martes, 30 de septiembre de 2008

La paja en ojo ajeno

—Tú te queez lo que m’han endozado. Menoz mal que m'han dehao el apadtamento...

—Parece majo.

—¿Padese maho? Pedo zi no hase na. Ni ziente ni padese.

—¿Y quién es? —le pregunté algo preocupado.

—El muñeco de un amigo. No podía llevadlo él al cole y me lo ha pedido a mí. Dise que teno musho tiempo libe. Total, zi ni tan ziquieda abe loz ohoz. Podía habedlo dehado ensima de la cama y allí ze lo hubieda encontado. Vaya una miedda de tío.

—No sé, a mí no me parece que sea una mierda.

—Zi tiene hazta la hota de hilipollaz.

—Gilipollas es con ge, Erre C.A. Me da que deberías quedarte en clase con él.

—Eztáz tu fezco, Mendugo.Llevo con él dezde anoshe y ya eztoy hazta el godo. ¡Qué abudimiento, shaval! ¡Qué ozito máz plomaso! Ademáz ez un enano. Mida —Erre C.A. sacó pecho y trató de alargar el cuello que le falta—, yo zoy una dana y y abulto el tiple que él.

—Así eras tú cuando llegaste a esta casa.

—¿Y tanto he quesido?

—No me refiero al tamaño, sino a la actitud. ¿No te acuerdas?

—¿Quiedez que m’acuedde?

—No, lo que quiero es que le eches imaginación, cariño, que vuelvas a ser niño…

—Pedo zi hazta tene loz basoz y laz piednaz cocidaz.

—Pues yo se las veo crudas.

—Zí, como tu pedzonalidá —Erre C.A. dio un pescozón al osito mientras le invitaba a moverse—. Va, tío, has algo. Mídale, azí me lo entegadon, azí z’ha quedao, y ezo que l’he dao una bebida enedhética.

—Ten cuidado con esa mierda.

—Aha, tú también queez ahoda que ez una miedda, eh.

—Me refiero a ese brebaje.

—Cada uno ez libe de ved mieddaz donde quieda, pedo yo zigo penzando que ézte ez un hilipollaz aunque zea con he.

lunes, 29 de septiembre de 2008

La colecta

—Me tenez que llevá al ZAT.

—¿Al ZAT? ¿A qué ZAT?

—Zeta de zedvisio, a de atensión y te de tésnico —me aclaró el rano.

—Qué bien te explicas cuando quieres, eh. ¿Y por qué he de llevarte al Servicio Técnico?

—Podque me duele la tipita. Eztaba conestado a tu Pesé y ha'bido vadioz codtez de lus.

—Entonces tendré que llamar a un electricista, ¿no?

—No. La lus ha volvido, se ha ido, ha volvido, y ya no zé en qué eztado noz encontamoz ahoda. Y a la cuadta o quinta ocazión, miz conestodez EDESEA ze m’han fundido.

—Las veces que te habré dicho que si quieres leer mis cosas lo hagas como todo el mundo y no conectándote… ¿Y quién va a pagar ahora la avería?

—El de ziempe, tú. Padese mentida que pezumaz d’ecspediensia y luego hagaz ezaz peguntaz.

—No era una pregunta, era una queja.

—Poz a mí m’ha zonao a pegunta, qué quiedez que te diga.

—Ya sé quien paga el pato en estos casos, listo —le contesté airado.

—Zabáz quien paga el pato, pedo me da que no zabez quien paga el dano.

—Vuelves a equivocarte —presumí.

—¡Qué dado! —ironizó Erre C.A.

—El pato lo pagamos quienes también pagamos la luz, es decir, los usuarios consumidores, pero el rano sólo lo pago yo, aunque lo disfruten otros.

—Has una colesta, como en el Domund.

—¿Y tú crees que habrá alguien que aporte algo sabiendo que es para ti?

—¿Me eztáz peguntando? Lo digo pod lo de antez.

—No, estoy afirmando de nuevo.

—Ezo me padesía ahoda, que dudabaz de que alguien ze peocupe pod mí.


domingo, 28 de septiembre de 2008

El dolor de muelas

—Me duele la boca.
—No me extraña, con lo que hablas.
—Cuando uno eztá azí, con dolodez, laz bomaz no hasen ni pisca de gasia, Mendugo.
—Lo siento. Toma, anda, ponte este pañuelo —Erre C.A. se metió el pañuelo en la boca—. Pero... No seas bruto ni guarro. Póntelo alrededor de la cara, que te coja la parte que te duele. A ver, trae para acá— al final se lo puse yo. Ahora en serio, con todo lo que llevas ahí dentro lo raro es que no cojas una infección de caballo. Deberías plantearte cambiar de lugar tu tesoro.
—Peddedía m’identidá y m’idiozincazia. No zedía yo.
—Pero ganarías en salud. Hazme caso, que sé de lo que hablo...
Erre C.A. puso cara de extrañeza.
—Mendugo, la zalú de un muñeco no eztá en zu codasón, zino en el de zu dueño.
—¡Mira¡ Entonces eres como el amor.
—Qué máz quizieda yo.
—Que sí. Ven aquí que te doy mimitos…
—Y podqué mehó no me daz unoz paztelitoz, zon igual de dulsez pedo me guztan máz.
—Porque no tengo y por tu bien, el azúcar es muy dañina para los dientes.
—Y loz mimitoz no zidven pada nada.
—Pues bien que se los dabas el otro día a la pared.
—Ezo eda teato.
—¿Y qué te crees que es esto?
—Vete a la miedda, tío, que dan quéditoz badatoz.
—Y tú al sacamuelas.
—A popózito, vozotoz loz hombez tenéiz zacadetó: zacacodshoz, zacabocadoz, zacapelotaz, zacapedaz, zacapotaz, zacadinedoz, zacabancoz, zacabalaz, zacaclavoz, zacamanshaz, zacamantecaz, zacapuntaz, zacazillaz, zacataponez, zacatapoz. De todo, menoz zacadolodez.
—Te has comido un saca.
—¿Cuál?
—El sacarranosdetuvida. Ahí te quedas, voy a comprar uno.
—Compad, compad... Todo el día penzando en conzumí. El cazo ez gaztá. ¿Pada qué quiedez tú un zacadanozdetuvida? Compáis cada hilipollé…

Palabras con vocación impropia (46ª)


Cuadragésimo sexta entrega, de todo un poco, aunque hay mucho perro suelto.
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topografía. (Del gr. τόπος, lugar, y -grafía). f. Arte de describir y delinear detalladamente la superficie de un terreno.
topografía. f. Tratado sobre la escritura de los topos.
ej.: Julio Salinas la estudió en vez de la gramática.
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candelabro. (Del lat. candelābrum). m. Candelero de dos o más brazos, que se sustenta sobre su pie o sujeto en la pared. […].
candelabro. m. Perro dedicado a labores de labranza.
ej.: Los pastorcitos de Belén tenían candelabros en vez de perros pastores.
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manómetro. (Del gr. μανός, ligero, poco denso, y ‒́metro). m. Fís. Instrumento que mide la presión.
manometro. m. Mano grande, manaza.
ej.: Me dio con su manometro y me dejó toda la cara marcada.
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cimiento. (Del lat. caementum). m. Parte del edificio que está debajo de tierra y sobre la que estriba toda la fábrica. U.t.en .pl. […].
cimiento. Fr. Coloq. Andalucía. Muletilla para juramentos.
ej.: Cimiento que me caiga muerto aquí mezmo.
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cáncano. (De or. inc.) m. coloq. piojo ( insecto hemíptero).
cancano. m. Perro viejo con el pelo blanco.
ej.: En todos las haurías hay un cancano.
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candado. m. (Del lat. catenātus). Cerradura suelta contenida en una caja de metal, que por medio de armellas asegura puertas, ventanas, tapas de cofres, maletas, etc. […].
candado. m. Perro regalado.
ej.: A candado no le mires el diente.
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candelecho. (De cadalecho). m. Choza levantada sobre estacas, desde donde el viñador otea y guarda toda la viña.
candelecho. m. Muñeco en forma de perro para dormir abrazado a él.
ej.: ¡Pepita!, quita la colcha coge el candelecho y a dormir.
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encanarse. (De en- y can). prnl. Pasmarse o quedarse envarado por la fuerza del llanto o de la risa. […].
encanarse. f. Ponérsele a uno el pelo blanco de repente.
ej.: Del susto se encanó.
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escaro. (Del lat. scarus, y este del gr. σκάρος). m. Pez del orden de los Acantopterigios, de unos cuatro centímetros de largo, con cabeza pequeña, mandíbulas muy convexas, muchos dientes en filas concéntricas, labios prominentes, cuerpo ovalado, comprimido, cubierto de grandes escamas y de color más o menos rojo según la estación.
escaro. m. Exclamación de sorpresa ante un precio abusivo. Hoy en día ante cualquier precio.
ej.: Estuve en la pescadería y todo escaro de cojones.
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evocar. (Del lat. evocāre). tr. Traer algo a la memoria o a la imaginación. […].
evocar. Coche oficial del actual presidente boliviano.
ej.: El presidente hubo de refugiarse en su evocar.
..............................................................xD

viernes, 26 de septiembre de 2008

Las preposiciones

No lo sabíais, pero cuando me da por algo, me da fuerte. Y en este caso, desde hace mucho tiempo, me dio por la gramática. Sigo leyendo/estudiando LA GRAMÁTICA DESCOMPLICADA, de Álex Grijalbo y de la que ya os hablé. Y en ella, él, con cierto sentido de humor, cita al genio del idioma. Pues, ya ve usted, se lo he robado al imaginarlo como un duende que vive entre los pensamientos y la articulación sonora de éstos: la frases. Así, hoy comienzo una nueva sección en la que iré colgando vivencias de este duende. Hoy nos extrenamos con las preposiciones. En particular con la primera y más corta: "a". Nuestro genio se ha puesto las botas, y nunca mejor dicho, porque por tan solo 5 € se ha comprado todos los zapatos de una tienda. Y todo gracias a que el dueño del negocio que andaba de rebajas y con hambre se comió la citada preposición. La señora que mira el escaparate llegó tarde: "Lo sentimos, señá Manola".¿Qué, son o no son importantes las preposiciones para entendernos? Pues usémoslas y bien, no como algunos periodistas (?), comentaristas deportivos, que dicen que Messi se internó sobre el área grande, como si este monstruo del fútbol fuera capaz de fungir de topo e internarse en el área, grande o chica, por debajo: además, en es más corto.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Vudú

—¿Te acordaz de lo de El Paíz?
—¿A qué te refieres?
—A dehadlo de leé pod zu astitú ante la difuzión de laz imáhenez del assidente aédeo de Badahaz.
—Ahora sí.
—Poz lez he hesho vudú.—Tú estás loco, Erre C.A. A ver si…
—No te peocupez, que yo zepa no ha funsionado. Queo que me falta un meshón de pelo o un obheto pedzonal.
—No juegues con esas cosas que brujas no hay, pero haberlas, haylas. Además, una cosa es que yo me pregunte si los mismos periodistas hubieran publicado esas imágenes si el fallecido y admirado señor Polanco hubiera podido viajar en ese avión, y otra muy distinta querer causarles daño.
—¡Anda que zi zupieda yo qu’ezta pashanga funsiona, no hubieda empesado con oto suheto que me callo!
—Pero que todos sabemos quien es.
—Todoz no, zólo tú y yo.
—Que ya es bastante.
—Zi me quitaz a mí de la padeha no ez baztante.
—Como me duela la cabeza uno de estos días te vas a enterar.
—¡Uy qué miedo me daz!

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Así nos va

—¿Has oído lo de China?

—¿Cuálo?

—Lo de la leche para bebés.

—Zí. Pazmao m’he quedao.

—Y no ha sido un fabricante, han sido veintidós los que han usado resina sintética.

—Zin teticaz lez dehaba yo a loz dezponzablez.

—Pues yo les ponía a dieta con esa leche adulterada. La madre que les parió…

—L’ambisión humana no conose límitez, Mendugo. Menoz mal que otoz zoiz capasez de lo contadio, zi no, eda pada dimití.

—¿Si algún día renuncio a la raza humana me acogerías como rano?

—Hombe, yo no te veo funhiendo de anfibio, pedo yo tampoco zoy un pototipo de dana, teno laz piednaz y la lengua muy codtaz.

—Con lo segundo no estoy de acuerdo, pero mejor ser pati-corto que mente-cato, ¿no?

—Eh, eh. ¿Qué paza? Que tú pada zé un humano padese que te penzadon al nasé.

—Claro que me pensaron, por eso estoy también hecho.

—Que no, que no ez ezo. A vé cómo te lo ecsplico, podque yo la ede… Ezpeda, que me zaco todoz loz colladez de la boca.

Esperé, y después de diez minutos de ver salir de la boca de Erre C.A. el muestrario que no todas las joyerías poseen, volvimos al asunto.

—Prensaron —me dijo un Erre C.A desconocido— Parece que te prensaron al nacer.

—¿Y para eso he esperado? ¿Para que me insultes?

Erre C.A. me hizo un gesto para que esperara otra vez. Después de almacenar en la boca toda su quincalla me contestó.

—En ezte cazo no ez un inzulto, ez una dezquipsión y añadidía que hazta favorable.

—Pues lo he pensado mejor, y si dimitó de la humanidad le pediré asilo étnico a las cebras.

—Hadíaz mehó pidiéndozelo a laz focaz.

—Serás mamón.

—No, colega, aquí el único que ha mamado edez tú, yo no he shupado de ninguna teta, tío.

martes, 23 de septiembre de 2008

Humores

—Buenoz díaz —me deseó Erre C.A.
—Hoy no me he levantado con ganas de charleta —le advertí—. Así que…
—Yo zólo t’he dezeado que tengaz buenoz díaz.
—Ya, pero parece que estás esperando que aparezca para pegarla hebra.
—Hombe, zi quiedez hablo con la padé. Algunoz disen que ezcuchan…
—Pero son como tú.
—Z’ecsplique el zeñó.
—Joder, hay que explicartelo todo. Una cosa es oír y otra entender.
—Tenez dasón, yo cada ves t’entiendo peó.
—A ver, ¿qué no entiendes del mal humor?
—El motivo. ¿Haz dormido mal o qué?
—No. Que me he levantado con el pie izquierdo. Y déjame que no tengo ganas de hablar.
—Poz ezcusha.
—Eso me apetece menos, sobre todo a ti.
—Entonsez ponte la dadio
—¡Que te calles ya!
—Vale, colega, que tengaz una buena mañana, aunque lo veo difísil —me contestó, y en un aparte siguió con la retahíla —¿Y ezte tío ez de loz que pienzan que el humod no debe faltá? Sedá el malo, podque vamoz… Como pada contadle un shizte.
—No te escucho, Erre C.A.
—No hablo contigo, hablo con el tabique ézte, al menoz no eztá malhumodado y agadese el zol y la vida.
No aguanté más. Le tiré la grapadora. Erre C.A. la esquivó, y el útil de oficina golpeó la pared. Él ni se inmutó y continuó con la sorna.
—Poz lo que le desía zeñó tabique, hay quien no ze aguanta ni él mizmo —le oí murumurar, pero no le hice caso hasta que me llamó—. Mendugo.
—¿Qué coño quieres ahora, no has tenido bastante con la grapadora?
—¿Dónde eztán laz tiditaz?
—En mi baño. Las tiritas están en mi baño…
—Gasiaz, zimpático.
Erre C.A. salió del despacho y, al rato, volvió sin hacer ruido pero rezando.—Ve, zeñó tabique, ya eztá adeglado el dezconshón. Y como le iba disiendo… Pedo no llode, zi ez un dazguño de ná. Cuda zana, zi no ze cuda hoy…
—Esta vez le tiré el cenicero que, por suerte para él, también evitó.
—Menoz mal que m’he taído doz tiditaz.
Cuando me fui yo del cuarto, dando un portazo, para no cometer un ranicidio, vi las dos tiritas que Erre C.A. había pegado sobre sendos desconchones que mi mal humor había causado en la pared. No pude por menos que sonreír y el día tomó otro cariz. Después del portazo, volví enseguida. Erre C.A. me miró extrañado y me preguntó.
—¿Puedo uzá tu lodo?
—Sí, puedes usar mi loro. Como ves estoy rodeado de animales, algunos útiles.
Erre C.A. no respondió al insulto, pero se puso a manipular la cadena musical. Al poco, Serrat me recordaba que cualquier día puede ser un gran día, imposible de recuperar si se malgasta.
—Gracias, Erre C.A. —tampoco me contestó: uno siempre sabe cuándo hace las cosas bien y cuándo las hace mal—. No me dices nada —le apremié.
—Eztoy ezpedando tuz dizculpaz.
—Pues siéntate cómodo. Si tengo que agradecer que seas un pesado, vas dado.
—Al menoz podíaz pedí peddón a la padé, ¿no?
—¿Tú cuando juegas al fútbol le pides perdón al balón por darle patadas?
—Yo no huego al fútbol, no me dan laz piednaz, pedo huego a viví, y a la vida no hay que pedidle peddón, zino otaz cozaz y todaz buenaz.
Ese día, Erre C.A. tuvo tres postres de los que repitió.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Camuflaje

—¿Qué haces ahí?

—Me camuflo.

—¿Y para qué?

—¡Qué pegunta! Pada pazá inadvedtido.

—¿Y tienes necesidad de ello? —seguí preguntando a Erre C.A. mientras miraba a mi alrededor.

—Zí.

—¿Y eso?

—Podque m’he dado cuenta que aquí, al que azoma un poco la cabesa, se la codtan.

—¿Aquí en esta casa? —seguía sin saber de qué iba el camuflaje de Erre C.A.

—No, en ezta caza vaiz todoz muy zobaoz.

—¿Sobaos?

—No, dodmidoz, no. Me defiedo a id zobaoz, demaziado zeguditoz de vozotoz mizmoz. Y azí ez muy difísil.

—Pues yo te tengo por un elemento importante.

—Zí, como el agua, ¿no? Que dedoshaz pod el zumidedo.

—¡Eh, quieto ahí! Que yo intento contribuir cuidando el consumo de agua, pero racionalmente.

—¿Dasionalmente?

—Sí, no soy como tú, que dices no ducharte para ahorrar agua. Y eso es un cuidado irracional porque haces daño.

—Yo no me hago daño zi no me dusho. Ez al devéz, que no t’entedaz, Mendugo.

—No me refiero a que te hagas daño tú, que no me importa, sino que hieres el olfato de los demás.

—Pedo zi tú no tenez con tanto fumeteo. No te quehez, anda. Y no digaz a nadie qu’eztoy aquí.

—Te van a oler, así que…

—No, podque me he fotado el cuedpo con el abono que tenez pada laz plantaz, lizto.



domingo, 21 de septiembre de 2008

Las fiestas

-¿Y eze du¡do?
. -Las fiestas.
. -¿Y hay coshez de shoque?
. -Me imagino.
. -­¡Hala! ­¡Qué‚ bien!
. -Depende.
. -¿Zabez?, todo lo cueztionaz -me achacó Erre C.A.
. -Hombre, para el vecino que lleva treinta años aguantando que le pongan a pie de portal la feria...
. -Pedo laz fieztaz del pueblo son pada el pueblo.
. -Eso era antes. Y además el término municipal del pueblo es muy basto. En las zonas residenciales no sufren esta exaltación de alegr¡a popular nocturna, y también pagan impuestos y tasas municipales. Deberían tener también derecho a disfrutarlas sin salir de casa.
. -Zi cuando yo digo que edez un senaozcudaz.
. -Tienes razón, jamás me he sentido integrado en ningún evento de estos y pongo pegas a todo, pero eso no es ser una cenaoscuras.
. -¿Cómo que no?
. -Que yo zepa, un senaozcudaz ez aquel que zufre zu popia tacañedía. Y vamoz, sed tacaño hazta con la alegu¡a, ya me contadaz tú.
. -Yo no lo enfoco as¡, pero si tú crees que sufro mi tacañer¡a estás en tu derecho. Yo no me tengo por tacaño. Y, además, creo que tú eres el menos indicado para llamármelo.
. -Yo hablaba de la aleguía, del holgodio, de la madsha.
. -Ahí te doy la razón, juerguista no soy.
. -Ya te digo.
. -Tampoco te pases.
. -No me pazo. Zólo confidmaba tuz palabaz.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Vergüenza ajena

Estaba yo contento (y satisfecho) porque un juez había protegido a unas víctimas y a sus familiares contra la divulgación de una imágenes de vídeo en las que, supongo, aparecía el peor momento de sus vidas. Estaba, digo. Porque ayer por la tarde [19-IX], cuando me fumaba un cigarro junto a mi compañera que veía televisión, anunciaron que “en breves momentos”, como siempre, se iban a servir, como siempre, unas imágenes en exclusiva, como siempre, del accidente aéreo que todos tenemos en la cabeza, y que nos aprieta el corazón, acaso con la intención que de que también se nos grabaran en las retinas. Y eso que este lamentable accidente, no es el más reciente, aunque sí el más cercano. Pues bien, escuchar la advertencia e irme fue todo uno. Salí del salón, reino de la televisión, enfadado y con una queja en la boca: “No les dará vergüenza. Yo creía que el juez…”. Y yo, que no soy de prohibir, encontré una excepción a mi regla. Anoche [19-IX], y hoy, esas imágenes han corrido como la pólvora. Y claro, se ha montado el circo de a ver quien es el “más bueno”, que no el mejor. Y esta es la segunda cuestión que critico abiertamente. La primera, por supuesto, es la difusión y publicación de ese material que me niego a ver por respeto a todos y a todo, y en particular a la Vida. Si por mi morbo fuera, no hubieran quedado inéditas para mí, eso debo de reconocerlo; pero hoy me siento un poquito más a gusto conmigo mismo. Cuando he leído el titular de la primera de El País (le echo un vistazo por la noche), he pasado la hoja sin bajar la vista. Y esta autocomplacencia ha sido la que me ha llevado a manchar la cuartilla. Bien es verdad que he oído de todo, pero nada que pueda afirmar categóricamente: Protestas de algún familiar, noticias sobre una filtración por parte de un piloto (?), declataciones políticas partidistas que exigían la dimisión de una ministra (¿será el piloto su marido?). En fin, que no lo entiendo, ni lo entenderé. Y todo porque los medios de comunicación, valedores universales del derecho a la información (y desinformación) no han sabido actuar, a mi entender, con la suficiente ética como para comerse esas imágenes y todo lo que sin informar hiere a quien tenga un mínimo de sensibilidad y vergüenza. No sé, ni me importa, quienes son los responsables de que ese material se hiciera público (¿los redactores jefe, las directoras de informativos, …?, no sé). Ahora, y en caliente, se me viene un deseo que en frío ahogaría en un plis plas, y que escribo igualándome a los que critico: “¡Anda y que se mueran, lo graben y nos lo pongan!”, lo mismo sus familiares aplaudirían. El responsable de la filtración o de la venta de carnaza no se me ha olvidado, es que no me merece la pena hablar más de él, y le incluyo en mi mal deseo. Y para quitarme el mal sabor de boca, voy a tratar de escribir una poesía que me viene rondando la cabeza estos días, porque mañana será otro, y a lo mejor se me olvida.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Caminando voy

(De la contestación a un amigo)

Todos nos quemamos en los mismos fuegos, los sueños, nuestras limitaciones, las de otros… Todos nos dejamos las pestañas entreviendo el futuro, que, con el paso del tiempo, será pasado. Lo único que vivimos es el presente, y éste es eterno. ¡Caminad, malditos, caminad! Escucho a mi espalda. Y, aunque me percibo estático, sigo caminando. No me empuja la orden oída, ni los que a mi lado caminan, pero cuando me vuelvo e intento mover los pies noto que ando hacia atrás, mi marcha no ha cambiado de dirección. Haga lo que haga, acabaré asomado al abismo por el que todos hemos de precipitarnos. Nadie ha rebotado en esas aguas que abajo nos esperan. Acaso, quien se ha quemado en el fuego de esa quimera, todavía arde a pesar del chapuzón. Acaso, quien nos ayuda a caminar descubra luz en esos mar es oscuros que son nuestras almas. Son "quizás" que no preocupan más que al que camina de espaldas.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Una duda de Erre C.A.

—A ved zi lo entendo. Loz amedicanoz del Buzh éze ecspodtan el libe comedsio a tope, ¿no?
—Que yo sepa sí.
—Y ahoda, el eztado uzano...
—¿Usano?
—Zí, de UZA —me aclaró.
—Ah.
—Ezo, que el eztado que aladdea de sed el menoz entometido en el medcado ze pone a zuvensioná a una entidá pivada.
—Pero muy gorda.
—Pedo pivada.
—Sí, pero muy gorda —le insistí.
—Poz tú tambén edez muy goddo y nadie te zuvensiona.
—Serás descarado. Anda que tú no pareces un tonelete. Y si lo que pretendías era llamarme gordo, no necesitabas el discurso.
—No, zi a mí lo tuyo no me llama la atensión, lo oto zí.
—Cuándo la necesidad aprieta los principios se van al final.
—Todoz loz humanoz zoiz unoz bocasaz.
—Y todas las ranas unas maleducadas.
—No, t’equivocaz, a laz que lez dan un bezo y ze convierten en pínsipe, no. Ezaz zon d’educasión noble y adistócata. ¿Quiedez compobadlo?
—Tú pretendes que te bese.
—Zí, hombe. Hazta ahí podíamoz llegá.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Dios

—¿Los ranos creéis en Dios?
—No. Zólo en la Vidhen.
—No te entiendo.
—Ni yo a ti.
—Joder, pues la pregunta es bien sencilla —me quejé.
—Zí. Pedo la que no ez zensilla ez la dezpuezta.
—No lo veo yo así. Con un sí o con un no, se despacha y punto.
—Ezo lo queez tú que edez un zimple.
—Vale. Siento haber molestado al señorito. Otra vez te haré preguntas que tengan respuestas más sencillas.
—Oye, colega, zi lo que petendez ez acladadte tú, date un baño de agua ocsihenada y dehá a loz demáz tanquiloz —me echó en cara Erre C.A.
—Serás descarado.—Haz empesado tú. Yo eztaba aquí tan tanquilo, contando gadbansoz y meditando zobe el odihen de la vida, y llegaz tú y te ponez a faztidiadme. Yo no quedo dizcutí.
—Pues de eso quería yo hablar, precisamente, del origen de la vida.
—D’ezo nada, monada.
—¿Cómo que de eso nada? Sabré yo de lo que quería hablar...
—Tú quedíaz hablá de lo contadio, de la muedte.
—No. En todo caso, de si hay vida después de la muerte. Que no es lo mismo.
—¿Y pada ezo mentaz a Dioz? — me quedé sorprendido y sin palabras, pero él no— Yo no nesecito a Dioz. Cuando lo nesecite, ya vedé.

martes, 16 de septiembre de 2008

El jamón

—¿Qué te ha pazado en la mano, Mendugo?
—Qué me he cortado en la palma.
—Poz vaya miedda de apózito que t'haz plantao. Pedo, ¿con qué t'haz codtado?
—Con un jamón.
—¿Loz hamonez tenen filo?
—Con un hueso, cuando lo serraba.
—¡Cómo ze nota donde hay dinedete, eh! Pedo qué láztima, aunque ez mehod codtadze con un pata nega que con una lata de fuagaz.
—Fue un regalo que le hicieron a mi hijo, iba a hacer caldo y no encontré punta de jamón y como estaba colgado en el tendedero... Ah, y yo no compro jamón por piezas, ni de pata negra, ni de pata blanca.
—¿Acazo no te guzta?
—Como al primero, pero según en qué ocasiones, entre un plato de jamón y uno de lentejas, me decanto por el segundo.
—Ademáz de patozo, tú edez tonto. Yo, zi pillo un hamón, me lo apieto en una zentá.—¿Y por qué crees que no lo compro? Pues porque me haría un corte todos los días.
—O zea, que no loz compaz podque tenen peligo.
—No. El que tiene peligro eres tú.
—Ya hemoz llegado al punto.
—¿A qué punto?
—En el que yo teno la culpa de todo.
—Era una metáfora y una exageración, no te lo tomes así.
—Ya, como ziempe... ¿Zabez?, me abudez. Azí que vete a feí monaz.
—Estoy seguro de que te las comerías.
—Amén.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Cocido y flores

—¿Sabes que el cocido que hemos comido era para ocho comensales?
—¿Y pod qué haz hesho pada tantoz, zi hedamoz cuato?
—Iba a congelar lo que sobrara, pero tú vales por cinco.
—Gasiaz, Mendugo.
—Por nada, porque no me he explicado. Quería decir que tú comes por cinco. No te echaba flores.
—Poz yo tampoco te laz voy a eshá. Tu cosido no me convense.
—Ya lo veo, aunque se deja comer, ¿no?
—Y aunque no ze dehada iba a acabá en el mizmo zitio.
—Lo que no te he visto comer es repollo.
—Ez que a mí lo vedde...
—¿Te has mirado en el espejo?
—Zí, mushaz vesez.
—¿Y qué color predomina en esa visión, aparte del amarillo.?
—Ya, ya zé pod donde vaz.
—Al buen entendedor…
—Ezo zí que ez una flo, eh.
—No. Eso es una ironía con sabor a sarcasmo.
—Pedo no deha de sed veddá. Y ademáz, yo no zoy una vedduda.
—A mí con el verde me pasa lo contrario, me gusta en las viandas pero no en los objetos.
—¡Menoz mal!
—¿Pod qué?
—Podque yo no zoy un obheto.
—Por lo que comes no, pero cualquiera que te vea ahí parado todo el santo día, no opinaría lo mismo. Si tuvieras forma de búho todavía lo entendería…
—Y zi tú tuviedaz figuda de dano no tenedíaz badba, no te faztidiaz.
—Envidioso, que estás todo el día mirándote al espejo a ver si te ha salido algún pelo debajo de la nariz.
—Ademáz de endiozo, cotilla.
—Y tú imberbe.
—Mononeudótico.
—¿Y eso qué es?
—El que zólo tene una neurona, de mono uno, y neudótico de neudona.
—¡Ah, bueno!
—Oye, que ez un inzulto, no una flo.
—Ya, pero peor sería padecer neurosis anfibia.
—¿Y ezo qué ez?
—Sufrir una inestabilidad emocional dentro y fuera del agua indistintamente.
—¿Ezo va con zegundaz?
—Tú sabrás, ¿no eres buen entendedor?

domingo, 14 de septiembre de 2008

Corporativismo

—¿Si tú fueras juez y tuvieras que juzgar a otro juez, te irías a la condena más alta?
—Zi fueda dana el husgado, no.
—Esa no es la premisa.
—Poz zi fueda hombe, tampoco.
—Pero bueno, ¿es tan difícil contestar a lo que te pregunto?
—No, pedo hasé una pegunta cuya contestasión zabe todo el mundo ez una tontedía, al menoz yo zoy queativo en la dezpuezta.
—Pero, aunque todos lo sepamos, no dejará de estar errado que siempre se vayan de rositas los magistrados, además de poco ajustado a justicia. Los jueces se convierten en abogados defensores de los colegas que procesan.
—Me padese que eze ez un agudeho de la democasia.
—¿Y qué tienes tú contra la democracia?
—Que tene máz falloz que el güindoz. Manda un codeo a loz políticoz o invéntate ota fodma de gobiedno.
—Eso ya lo han intentado muchos dictadores.
—Mendugo, todoz lo zomoz en alguna medida. Tú zin id máz lehoz.
—Ya decía yo que hoy me estaba salvando… Y para que veas que no soy un dictador hoy elegimos al cocinero a votos.
—¿Y zi hay empate?
—Decide el voto de calidad del presidente.
—Ezo zí que ez una flo.
—Vale, no hase falta que me digaz quien ez el pesi. Y pada que veaz tú lo lizto que zoy, yo voy a apuntá en un papel quien va a hasé hoy la comida. Y lo asepto, siempe que zea el cosinedo quien eliha el menú y la cantidá a esha en el pushedo.
—Mejor no lo echamos a votos. Lo dejamos como está. No quiero que parezca una imposición o que te hago trampas.
—Vez, lo mehó ez no meneallo.
—Sí, los aspectos económicos pesan mucho a la hora de decidir.
—Zí, pada algunoz incluzo zon un quedo.
—¿Un quedo?
—Zí, un quedo, de queer, de doma de fe.
—¿De doma de fe? ¿Quién doma la fe?
—Loz de ziempe. Pedo vete a deí de tu pade, Mendugo.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Mis personajes

A veces, cuando todos los colores convergen en el negro, le observo. Es el mudo testigo de mi día a día. Es ese muñeco que llegó un día a casa de la mano de mi hijo, ya más que adolescente. ¿Cómo puede una cara de trapo sugerirme gestos o vida en unos ojos inanimados? Muy sencillo, porque aun siendo de tela refleja mis emociones, porque forma parte del mundo de los sueños, donde, en contra de aquello que se cree, la realidad es libre. Y por ello sé que soy niño, por eso y porque cuando estoy triste me abrazo a Erre C.A. (y también porque cuando estoy alegre me olvido de él). Y lejos de sentir vergüenza por ese abrazo, lo publico. Poco a poco me voy aceptando. Ya son cincuenta y tres (casi) los años que llevo conviviendo con mi mejor amigo y mi peor enemigo. No todo lo que he buscado lo he encontrado. Es más, a veces he hallado lo que no buscaba. Es el caso de Mendrugo, un personaje digno en manos de un cuentista aficionado (que seguirá intentando escribir por el puro placer de escribir). Un mendrugo que si un editor no lo remedia morirá como su propio creador y como la inocencia en las guerras: desconocido. Al fin y al cabo, Erre C.A., el muñeco, se asoma a diario a Minismisterios. Mendrugo también lo hace, pero suplantando a ese niño que cada vez se hace más con las riendas de mi vida. Hoy brindo tanto por uno como por otro, porque no me dejen solo, porque alimenten la vida de La Guti, otro personaje que lucha contra las pocas artes de mi saber escribir. Los tres, y algunos más, son algo más que meras invenciones, son vehículos de mi imaginación, herramientas que la concreción de una necesidad pare para ser atrapados por las palabras a las que deberían servir. Y, mientras tanto, el cuaderno que yo mismo me he fabricado, el mismo que Erre C.A. violenta, el mismo que Mendrugo escribe, y el mismo que La Guti desconoce, se deshoja como un olmo en otoño. ¿Haré algún día algo bien? Es decir, ¿escribiré algo que me satisfaga? Seguramente no, pero, aunque tan solo sea por cabezonería, por amor propio, seguiré en el intento.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Palabras con vocación impropia (44ª)

Cuadragésimo cuarta entrega, de la raíz de-

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delado. (Del lat. delātus, acusado). m. ant. Bandido, forajido.
DElado. m.. Acto de despistar a quien te persigue.
ej.: El Dionio dio delado a la poli durante un tiempo.
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deleznable. (De deleznarse). adj. Despreciable, de poco valor. […].
deleznable. adj. Con la propiedad de ser trabajado con la lezna.
ej.: Mi zapatero usa un cuero deleznable.
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demoscopia. (Del al. Demoskopie). f. Estudio de las opiniones, aficiones y comportamiento humanos mediante sondeos de opinión.
DEMOScopia. f. Acto por el cual el que habla, y nunca en solitario, presenta copia de algún trabajo, estudio o similar.
ej.: Demoscopia al periódico de nuestras opiniones.
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demostrador. (Del lat. demonstrātor, -ōris). adj. Que demuestra. U.t.c.s.
DEmostrador. f. Cualquier objeto o persona propios de mostrador.
ej.: El collar que regalaste a tu madre era demostrador.
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deporte. (De deportar). m. Actividad física, ejercida como juego o competición, cuya práctica supone entrenamiento y sujeción a normas. […].
DEporte. adj. Referido por lo general a las que ensalzan el porte de quien las viste.
ej.: Las prendas Adidas son deporte.
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deposición. (Del lat. depositĭo, -ōnis). m. Exposición o declaración que se hace de algo. […].
DÉposición. m. Aquello que la sociedad entiende como necesario para triunfar y afianza en una posición económica o social.
ej.: Ójala me déposición ir a los baños reales.
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derrubiar. (Del lat. *derupāre, de rupes, roca). tr. Dicho de un río, de un arroyo o de cualquier humedad: Robar lentamente la tierra de las riberas o tapias. U.t.c.prnl.
derrubiar. tr. Teñir de rubio.
ej.: Como el río arrastra tierras con azufre derrubió a todo el que se bañó.
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desaliento. m. Decaimiento del ánimo, desfallecimiento de las fuerzas.
DESaliento. m. Acto desinteresado para subir el ánimo a otra persona.
ej.: Más vale que desaliento a tu hija para que acabe el curso.
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desayunar. (De des- y ayunar). intr. Tomar el desayuno. U.t.c.tr. y c.prnl. […].
DESayunar. m. y f. Abandonar una huelga de hambre.
ej.: El hi.. pu.. del terrorista ése desayunó cuando ya no era noticia.
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determinación. (Del lat. determinatĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de determinar. […].
DEterminación. adj. Todo aquello relativo al fin o al término de algo.
ej.: Ese punto es determinación o final, que no es lo mismo que un punto determinante.
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jueves, 11 de septiembre de 2008

Razones y olvidos

—Creo que ya sé porqué siempre que hablamos me noto irascible.
—Ezo ez que pienzaz, Mendugo.
—Bueno, la verdad, no es por un único motivo….
—¿Ah, no?
—No. La primera causa es tu tu propia actitud.
—Acabádamoz. ¿Y cuála?, zi ze puede zabé.
—Yo la calificaría de impertinente, interesada, mordaz, sarcástica, chulesca...
—Yo tambén te quero, Mendugo.
—Esa no es la más notoria.
—¿Lo ves?, ni siquiera admites una crítica bienintencionada.
—¡Hoé con laz buenaz intensionez! ¿Y la zegunda ez del mizmo eztilo?
—No, la segunda tiene más que ver conmigo. Es más positiva.
—Clado, pod ezo zedá pozitiva. Todo aquello que te incumbe daya con la pedfessión y la bohonomía.
—Te equivocas.
—Como ziempe.
—Tengo la impresión de que tu personaje me exige demasiado.
—Pedo zi yo me confodmo con todo. Incluzo cuando la comida no te zale nada bien, la enzalso, la alabo y me shupo loz dedoz. Me confodmo con cuato platoz de na y de cualquied coza.
—Sin incluir el postre.
—Pod zupuezto.
—Pero no me refiero a eso. La comida es algo que mi bolsillo y yo sobrellevamos como podemos. Claro, hasta que se me inflen las narices.
—Poz no dezpidez poz si laz mozcaz.
—Cállate un poquito y déjame acabar, falta el motivo más importante.
—Me callo.
—Ves, éste es otra causa, que siempre tienes contestación preparada.
—Pedo ezo ez una vidtú.
—Y un fastidio para el que intenta decirte algo. Y te recuerdo que has dicho que te ibas a callar.
—Me deafidmo. Zoy todo oídoz aunque no tena odehaz. Venga, ¿cuál ez eza dasón tan impodtante?
—…Se me ha olvidado… ¡Es imposible mantener una conversación contigo! ¡Me pones de los nervios!
Vi que Erre C.A. levantaba una mano y yo hice un gesto de invitación con la cabeza. —¿Puedo desí una coza?
Le contesté sin hablar.
—Tenez la cabesa eshá a peddé, eh. Hoy me como yo laz pazaz de pozte y tú loz daboz. Pedo no te peocupez, cuando seaz muy ansianito y no te aguanten ni tuz piednaz ni tú, yo te voy a cuidá y a da convedzasión.
—Antes me suicido.
—Tú mizmo.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Pensar

—Disen loz eszpedtoz que un hiho cuezta ziete mil eudoz al año.
—Ya, ya lo he leído en el periódico. Y buenos días tenga el señor.
—O zea, que zi yo no hubieda nasido, hubieda hededado de miz padez… —Erre C.A. quedó pensativo, no sé si haciendo cálculos o pensando en darme los buenos días. —Erre C.A., déjalo. Si tú no hubieras nacido, no sólo se hubiera ahorrado Giuseppe más de siete mil euros anuales, es que tú no hubieras podido heredar, sencillamente porque no existirías.
—¡Andá, ez veddá!
—Claro que es verdad.
—Bueno, puez pongamoz a mi hedmano.
—No sigas por ahí que eres hijo único.
—Poz vaya tontedíaz que taen loz pediódicoz.
—Esa no es la más notoria.
—Y luego me disez que pienze… —terminó por echarme en cara.
No me rendí y le contesté:
—¿Y no lo haces?
—Ya no. Azí me bloqueo, y ensima tú no m’ayudaz.
—Vale. Entonces ni eres huérfano y podías haber heredado unos miles de euros. ¿Y qué?
—Qu’entonsez no tendía podqué aguantadte.
—Piensa lo que dices.
—Ezo no eda el tato.
—¿A qué trato te refieres?
—Tú t’empeñaz en que diga lo que pienzo, y ahoda, cuando te conviene, me disez que pienze lo que digo.
—Todo el día matando tontos y siempre queda alguno —me quejé.
—¡Qué violensia! Ez máz, yo didía impopia de un penzadó.
—¡Herodes! —grité.
—Y ensima no t’entedaz. ¿No zabez que eztamoz soloz loz doz?
—Y como sigas así vamos a ser menos.
—¿Adónde te vaz?
—A levantarme otra vez y a darme otra ducha, pero de agua fría.
—Puez yo no, que ni me guzta el fío ni dezpilfadad el agua.

lunes, 8 de septiembre de 2008

A oscuras

—¡Hoé! ¡Ota ves! Ya ez la tedseda.
—Espera, que voy a por la linterna… A mí también me ha pillado —grité a Erre C.A. desde la cocina—. No había salvado las últimas modificaciones. ¿Y a ti?
—¿A mí qué?
—¿Qué si el apagón te ha estropeado algo? —le pregunté ya junto a él.
—No. ¿Pod qué?
—Como te quejabas de esa forma, pensé…
—¿Qué?
—No sé… cualquier cosa.
—Tú pod penzá, edez capas d’ezo —me echó en cara el rano.
—¿De qué?
—D’ezo, de cualquied coza.
Me mosqueé.
—Mira, Erre C.A., ya estoy de mal humor por los tres apagones. No me vaciles encima.
—¡Oye!
—¿Qué?
—La cosina no ez eléstica, ¿no?
—Sí —le mentí, sin pensar que era tan despistado.
—¿Y qué vamoz a hasé zi ze esha ensima la hoda de sená?
—No sé tú, pero yo, pensar.
Erre C.A. no se dio por aludido esta vez.
—Habá que pedí un shino.
—Mejor un electricista, ¿no?
—¿Qué paza, que a ti te guzta idte a dodmí con la tipa vasía?
—No, porque soy capaz de hacerme yo solito un bocata.
—Pod ya que te ponez, hasme un pad a mi.
—No me he puesto, ni sé cuando me voy a poner.
—O zea, que hoztiaz y pan fito, ¿no?
—Sí, pero sólo en el caso de que no muevas el culo.
—Espeda, voy a pobá.
Se oyó un ruido de cacharrina.
—¿Qué haces? ¿Qué has tirado?
—Yo muevo el culo y no veo lo que ze ha caído.
—Estate quieto, hombre.
—Vale, pedo ya eztamoz como ziempe. Zi muevo el culo podque lo muevo, si no lo muevo, que zoy un gandul. Yo no m’entedo, Mendugo.
—Tú te enteras más de lo que demuestras.
—¿Y ezo?
—Porque eres un enterado.
—Y tú un agadao.
—Vale, ahora voy a tener yo la culpa de que se haya ido la luz y me ahorre la cena.
—Tambén, pedo ya podíaz habé ensendido la lintedna, ¿no?