jueves, 20 de noviembre de 2008

Despedida y cierre

No pensaba colgar más post en Minismisterios, pero me siento mal por aquéllos que han sido lectores asiduos, sobre todo, de las conversaciones del trasto de Erre C.A. y de "Mendugo". Para ellos va este último artículo, sin ánimo de continuidad.
.....Veréis, todo empezó con un sueño, hace tres años y dos meses. Ambos personajes, y otros, son producto de ese sueño. En él y más recientemente, Erre C.A., empezó a hablarme. Bueno, a mí no, a Mendrugo (en el sueño de Erre C.A., su "Mendugo" era yo, Juan Carlos). Hace cuatro días que Erre C.A. no habla. Poco antes, barruntando su final, me había preguntado: "¿Pod qué llodaz ahoda" y yo le había contestado: "Porque cada vez me cuesta más sacar el billete. Lloro porque he estado dentro de mi sueño, porque, cuando creía tenerlo asido, se me ha esfumado entre los dedos. Lloro porque tengo ganas de llorar, no de luchar". Esos cuatro días son los mismos que Mendrugo no oye. Ambos, Erre C.A. y "Mendugo", han muerto de un ataque de realidad. El jodío rano se ha quedado mudo y quietecito encima de la estantería donde siempre ha estado. Mendrugo ha desaparecido por completo; le he buscado por cada rincón de mi alma y no le encuentro. Y lo mismo ocurre con esas palabras con vocación equivocada. Han desaparecido con mi sueño. Un sueño es eterno durante un segundo. Durante tres años es una inconsciencia porque, si no se cumple, se pudre. Hacedme caso, no soñéis más de un minuto seguido. Mi sueño, desde la realidad, se había convertido en una paranoia; algo así como un ideal. Y, sarcasmos aparte, ya sabemos que los ideales no traen nada bueno. Si con algo no puedo es con la impotencia (y no es un chiste de fistros). La impotencia ante un hecho me inocula el virus de la locura. La única forma de superarla es meterla en una caja, sellarla y acudir a la rutina. Con ello olvido por un tiempo. Esta vez espero no recaer.
.....Basilio, un amigo, me preguntaba no hace mucho que si yo no andaba deprimido; le contesté que no; hoy me reafirmo. Lo que él notó fue el síntoma de la enfermedad que ha matado a Erre C.A. y a Mendrugo, y de la cual yo no era consciente. Durante los últimos meses he jodido a mi familia con salidas de tono y enfados que ni yo mismo me explicaba. Ahora sé que son producto de querer vivir un sueño a costa de su realidad, que en definitiva no es otra cosa que la percepción de lo que acontece dentro de ti y a tu alrededor. Tengo la sensación de no haberme rendido, pero también tengo esa otra que me confirma que he perdido la guerra aún ganando alguna batalla. No intente nadie leer entre estas líneas que achaco a alguien, ni siquiera a mí mismo, una culpa que no existe. Cris, otra amiga, decía que leyendo Minismisterios se podía saber cómo andaba "Mendugo" (versus Juan Carlos) de ánimo; y aunque alguna vez os he "engañado", no deja de ser cierta su apreciación. Viti, en los Cuatro Caminos, quedará sin un compañero de rato mañanero; siento robarte una pequeña sonrisa. Lo siento de verás, Viti. Igual le pasará a Eva, excompañera de fatigas y ahora más amiga. Belén, casi asidua, seguro que se lleva un pequeño disgusto, aunque no me dirá nada. Las chicas Forjera seguro que también echarán de menos al adolescente rano. Antonio, Fernando, algún rebotado de Mundo Picho (Galo, Aitor, Rafa, el Richal …) y otros, que quizá ahora no recuerdo, sumarían todos los seguidores asiduos de este blog. Siento no poder citaros a todos por ser mi memoria para los nombres como es. A todos, infinitas gracias. Y en especial a mi hijo, por haberme presentado tanto a Giuseppe como a Erre C.A.; a mi hija que, pareciéndole difícil de leer lo que el rano decía, y no leyendo Minismisterios, me aportaba chascarrillos y situaciones de las que bebí; a mi "shica", correctora infalible a la que Erre C.A. (y no yo) estropeó más de un collar. Gracias a los tres. Ha comenzado un retorno para mí, y espero que no me pase lo que a otros, que perdieron el camino de regreso. En este retomar andadura no caben muñecos ni Fantasías. La Historia Interminable termina donde empieza la realidad. Y sin conocerme, el que mejor me ha entendido ha sido León Felipe (ya citado en más de una ocasión) cuando, inspirado por don Quijote y algo más personal, le gritó:

..........."[...]
...........¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
...........en horas de desaliento así te miro pasar!
...........Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
...........y llévame a tu lugar;
...........hazme un sitio en tu montura,
...........caballero derrotado,
...........hazme un sitio en tu montura
...........que yo también voy cargado de amargura
...........y no puedo batallar!
...........Ponme a la grupa contigo,
...........caballero del honor,
...........ponme a la grupa contigo,
...........y llévame a ser contigo
...........pastor".

.....Aunque esto último no deja de ser una tontería (y que me perdone el poeta), porque ni don Quijote podía escuchar a León Felipe, ni don Quijote estaba cuerdo, ni don Quijote ha sido nunca una persona.

Juan Carlos, agradecido..........
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sábado, 15 de noviembre de 2008

Palabras con vocación impropia (50ª)

Quincuagésima entrega (¡cualquiera lo hubiera dicho cuando empezamos!), del prefijo agua-, tan mal tratado.

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aguacate. (Del nahua ahuacatl, fruto del árbol del mismo nombre; testículo). m. Árbol de América, de la familia de las Lauráceas, de ocho a diez metros de altura, con hojas alternas, coriáceas, siempre verdes, flores dioicas y fruto comestible. […].
AGUAcate. (De agua y cate). m. Golpe dado por el agua. [Por cierto, tanto cate como ca'te nene vienen del caló].
ej.: Los tsunami siempre dan muchos aguacates, por desgracia.
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aguachinar. (De aguachar). tr. Estropear un fruto u otro alimento por exceso de agua. […].
AGUAchinar. (De agua y China). tr. Volver amarillo cualquier líquido, en especial el agua.
ej.: El azafrán aguachina el caldo.
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aguachirle. (De agua y chirle) f. Bebida o alimento líquido, como el vino, el caldo, la miel, etc., sin fuerza ni sustancia. […].
AGUAchirle. (De agua y chirla). f. Caldo resultante de la cocción de chirlas.
ej.: Yo, para la paella, siempre uso aguachirle, total....
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aguador, ra. (Del lat. aquātor, -ōris). m y f. Persona que tiene por oficio llevar o vender agua. […].
AGUAd’or. (De agua- y d’Or). m. Aquél que suministra el agua al balneario de Marina d’Or.
ej.: Chiquet el Aguad'Or o Manoli la Aguad'ora.
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aguaducho. (Del lat. aquaeductus). m. Avenida impetuosa de agua. […].
AGUAducho. (De agua y ducho). m. Hombre versado en aguas.
ej.: La Espe, que nos quiere vender el CYII, el mejor negocio de la Comunidad.
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aguafiestas. (De aguar y fiesta). com. Persona que turba cualquier diversión o regocijo. AGUAfiestas. (De aguar las fiestas). com. Persona que dedica a rellenar con agua las botellas de bebidas alcohólicas en las fiestas.
ej.: Los maderos son unos aguafiestas.
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aguagoma. f. Disolución de goma arábiga en agua, que usan los pintores para desleír los colores y darles mayor consistencia y viveza.
AGUAgoma. (De agua y goma). f. Agua elástica.
ej.: El agua, con el tiempo se convierte en aguagoma.
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aguamarina. f. Variedad de berilo, transparente, de color parecido al del agua del mar y muy apreciado en joyería.
AGUAmarina. (De agua y mar). m. Agua yodada y salada.
ej.: Mi tía Maru tenía siempre las manos llenas de aguamarinas.
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aguajaque. (Del ár. hisp. *alwuššáq, contaminado por agua). m. Resina de color blancuzco que destila el hinojo.
AGUAjaque. (De agua y jaque). m. en el juego del ajedrez, acto de poner en peligro por mar al rey enemigo.
ej.: Yo siempre intento el aguajaque porque el otro se queda pegao.
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aguamala. f. medusa [animal].
AGUAmala. (De agua y malo). f. Agua no potable.
ej.: Nuestros ríos están llenos de aguamala, también las playas.
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Tabla periódica (33)

En los Actínidos el pavo este aparece dos veces. Pero, bueno, a lo que vamos, hoy toca el Prota..., el Prota Antonio, no, el Protactinio.


La caricatura está bajada de:

viernes, 14 de noviembre de 2008

¿Un Tampax o un diccionario?

—¿De aónde zacaz ezaz palabaz que tú llamaz con vocasión impopia?
—Del diccionario de la RAE.
—¿Y leez ezo? —me preguntó el rano un tanto sorprendido.
—Zí.
—Ho, tío. ¡Qué dado edez!
—¿Por qué? Es un libro...
—Pada conzultá —me cortó Erre C.A.
—Entre otras cosas.
—¿Y pada qué máz zidve? Vamoz a vé.
—Para aprender, para leer, para curiosear, para jugar, para resolver una duda, para conocer el origen de las palabras, para...

—Pada, pada. Pada ya de padaz. M’az convencido. Con un dissionadio se pué asé de todo, ez como zi te puziedaz un tampón pada la menztualidá.
—Vaya comparación, coleguita. Y se dice menstruación.
—Anda, tu dissionadio ez igual que un tampón: blanco, con una funda, con un ilito…
—Déjalo, anda —esta vez le corte yo—, que no sabes lo que dices.
—Clado, aquí zólo puedez opiná tú, que leez el dissionadio, ¿no? El entedao ezte. ¿Qué paza, que loz que no lo leemoz zomoz tontoz?
—Yo no he dicho eso.
—Pedo lo pienzaz qu’ez peó.
—¿Sabes lo que te digo? Que te eches un Tampax al bolsillo, y así otro día que te metan en chirona, sales con él.
—Anda qu’el dissionadio me va a zedví pada algo, no te hode. Y ensima con lo que peza.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Hay situaciones que…

—Me contarás, ¿no?
—No ay nada que contá. Qu’iba yo shadlando con un búlgado y z’asedcó un zeñó con goda y noz pidió la documentasión. Y y’aztá.
—Espera ¿Qué tú ibas hablando con un búlgaro?
—Zí.
—¿Y te entendía?
—Y yo qué zé. Yo a él no, dezde luego.
—No lo entiendo.
—Vez, como el dumano y yo.
—¿Pero no era búlgaro?
—Y qué máz da de donde seaz. Y no ez tan dado ablá a alguien y que no t’entienda, como vedaz. Y lo mizmo le pazó al de la goda asul. Pod máz que l’ecspliqué, nada, que no m’entendía el tío.
—Sigo pensando que estás como un cencerro, pero que tienes razón.
—Lo peó ez el ambe qu’e pazado. No m’an dado de sená ni de dezayuná.
—No seas mentiroso, anda. Que me ha dicho un pajarito que has vaciado la máquina de la comisaría.

—Poz dile a tu pahadito que ze infodme de la difedensia qu’ay ente laz shushedíaz y la comida. No te faztidiaz. Y a padtí de ahoda me buzcaz una fastuda o la falzificaz y me la clavo en la ezpalda. Ezoz no me pillan en ota.
—Oye, ¿y el búlgaro-rumano?
—El ucaniano no tenía padino ni fastuda, allí z'a quedao.


martes, 11 de noviembre de 2008

La llamada

Eran las 4 de la madrugada. Llevaba apenas unos minutos entre las sábanas cuando sonó el teléfono. Lógicamente, un timbrazo a esas horas tiene el mismo efecto que un telegrama hace cincuenta años: Malas noticias. Cogí el aparato lo antes que pude, maldiciendo y con el dedo meñique del pie izquierdo dolorido.
—Dígame —contesté con tono preocupado.
—¿Es usted el señor Mendugo? —preguntó una voz muy varonil con cierta sorna.
—¿El señor Mendu...? —reaccioné a tiempo—. Sí, me imagino que sí —con el último dejé escapar la tensión y con el me imagino identifiqué al causante de la llamada, pensando a la vez que sólo hay una persona, por llamarla algo, que me llama así.
—Verá usted, es que tenemos retenido en la comisaría a un… Cómo se lo diría yo… A un…
—¿Un muñeco con forma de rano? —ayudé al presunto policía.
—Eso… Sin papeles, que dice que usted responde por él. De ahí nuestra llamada.
—¿Me está diciendo que ha detenido a Erre C.A. por no llevar o tener papeles?
—Bueno, sí. Pero el dice que se llama Edesea.
—Es que él habla… Bueno, que tiene un defecto al hablar —acorté para no líarla más—. Pero dígale que no abra más la boca.
—Hombre, no es tan grave. No creo que se autoimplique en nada.
—No, si no es por eso. Es que si la abre puede que le encierren por choricear joyas. Pero ahora soy yo el que está largando demasiado.
—¿Responde o no responde usted por él?
La situación era tentadora y la ocasión la pintan calva. Pero recordé su gesto de ayer, su beso, y me pudo más el corazón, como siempre.
—Sí, sí, es de mi hijo —no aclaré que el pavo tiene veintiséis años—. Se lo trajeron de Marruecos —volví a mentir pero no del todo.
—Es que mi compañero no falla, parece que huele a los moros sin papeles, aunque no lleven chilaba…
—Pues dígale a su colega que afine el olfato y lo eduque para localizar delincuentes, sean del Magreb, de Nueva York o de la Banca. Y hablando del asunto de su llamada, ¿tengo que llevar la factura de compra? Se lo digo porque es un regalo y no la tengo.
—No, no se preocupe, con que venga su hijo y nos firme una declaración jurada de que el muñeco ese ha sido importado debidamente, nos vale.
—¿Y si yo le dijera que mi hijo tiene dos años? —propuse sin mentir.
—Entonces, debe venir con él y con el libro de familia. Traiga también un testigo que dé fe de que su hijo es su hijo.
—Pero, oíga, que son las cuatro y pico de la madrugada… —me quejé.
—Las fuerzas del orden no entendemos de horas, caballero, y los delincuentes tampoco, señor mío. Si usted quiere que soltemos al rano, como usted dice, ya sabe lo que hay.
—Pues va a ser que no. Es más, estoy dispuesto a jugarme lo que usted quiera a que a la hora del desayuno le sueltan, con o sin papeles y con o sin mi intervención.
—Porque me pilla de servicio, si no, aceptaba la apuesta. Yo a éste no le suelto mientras esté de servicio.
—Cuando el Comisario se dé cuenta de lo que come y habla el jodío muñeco, ya verá usted como le pone de patitas en la calle.
—A mí nadie me echa a la calle, señor Mendugo —el nombre me sonó a insulto.
—Me refería a que en cuanto se entere el Comisario pone de patitas en la calle al rano, al rano —insistí.
a… —Ah, bueno. Y Ahora que lo menciona, ya han tenido que sacarle tres palmeras de chocolate y dos minicurasanes de la máquina porque decía que tenía hambe —se regodeó el policía en la última palabra y yo en la de los curas pequeños sanos.
—Eso no es nada, se lo aseguro.
….—Vamos a hacer una cosa, si entra usted en nuestra web y rellena el formulario AvaloalsinpapelesB14 sin omitir un campo, le soltamos.
—Délo usted por hecho.
—Pues en eso quedamos. Que tenga buena noche.
"¡Sí, cojonuda, como los curasanos!", pensé aunque dije otra cosa.
—Y usted buen servicio, caballero.
Y ambos colgamos pensando que habíamos perdido una oportunidad de oro.

Mi Historia Interminable

—¿Pod qué m’aguantad, Mendugo? No tenez ninguna nesezidá —me preguntó con humildad el rano.
—Te equivovas, Erre C.A. Sí tengo una necesidad —le corregí.
—¿Cuála?
—Hoy por hoy, eres la única motivación para seguir escribiendo.
—Puedez ezquibí de cualquié coza —me sugirió.
—Pero solamente tú me haces sentir niño. Sólo encuentro a través de ti la puerta que me da acceso a Fantasía.
—¿Como le ocudía a Baztian en La Hiztodia Intedminable?
—Sí, como en La Historia Interminable.
—Entonsez zoy como un libo.
—Sí, como un libro abierto y por abrir.
—¿Tú az eztado en Fantazía?
—Sí.
—¿Y quién ay?
—El verdadero Mendrugo, un diablo transformado en ángel de la guarda, un joven y un hombre maduro que habían cambiado sus vidas, un diccionario de experiencias, la Guti... Gente como tú. Incluso un hermano gemelo tuyo.
—Ezo ez impozible, zoy iho único. ¿Y pod qué llodaz ahoda?
—Porque cada vez me cuesta más sacar el billete. Lloro porque he estado dentro de mi sueño, porque, cuando creía tenerlo asido, se me ha esfumado entre los dedos. Lloro porque tengo ganas de llorar, no de luchar.
—Amoz qué... ¿Quiedez que te dé un bezito? Le eché una mirada húmeda y sorprendida.
—Dame todos los que quieras, pero no esperes sacar nada a cambio, que te conozco.
—No, mushoz no. Sólo uno. No te queaz que no me cuezta… Pedo antez, zécate. Y no te pometo que no vaya a sená, podque zabez como zoy, pedo hoy zólo me comedé un pozte. ¿Vale?
Yo asentí.
Y él me besó.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Intromisión

—A vesez pedsibo que zólo vivez pada engoddad eztadízticaz, Mengudo.
Me volví sorprendido por el comentario de Erre C.A., y no pude por menos que contestarle, es decir, volví a caer en su trampa.
—Oye, guapo de cara —le advertí.
—Ez que no encuento zentido a tu vida, que quedez que te diga.
—Es que tú no tienes que buscárselo.
—Bah, edez un cagao.
—Me cago en la leche... Pero… ¿Se puede saber qué te pasa conmigo?
—Contigo lo de ziempe. No vez qu’eztoy shadlando tanquilamente… Ez tu vida la que me peocupa.
—Pues preocúpate de la tuya, rano entrometido.
—He puezto el dedo en la llaga, eh.
—No. Y deberías honrar a tu padre, aunque sea putativo. Ese es tu peor pecado.
—Yo queía qu’eda la gula.
—Y no crees mal, porque en el fondo arrasas con todos los capilates.
—¡Anda, la oztia! Que yo zepa no he matao a nadie, ni he dobado…
—Eso que lo dices tú, pero cuando te juzguen por mi ruina y por mi suicidio, a ver qué piensas...
—Tú teníaz que modí vidgen, tío, no suisidao… Aunque tuz ijoz no tengan culpa de nada… Loz pobez…
—Espera, ven, acércate. Porque prefiero que me condenen a mí por asesino de una rana bocazas y …
—Y una miedda… —y desde el fondo de un armario, escondido tras unas prendas de abrigo me trató de convencer de que desistiera de mi descabellado intento—. No te pieddaz pod tan inzinificante pedzonahe, no medese la pena, Mendugo. Pod favó. Tenez una vida plena que viví, Mendugo. Pienza en tuz ihoz, en tu shica. En la bonoloto, en lo que vaz a deha d’ezquibí.
Cerré el armario con una orden militar: "Arrestado hasta nueva orden". Muy apagado escuché el comentario de Erre C.A.: "Hode, con el tío ezte. Cómo ze pone". Y después, y algo más nítido: "Esha una zolisitú pada Guantánamo, zegudo que t'admiten".





El pie es parte del cartel de la película dirigida por
Michael Winterbottom y Mat Whitecross

domingo, 9 de noviembre de 2008

Tabla periódica (32)

Este domingo un elemento muy hispano: el Torio.
Y seguimos con los Actínidos.
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viernes, 7 de noviembre de 2008

Palabras con vocación impropia (49ª)

Cuadragésimo novena entrega, del prefijo re-, que da mucho juego.

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reanudar. tr. Renovar o continuar el trato, estudio, trabajo, conferencia, etc. U. t. c. prnl.
reAnudar. (De re- y nudo). f. Hacer doble nudo.
ej.: De pequeño yo siempre me reanudaba los zapatos (sus cordones), nunca estrené un par.
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recuento. m. Acción y efecto de volver a contar algo. […].
reCuento. (De re- y bola). m. Hecho inverosímil sin que haga falta que sea chino.
ej.: Que los precios vayan a bajar es un recuento.
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rediós. interj. Denota enfado, cólera, sorpresa, etc..
reDiós. (De re- y Dios). f. El que está por encima de Él.
ej.: ReDiós, ¿cuándo se acabará esta crisis?
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refinar. tr. Hacer más fino o más puro algo, separando las heces y materias heterogéneas o groseras. […].
reFinar. (De re- y finar). intr. Volver a morir, cosa, por otro lado, imposible.
ej.: Nadie se ha refinado todavía, ni en la universidad ni en el mundo.
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reparar. (Del lat. reparāre). tr. Arreglar algo que está roto o estropeado. […].
reParar. (De re- y stopar). intr. Volver a parar. 2. Hacer un stop muy largo y sacar de quicio a los que esperan detrás.
ej.: Las guerras nunca reparan.
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repicar. tr. Picar mucho algo hasta reducirlo a partes muy menudas. […].
rePicar. (De re- y picar). tr. Picar por segunda o sucesivas veces.
ej.: En estas elecciones, los estadounidenses no han repicado.
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retrato. m. Acción y efecto de tratar. […].
reTrato. (De re- y contrato). m. Volver a sellar el mismo acuerdo comercial otra vez.
ej.: Con las hipotecas y con Hacienda nunca se puede hacer uno un retrato.
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retreparse. prnl. Echar hacia atrás la parte superior del cuerpo. […].
reTrepar(se). (De re- y trepar). prnl. Volver a trepar.
ej.: Vestringe no se retrepó jamás.
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retuerto. (Del lat. retortus). adj. desus. Retorcido o muy sinuoso.
reTuerto, ta. (De re- y tuerto). adj. Con las dos cuencas de los ojos vacías.
ej.: En el país de los ciegos, el retuerto es uno más.
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reuma o reúma. (Del lat. rheuma, y este del gr. ῥεῦμα, flujo). amb. Med. reumatismo. U. m. en m.
reUma. (De re- y Uma Thurman). amb. Estado explosivo de cualquier piva que está el doble de buena que la actriz citada.
ej.: Mi vecina de abajo disfruta de reuma, está pa mojar pan.
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jueves, 6 de noviembre de 2008

La maldición

—¿A quién clavas alfileres?
—Al mundo entedo —me contestó Erre C.A. muy contrariado—. Podía azeziná... Eztoy lleno de odio.

—Pues después de la cena de ayer, no sé como te cabe algo dentro.
—¿Todavía ziguez con lo mizmo? Queía que t’abíaz dezahogado con el pozt d’ayé.
—Mira, a unos nos tocó ayer, a otros les toca hoy. ¿Pero que ha hecho el mundo entero para que le desees males?
—Didaz qué no ha esho.
—Vale, don cabreos, ¿qué no ha hecho para que estés así?
—Compendedme…
—Sabrás que todos los que hemos cumplido los cincuenta fuimos adolescentes, ¿no?
—Pedo menoz. Lo tuyo debió zed peezcolá.
—Pues mira, yo creo que si algo no ha cambiado, eso es la adolescencia.
—Yo no hablo d’ella ni de zu fama, hablo de loz adolezsentez.
—¿Y qué tienes tú que no tuviera yo, aparte de ancas cortas y ojos saltones?
—A ti, pod ehemplo.
Y le eché la maldición que mi madre me echaba cuando no me aguantaba.
—Sólo espero que, al menos, te topes con uno de tu calaña.
—Y tú que lo veaz con loz ohoz en laz manoz.

La cena

Llegaron mis dos hijos justo en el momento que acababa de hacer la cena: costillas, tortilla de patatas, ropa vieja y algo más. Y había preparado incluso para que sobrara después de alimentarse media docena de individuos o individuas de buen comer. Y así, como el que no quiere la cosa, porque yo también quería participar del festín pero más tarde, dejé caer este comentario cargado de cierta ironía y de segundas intenciones: "Comer lo que os apetezca, pero no forcéis". Si bien debo aclarar que estas palabras iban dirigidas, más que a mis vástagos, a ese otro del que no participé en su procreación: Erre C.A.
Poco más voy a contar, salvo que los tres estuvieron a la misma altura, que yo cené restos de comidas anteriores y que el comentario de los tres fue el mismo: "Yo no he forzado nada… Ni he comido postre". Bueno, miento, uno contestó: "Yo no he fodsado nada... Ni he comido pozte".
A veces les odio.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

¿Muñeco o rana?

—Teno una quiziz d’identidá, Mendugo. No ze zi zoy un animal o un muñeco.
—Yo diría que lo primero. Y un perro pulgoso, por la postura.
—No te díaz, qu’ezto ez mu zedio.
—Perdona. Pero qué más da que seas un rano o un muñeco.
—A ti te dadá iguá, pedo a mí no.
—A ver, ¿en qué te afecta?
—M’afesta en pedtenesé a un gupo o a oto. No ez lo mizmo zed conhenede de Pinosho que de loz batasioz que ze dizessionan en claze de siensiaz, en loz inztitutoz.
—Pues ya me dirás a mí…
—¿O zea, que a ti te dadía iguá una insizión toráscico-vental que te quesieda la nadis un palmo? Venga ya…
—Hombre, si me dieran a elegir y no hubiera más opciones… Seguramente elegiría el mal de Pinocho. Al fin y al cabo, terminó siendo humano.
—Ya, pedo ezo zolo paza en loz cuentoz. En la dealidá ez al contadio: loz hombez oz volvéiz muñecoz.
—Ya, aunque ese problema no lo vas a tener tú.
—Pedo tú zí, azí que, ándate con ohito.
—Pedo bueno, si el problema existencial lo tienes tú.
—Lo tenía. La vida da mushaz vueltaz, Mendugo.




El muñeco es de http://disfrutatenerife.com/02/05/2008/1025/taller-de-confeccion-de-titeres

lunes, 3 de noviembre de 2008

Seguimos en la cumbre (?)

—Al final no voy a i a Guázinton —dijo un Erre C.A. poco convencido y convincente.
—Tú te lo pierdes —respondí dándole cuartelillo.
—Bueno… Lo que no zé ez zi id o no. Eztoy esho un lío.
—Ya te veo ¿Y qué te hace dudar?
—Qué, no. Quién.
—¿El señor Bush?
—Zí... —me le quedé mirando porque a mí el tal Bush me parece lo que a casi todos. Al verme la cara de satisfacción, Erre C.A. me lo aclaró—. No ez pod lo que pienzaz, ez que no lo entendo.
—¿Qué es lo que no entiendes? ¿La politica? Porque de eso…
—No, no ez la política. Ez pod laz feshaz.
—No te viene bien un viaje en esos días, claro —exclamé con cierta ironía.
—No, no ez ezo. Mida, la cumbe ez el día quinse, zi no m’acueddo mal, y el cuato hay oto pezidente que no ez el zeñó Buz. Y dudo musho de que no t’ayaz entedado.
—Erre C.A., la cumbre es de países, independientemente de quienes formen sus gobiernos o del presidente de turno —le aclaré al rano.
—Poz a tu Gobiedno no l’a invitado, m’a invitado a mí.
—¿Mi Gobierno…? Dirás el nuestro.
—No, maho, no. A mí no ay quien me gobiedne, yo ni voto ni teno obligasión, a mí que me dehizten.

domingo, 2 de noviembre de 2008

De las presidenciales a la risa

—¡Ho, tío! Ya no zé donde metezme. Noz tenen fitoz con laz pezidensialez nodteamedicanaz. Tenemoz conguito y patata conhelada pada feí hazta en la zopa. Ya no zé dónde metedme.
—No te entiendo, pero te comprendo. Los medios de comunicación son la cadena transmisora del se ve, existe; sea verdad o mentira aquello que nos enseñan.
—Aoda zoy yo el que ni t’entende, ni te compende. ¿Qué tene que vé el Obama y el Makei con laz cadenaz tanzmizodaz, o con la veddá o la mentida? Mendugo, últimamente t’endollaz musho y dezvadíaz una miaha. Y ze te nota que te quedazte en el yanki go hom, eh.
—Sólo faltabas tú por echarme en cara que me he quedado en los sesenta. Me tenéis hasta el gorro.
—Puez tú a nozotoz…
—Las páginas se pasan cuando se acaban de leer.
—O cuando az vizto sien vesez laz fotoz, que ez el cazo. Y como no leaz máz depiza, te vaz a entedá de laz cozaz cuando ze selebe su sentenadio.
—Exagerado.
—¿Ecsahedado? Dizculpe el zeñó, pedo zi no z’a entedado que Cadloz Madcs eztá muedto y entedado, pegúntezelo a Zeddá, zi no me quee a mí.
—En el sentido que lo canta él, no, no me he enterado.
—¡Ahoda laz muedtez tenen zentido! —exclamó el rano en tono de reproche.
—Tienes razón, las muertes nunca tienen sentido, y menos para los que no saben que un día morirán.
—Amén —respondió Erre C.A. persignándose.
—Ríete de tu madre —me enfadé y contesté malamente.
—Díete tú. No queo que la ubieda impodtado sed obheto de diza zi zalvaba a un amadgado de zu amadguda.

En la pelea

En la pelea diaria te vas dejando algo más que jirones de vida, tiempo. Cuando te desvisten de cierto respeto, que no es autoridad, cuando lo que expresas y comunicas carece de valor para quien lo escucha, y así debes acudir, una y otra vez, a argumentos más que discutidos para ser por lo menos creído, en definitiva, cuando la confianza ajena en ti la ves mermada, ya no merece la pena nada. La dignidad, el propio aprecio, lo es todo. Tú tienes la misma razón, en cantidad y en unidades, que aquél que se opone a tu criterio. Y ese empate técnico siempre paraliza el asunto a resolver, la decisión a tomar. Y, si algo es necesario en esta lucha, ese algo es el movimiento; el físico y sobre todo el mental. Dejar en suspenso una decisión aboca a que el problema se pudra, aunque, es vedad que a veces el problema se diluye, acaso porque no lo era. Mas la podredumbre es insana. No tengo la solución, salvo que la busque en un voto de calidad de una de las partes en conflicto. Pero lo que sí es claro, es que sufro cuando algo se estanca por cabezonerías o por empates técnicos. Y deduzco, aún a mi pesar, que no todas las opiniones deberían pesar lo mismo. Y digo a mi pesar, porque a mí, las jerarquías no me van, prefiero acudir al respeto mutuo.

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sábado, 1 de noviembre de 2008

Tabla periódica (31)

Como (casi) todos los sábados, toca química.
Hoy empezamos con un grupo nuevo, los Actínidos. Y lo hacemos con el elemento que les da nombre, aunque haya un error en una vocal: el Actinio.
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viernes, 31 de octubre de 2008

La invitación

—¡No me lo puedo creer! ¡Has cambiado el collar por la corbata!
—Noblesa obliga .
—¿Y eso?
—Que m’an invitao a una cumbe.
—¿A una cumbre de qué?
—No zé, aquí pone que el zeñó pezidente de loz Estados Unidoz d’Amedica le invita...
—A ver —no le dejé acabar, le arranqué el papel de la mano y me puse a leer con avidez entre un madre mía y otro—. ¡Madre mía…! ¡Madre mía…!
—No ez pod nada, pedo aunque tu made me cae puta made, ella no pinta nada en ezto, Mendugo. Y sieda la boca podque me vaz a poné peddida de babaz la invitasión.
—Me dejas de una pieza, Erre C.A.
—Hombe, yo en zu momento dezolví un pobema económico bien goddo, lo que ocude ez que nunca hablo d’ello.
—Pues cuenta. Estoy intrigado por todo esto.
—Zi no tene impodtansia —se la quitó el rano dándosela.
—Venga, no te hagas de rogar. Estás todo el santo día dándome la murga con tus preguntas, ¿y ahora te vas a callar?
—Va, shaval, te lo conto. Acudió en mi badio, en el Magueb. Eda yo un quío que no levantaba un palmo del zuelo y ziempe andaba pod la calle huegando con loz amigoz. Eza mañana edamoz tez: Alí, Aqí y yo. Eztaba yo diztaido cuando loz otoz doz guitadon al unízono: “Midad, tíoz, guan dolad”. Cuando midé, loz doz eztaban devolcándoze pod el zuelo intentando cohé el billete y eztodbándoze uno a oto. Yo me llegué y lo pizé. Pimed asiento podque asía aide. Pada desumí, uno desía qu’eda zuyo y el oto tambén. Adgumentaban la mizma dazón: “Yo lo vi pimedo”. Entonsez lez ecspliqué con mi zegundo asiedto: “Como no tenemoz ni un didhan, ni vamoz a dompé el billete, la única fodma de asé un depadto quitativo ez que vozotoz oz quedéiz con la mizma cantidá cada uno, ez desí, con nada podque ez la única zolusión. D’eza maneda tú, Alí, tenez lo mizmo que tú, Aqí. Y como yo me quedo con el dolad, puez toz contentoz. ¿Qué te padese, Mendugo? ¿Lo abá oído el Buz eze y pod ezo m'a llamado?
—¿Sabes? No me extrañaría lo más mínimo. Porque ése podía ser cualquiera de aquellos amigos tuyos, tanto el de allí como el de aquí.

jueves, 30 de octubre de 2008

Sentar la cabeza

—¿Podíaz poponé en la pocsima deunión de vesinoz que ze haga una shadca en el hardín?
—¿Y para qué quieren los vecinos una charca teniendo piscina?
—Me vaz a compadá, mushasho… —Erre C.A. puso en blanco los ojos y se relamió—. Una chadca con zu sieno..., con zuz aguaz veddez y eztancadaz..., con zuz inzestoz pululando a la lus del zol..., zuz danaz hovenez en edá de medesé…
—Ajajá, ya sé por donde vas. ¿Cuesta echarse un ligue, eh?
—Hombe, zi cada ves que apeta el tema tenez que asé una ecscudzión a laz afuedaz… Y en vedano ni te cuento… ¿Tú que adíaz?
—Desde luego lo que no haría sería proponer a la comunidad de vecinos que montara una macrodiscoteca en los soportales de la urbanización. Y, además, esa necesidad ya la tengo cubierta.
—Ya, pedo yo no quedo encadenadme de pod vida. Lo que a ti t’ha ido bien, no tene podqué zedvidme a mí.
—Vaya romántico que estás hecho. Lo que deberías hacer es dejarte de chorradas y sentar la cabeza.
—El domantisizmo lo guaddo pada ezoz momentoz, podque, ¿me didáz qué tene de domantico aguantá a una piva teinta añoz o máz?
—Se te ve el plumero de machista.
—Yo no zoy mashizta, pedo la zosiedá zí.
—Tú como siempre tirando balones fuera.
—D’ezo ze tata, de eshadloz dento.
—No seas soez, Erre C.A.
—Mida tú el finoliz, que zentó la cabesa y ze la han aplaztado máz culoz y vesez que a la claze obeda.




martes, 28 de octubre de 2008

Erre C.A mentiroso (y 2)

—Todo lo apañas. ¡Qué tío! ¿Dónde están los dos sándwiches que había metido en la nevera?
—Yo queí qu’edan zobaz y como no te guzta tidá comida…
—Y te los has zampado, ¿no?
—Abé.
—Pues que sepas que lo que quiero tirar lo meto en la basura, no en el frigorífico. Y que no necesito que te comas nada porque a mí me guste a o be, o por no verme zufí, como tú dirías. ¿Lo entiendes?
—Pedfestamente.
—Bien. Y ahora vamos con lo del burro.
—¿Qué budo?
—Platero y yo.
—Mida, un buen título pada un libo.
—¿Pero tú te crees que me he caído de un guindo?
Erre C.A. me miró de arriba a bajo, volvió a subir la mirada y expresó su opinión, que nada tenía que ver con mi pregunta.
—Zi t'az caído, ni ze te nota. Ni edidaz, ni contuzionez, ni ziquieda t’az manshado.
Si el rano hubiera tenido orejas, le hubiera agarrado de una.
—Mira, mono....
—Dano —me interrumpió y me corrigió levantando un dedo.
—¡Cállate! Mira mono, al menos ten la decencia de reconocer que lo que escribiste es copia exacta de lo que escribió Juan Ramón Jiménez.
—Oto invitado. ¿Tambén ez un budo?
—No, y creo que en este asunto, el único burro y sordo eres tú.
—Inzizto, yo zoy una dana.
—Que se hace el longuis.
—Yo no pactico ningún depodte de diezgo.
—Ni de riesgo, ni estático. ¿No sabes lo que es hacerse el longuis?
—Asedze laz ínglez zí zé lo qu'ez, pedo el longuiz no. Yo al menoz no teno longuiz.
—Pues es hacer exactamente lo que tú estas haciendo desde que hemos empezado esta conversación.
—Acabádamoz, asedze el longuiz ez shadlá.
—No. Hacerse el longuis es hacer como que no sabes de qué va la cosa.
—Pod yo a ezo lo llamo asé política de padtido.
—Mira, en algo estamos de acuerdo. Pero ya sabes que no quiero hablar de ese tema.
—Yo tampoco.
—Pues punto.
—Ezo, punto y final. Ze acabó, ze fini. No z'able máz. Sanhao. ¿Qué ay pada la sena?
—De todo.
—Z’ecsplique el zeñó.
—Me explico: platos, cubiertos, vasos, servilletas…
—¿Pedo de comé?
—También hay variedad —bajé la voz como si quisiera que alguien no me escuchara—. Pero lo atesora el frigorífico y la despensa.
—¿Qué paza contigo, Mendugo? —me gritó Erre C.A.—. ¿No quedez entendedme o qué?
—Para que dos se entiendan, ambos deben estar dispuestos a ello.
—Vale. Deconosco lo de Platedo y tú. Pedo podfa, áseme la senita que teno musha guza.
—¿Entonces puedo llamarte mentiroso?
—Zí. Y lo quiedaz zi asez pisa —me eché a reír—. ¿Y de qué te díez aoda?
—De Sena, de Pisa… Nada, tonterías mías…
—Zí. Tontedíaz zi te ponez con la …—Erre C.A. hizo un esfuerzo por pronunciar bien la palabra cena, pero lo que consiguió fue que se le saliera de la boca un trozo de colgante, y acabó atragantado. Cuando volvió en sí me advirtió—. Y no te díaz, que no eztá el odno pada bolloz.
—Ni para pizzas —le contesté yo. Él puso mala cara mientras yo jugaba, y le aclaré para su tranquilidad—. Porque voy a hacer ropa vieja para cenar.
—Pada mí elihe algo d’algodón…, una toalla pod ehempo, ez máz blandita que la zeda.
—Sabrás tú lo que es ropa vieja.
—Zí, la que tú llevaz. Pedo no te diztaigaz, cohe ota y ponte con la sena.



Bajada de elseisdoble.blogia.com

lunes, 27 de octubre de 2008

Erre C.A. bloguero (y 2) y mentiroso.

—El post de ayer muy bien —dije a Erre C.A. nada más verle esta mañana.
—Menoz mal, penzaba que m’ibaz a eshá la bonca pod metedme en tuz azuntoz.
—En este caso el asunto es nuestro, no sólo mío. Copas el blog, ¿no te has dado cuenta? Y me alegro que asumas alguna responsabilidad que no ataña a tu necesidad de glotonear.
—¿Y aónde andabaz, tío? Ez la pimeda noshe que no te veo dodmí en caza.
—Ves, eso ya es asunto mío a secas.
—Ezpeda, ezpeda —me mandó el rano—. Ezpeda, que no lo entendo.
—¿Qué no entiendes del mío?
—Poz que zi tú dehaz de hasé una coza nuezta y la teno que hasé yo, el motivo pod el que dehaz de hasedla también ez nuezto.
—Nadie lo niega —me sumé a su opinión.
—¿Entonsez? —se extrañó.
—Entonces el que no entiende soy yo.
—¿Y cuálo no entendez?
—Que no conozcas tus cosas —le aclaré.
—Pedo el motivo ez tuyo. Yo no lo pedo zabé —contestó Erre C.A. a modo de disculpa y expresándose con las manos.

—¿En qué quedamos? ¿El motivo es mío o nuestro?
—Definitivamente ez nuezto —sentenció Erre C.A. muy seguro.
—Pues, si también es tuyo, deberías conocerlo, ¿no?
—M’haz líao, tío.
—Será la primera vez que te lío yo a ti.
—Poz no t’acoztumbez, eh.
—Y de lo de Platero, ya hablaremos.
—¿Y quién ez Platedo? —me preguntó saliendo de la habitación—. ¿Y quién ez Platedo? A vé, ¿quién nadisez ez Platedo, eh? —rezaba mientras se alejaba—. Yo no zé quien ez eze budo… Ezte tío…

—¿Y cómo sabes que es un burro? —le grité asomándome a la puerta.
—Podque hablaba de ti —me contestó también a gritos.

domingo, 26 de octubre de 2008

Cambio de rol

Hoy n'oztá Mendugo. Z'ha ladgao ezta noshe y no zé aonde anda. Azi que m'he vizto obligao a ezquibí yo el pozt de hoy. La hente no ez tan dezponzable como padese. Como me zalga igual que la foto que m'hise el oto día yo mizmo, vamoz apañaoz... Pedo ezquibí laz tontedíaz qu'ezquibe el tío eze, ez máz fásil que hasé un buen detato. A vé cómo me zale... Mmmmmmm... ¿Y de qu'ézquibo...? Zi él ezquibe de mí, poz yo ezquibo d'él. Mida tú qué zensillo. Vedás:

... Mendugo ez pequeño, peludo, zuave; tan blando pod fueda que ze didía todo de algodón, que no lleva huezoz. Zólo loz ezpehoz de asabashe de zuz ohoz zon dudoz cual doz ezcadabahoz de quiztal nego -¿o zon madonez? Bueno ez igual -. Lo deho zuelto y ze va al pado, y acadisia tibiamente con zuz modoz, dosándolaz apenaz, laz fodesillaz dozaz, seleztez y gualdaz... Lo llamo dulsemente: "¿Mendugo?", y viene a mí con un totesillo alegue que padese que ze díe, ...

sábado, 25 de octubre de 2008

El viaje

Salí de con sensación de libertad. Atrás quedaban una gran cantidad de días subvencionados por un estado paternal. Por delante, en contra, se abrían infinitos y eternos caminos sin señalizar. Las muchas opciones complican la decisión, pero enriquecen la libertad de quien decide. Sin equipaje aún, el andar se hace más grato. Si no te paras, como suele ocurrirnos a todos, el caminar es todavía más fácil, por aquello de la inercia. Por el camino, saludos, amores y desamores, nada que complique una vida, salvo que se junten en el tiempo y en el espacio. Toda cuesta cuesta, pero es el comienzo de una bajada. He visitado barrios que me acogieron, barrios que acogí, barrios que me despreciaron y barrios que desprecié; pero en todos, la gente vive y muere igual: sin aliento. Las excepciones no cuentan, aunque sean las que más comentamos. Se me ocurrieron mil y una preguntas. Todas me las contestó el viento a su manera. No todas las entendí, no todas las aprendí, no todas me sirvieron y no todas creí. Si el viento tiene sus razones, yo también tengo las mías. Como en el colegio, también en la calle cambié un "saca" por una goma, un lápiz por dos cromos, y, haciendo balance general, me quedo en mi paz. Otra cosa es el balance particular, aquél que solamente afecta a quien mejor me conoce y menos me soporta, ése que jamás ha hecho su santa voluntad, ése que ha tragado más quina que Jesús en su calvario. Creí en él, en Jesucristo, le cambié por una revolución que ahora da risa a más de uno, y sigo en el descreimiento, aunque ya me lo crea todo. Y todo me vino grande, y una vez pasado devino en nimiedad, a lo más en una china que habitó en mi zapato una temporada. En un momento determinado, llegué a creerme alguien, y los otros caminantes me convencieron de lo contrario. La suerte y la fortuna, ni son gemelas, ni son hermanas; es más, ni se parecen. Las veces que he sido atracado a la intemperie las perdono por las otras tantas que yo atraqué. Salvo del perdón aquélla en la que me dieron a elegir entre la bolsa y la vida. Elegí la bolsa, pero coincidí con el ladrón, y allí me quedé, compuesto, sin novia, sin bolsa y sin vida. Y, encima, con la obligación de seguir caminando. El caco fue más ambicioso que yo. Y aquél asalto coincidió con un plan vial, un plan que incluía la señalización de todas las vías que partían de mi rotonda, mermadas en número respecto a las que se me habían ofrecido al salir de casa. Bien es verdad, que todas las señales informaban de lo mismo y con una única letra: T. "¿Y ahora qué?", me pregunte. Y el viento me susurró: "Muere en el intento". Y en ello ando, como aquél que ve venir de frente el tren y no es capaz de cambiar de dirección para que su cuerpo no se junte con la máquina. Ando a la espera de un milagro, que si llega , será por los pelos, no por merecerlo ni desearlo. Ahora soy mortal, mortalmente mortal, y esa condición matiza un tiempo del que no me siento propietario, ni siquiera inquilino. La flor es nuestra mientras la regamos.


La foto está bajada de http://yuyuhereiam.blogspot.com/

viernes, 24 de octubre de 2008

Tabla periódica (30)

Último Lantánido: el Lutecio:

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Nota:-He perdido la anotación que tenía sobre el origen de esta caricatura. Si alguien la reconoce y conoce su autor, le rogaría me lo comunicara, no me gusta "robar" nada a nadie.

Erre C.A. autosuficiente

—Hoy he tenido un día de los finos, y cuando me iba a echar una cabezada a las tres y pico y sin comer, la vecina se ha puesto a pasar la aspiradora. Estoy que trino y ni siquiera he cumplido con la sagrada siesta.
—Tenez dasón, hoy no haz cumplido con nadie. Yo m’he tenido que comé laz uñaz y sená laz zobaz —se quejó el rano con ironía.
—¿No me digas que ni has desayunado, ni comido…?
—¿Ni merendado, ni senado? ¿Y que te queez que te acabo de desí?
—¡Joder! Como lo siento, chaval.
—Poz mi eztómago fíhate.
—¿Y que has hecho?
—Dezde luego que haz tenido un día agobiadó. Ezo o haz peddido tu neudona. ¿Poz no t’he disho que m'he comido laz uñaz? —volvió con las quejas Erre C.A., pero esta vez sin sorna.
—Si no tienes.
—Ezo también te lo he disho, qu'eztáz tonto.
—Tonto no sé, pero derrengado…
—Y yo hambiento.
—No me puedo mover, estoy roto —le aclaré por si le quedaba alguna duda de que no le iba a hacer nada para comer.
—Ni yo, eztoy con una floheda…
—Me voy a la cama…
—D’ezo nada.
—¡Anda! ¿Y por qué?
—Quiedo una zolusión, como la zeñoda del anunsio.
—Hazte un bocata o usa Ariel, como la señora esa.
—¿Y zi me cozto o me quemo, me vaz a llevá a udhensiaz tú? —Erre C.A. intentó el chantaje.
—No. Te pondré una tirita si no eres capaz de ponértela tú solito.
—O zea, que no hay maneda.
—Hoy no, colega. Hoy te toca ser autosuficiente.
—Eza palaba ez demaziado compilicada pada mí, y máz en ezte eztado de inanisión. Pefiedo hasedme un zangüi y dioz didá.
—Que aproveche y hasta mañana —y me fui, pero él siguió con su conversación íntima.
—El cazo ez que zi no meto nada ente laz debanadaz menoz tabaho… Y ensima, el mendugo ezte no me ha hesho hoy ninguna foto. Voy a cohé la camada y … Pedo, a vé lo que dise cuando vea que m´he comido laz tez bolzaz de patataz fitaz, loz piztashoz, laz almendaz, loz doz botez d'aseitunaz, loz ganshitoz, y todo ezo... Vedáz, vedáz tú mañana.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Libido y lívido

—¿Qué haces ahí dentro?
—Que m’he hipedventilao y como he vizto en laz peliz que uzan una bolza de papé…. —me contestó erre C.A. con medio cuerpo dentro de una gran bolsa de papel.
—Pero se la ponen en la boca y la nariz, para que les entre menos oxígeno.
—Pada ezo con no dezpidá...
—Si no respiras, te mueres.
—Yo no —su voz sonaba apagada.
—Tú cuando quieres te sumas a la humanidad y cuando quieres te borras. Eres un chaquetero. yh habla más alto que no te entiendo bien.
—Zólo mido pod miz intedezez, como todoz —me gritó.
—¿Y quién mejor que tú mismo, no? —le grité yo a su vez.
—Poz ya que lo disez, tú debedíaz zé mi valedó.
—Y lo soy, además de tu alma mater.
—Ezo me zuena a made.
—Y te suena bien… ¿Sabes?, te brilla el culo.
—Poz que bien, tío. Pedo voy a zalí d’aquí, eztoy hadto de tagá podquedía.
—Si te ducharas.
—¡Que yo no nesezito dushadme, pezao! Mida, pod no tené, no teno ni cazpa y ademáz como tú haz disido, hazta me billa el culo.
—¿Y eso blanco de los hombros?
—Polvo.
—Pues ya te vale.
—¿A mí? ¿A mí ya me vale…? —se puso chulito ya fuera de la bolsa—. A vozotoz loz mashitoz que estáis todo el día con él en la boca.
—No seré yo.
—No, tú no, ni en loz labioz ni en la lívido.
—Se dice libido, lívido es un adjetivo equivalente a amoratado o a pálido.
—Poz tambén, y de lo mizmo, total pod un asento de na.

La confesión

—Hoy no está el horno para bollos.
—En mi pueblo desimoz que no tenemoz el coño pa duidoz.
—Escucha, coño. Y no sigas metiendo la pata sin querer. Deja que te diga una cosa, y con ella tienes que tener para todo el día de hoy como mínimo. Sino, lo nuestro puede acabar como el rosario de la aurora. Y no me preguntes quién es la Aurora.
Erre C.A. cambió su acostumbrado semblante de guasa y me contestó muy serio.
—Tú didaz, zoy todo oídoz aunque no tenga.
—No sé si te servirá para algo, ni me importa, pero te lo digo para desahogarme.
—Venga, zuéltalo ya y me voy. No quiedo poblemaz.
—Pues escucha: Sufrir por alguien no es culpa de ese alguien. Es uno mismo quien, en un bucle sin fin, se adentra en un dolor sin sentido. Te lo digo por experiencia y por quien más me duele.
—Oído. Ahí te quedaz y que uzté dezuelva zuz cozaz. Ente doz no cabe uno. Taluego. Y dale decueddoz a tu shica.

lunes, 20 de octubre de 2008

19 de octubre de 2008

—Lo siento, pero hoy no me apetece escribir sobre ti, estoy muy cansado.
—Poz chadlemoz
—Tampoco.
—¿Y unaz manitaz de poked?
Erre C.A. empezó a barajar.
—Deja eso, anda.
—Pedo si no ze nesezita ezquibí ni hablá.
—Yo al poker sí hablo.
—Poz hasez zeñaz como al muz.
—Que no, que jugar me apetece menos.
—Anda, podfa...
—Déjame, que me voy a la cama.
—¿Y me dehaz azí?
—¿Cómo?
—Colgao.
—¡Qué más quisiera yo!
—Venga, hombe, anímate. Zólo hazta que te dezplume.
—Que no pesado, que estoy hecho unos zorros.
—Vozotoz loz ansianoz no aguantáiz nada.
.…—Y vosotros los jóvenes… ¡Bah!, me callo. Hasta mañana… Y no hagas ruido, por favor.
—¡No, y ze va el tío!
—Ya me he ido —le dije mientras cerraba la puerta.
—Vaya ganaz de viví… La noshe ez hoven, zólo zon laz cuato y cuadto… —no escuché más después del leve portazo, pero sé que siguió protestando —. Oto día me baho a la litona y al vieho ezte que le sudsan.

domingo, 19 de octubre de 2008

El corte de mangas y el corte inglés

—¡Erre C.A.! —llamé
El rano me contestó desde no sé donde.
—¿Y ahoda qué quiedez?
—¿Qué son todos estos recortes? —le pregunté señalando unas tijeras que yacían en el suelo junto con un montón de papeles.
—Ez que m’enfadao con el mundo y m’he puezto a hasé codtez de mangaz.
—¿Cortes de mangas?
—Tu hiho tene mushoz comiz mangaz, no queo que l’impodte. Y ze m’ha pazao el cabeo. Yo no penzaba que delahadan tanto loz codtez eztoz.
—Primero recoge todo esto y lo hechas a la bolsa de papel para reciclar —le ordené.
—¿Ya?
—Ya —volví a ordenar.
—Vale, vale. Ni que moddiedan loz papelez.
Cuando él volvió de la cocina, yo seguí con el sermón.
—Segundo, y por si no lo sabías, no podemos disponer de lo que no es nuestro. Y menos de la forma en la que tú lo has hecho en este caso —aquí, Erre C.A. bajó la cabeza y quedó esperando que le cayera más agua —. Y tercero, que a veces pareces como venido de otro planeta. Un corte de manga no es romper los comics manga de mi hijo, es un gesto grosero que se hace para mandar a alguien al carajo, para ofenderle. Y se hace así.Erre C.A. me observó atentamente y cuando acabé, él repitió el feo ademán.
—¡Anda, zi lo zé yo antez!
—También hay quien yergue el dedo corazón,
—Yo no puedo, pedo no impodta. Ezto mola máz y cuezta menoz tabaho podque no hay que decohé luego —Erre C.A. siguió golpeándose el brazo con la palma de su mano mientras doblaba el codo —. Y ademáz, tambén delaha. ¡Que shuli! —y salió de la habitación cortando mangas, como él diría, y volvió a dejarme con la palabra en la boca.
—Pero no se te ocurra hacérselo... ¡Bah!, es igual...
Volvió como Colombo pero con gestos más groseros y me preguntó:
—Oye, ¿y el codte ingléz cómo se hase?
Le cerré la puerta en las narices.

sábado, 18 de octubre de 2008

¿Por qué camionero y no camionista?

No sé si os habéis fijado, pero una fórmula para inventarse palabras es acudir a los prefijos (antes del fijo) y a los sufijos (después del fijo). El fijo puede ser un sustantivo, un adjetivo, un verbo, etc. Así han nacido muchos vocablos, sobre todo los inventados más recientemente, como prenatal, anticorrosivo, linotipista, ...
... Cojamos el sufijo de esta última palabra: -ista, por otro lado tan usado (maquinista, taxista, feminista, altruista...) y preguntémonos el motivo por el que no se usa para construir el nombre que identifica a la persona que conduce un camión: camionero. ¿Hay algún motivo para haber elegido el sufijo -ero, -era? Aparentemente no, o por lo menos nadie conoce el porqué. ¿Es un capricho? ¿Es por fonética? Ese es el duende del idioma. Somos nosotros como hablantes los que, con el tiempo, elegimos.
¡VIVAN LOS HABLANTES!

viernes, 17 de octubre de 2008

Palabras con vocación impropia (48ª)

Cuadragésimo octava entrega, del prefijo auto-.

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autopista. (De auto y pista). f. Carretera con calzadas separadas para los dos sentidos de la circulación, cada una de ellas con dos o más carriles, sin cruces a nivel.
autopista. f. Indicio que se da uno mismo ante una adivinanza para encontrar la solución por la vía más rápida.
ej.: Usé una autopista y resolví el problema.
..............................................................
autobús. (Del fr. autobus, de auto y omnibus). m. Vehículo automóvil de transporte público y trayecto fijo que se emplea habitualmente en el servicio urbano. […].
autobús. (De auto y del apellido anglosajón Bush). m. Vehículo propio y oficial de presidentes estadounidenses.
ej.: Padre e hijo cogieron el autobús y dejaron el país hecho un asco.
..............................................................
autobombo. (De auto- y bombo). m. fest. Elogio desmesurado y público que hace alguien de sí mismo.
autobombo. (De auto- y bombo). m. Turismo propio de baterías de grupos musicales o de Pepe el del bombo.
ej.: Ringo Star usa mucho el autobombo, pero menos que Jordi González (La Noría), aunque éste no sea batería de un conjunto.
..............................................................
autocrítica. f. Juicio crítico que se realiza sobre obras o comportamientos propios.
autocrítica. f. Revista del motor que enjuicia y prueba los nuevos modelos de coches que salen al mercado.
ej.: Me compré una autocrítica y me vino muy bien para decidir.
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autoría. f. Cualidad de autor.
auto-ría. (De auto y ría). f. autopista marítima que se adentra en el mar.
ej.: Las auto-rías más famosas son las gallegas.
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autoestop. (Del fr. auto-stop, de auto, auto, y el ingl. stop, parada). m. Manera de viajar por carretera solicitando transporte a los automóviles que transitan.
autoestop. m. Acto de ejercer el autocontrol ante una situación que nos aboca a la violencia por la putada que nos hace otro automovilista.
ej.: Tuve que recurrir al autoestop ante un taxista para no provocar un altercado público.
..............................................................
autoescuela. (De auto y escuela). f. Centro para enseñar a conducir automóviles.
autoescuela. f. La vida misma, donde lo aprendemos todo.
ej.: La mejor autoescuela es mi vida.
..............................................................
autómata. (Del lat. automăta, t. f. de -tus, y este del gr. αὐτόματος, espontáneo). m. Instrumento o aparato que encierra dentro de sí el mecanismo que le imprime determinados movimientos. […].
automata. (De auto y matar). m. Máquina a modo de prensa hidráulica que reduce a un amasijo de hierros en bloque los turismos para la chatarra. 2. Hecho tan conocido como poco tenido en cuenta en las carreteras y calles.
ej.: Si hubieras visto cómo quedo mi coche después de pasar por el automata.
..............................................................
automatizar. tr. Convertir ciertos movimientos corporales en movimientos automáticos o indeliberados. […].
automatizar. tr. Poner uno mismo los matices a un asunto propio.
ej.: Automaticé mis opiniones, como todos los boceros que ejercen de contertulios.
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autorizado, da. (Del part. de autorizar). adj. Dicho de una persona: Que es respetada o digna de respeto por sus cualidades o circunstancias.
auto-rizado. (De auto y rizar). m. Turismo con bucles y de formas onduladas propio de peluqueros y peluqueras.
ej.: El autorizado de Llongueras llegó pronto.
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Un posible asesinato

—He eztado penzando zobe la Guti —me soltó Erre C.A. de buenas a primeras mientras yo clavaba una escarpia en la pared.
—Si no la conoces ni nada —le contesté sin girar la cabeza.
—Bueno, máz qu’en ella, en la palabeha eza que uzazte pada igualadnoz.
—¿Cuál?
—Pedzonahe.
—¿Y?
—Pod que padese que la uzabaz en zentido peyodativo.
—Para nada —le aclaré y me volví—. La usé en su correcta acepción relativa a los tipos que aparecen en cualquier obra literaria.
—Pedo no me compadez… —se quejó el rano—. Yo eztoy aquí, a pie de cañón. Y ella tan aguztito ahí, en el oddenadó y en tu cuaderno de notaz.
—¿Qué pretendes decir, que ella no me sufre o qué?
—Zí. Pod ahí van loz tidoz.
—Si fuera así, tampoco me explota, ni se aprovecha de mí —me golpeé suavemente la mano libre con el martillo.
—¿Que yo m’apovesho de ti…? ¿Que yo m’apovesho…? —me interrogó Erre C.A. retóricamente—. Tú eztáz mahada, shaval. Total, pod hasé la compa, la comida y la sena todoz loz díaz, que de todaz fodmaz tenez qu’hasé pada tu fámili… Ezo lo hase cualquié made. Ez lo nodmal. No te quehez tanto, anda.
Me le quedé mirando entre sorprendido, irónico y desarmado (a pesar del martillo), como el ejército rojo un 18 de julio.
—No me midez azí, que zabez que teno dasón. Ah, y no zé yo quien ecsplota a quien. Y no quiedo volvé al azunto eze.
En ese punto empezó a caer baba de mi boca abierta. No me lo podía creer, pero me acordé de su reciente intento para prestarme una ilusión de su saquete. Por eso se salvó de perecer en ese momento bajo mi martillo.
—Y ahoda didaz ezo de que cuando zea mayó lo entendedé. Poz yo no quedo entendé nada ni quesé. Y como zoy un muñeco y tu pedzonahe —dijo con cierto retintín—, no ze te ocuda hasedme cumplí añoz. Codto y siedo. Hazta luego, cocodilo.
Y allí me dejó, con las babas en la boca y en la barbilla, sin poder rechistar ni decir ni que sí ni que no y con el martillo colgando de una mano inerte. Al poco de desparecer Erre C.A. de mi vista reaccioné.
—Amen —fue lo único que pude balbucir.
Pero volvió, asomó la gaita por el hueco de la puerta y me recordó:
—Vez como laz faldaz no taen nada bueno.
Por supuesto salí detrás de él con el martillo en alto.