A quien corresponda
Cuando empecemos a mirarnos a los ojos, no al ombligo, y dejemos que los demás también descubran sus niñas, empezaremos a ver aquello que los otros nos critican. La humildad no es una virtud, es una necesidad que la convivencia precisa, y cuanto más íntima es esa relación, mayor es esa necesidad. Ya somos lo suficientemente válidos como para que añadamos, sobre lo que los demás nos aportan, una capa de lucimiento que nos sobra porque amordaza nuestra esencia. A nadie le gusta estar desnudo ante unos ojos que descubren defectos y faltas, en vez de acariciar; y más si se une a ellos una boca que nos lo comunica. Ahí radica la posible solución, aceptar lo que el otro nos ha llevado a ser, y somos.
1 comentario:
¡que tranquilidad!
a quien corresponda....
bufff, por un momento creí...
nada, nada
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