en nimiedad, a lo más en una china que habitó en mi zapato una temporada. En un momento determinado, llegué a creerme alguien, y los otros caminantes me convencieron de lo contrario. La suerte y la fortuna, ni son gemelas, ni son hermanas; es más, ni se parecen. Las veces que he sido atracado a la intemperie las perdono por las otras tantas que yo atraqué. Salvo del perdón aquélla en la que me dieron a elegir entre la bolsa y la vida. Elegí la bolsa, pero coincidí con el ladrón, y allí me quedé, compuesto, sin novia, sin bolsa y sin vida. Y, encima, con la obligación de seguir caminando. El caco fue más ambicioso que yo. Y aquél asalto coincidió con un plan vial, un plan que incluía la señalización de todas las vías que partían de mi rotonda, mermadas en número respecto a las que se me habían ofrecido al salir de casa. Bien es verdad, que todas las señales informaban de lo mismo y con una única letra: T. "¿Y ahora qué?", me pregunte. Y el viento me susurró: "Muere en el intento". Y en ello ando, como aquél que ve venir de frente el tren y no es capaz de cambiar de dirección para que su cuerpo no se junte con la máquina. Ando a la espera de un milagro, que si llega , será por los pelos, no por merecerlo ni desearlo. Ahora soy mortal, mortalmente mortal, y esa condición matiza un tiempo del que no me siento propietario, ni siquiera inquilino. La flor es nuestra mientras la regamos.


La foto está bajada de http://yuyuhereiam.blogspot.com/

viernes, 24 de octubre de 2008

Tabla periódica (30)

Último Lantánido: el Lutecio:

.

Nota:-He perdido la anotación que tenía sobre el origen de esta caricatura. Si alguien la reconoce y conoce su autor, le rogaría me lo comunicara, no me gusta "robar" nada a nadie.

Erre C.A. autosuficiente

—Hoy he tenido un día de los finos, y cuando me iba a echar una cabezada a las tres y pico y sin comer, la vecina se ha puesto a pasar la aspiradora. Estoy que trino y ni siquiera he cumplido con la sagrada siesta.
—Tenez dasón, hoy no haz cumplido con nadie. Yo m’he tenido que comé laz uñaz y sená laz zobaz —se quejó el rano con ironía.
—¿No me digas que ni has desayunado, ni comido…?
—¿Ni merendado, ni senado? ¿Y que te queez que te acabo de desí?
—¡Joder! Como lo siento, chaval.
—Poz mi eztómago fíhate.
—¿Y que has hecho?
—Dezde luego que haz tenido un día agobiadó. Ezo o haz peddido tu neudona. ¿Poz no t’he disho que m'he comido laz uñaz? —volvió con las quejas Erre C.A., pero esta vez sin sorna.
—Si no tienes.
—Ezo también te lo he disho, qu'eztáz tonto.
—Tonto no sé, pero derrengado…
—Y yo hambiento.
—No me puedo mover, estoy roto —le aclaré por si le quedaba alguna duda de que no le iba a hacer nada para comer.
—Ni yo, eztoy con una floheda…
—Me voy a la cama…
—D’ezo nada.
—¡Anda! ¿Y por qué?
—Quiedo una zolusión, como la zeñoda del anunsio.
—Hazte un bocata o usa Ariel, como la señora esa.
—¿Y zi me cozto o me quemo, me vaz a llevá a udhensiaz tú? —Erre C.A. intentó el chantaje.
—No. Te pondré una tirita si no eres capaz de ponértela tú solito.
—O zea, que no hay maneda.
—Hoy no, colega. Hoy te toca ser autosuficiente.
—Eza palaba ez demaziado compilicada pada mí, y máz en ezte eztado de inanisión. Pefiedo hasedme un zangüi y dioz didá.
—Que aproveche y hasta mañana —y me fui, pero él siguió con su conversación íntima.
—El cazo ez que zi no meto nada ente laz debanadaz menoz tabaho… Y ensima, el mendugo ezte no me ha hesho hoy ninguna foto. Voy a cohé la camada y … Pedo, a vé lo que dise cuando vea que m´he comido laz tez bolzaz de patataz fitaz, loz piztashoz, laz almendaz, loz doz botez d'aseitunaz, loz ganshitoz, y todo ezo... Vedáz, vedáz tú mañana.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Libido y lívido

—¿Qué haces ahí dentro?
—Que m’he hipedventilao y como he vizto en laz peliz que uzan una bolza de papé…. —me contestó erre C.A. con medio cuerpo dentro de una gran bolsa de papel.
—Pero se la ponen en la boca y la nariz, para que les entre menos oxígeno.
—Pada ezo con no dezpidá...
—Si no respiras, te mueres.
—Yo no —su voz sonaba apagada.
—Tú cuando quieres te sumas a la humanidad y cuando quieres te borras. Eres un chaquetero. yh habla más alto que no te entiendo bien.
—Zólo mido pod miz intedezez, como todoz —me gritó.
—¿Y quién mejor que tú mismo, no? —le grité yo a su vez.
—Poz ya que lo disez, tú debedíaz zé mi valedó.
—Y lo soy, además de tu alma mater.
—Ezo me zuena a made.
—Y te suena bien… ¿Sabes?, te brilla el culo.
—Poz que bien, tío. Pedo voy a zalí d’aquí, eztoy hadto de tagá podquedía.
—Si te ducharas.
—¡Que yo no nesezito dushadme, pezao! Mida, pod no tené, no teno ni cazpa y ademáz como tú haz disido, hazta me billa el culo.
—¿Y eso blanco de los hombros?
—Polvo.
—Pues ya te vale.
—¿A mí? ¿A mí ya me vale…? —se puso chulito ya fuera de la bolsa—. A vozotoz loz mashitoz que estáis todo el día con él en la boca.
—No seré yo.
—No, tú no, ni en loz labioz ni en la lívido.
—Se dice libido, lívido es un adjetivo equivalente a amoratado o a pálido.
—Poz tambén, y de lo mizmo, total pod un asento de na.

La confesión

—Hoy no está el horno para bollos.
—En mi pueblo desimoz que no tenemoz el coño pa duidoz.
—Escucha, coño. Y no sigas metiendo la pata sin querer. Deja que te diga una cosa, y con ella tienes que tener para todo el día de hoy como mínimo. Sino, lo nuestro puede acabar como el rosario de la aurora. Y no me preguntes quién es la Aurora.
Erre C.A. cambió su acostumbrado semblante de guasa y me contestó muy serio.
—Tú didaz, zoy todo oídoz aunque no tenga.
—No sé si te servirá para algo, ni me importa, pero te lo digo para desahogarme.
—Venga, zuéltalo ya y me voy. No quiedo poblemaz.
—Pues escucha: Sufrir por alguien no es culpa de ese alguien. Es uno mismo quien, en un bucle sin fin, se adentra en un dolor sin sentido. Te lo digo por experiencia y por quien más me duele.
—Oído. Ahí te quedaz y que uzté dezuelva zuz cozaz. Ente doz no cabe uno. Taluego. Y dale decueddoz a tu shica.

lunes, 20 de octubre de 2008

19 de octubre de 2008

—Lo siento, pero hoy no me apetece escribir sobre ti, estoy muy cansado.
—Poz chadlemoz
—Tampoco.
—¿Y unaz manitaz de poked?
Erre C.A. empezó a barajar.
—Deja eso, anda.
—Pedo si no ze nesezita ezquibí ni hablá.
—Yo al poker sí hablo.
—Poz hasez zeñaz como al muz.
—Que no, que jugar me apetece menos.
—Anda, podfa...
—Déjame, que me voy a la cama.
—¿Y me dehaz azí?
—¿Cómo?
—Colgao.
—¡Qué más quisiera yo!
—Venga, hombe, anímate. Zólo hazta que te dezplume.
—Que no pesado, que estoy hecho unos zorros.
—Vozotoz loz ansianoz no aguantáiz nada.
.…—Y vosotros los jóvenes… ¡Bah!, me callo. Hasta mañana… Y no hagas ruido, por favor.
—¡No, y ze va el tío!
—Ya me he ido —le dije mientras cerraba la puerta.
—Vaya ganaz de viví… La noshe ez hoven, zólo zon laz cuato y cuadto… —no escuché más después del leve portazo, pero sé que siguió protestando —. Oto día me baho a la litona y al vieho ezte que le sudsan.

domingo, 19 de octubre de 2008

El corte de mangas y el corte inglés

—¡Erre C.A.! —llamé
El rano me contestó desde no sé donde.
—¿Y ahoda qué quiedez?
—¿Qué son todos estos recortes? —le pregunté señalando unas tijeras que yacían en el suelo junto con un montón de papeles.
—Ez que m’enfadao con el mundo y m’he puezto a hasé codtez de mangaz.
—¿Cortes de mangas?
—Tu hiho tene mushoz comiz mangaz, no queo que l’impodte. Y ze m’ha pazao el cabeo. Yo no penzaba que delahadan tanto loz codtez eztoz.
—Primero recoge todo esto y lo hechas a la bolsa de papel para reciclar —le ordené.
—¿Ya?
—Ya —volví a ordenar.
—Vale, vale. Ni que moddiedan loz papelez.
Cuando él volvió de la cocina, yo seguí con el sermón.
—Segundo, y por si no lo sabías, no podemos disponer de lo que no es nuestro. Y menos de la forma en la que tú lo has hecho en este caso —aquí, Erre C.A. bajó la cabeza y quedó esperando que le cayera más agua —. Y tercero, que a veces pareces como venido de otro planeta. Un corte de manga no es romper los comics manga de mi hijo, es un gesto grosero que se hace para mandar a alguien al carajo, para ofenderle. Y se hace así.Erre C.A. me observó atentamente y cuando acabé, él repitió el feo ademán.
—¡Anda, zi lo zé yo antez!
—También hay quien yergue el dedo corazón,
—Yo no puedo, pedo no impodta. Ezto mola máz y cuezta menoz tabaho podque no hay que decohé luego —Erre C.A. siguió golpeándose el brazo con la palma de su mano mientras doblaba el codo —. Y ademáz, tambén delaha. ¡Que shuli! —y salió de la habitación cortando mangas, como él diría, y volvió a dejarme con la palabra en la boca.
—Pero no se te ocurra hacérselo... ¡Bah!, es igual...
Volvió como Colombo pero con gestos más groseros y me preguntó:
—Oye, ¿y el codte ingléz cómo se hase?
Le cerré la puerta en las narices.

sábado, 18 de octubre de 2008

¿Por qué camionero y no camionista?

No sé si os habéis fijado, pero una fórmula para inventarse palabras es acudir a los prefijos (antes del fijo) y a los sufijos (después del fijo). El fijo puede ser un sustantivo, un adjetivo, un verbo, etc. Así han nacido muchos vocablos, sobre todo los inventados más recientemente, como prenatal, anticorrosivo, linotipista, ...
... Cojamos el sufijo de esta última palabra: -ista, por otro lado tan usado (maquinista, taxista, feminista, altruista...) y preguntémonos el motivo por el que no se usa para construir el nombre que identifica a la persona que conduce un camión: camionero. ¿Hay algún motivo para haber elegido el sufijo -ero, -era? Aparentemente no, o por lo menos nadie conoce el porqué. ¿Es un capricho? ¿Es por fonética? Ese es el duende del idioma. Somos nosotros como hablantes los que, con el tiempo, elegimos.
¡VIVAN LOS HABLANTES!

viernes, 17 de octubre de 2008

Palabras con vocación impropia (48ª)

Cuadragésimo octava entrega, del prefijo auto-.

..............................................................
autopista. (De auto y pista). f. Carretera con calzadas separadas para los dos sentidos de la circulación, cada una de ellas con dos o más carriles, sin cruces a nivel.
autopista. f. Indicio que se da uno mismo ante una adivinanza para encontrar la solución por la vía más rápida.
ej.: Usé una autopista y resolví el problema.
..............................................................
autobús. (Del fr. autobus, de auto y omnibus). m. Vehículo automóvil de transporte público y trayecto fijo que se emplea habitualmente en el servicio urbano. […].
autobús. (De auto y del apellido anglosajón Bush). m. Vehículo propio y oficial de presidentes estadounidenses.
ej.: Padre e hijo cogieron el autobús y dejaron el país hecho un asco.
..............................................................
autobombo. (De auto- y bombo). m. fest. Elogio desmesurado y público que hace alguien de sí mismo.
autobombo. (De auto- y bombo). m. Turismo propio de baterías de grupos musicales o de Pepe el del bombo.
ej.: Ringo Star usa mucho el autobombo, pero menos que Jordi González (La Noría), aunque éste no sea batería de un conjunto.
..............................................................
autocrítica. f. Juicio crítico que se realiza sobre obras o comportamientos propios.
autocrítica. f. Revista del motor que enjuicia y prueba los nuevos modelos de coches que salen al mercado.
ej.: Me compré una autocrítica y me vino muy bien para decidir.
..............................................................
autoría. f. Cualidad de autor.
auto-ría. (De auto y ría). f. autopista marítima que se adentra en el mar.
ej.: Las auto-rías más famosas son las gallegas.
..............................................................
autoestop. (Del fr. auto-stop, de auto, auto, y el ingl. stop, parada). m. Manera de viajar por carretera solicitando transporte a los automóviles que transitan.
autoestop. m. Acto de ejercer el autocontrol ante una situación que nos aboca a la violencia por la putada que nos hace otro automovilista.
ej.: Tuve que recurrir al autoestop ante un taxista para no provocar un altercado público.
..............................................................
autoescuela. (De auto y escuela). f. Centro para enseñar a conducir automóviles.
autoescuela. f. La vida misma, donde lo aprendemos todo.
ej.: La mejor autoescuela es mi vida.
..............................................................
autómata. (Del lat. automăta, t. f. de -tus, y este del gr. αὐτόματος, espontáneo). m. Instrumento o aparato que encierra dentro de sí el mecanismo que le imprime determinados movimientos. […].
automata. (De auto y matar). m. Máquina a modo de prensa hidráulica que reduce a un amasijo de hierros en bloque los turismos para la chatarra. 2. Hecho tan conocido como poco tenido en cuenta en las carreteras y calles.
ej.: Si hubieras visto cómo quedo mi coche después de pasar por el automata.
..............................................................
automatizar. tr. Convertir ciertos movimientos corporales en movimientos automáticos o indeliberados. […].
automatizar. tr. Poner uno mismo los matices a un asunto propio.
ej.: Automaticé mis opiniones, como todos los boceros que ejercen de contertulios.
..............................................................
autorizado, da. (Del part. de autorizar). adj. Dicho de una persona: Que es respetada o digna de respeto por sus cualidades o circunstancias.
auto-rizado. (De auto y rizar). m. Turismo con bucles y de formas onduladas propio de peluqueros y peluqueras.
ej.: El autorizado de Llongueras llegó pronto.
..............................................................xD

Un posible asesinato

—He eztado penzando zobe la Guti —me soltó Erre C.A. de buenas a primeras mientras yo clavaba una escarpia en la pared.
—Si no la conoces ni nada —le contesté sin girar la cabeza.
—Bueno, máz qu’en ella, en la palabeha eza que uzazte pada igualadnoz.
—¿Cuál?
—Pedzonahe.
—¿Y?
—Pod que padese que la uzabaz en zentido peyodativo.
—Para nada —le aclaré y me volví—. La usé en su correcta acepción relativa a los tipos que aparecen en cualquier obra literaria.
—Pedo no me compadez… —se quejó el rano—. Yo eztoy aquí, a pie de cañón. Y ella tan aguztito ahí, en el oddenadó y en tu cuaderno de notaz.
—¿Qué pretendes decir, que ella no me sufre o qué?
—Zí. Pod ahí van loz tidoz.
—Si fuera así, tampoco me explota, ni se aprovecha de mí —me golpeé suavemente la mano libre con el martillo.
—¿Que yo m’apovesho de ti…? ¿Que yo m’apovesho…? —me interrogó Erre C.A. retóricamente—. Tú eztáz mahada, shaval. Total, pod hasé la compa, la comida y la sena todoz loz díaz, que de todaz fodmaz tenez qu’hasé pada tu fámili… Ezo lo hase cualquié made. Ez lo nodmal. No te quehez tanto, anda.
Me le quedé mirando entre sorprendido, irónico y desarmado (a pesar del martillo), como el ejército rojo un 18 de julio.
—No me midez azí, que zabez que teno dasón. Ah, y no zé yo quien ecsplota a quien. Y no quiedo volvé al azunto eze.
En ese punto empezó a caer baba de mi boca abierta. No me lo podía creer, pero me acordé de su reciente intento para prestarme una ilusión de su saquete. Por eso se salvó de perecer en ese momento bajo mi martillo.
—Y ahoda didaz ezo de que cuando zea mayó lo entendedé. Poz yo no quedo entendé nada ni quesé. Y como zoy un muñeco y tu pedzonahe —dijo con cierto retintín—, no ze te ocuda hasedme cumplí añoz. Codto y siedo. Hazta luego, cocodilo.
Y allí me dejó, con las babas en la boca y en la barbilla, sin poder rechistar ni decir ni que sí ni que no y con el martillo colgando de una mano inerte. Al poco de desparecer Erre C.A. de mi vista reaccioné.
—Amen —fue lo único que pude balbucir.
Pero volvió, asomó la gaita por el hueco de la puerta y me recordó:
—Vez como laz faldaz no taen nada bueno.
Por supuesto salí detrás de él con el martillo en alto.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Vencido, pero con muletas

Mientras yo cantaba Vencidos, una canción en la que Serrat musica una poesía de León Felipe, Erre C.A. apareció por el umbral de la puerta de mis despachito. Arrastraba un talego rojo. Dejé la canción y le pregunté.
—¿Qué llevas ahí?
—Un zaco de iluzionez. Zon míaz, pedo te puedo pestá alguna.
—¿Y quién te ha dicho a ti que yo necesito de ilusiones ajenas?
—Nadie. Pedo cuando cantaz eza cansión pod lo bahiniz…
—La canto porque me gusta.—Ya… Y ze t’empañan loz ohoz de la emosión, no te hode. Pedo, oye, zi no quiedez, tú mizmo. Aunque teno iluzionez de todo tipo —Erre C.A. metió mano en el saquete y empezó a sacar objetos—. Mida, ezto ez pada hasé una colesión de comoz de fuboliztaz… —dejó el cromo en el suelo—. Ezte balón lo guaddo pada cuando huegue la final de la shampion en el Bednabeu… Ezte mono ez Amedio, ¿t’acoddaz? —y se puso a cantar—. En un puebo italiano lehoz de laz montañaz vive nuezto amigo Madco… —dejó al mono en el suelo y sacó una linterna—. Ezto ez pada dá lus a loz amigoz cuando ze lez han fundío loz plomoz —la encendió y me alumbró directamente a los ojos.
—Quita eso de ahí, que me ciegas.
—¿Máz?
—Graciosín —le insulté.
—¿No quiedez nada? También teno un muñequito pada nietoz y nietaz, un calidoscopio pada vé la dealidá de colodez…
—¿Y se puede saber de dónde has sacado toda esa morralla? Siempre dices que no tienes nada, salvo tus collares.
—Y ez veddá.
—Pues me lo cuente el señorito —le invité.
—¡Ay made! —se quejó él y se dispuso a explicarme algo que él pensaba que yo debía saber—. Ezta talega me la haz llenado tú, Mendugo. Lo que paza ez que no edez conzsiente de la mitá de laz cozaz que hasez.
—¿A que no tienes un poco de aliento por ahí? —le reté.
Erre C.A. metió la cabeza dentro del saco, donde ya tenía las manos y oí un no apagado. Sacó la cabeza de la talega y quedó pensativo. Al poco me invitó a acercarme. Lo hice y me corrigió.
—Máz, hombe. Asedcate un poco máz —roce mi nariz con la suya y él abrió su bocaza y me echó el aliento. Me retiré con cara de asco.
—No seas guarruzo.
—¿No quedíaz aliento…? Poz toma aliento —y se marchó arrastrando el saquillo y murmurando—. Uno nunca zabe cómo asedtá contigo…
Ese día no volví a cantar entre murmullos, porque como escribió Patxi Andión “El que canta bajo canta solo y es el suyo un canto para dentro”.

martes, 14 de octubre de 2008

La Guti

—Todavía me sigue llamando la Guti de vez en cuando, y eso que llevo sin hacerle el más mínimo caso unos tres meses.—¿Y quién es la Guti eza que disez que te llama? —me preguntó Erre C.A. un tanto intrigado y sin dejar de mirar una revista.
—Un personaje, como tú —le contesté.
—Pod te llamadá dezde el máz allá podque a ti te llaman menoz pod teléfono que al mudito de loz Hedmanoz Madsc.
—Detecto ciertos celillos —le dije con retintín.
—¿Quién, yo? ¿Yo seloso? ¿Y de una muhé? Ándate tú con oho no zea que…
—¿No sea que qué?
—Que la liez. Laz faldaz no zon nada buenaz.
—¿Por eso no las llevan las de tu especie?
—Hablo en zentido figudado.
—Eso hacía yo.
—¿O zea, que oyez vosez en tu cabesa de la tal Guti?
—Algo así.
—Pod zi t’intedeza teno yo un conosido adhentino que no acabó zicolohía, pedo que…
—Déjate de gilipolleces, Erre C.A.
—Oye, tío, que el que oye vosez edez tú, o zea, que aquí el único hilipollaz ya sabez quien ez. ¡No te digo!
—Vale, para ti la perra gorda. Y ahora déjame escribir un rato tranquilo.
—¡Eh, que yo eztaba viendo laz eztampaz del pediódico máz callado que Hadpo. ¡Ah, y no quiedo peddaz, ni goddaz, ni flacaz.
—Pues por lo que yo sé, tampoco llevan faldas.
—Ya, pedo yo pefiedo loz peditoz calientez.

lunes, 13 de octubre de 2008

La bolsa

—Estoy por llamarte Giuseppillo, por tu padre.
—Y yo a ti Gordillo el Suddo, pod el furbolizta eze —me contestó Erre C.A. de no muy buenas maneras.
—¿No te gusta recordar a tu padre? —me extrañé.
—Ya lo hago zin que me inzultez. Ademáz, Iuze-pillo me zuena a yanqui golfedaz.—Dejémoslo, y cuéntame qué coño haces tirando de esa cuerda.
—Subiendo la bolsa, he leído que eztá pod el padqué.
—Pero las noticias no se refieren a ese tipo de bolsa, sino a la Bolsa con mayúscula.
—¿Y éza cuála ez?.
—Donde se compran los títulos y se valoran según la oferta y la demanda.
—¡Ho, qué adiztócata! Y nozotoz que no zomoz condez ni madquezez, no podemoz puhad en eza bolza?
—Cuando digo títulos no me refiero a los nobiliarios, sino a los títulos de propiedad, en este caso de participaciones en una empresa.
—O zea, ¿que yo puedo sé el popietadio de la Coca-Cola?
—No lo sé. Nunca me ha interesado si tal o cual compañía cotiza en bolsa.
—El cazo ez que ahoda lo tenen hodío.
—No te preocupes, porque hasta los “neocon” han admitido la intervención de los estados.
—¿Unidoz?
—Unidos no como nombre propio, sino como adjetivo. Los gobernantes están haciendo piña para que el tinglado no se desmonte.
—¿Y qué tene que vé que el Tinglado eze ezté a caballo o dezmontado?
—Déjalo, anda. Tú tira de la cuerda, para algo servirá.
—Ya, pedo no veaz lo que peza.

domingo, 12 de octubre de 2008

Caperucitas

—¿Has visto cómo está el panorama?
—¿Cuálo?
—El financiero-económico.
—Zí, lo tenéiz hodío hodío.
—¿Cómo q ue lo tenéiz? ¿Y tú?
—¿Yo? Pedo zi yo no teno caza, n’hipoteca, ni tabaho, ni dinedo... ¿Qué voy a temé?
—Viéndolo así… Pero como me vaya mal a mí...
—¿M’eztáz intentando desí algo, Mendugo?
—No, sólo te contestaba. Yo sí estoy preocupado.
—¡Hombe, ez qu’ez pada eztadlo! Zi ahoda tenéiz que finansiá a loz bancoz con vueztoz ahodoz... Aunque no deha de tené gasia.
—¿Qué te parece gracioso, aparte de los bocadillos de chorizo?
—Pod que ze cadga el lobo fedoz a la Capedu Doha, ze queda con zu sezta y ahoda ze le dompe. Y pada máz fiazco, viene su hedmana, la Capedusita Amadilla, y deha en didículo la zosiedá del bieneztá. No ez que me haga deí, como el bocata, pedo me hase gasia.
—Chaval, quien te entienda que te compre.
—¿Y tú queez que alguien va a tené dinedo pada compá un dano pata nega como disez qu’eztá el panodama? No te lo queez ni tú.

sábado, 11 de octubre de 2008

Un artículo

La riqueza del idioma español, que no tiene otro mérito que el uso que le dan sus hablantes, es muy grande. Se enfade el duende o no, somos nosotros quienes lo hacemos, y no él. Y no caemos en ello, en lo importante, porque el hecho es cotidiano. Y pasamos sobre ello tanto, como tiempo pasamos usándolo. Yo, cuando estudiaba inglés, por ejemplo, siempre me preguntaba cómo podía saber alguien, en determinadas conversaciones, si se hablaba de un man o de una woman. Es decir, si alguien pregunta: ¿Quién está ahí dentro, en la sala?, otro alguien le puede contestar: “The judge Smith”. Si el que contestara fuera español, nos dejaría claro si es él o ella (“El juez López” o “La juez López” o “La jueza López”). El artículo parece una tontería, un artículo (valga la redundancia) de lujo. Pero no lo es. Porque, aparte de aclaratorio, su presencia o ausencia mudan el significado de una frase, e incluso usarlo o no usarlo hace que las dos frases tengan un significado opuesto. Y si no te lo crees, lee estas dos frases cuya única diferencia es el artículo “los”:
…………..Pocos asistentes al concierto lo pasaron bien (la mayoría de asistentes se aburrió).
…………..Los pocos asistentes al concierto lo pasaron bien (la mayoría de asistentes se divirtió).

(Ejemplos tomados de la pág. 314, La Gramática Descomplicada, Álex Grijalbo, Taurus, 2006)

Tabla periódica (29)

No todo va a ser física, hoy toca química y el Iterbio, otro Lantánido (ya quedan pocos, ánimo).
.

jueves, 9 de octubre de 2008

La gracia

—¿Sabes que llevo ciento cincuenta y soete días escribiendo de ti?
—Ahoda sí. Pedo en tuz cuentaz falta o zoba algo.
—¿El qué?
—Que empezazte con mi pade, con Yuzepe.
—Tienes razón. Y cuando la llevas hay que dártela.
—Ezo ez nuevo, podque yo siempe teno dasonez, aunque ande equivocado.
—¿Tienes ganas de filosofar?
—No, pada nada. Ya teno baztante con que dioz me dé la dasón.
—Hoy no te pillo. No sé si bromeas o hablas en serio.
—Yo ziempe hablo en boma de todo, menoz de la comida. Aunque tú edez el que altednaz laz shungaz con laz vedaz; y últimamente poco.
—¿Quieres que te cuente un chiste?
—Pefiedo un bocata de shodiso.
—Pero eso no hace risa.
—Pedo me hase máz gasia. Fíhate, con ezo, hazta ze me padte el culo, que lo teno entedo.

miércoles, 8 de octubre de 2008

El faro de Alejandría

—¿Cuándo eztá la comida?
—Cuando esté.
—¡Ho! ¡Cómo te ponez!
—¿Cómo me pongo? ¿Cómo me pongo...?
—Azí no daz buen ehemplo.
—Para lo que te sirve.
—No digo a mí. Yo ya te conosco mehó que tú y no teno adeglo, pedo ehemplo pada loz demá.
—¿Ejemplo? Escucha por una vez —y me solté la melena y la tensión—. Ser ejemplo y faro de Alejandría debe ser como ser objetivo prioritario de ETA. Y digo debe ser porque lo segundo, de momento, no lo experimento; pero todo se andará, porque para esa panda de asesinos estar en su contra es como estar en contra de la vida. Por el contrario, aquello de ser admirado y digno de copia se convierte en la máxima expresión vital, que no es otra cosa que el sufrimiento. Porque ¿no es en él donde nos sentimos más vivos? Siendo la luz sin buscarlo te sientes en el centro de unas críticas que entre la admiración y la envidia de quien la ve, la luz digo, no admite la comprensión de quien vierte esas críticas. El único consejo que recibí al irme a la mili te lo devuelvo a ti con un eco de treinta años: Lo mejor, pasar desapercibido.
—¡Hode, tío! Zodpendido me dehaz. ¡Made mía...! ¿Y la humildá?—Verde, como tu vergüenza, por eso se las comió el mismo burro.
—Vale, vale… Pedo yo teno hambe.
—Pues cómete el collar.
—Ya me lo he tagado, pedo no pod la guza zino pod la impezión.

martes, 7 de octubre de 2008

Leer y/o comer

—¿Por qué no dejas de ver la tele un poco y te pones a leer?
—Leed no noz hase mehodez —me contestó Erre C.A. sin apartar la vista de la pantalla.
—Ni peores —maticé yo.
—Ezo que lo disez tú —el rano cambió de cadena, pero bajó el volumen.—Estás hecho todo un doctor en Sociología —le espeté.
—No ez pod estudioz, ez pod popia ecspediensia.
—Lo dices por ti, claro.
—No.
—Entonces te estás metiendo conmigo.
—¡Qué intelihente! A ved con quien convivo yo... No te hode.
—¿Y tú crees que voy a peor? —me interesé.
—Zí.
—Más alto me lo podrás decir, pero más claro... ¿Pero por leer?
—Ezo no lo teno tan clado, tenez dasón.
—¡Vaya por dios! Preocupado me dejas —ironicé, aunque él no me entendió, o eso creí en un principio.
—¿En tanto valodaz mi opinión? —me preguntó un Erre C.A. intrigado.
—Sí, en tanto, que lo mismo no duermo esta noche .
—Pod ya lo ziento... No tenía que habedte disho nada.
—Ahora te veo a ti preocupado —seguí con la guasa.
—No te queaz, en cuanto senemoz ze me olvida. Ya vedáz.
—A mí antes —no quise ser menos que él.
—Vez, lo impodtante no ez la tele ni loz liboz.
—¿Ah no?
—No, lo impodtante ez la sena, no tanta zicología de zalón.

lunes, 6 de octubre de 2008

El modorro

—Mira, erre C.A., éste es el tercer cuaderno de Minismisterios —le dije muy orgulloso.
—Edez un pezaito de nadisez, eh. ¿Cómo te llama tu hiho…? Mmmmmmmm. Ya. Mododo.
—No, modorro me lo llama mi shica. Él me remite a los sesenta, o como mínimo a los ochenta.
—Ez iguá, a na que hasez lo pegonaz a loz cuato vientoz.
—Eso no es cierto y tú lo sabes.
—Yo lo único que zé ez que todavía me quedan quinse díaz de palisa con el nuevo cuadednito, que, pod zupuezto, te haz hesho tú pada desiclá papel.
—A mí siempre me ha gustado estrenar material escolar…
—Y ahoda me vaz a contá la batallita, ¿no?
—Si no quieres no.
—Vale, quiedo. Pedo ezpeda que me pona loz cazcoz del eme pe tez y ,mientaz me la contaz, ezcusho múzica.
—¡Cojonudo!
—Pedo bueno, tú lo que quedez ez contadlo, no que t’ezcushen. Y azí dizfutamoz loz doz.
—Vete a la eme.
—¡Ensima!
—O debajo, me da igual... Y no te pienso contar ya nada.
—Y yo que me alego, aunque no me lo quea.

domingo, 5 de octubre de 2008

El que hereda no roba

—Cuando hasez algo edez iguá que tu pade.
—¿Y tú cómo sabes como era mi padre?
—Podque ze lo he oído desí a tu shica, lizto.
—No, colega, no. Lo que tú le has escuchado es el comentario. Si lo copias, dilo bien.
—Miz colladez me lo impiden, ya lo zabez.
—No digo que pronuncies bien, sino que lo repitas tal y como ella lo dice.
—¿Y cómo ez, zi puede zabedze?
—Cuando haces algo que no te gusta —recalqué el “no te gusta”.
—Ezo ez pesizamente lo que ez de mi cozesha. A ti te da iguá que te guzte o no, ziempe te cabeaz como tu pade cuando hasía algo que no le guztaba. ¿Ahoda lo he disho bien?
—Sabes lo que te digo, que el que hereda no roba.
—Poz tú t’haz hadtado de guitá que eztáz en conta de la hedensia…
—No de la genética, esa es infalible.
—Poz ya vez cómo z’ha quivocao conmigo. Cualquieda didía que zoy hiho de un león y una camella. Ni melena, ni hodoba, ni pataz ladgaz, ni gadaz, …
—Vale, vuelvo a corregir. Me refiero a la forma de ser, que la heredamos.
—¡Ah, ezo sí! Podque loz doz andaban ziempe con hambe y con el poblema de quitadzela.
—Problema que, en tu caso, tú me has trasladado a mí.
—¿Y cómo eda tu pade? Cóntame cozaz, anda.
—Sabes más que los ratones colorados.
—De tu pade zé poquito, pod ezo quiedo que me cuentez.
—Ya...
—¡Anda! Y azí ze te quita la mala leshe. Zi uno ze padese a zuz padez hay que llevadlo a honda.
—Depende.
—Clado, de cómo zea el hiho, ¿no?

sábado, 4 de octubre de 2008

Tabla periódica (28)

28ª entrega, que hacía mucho tiempo, Lantánido: Tulio.

Palabras con vocación impropia (47ª)

Cuadragésimo séptima entrega, de aquí y de allá, incluso de Inglaterra.
..............................................................
aperador. m. Hombre que tiene por oficio aperar. […].
aperador. m. Mueble para guardar peras.
ej.: Mi tía, la del pueblo, siempre tenía el aperador lleno.
..............................................................
barbitúrico. (Del al. Barbitursäure, ácido barbitúrico, e ‒́ico). m. adj. Quím. Se dice de cierto ácido orgánico cristalino cuyos derivados, como el veronal, tienen propiedades hipnóticas y se- dantes, y en dosis excesivas poseen acción tóxica. U. t. c. s. m.
barbitúrico. m. Pastilla para muñecas con muchos agobios.
ej.: A mi barbie la doy barbitúricos cuando la veo estresada.
..............................................................
binocular. (Del lat. binus, doble, y oculāris, ocular). adj. Dicho de la visión: Que implica la intervención simultánea de los dos ojos. […].
vinocular. (De vino, y cular, hecho con la tripa más gruesa). m. Bebida fermentada a base de uvas con piel gruesa y prensadas con el culo.
ej.: El vinocular me cayó en los ojos y me escocían.
..............................................................
coronación. (Del lat. coronatĭo, -ōnis). f. Acto de coronar un soberano. […].
coronación. m. Orfeón compuesto por las voces de todo un país.
ej.: Lógicamente a la coronación asistimos todos los españoles.
..............................................................
dilucidar. (Del lat. dilucidāre). tr. tr. Aclarar y explicar un asunto, especialmente si es confuso o controvertido, para su posible resolución.
dilucidar. (De luz y dar). tr. Dar a luz y encenderse.
ej.: Isabela Pantojo dilucidó cualquier cosa, menos mal que lo hizo sólo una vez.
..............................................................
ensugar. (Del lat. exsucāre). tr. enjugar.
ensugar. (De en- y del ing. sugar)tr. Anglicismo. Endulzar con azúcar.
ej.: ¿Oye broder, me ensugas el cofi?
..............................................................
monóculo, la. adj. Que tiene un solo ojo. U.t.c.s. […].
monóculo. Posaderas de una pieza, sin separación.
ej.: El pato Donald tiene monóculo.
..............................................................
morrena. (Voz alpina). f. Geol. Montón de piedras y barro acumulados por un glaciar.
morreno, na. adj. Persona que ha tomado mucho el sol sobre las piedras.
ej. Mi hermana estuvo en Almuñecar y vino muy morrena.
..............................................................
pavesa. (Del lat. *pulvisĭa, de pulvis, -ĕris, polvo). f. Partecilla ligera que salta de una materia inflamada y acaba por convertirse en ceniza. […].
pavesa. (Del pavo y esa). f. Hija adolescente y aristócrata.
ej.: Más de una duquesa o condesa soporta una pavesa.
..............................................................
redoma. (Del ár. hisp. *raúma, y este del ár. clás. raúm, estrecha de vulva). f. Vasija de vidrio ancha en su fondo que va estrechándose hacia la boca. […].
redoma. f. Segunda doma.
ej.: Tu caballo necesita una redoma.
..............................................................xD

viernes, 3 de octubre de 2008

Por una coma daría yo la vida

Hoy el duende del idioma está muy triste y apenado. Recuerda un hecho que aconteció hace mucho tiempo, en la Edad Media, época oscura y macabra en la que algunos estados parecen haberse quedado a morir más que a vivir, en cuanto a las leyes y en particular a la pena de muerte. Y ocurrió que, en un pueblo de La Mancha de nuestro don Quijote, prendieron a… Pero mejor será que el duende os lo relate. Escuchad:

«Ocurrió todo mientras yo moraba en Arabaca, lugar cabe Madrid, y súpelo por amigo de Alcalde que lo era mío y teníamos relación de oficio en la Corte. Allí, en lugar de Arabaca prendió la justicia uno que dezían andaban buscando por asuntos de sangre en Madrid. El Alcalde, a pesar de que los porquerones que le tenían en hierros afirmaban que aquel bellaco era el buscado y querían antuviar su ajusticiamiento. Y a la fin de confirmallo, el buen Alcalde mandó billete a su autoridad de Madrid, origen del edito, que le aclararan el negocio de justicia. Para mexor me explicar y no ser prolijo, el billete del Alcalde remataba así: "Queda en vuestras manos ajusticiarle o no", seguida por la data y la firma dél mismo como autoridad. Tardó quatro días en llegar contestación, mas, a fe mía que fue corta, pues, ultra de sellos y sin firma, parecían escritas sólo dos palabras: "No esperad". Y así entendiólo el Alcalde, que abaxó la cabeza obediente sin ser convencido, y con la contestación del juez en la mano, dio licencia para que se executara al reo. "Mándalo así el juez, hemos de cumplíllo. Jugáronse los de la quadrilla a la carta más alta quién había de ser verdugo, y dio muerte el perdedor al preso que la tomó con los grillos puestos y bozeando su inocencia, que nadie creyóle. "Como todos" dixeron los alguaciles, como todos se llaman yglesia. A cabo de tres jornadas de la ejecución, y ya olvidada por todos menos por Alcalde, allegóse a Arabaca un piquete en nombre del juez que traía un testigo para reconocer al ya enterrado. Entre ellos venía el Escribano, aquél que había escrito y sellado contestación, que encendió en cólera al ser enterado de que el por reconocer era ya irreconocible en diciendo: "Voto al cielo que os ordenaron esperar, Alcalde desobediente. Pagaréis por ello". No mui tranquilo, pero sabiendo qué traía entre manos, el Alcalde, sin conocer que iba a mostrar a el autor su propia obra, yerro por omisión en este caso, ofreció el papel recebido, y dixo al secretario: "No téngome por tal, que cumplí la orden del tribunal, como aquí consta. Leed vos mesmo". El soberbio Secretario contestó: "No he menester leello, que yo mesmo escrebí contestación que el juez dictóme, que no había de ajusticiarse reo alguno, sino esperad. Bien claro dexólo su Señoría: No, esperad". A estas palabras altivas, y sin abaxar cerviz, el Alcalde hízose con el billete y enseñándolo dixo su defensa: "De lo que vuesa merced dize, a lo que está ordenado mudóse la vida en muerte. Escrito vino, quedó y hízose. Como podéis ver otra cosa consta siendo lo mesmo que lo que afirmáis: No esperad. Orden tajante que no espera entre el no y el esperad". No, no acabó el hecho en esta discusión, que aclarada fue al ver el secretario que la omisión de la comma, y sin otro conocimiento que las dos palabras escritas, ordenaban la execución inmediata. No sólo se comió el secretario la mosca, pero también su orgullo. Así, sin más quehazer partióse la comitiva de justicia hazia la Corte. Pasada noche en Madrid y mui de mañana, el secretario del juez acudió a éste y siendo demandado por él sobre el reo de Arabaca, el fementido secretario hizo capaz al juez de la verdad inventada, que habíanle executado, pues el testigo no hubo duda que aquél era quien buscaban. Y aquí fenece esta historia, caballeros, que tan triste me trae desde entonces».

Ya no es por nosotros, por hacernos entender que deberíamos puntuar correctamente nuestros escritos, sino también porque a algunos les puede ir la vida en ello.

jueves, 2 de octubre de 2008

La convivencia

—A ver, tío, esto no puede seguir así —advertí a Erre C.A.
—¿Qu’ez lo que no puede zeguí azí?
—No te duchas, no recoges nada, no limpias… Y hoy no te has puesto ni collar… Tu rincón parece una pocilga… No sé cómo no te da vergüenza...
—Lo que me da ez pedesa.
—Sí, porque vergüenza no usas.
—Una ves la uzé, pedo como ahoda lo hasen todo de usá y tidá, como loz pezidentez en UZA…
—En esto no admito cachondeos, Erre C.A.
—¡Pedo qué dollo t’ha dao con educadme, leshe…!
—Yo paso de eso. Es por higiene, por respeto a los que viven a nuestro alrededor…
—Yo queía que vehetabaiz.
Me metí las manos en los bolsillos para no emplearlas en hacer el mal.
—Se acabó. No te sientas a mi mesa hasta que tú y lo tuyo no esté limpio.
—Ezo ez shantahe y lo oto innesezadio: laz danaz no zudamoz… Ni tenemoz peloz…
—Y tampoco meas ni cagas ¿no?
—¡Hala, qué guado! Que eztamoz dezayunando.
—Yo no.… —Tenez dasón, yo dezayuno y tú me degañaz.
—No te regaño, intento corregirte y que la vida sea más fácil y agradable para todos.
—Poz pada mí lo máz fásil ez que todo ziga igual, como la cansión de Hulito.
—Pues va a ser que no. Así que ya lo sabes, o mierda o comida —pasé de su pitorreo, quería ir al grano. Intentaba que las artimañas raniles no me alejaran de mi objetivo, pero el rano guarro no cejaba en aparentar que se lo tomaba a broma.
—La alternativa que planteaz me zuena a shiste: ¿zuzto o muedte? Pedo yo eliho comida, lo teno clado.
—Entonces ya sabes lo que tienes que hacer.
—Podé acabá con laz galletaz, ¿no?
—Bien dices, porque cada vez que abres una caja la finiquitas.
—Ez pada que no z’eztopeen.
—Tienes respuesta para todo, eh.
—Igual que tú tenez peguntaz tambén pada todo.
—Ahí te quedas. Y ya sabes lo que hay, yo me voy a duchar.
—Vaya pod dios, ahoda qu’iba a id yo…
—Te cedo la vez.
—D’ezo nada. Yo eztoy muy bien educado y loz pimedoz siempe zon loz niñoz, laz muhedez y loz ansianoz.
Con este comentario erre C.A. consiguió que mis casillas se me quedaran pequeñas y salté.
—Ahora por listo te vas a duchar conmigo.
—Como me obliguez te denunsio pod pededazta.
—Serás capaz…
—¿Y tú qué? ¿No me quiedez dehá zin mi humilde zuztento? Ezo ez peó que una denunsia y peó de lo que hasen en Guantánamo. Edez igual que loz de laz eze eze.
Me fui a la ducha congestionado y con la sensación de no haber solucionado nada, como me ocurría cuando discutía con mis hijos en su adolescencia, pero me di ánimos: "Tú insiste, que algo queda".