lunes, 30 de enero de 2012

El operario


—¿Qué haces con mis herramientas?
El opedadio
—Voy a deconztuid el mundo y zu mal ziztema.
—¿Tú solo?
—No. Voy a llamá a Madio Bozz. Que él se dedique a la fontanedía y alcantadillado, y yo al dezto.
—Pues tenéis tajo.
—¿Tú haz vizto cómo ze pone Madio laz pilaz cuando ze come ezaz flodez?
—Sí, alguna vez lo he visto. Igual que Asterix cuando se bebe la poción.
—Oye, no ez mala idea llamadle también. Y que ze taiga a zu amigo el goddo.
—¿Y por donde vais a empezar?
—Pod loz simientoz.
—Los que “sí mienten” no tienen arreglo —Erre C. A. se me quedó mirando con cara de ofendido—. Vale, perdona, era una broma inofensiva. Pero es que me extraña que te embarques en una empresa tan ambiciosa como difícil.
—¿No empesó el Quiztianizmo con una pedzona...? Y mida la empeza que tienen ahoda. Que tienen demedio pada todo.
—Ya, pero no me compares.
—¿Qué tiene Hezúz que no tenga Ede Se A? A ved.
—Pues de entrada que tú no eres dios, ni eres hijo de dios.
—Tú dame un buen plan de medcadotesnia y un pad de añoz y vedáz.
—Yo te doy lo que tú quieras menos mis herramientas.
—¡Ah! Acabadamoz... Zon tuz hedamienbtaz... El zeñó no puede dehadzelaz a un dano pada una buena cauza —el sarcasmo le llenaba la boca tanto como sus collares—. Bien, bien... Puez zedé un tabahadó manual. Máz tiempo taddadé.
—Yo creo que sería mejor que usaras la cabeza.
—Aunque no lo queaz no la tengo tan duda.
—Me refiero a las ideas.
—Idez, ideaz... Zolusionez pásticaz ez lo que nesecitamoz. Laz ideolohíaz zon laz dogaz del pueblo.
—Eso me suena.
—Poz me lo acabo d’inventá
—¿Tú sabes quién fue Carlos Marx?
—No.
—No importa, tampoco la idea original fue suya, aunque la cita sí.
—¿Cuála?
—Que la religión es el opio de los pueblos.
—¡Hala! Mida que llamá nadcotaficantez a loz del Vaticano. ¡Qué beztia!
—Como tú. Pero Marx sí usó la cabeza. Estuviera o no equivocado, revolucionó el mundo.
—Puez vaz a tené dasón. No voy a uzá tuz hedamientaz, no. Me voy al zalón a pensá. Quisá tenga alguna idea de laz guapaz.
—Antes recoge todo esto y lo pones en su sitio.
—De veddá —se quejó el rano—. De veddá que da penita. Uno ez llamado pod la Hiztodia pada adeglá ezte dezaguizado y tú le obligaz a oddená tuz hedumbozaz hedamientaz.
—Yo no las he sacado.
—No, laz ha zacado una nesezidá que tú no apesiaz. Cuando me hagan pofesó honodiz cauza voy a ladgá todo lo que me obligaz a hasé. Hoy, zi lo cuento, no me queedían. Y zigue adeglando el mundo shadlando, que azí noz va.







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domingo, 29 de enero de 2012

La estrella

—¿Qué miras ahí fuera en la terraza? Es muy tarde y hace fresco.
—El  Univedzo. Ez muy gande.
Me acerqué al rano y miré al cielo. La noche era calma y el cielo estaba raso. Lo avanzado de la hora había amortiguado los ruidos.
—Sí, sí que lo es —le contesté sin necesidad.
—Y penzad que zomoz loz únicoz...
—No lo creo.
—¿Y dónde va a habed una padeha como nozotoz?
—Creía que te referías a seres vivos.
—Tú no zé, pedo yo no eztoy muedto.
Me le quedé mirando y me sonreí.
—Y para dos que somos no nos entendemos.
—No m’entendedáz tú, podque yo zí m’entiendo —pensé que de nuevo aparecía el ombligo del mundo, y tras mirarnos otro momento en silencio, el centro del universo siguió—. ¿Vez eza eztella d’allí?
El de la estrella
—¿Cuál? Hay muchas.
—Eza qu’eztá al laíto de la Luna, a zu dedesha, y que billa musho.
—Sí, ésa —señalé por señalar.
—Ez la eztella de la Yayi.
—De la que todavía no te has disculpado por el asunto del armario. Pero bueno. ¿Y tú por qué sabes que esa es su estrella?
—Podque un día me lo diho y me la enzeñó.
—Pues me parece poco para ella. La Yayi se merece una galaxia entera.
—¿Y loz demáz qué, noz quedamoz a doz velaz? Yo también quiedo una eztella.
—Pues mira si tienes para elegir.
—Pedo ez que la zuya padese sondeíd.
—No pretenderás quitársela a ella, ¿no?
—Una eztella no ze puede dobad, igual que un zueño.
—Tienes razón, te pueden quitar un sueño, pero nunca robártelo —ahora fue Erre C. A. el que clavó sus ojos en los míos—. No me mires así, no he dicho nada raro.
—Ez que quitad y dobad ez lo mizmo.
—Yo creo que no —y me expliqué—. Yo te puedo quitar o robar los collares, pero la tontería que tienes sólo te la puedo quitar, por ejemplo.
—Puez Ede Se A no puede hased ni ezo con la tuya. A ti la tontedía no te la quita nadie, eztate tanquilo.
—No seas tan susceptible, sólo quería explicarme con un ejemplo. Y para que veas, te voy a regalar mi estrella. Porque una estrella sí se puede regalar.
Le cambió la cara.
—¡Hala, que shuli! ¿Tienez una?
—Sí, pero no es solamente mía.
—Bueno, no m’impodta. ¿Pedo no zedá el lusedo del Alba? No quiedo poblemaz con la noblesa.
—No, esta estrella es muy chiquita, cabe en la palma de la mano —sentí un escalofrío—. Vamos dentro que hace frío y te la doy.
—Vale.
—Espera, que voy a mi habitación y te la traigo.
Tarde poco en volver con una cajita en la mano y antes de dársela le advertí a Erre C. A. que no la abriera porque si no la luz se perdería.
—Hazme caso, si no, adiós a la estrella.
—Vale.
—Pues toma, para ti.
—Gasiaz, Mendugo... Pedo no peza nada se extrañó el rano al sopesar el paquetito.
—La luz no pesa, ilumina.
—Clado, que tonto zoy.
—No, no eres tonto. Eres lo que yo nunca he querido dejar de ser —y con el comentario, a punto estuve de descubrir mi piadoso engaño, pero, precisamente, la inocencia de Erre C.A. me salvó, así como su concepción egocéntrica del universo, porque me contestó:
—Tú no hubiedaz zido un buen dano, Mendugo.






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sábado, 28 de enero de 2012

Queja ajena


Muy recientemente, a una amiga los tribunales le han dado un mazazo. Y donde más duele, que no es el bolsillo. Y en estos “asuntos judiciales menores”, no en los de Camps o Garzón, es donde se evidencia la miseria de la mal llamada Justicia. Y se evidencia porque en los tejemanejes de los poderosos uno no entiende nada, la información nos llega tan sesgada que no sabes a qué caballo apostar, aunque algunas veces sólo corran burros. Pero en éste que me ocupa y preocupa, el que escribe está bien informado; al parecer más de lo que la responsabilidad dicta para que un técnico jurista sentencie. Sí, la justicia humana es imperfecta, igual que la divina, porque si no, no se explica. Mi amiga debe hacer de tripas corazón y asimilar lo que otros han decidido en contra de lo que más quiere. No hay vuelta de hoja, salvo que se quiera salir de la legalidad marcada y cometer un delito que casi todos aprobaríamos. Pero el precio es muy alto, y no sólo para ella. En todas las guerras el que más pierde es el más débil, el indefenso, que es, curiosamente, al que se pretende proteger.
No sirve esta queja para nada, y por ello espero que con el paso del tiempo (acaso el mejor juez) los afectados pongan a cada uno en su sitio. Si tenemos paciencia lo veremos. Y lo harán sin intervención de quien con buena voluntad no entiende la vida de los que quiere proteger.
Ánimo a todo el que se sienta como yo: importente.

viernes, 27 de enero de 2012

Del santoral (5ª)

Quinta entrega del santoral.
Insisto, todos los nombres y apellidos citados existen, por más que os extrañe.


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Ábaco (heb., y significa “que vive en un lugar ardiente”), m. mártir, 19 enero: Propio para aritméticos y contadores.
Ej.: Ábaco Redondo.
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Abadías (heb., y significa "adorador de Yhavé"), m. profeta, 19 noviembre: Propio para monjes arquitectos.
Ej.: Abadías Monasterio Misas.
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Abbón,(¿?),  m. abad, 13 noviembre: Propio para niños que sufren de bultos en forma de haba que causan picor.
Ej.: Abbón Biempica.
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Aber (gr., y significa “que siente frío”), m., mártir, 1 agosto: No apropiado para invidentes.
Ej.: Aber de la Luz Once.
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Abibo (heb., y significa “la alegría del Padre”), m., diácono, 15 noviembre: Propio para personas que trabajan en la fragua cuidando el fuego.
Ej.: Abibo Cienfuegos Fuertes.
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Abibón (variante de Abibo y con el mismo significado), m., diácono: 3 agosto: Propio para personas muy grandes que trabajan en la fragua cuidando el fuego.
Ej.: Abibón Forja Roja.
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Abrúnculo (lat., significa “poco valiente”), m., mártir, 22 abril: Se podría pensar otra cosa, pero es propio para cirujanos que operan hemorroides.
Ej.: Abrúnculo Gordo.
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Abundancia (lat., y significa "rica en encantos"), f., virgen, 19 enero: Propio para poseedoras de tarjetas de crédito sin límite.
Ej.: Abundancia Viso de la Plata.
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Abundancio (lat., y significa "rico en virtudes"), m., mártir, 1 marzo: Propio para hijos de gente adinerada.
Ej.: Abundancio Rico di Marco.
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Abundio, dia (del lat. y significa “rico o rica en virtudes), m., mártir, 27 febrero: Propio del tonto o de la tonta del pueblo.
Ej.: Abundio de Jerez y Cuenca.
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Fuente: www.sagradafamilia.devigo.net
 www.aniversalia.com
 www.enfemenino.com
www.miparentela.com
www.significado-nombres.com

jueves, 26 de enero de 2012

El juguete

—Te he dicho que no juegues con el robot-aspirador.
El aztonauta
—Ez que me lo pazo muy bien
—Pero se va a acabar estropeando, verás.
—Poz me podíaz compad uno pada mí. Yo me diviedto y de pazo te azpido el polvo del zuelo.
—Me parece un poco caro el juguete.
—Hombe, qué quiedez, pada mí ez como un coshe de shoque y loz coshez no zon badatoz.
—Mejor te regalo una peonza, la bailas y te subes encima.
—Zí... Lo mizmo zon osho que oshenta... Ademáz, laz peonsaz no dan madsha atáz, ni evitan caedze pod laz ezcaledaz. El oto día hugué a que eda un aztonauta que ezplodaba la Luna.
—Pues mejor te dedicas a explorar tu interior. Es más barato, más silencioso y te va a venir muy bien.
—Tú todo lo que tiene que ved con pazadlo bien te padese mal.
—¿Quieres pensar un poco, Erre C. A.? Yo no debo gastarme unos cientos de euros en un juguete para un ganso como tú.
—Ede Se A no ez un ganzo, ez un dano. Y no te loz gaztaz podque no quiedez.
—Porque no quiero y porque no me sobra el dinero.
—Poz a tu shica zí que ze lo delagazte.
—¿No me digas que ahora estás celoso?
—No, pedo no veo yo eza igualdá que disez que uzaz.
—Vamos a ver. Le regalé un utensilio para hacernos el día a día más cómodo. Y fíjate que he dicho utensilio, de útil.
—O zea, que no ez útil pazadlo bien, ¿no?
—Yo no he dicho eso. Ayer decías que yo te escribía el guión, pero a mi me parece que quien pone palabras en boca de otros eres tú.
—Yo en tu boca pondía una moddasa y un zí fiho. Que a todo disez no, leshugaz.
—Pues yo no te la taparía, pero un poco más pequeña sí te la hacía.
—¿Y cómo m’iba a zacá loz colladez?
—Con cuidado y habilidad.
—¡Anda! Déjame montad un poquito, pod fa.
—Que no. Estoy seguro que bastante te montas cuando te quedas solo, astronauta de pacotilla.
—No me digaz que haz puezto cámadaz... Zedáz capas.
—No. Ni se me ocurriría. Pero cuando subiste a la luna yo no estaba, bocazas.
—Zi degaladan el kit d'ezpia no eztadía yo tan zegudo. ¡Qué afán de contoladlo todo, pod dioz!
—Vete al cuerno, guapo.
—Me voy, pedo montado en el robot-azpidadod, ¿vale?



miércoles, 25 de enero de 2012

La encuesta

—Loz monoz ezoz que hase tu shica zon tontoz.
—¿Por qué?
—Podque tienen menoz convedzasión que un klinez. Ni hablan, ni zienten, ni padesen... Aunque lez tidez del dabo.
El listo y el tonto
—No todos los muñecos tienen tu suerte.
—¿A cuála te defiedez, a la buena o a la mala?
—Al destino en general.
—Anda que lo que m’ha tocao a mí...
—No te quejes, que siempre hay alguien que va detrás y recoge lo que tiramos o se nos cae.
—Poz el que vaya detáz de ti lo lleva clado. Y ademáz, no hasen monedías.
—¿Los que van detrás?
—No, loz monoz.
—En eso coincido contigo; tú, al menos, haces ranadas. Ellos tan solo son monos.
—Poz tampoco me padesen bonitoz. Y la matedia pima deha musho que dezeá: unoz calsetinez.
—Pues seguro que están más limpios que tú.
—A zabé. ¿Tú loz haz olido?
—No.
—¿Entonsez?
—Mi chica es muy limpia, ¿o acaso lo dudas?
—No, pada nada. Pedo un calsetín ziempe zedá un calsetín.
—Por lo mismo un rano siempre será un rano.
—Poz hala, ponte a shadlad con una monada d’ezaz, y luego me cuentaz.
—Yo no estoy juzgando, ni valorando, ni eligiendo.
—No, que va...
—Yo te prefiero a ti, si te empeñas. Estás vivo.
—Podque tú quiedez.
—Qué más dan los motivos.
—Poz zí, podque zi mantienez a Ede Se A vivo pada dadle caña...
—¿Es eso lo que piensas?
—También cuenta lo que padese.
—Si quieres hacemos una encuesta.
—¿Y a quién vaz a peguntad, lizto?
—A los que entran en el blog.
Erre C. A. comenzó a reírse a las once de la mañana y acabó a las once de la noche. Cuando acabó, almorzó, comió, merendó y cenó al mismo tiempo. Y una vez lleno y satisfecho, me dijo:
—Mehó que conzultez con la almohada, zegudo que ezcushaz máz opinionez.


  
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martes, 24 de enero de 2012

El sitio


El del sitio
—Mendugo, no encuento mi zitio.
—Tu sitio está en esa estantería —le indiqué al rano.
—No me defiedo al zitio fízico. 
—¿Entonces?
—Al lugad que cualquieda ocupa en ezte mundo.
—Eso nos pasa a todos en algún momento de nuestra vida. Pero todo llega, no te preocupes.
—O zea, que me decomiendaz pasiensia, intedpeto.
—No era mi intención recomendar nada, pero no es mala idea.
—¿Y mientaz tanto qué? —me apretó Erre C. A. 
—No sé qué decirte, pero mientras tanto puedes seguir con lo que haces.
—No. Nesecito un cambio —me contestó.
—¿En qué sentido?
—En el vital.
—¿Qué has desayunado hoy, un bocadillo de metafísica? —expresé mi extrañeza por el rumbo que tomaban las proposiciones raniles.
—No. Cuato madalenaz, un cudazán, dose galletaz, una todta d’aniz, un tasón de sedealez y un vazo de leshe. Y de pozte doz yogudez de masedonia.
—Eres al único que conozco que toma postre en el desayuno. A ver si has nacido para comer —postulé con cierto retintín.
—Mida quien fue a hablá —se defendió Erre C. A..
—Ya no soy el que era.
—Pedo a pimeda vizta nadie lo didía.
—Volviendo al tema, ¿has pensado en emanciparte y vivir tu vida sin paraguas?
—No, no lo he penzado podque yo zoy animal de familia. Eztá en loz henez de cualquied muñeco.
—Y últimamente de muchos que no lo son.
—A zabé.
—Si te reconoces muñeco, actúa como tal —le comenté no sin pensar que quizá me estaba pasando.
—Pedo el guión que m’ezquibez no ez de un medo muñeco inanimado.
—Yo no te escribo ningún guión—protesté—. Eres libre de decir y hacer lo que quieras. Otra cosa es que te refugies en Minismisterios para no ser tú mismo —otra vez pensé que trapasaba una línea.
—Yo no m’ezcondo en ningún blo. Zi acazo en una cabesa hueca —se defendió el rano.
—¿Qué insinúas?
—Lo que to el mundo zabe.
—Me alabas con ese “todo el mundo”.
—Ez una fodma d’hablá coloquial —matizó el rano sin necesidad porque le había entendido perfectamente.
—Vamos, que me haces a mí responsable de todo.
—¿Te peza?
—Mucho más de lo que crees.
—Poz habedte pedido zed muñeco.
—Me he pedido tantas cosas... Y tantas cosas no me he pedido... —dije y suspiré.
—La Hiztodia no ez una biogafía.
—Pero las biografías constituyen la Historia.
—No zedá la mía.
—También la tuya.
—Zi lo que quiedez ez que me zienta impodtante no lo vaz a conseguí. Un dano ez un mindundi dento d’ezta dueda que hida y hida.
—Pues hay cuentos cuyo protagonista es una rana.
—Pedo ezo, como tú disez, zon cuentoz.
—¿Y qué es la vida sino un cuento?
—Ya eshaba yo de menoz tu lado infantil...
—Esa idea no tiene nada que ver con mi parte infantil. Hay cuentos de miedo, moralistas, tristes, alegres, etcétera. Pero todos tienen un final.
—No, pinsipio zí, pedo no todoz tienen final.
—¿No te estará refiriendo a la Historia interminable? Porque ese cuento más que interminable es deseado, y precisamente habla del final que, aunque no llegue en el libro, se anuncia en él. ¿No serás tú el que interprete las cosas infantilmente? 
—M’eztáz hasiendo desí cozaz que no quiedo.
—¡Ya estamos! —me quejé—. Di lo que quieras, no te cortes.
—Yo no me codto, me dezcozo y me datifico: no encuento mi zitio. Zi al menoz tuvieda un mesenaz que me hisieda famozo...
—Ya hemos hablado en más de una ocasión de la fama, pero, ¿tú pretendes que te hagan famoso? ¿No sería mejor alcanzar la fama por tus propios méritos o deméritos?
—No le pidaz pedaz al olmo, Mendugo. La única pozibilidá que tiene Ede Se A pada zed autofamozo ez que todoz eztuviedan tan taztodnadoz como tú. 


lunes, 23 de enero de 2012

La tele

—¿Y pod qué no puedo ved toda la televisión que m’apetese? No hago mal a nadie, Mengugo. La tele no ez mala.
—No, la tele no es mala. Lo que emiten, en muchos casos sí.
—¿Y pod qué no te guzta?
—Por muchos motivos.
—¿Cuáloz?
El del "Ya..."
—A ver, para empezar están los programas informativos: Se dedican a vocear las consignas de los grupos de presión, incluido el gobierno y la oposición.
—Ya...
—Segundo. Está la machacona publicidad. No la aguanto. Incluso he visto un spot que publicita que no sé quien defiende la publicidad veraz y el autocontrol. Nos comen tanto el tarro como los programas desinformativos. Me siento tratado como un tarado mental.
—Ya...
—Tercero. Los programas llamados de la prensa rosa. De esos mejor no hablo, podría herir a alguien y cada uno es libre de flagelarse con lo que quiera.
—Ya...
—Cuarto. Los programas de debate y los llamados magazines. Que me perdonen pero yo lo que veo es gente pagada tanto de sí misma como para montar gresca sin llegar a ninguna conclusión. Es la cultura del “tú más”.
Ya...
—Ya...
—Quinto. Los programas sobre el mundo del deporte. ¿A mí qué me importa si la novia de tal jugador se balancea sobre la tela de una araña? Ver el evento deportivo sí, pero tal como lo acompañan los comentarios que me llegan a veces me amargan la retransmisión. Como lo del partido del siglo. Desde luego, por lo que dura la previa y el pos está bien llamado. Ves, aunque es una cosa que me trago. Y digo trago porque los comentaristas, sobre todo los invitados (que no sé el motivo por el que les llaman así si cobran) dan más patadas al diccionario que los jugadores al balón.
—Ya...
—Sexto. Los concursos. Algunos, por no decir todos, dan la sensación de que el dinero llueve del cielo. No me gusta lo que transmiten. Ganarse 1.344.000 euros en media hora no es normal. El dinero fácil...
—Ya... Éshate pa un lao, que no veo.
—Séptimo. A partir de una hora sólo salen culos, tetas, teléfonos timadores y los cachivaches más inútiles que los jueces machistas y xenófobos. Y si no, póquer. Más dinero fácil y la cultura de tú también puedes llevarte un trozo de la tarta.
—Ya...
Ya....
—Octavo. El autobombo de las cadenas que sólo encubre verdades. Por ejemplo, ahora parece que los partidos con más tirón se juegan en las instalaciones de las cadenas y no en los campos de fútbol. Además, en el momento más oportuno, no es sólo que en las pantallas aparezca una zona con publicidad que te tapa las piernas de los jugadores, es que además el locutor te dice que si estás ciego vayas a tal o cual óptica. Sin olvidar que los diez últimos minutos el comentarista se los pasa recordándote la programación del canal; eso sí, toda llena de exclusivas y novedades viejas.
—Ya...
—Noveno. Los reallity show.
Ya....
—Poz a mí me guztan. Pedo, quita d’en medio que no veo.
—A mi también me gusta la mortadela barata. Pero yo no hablo de gustos, sino de calidades. Ya sabes lo que dicen que dijo Groucho Marx: “La televisión es muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me voy a leer un libro a otra habitación”.
—Vale, ya m’entedao podqué no te guzta la tele. Pero como m’eztáz abudiendo me voy un dato al zalón a vedla tanquilo y a ved zi tienez dasón. Pada quiticá algo hay conosé eze algo.
—¡Pero qué morro tienes! Si mientras te hablaba no dejabas de verla. Y ése es el punto diez: no deja conversar.
—Poz pa no dehá convedzá tú t’haz ezplayao, tío. Vaya sedmón m’haz zoltao.





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domingo, 22 de enero de 2012

Medidas (de Erre C. A.)

¡Erre C. A.! —grité.
—¿Qué quiedez?
—Que me eches una mano, por favor.
—No puedo ahoda, eztoy tomando medidaz.
El de las medidas
Me extrañó la contestación del rano y el silencio que llevaba un tiempo llenando la casa. Tanto que dejé lo que estaba haciendo y fui hacia donde me había sonado su voz. Le encontré en el salón, tumbado en el sofá entre almohadillas térmicas.
—¿Tomando medidas? —le pregunté irónicamente con los brazos en jarras.
—Zí, ¿qué paza? Eztoy ahodando todaz laz enedhíaz que puedo dezpesto a mi ziztema vital, azí comedé menoz y tú eztadáz máz contento. Que uno no zabe ya como asedtad, leshugaz.
—¿Y tú crees que así voy a contentarme?
—No, pedo quiedo acoztumbad a ezte cuedpo a laz penudiaz. Ez un azzioma de la zelva y de la evolusión: ahodá enedhía.
—Ni tú vives en la jungla ni yo me voy a alegrar por verte ahí tirado como una colilla.
—Ezo de que no vivimoz en la hungla lo didáz tú. Y colilla ze lo llamaz a tu... Mehó me callo, qu’eztoy en una pozisión de dezventaha.
—Venga, ayúdame, que tengo que meter los edredones en las fundas. Anda.
—Que ze metan elloz zoloz. Al fin y al cabo llevan miz henez. Ez desí, telaz y delleno.
El tubo acuático de la diza 
—Entonces tendré que tratarte como a ellos. Mira, la lavadora está en paro ahora mismo. Podría aprovechar y...
—¡Eh, quieto padao! A mí no me vaz a meté en eze tubo acuático de la diza.
—Si te voy a echar suavizante y todo.
—A mi no me guzta olé a polvoz de talco ni a mimozín.
—Pues yo lo preferiría a tu olor actual.
—Pedo no ze tata de tu cuedpo,  zino del de Ede S. A. Y en eze mando yo, colega.
—Según para qué.
—No. Zegún pada qué, no. Ziempe.
—Bueno... ¿Me ayudas o no? Luego puedes seguir tomando medidas si quieres.
—No zé, quisá te cuezte una lonsha máz de shodiso a la hoda de la medienda. Todoz loz ezfuedsoz ze pagan...
—Tienes una forma muy sutil de extorsionar al prójimo.
—Yo lo veo como un intedcambio intedezao. Yo te doy, tú me daz.
—Anda, venga. Mañana desayunas dos madalenas en vez de una, que chorizo no hay.
—Zegudo que eztán caducadaz. Tú no edez tan fásil de convensed ni tan henedozo. Doz madalenaz. Vaz a tidá la caza pod la ventana. ¿Qué paza, que z’acabao la quiziz?
—Venga —le apremié—. Deja de criticar y ayúdame.
—¿Zabez?
—¿Qué?

—Debedíaz deídte máz de ti mizmo. A mi me hasez musha gasia. 
















IImagen bajada de  www.elperromorao.com 

sábado, 21 de enero de 2012

Palabras con vocación impropia (66ª)


Sexagésima sexta entrega. Volvemos a la primera letra.


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Anteojera
anteojera. f. Caja en que se tienen o guardan anteojos. […].
anteojera. (De antes y ojo). f. Irritación o marca que precede a la ojera.
ej.: Cuidate que tienes anteojeras.
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antropología. (Del lat. tardío anthropologia). f. Estudio de la realidad humana. […].
antropología. (De antro y del gr. -λογία). f. Estudio de la realidad de los antros.
ej.: Yo creo que Sabina estudió antropología.
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antropometría. (De antropo- y -metría). f. Tratado de las proporciones y medidas del cuerpo humano.
antropometría. (De antro y -metría). f. Tratado sobre las medidas de los antros.
ej.: Según la antropometría el Congreso es muy grande.
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apiparse. (De pipa, tonel). prnl. coloq. Atracarse de comida o bebida.
apiparse. (De pipa). prnl. Ponerse ciego de pipas de girasol.
ej.: Te he estado esperando tanto que me he apipado.
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aplatanar. (De plátano). tr. Causar indolencia o restar actividad a alguien. […].   
aplatanar. (De plátano canario). tr. Dar a algo la forma de plátano.
ej.: Voy a ver si aplatano a un ministro, si es que no lo está ya.
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Aporcar
aporcar. (De lat. porca, caballón). tr. Cubrir con tierra ciertas plantas, como el apio, el cardo, la escarola y otras hortalizas, para que se pongan más tiernas y blancas. […].
aporcar. (De puerco). int. Tomar las costumbres de los puercos.
ej.: Si no te duchas te vas a aporcar, tío.
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aporrar. (De porro). intr. coloq. desus. Quedarse alguien sin poder responder ni hablar en ocasión en que debía hacerlo.
aporrar. (De porro). int. Ponerse ciego de porros.
ej.: Hay quien parece que se aporra cuando hace declaraciones públicas.
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arcense.  adj. Arcobricense [natural de Arcos de la Frontera]. Apl. a pers., u. t. c. s.
arcense. (De arcén). adj. Dícese de la persona nacida en un arcén. U. t. c. s.
ej.: Ahí, donde le ves, Pedro es arcense.
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anterrollo. m. And., Bad. y Burg. collera1 [collar de cuero o lona, relleno de borra o paja, que se pone al cuello a las caballerías o a los bueyes para que no les haga daño el horcate].
anterrollo. (De antes y rollo). m. 1. Palabras que anteceden a soltar un rollo. || 2. Palabras de presentación de un mitin político.
ej.: Los anterrollos fueron muy largos, más que el rollo del mitín.
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Apitonada
apitonado, da. (Del participio de apitonar). adj. coloq. desus. Colérico, puntilloso, bravucón.
apitonado, da. (De pitón, cuerno). adj. 1. Dotado de pitones. || 2. malson. Cornudo.
ej.: Mi vecino del quinto tiene fama de apitonado.
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