jueves, 31 de mayo de 2012

Súper-héroes y magos


—Últimamente ando falta de ideaz.
—No eres el único. Y eso es peligroso.
—¿Pod qué?
—Porque es el mejor escenario para que aparezca un mesias que quiera salvarnos a todos.
—A nozotoz no noz zalva ni Zúpedman ni la coopedativa de la Madvel.
—Lo que menos nos hace falta ahora mismo es un súper-héroe. Además, no le distinguiríamos...
—¡Zí, hombe! A ved zi un tío de vedde con la dopa dota y cada de mala hoztia no iba a deztacad en la cola del pado...
—Pues yo creo que no, pero no me referia a la apariencia, sino a los poderes. Y yo voy más por los magos.
—Poz ya zedía lo último, ved al Mago Medlin cobando el zubzidio.
—Pues sí, en esas circunstancias sí. Donde no llamaría la atención es incrustado en los cuadros financieros del país.
—Poz me didáz podqué.
—Porque la mayor parte de esos cuadros son maestros en hacer desaparecer hasta montañas, y en particular, montañas de dinero.
—¡Ah! Ya zé pod donde vaz.
—Yo queía que loz magoz hasían apadesed laz cozaz.
—Unos son especialistas en hacer aparecer las cosas , y otros en hacerlas desaparecer. De la misma forma que hay magos blancos y magos negros. Estos últimos son los peligrosos.
—Pod a Ede Se A no le guztadía conosed  a ningún banquedo nego.
—¿No serás racista?
—No, pada nada. Yo zoy vedde como Hulk, como voy a husgad a alguien pod zu colod...
—De todas formas el apelativo negro no se refiere al color de la piel, eso debería no tener importancia. Lo que esos tienen oscuro es el fondo del alma.
—Ezo ya ez máz difísil de ved.
—Y tanto.
—Oye,¿Tú queez que Gandalf adegladía ezto?
—¿El mago blanco del Señor de los anillos?
—Zí, éze.
—Si en el otro lado hubiera un Señor oscuro, quizá.
—¿Pedo no desíaz que tienen el alma ozcuda?
—Ya: tienen, en plural. Hay muchos señores oscuros. Gandalf no podría con tantos. Y si no, echa un vistazo a tu alrededor. Hay una legión de súper-héroes que curran todos los días y no pueden con ellos.
—Ya, pedo loz tabahadodez, a pezad de zed súper-hédoez, no hasen mahía como tú mizmo disez.
—Bueno, eso no es del todo cierto, porque para llegar a fin de mes hacen algo más que un malabar.
—A lo mehod el aho eztá ahí.
—¿En qué está el ajo?
—En no hased malo el bad, zino bueno.
—Malabar, una sola palabra. Y bar es una palabra masculina.
—¿También edez zezzizta?
—No me busques las cosquillas.
—¡Qué cozaz tienez! No doy ni pada buzcad ideaz, te voy a buzcad laz cozquillaz.









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miércoles, 30 de mayo de 2012

El himno (2)

—Anda que menuda la has armado con lo del himno.
—¿Pod qué?
—Pues porque me han llamado de Presidencia del Gobierno.
—Ezo te paza pod  aidead miz cozaz. Pedo, ¿qué quedían? Cuenta.
—Saber de dónde había sacado la información.
—Poz yo la oí en la dadio.
—¿Y tú te crees todo lo que oyes o lees en los medios de comunicación?
El informado
—A ved, qué demedio me queda.
—No, en eso tienes razón.
—Ademáz, con loz nombez que ze gaztan: El Paíz, La Dasón, El Mundo... Pa no queedze algo.
—Yo me llamo Juan Carlos y no soy rey.
—Y yo Ede Se A y la etiqueta donde metez miz cozaz la llamaz Giuzeppe.
—Es en honor a tu padre.
—Yo también m’acueddo del tuyo, no te queaz. Bueno, ¿pedo qué lez haz disho a ezoz del gobiedno?
—Desde luego, la verdad no. ¿Cómo les iba a decir que me lo había contado un rano?
—Vez lo que te desía ayed. No contamoz la veddá ni al méquido. ¿Qué te hubieda coztao no mentid?
—La cárcel, seguro. Por pitorrearme encima.
—Yo te hubieda apoyado. No zoy de loz que tidan la pieda y ezconden la mano.
—No. Tú te escondes entero.
—¿Y qué lez haz contao?
—Que lo había leído en un periódico.
—¿Y ze lo han queído?
—Sí. En eso son como tú.
—Lo vez, Ede Se A no ez el único.
—Pero que es mentira. Me lo dijiste tú. ¿O ya no te acuerdas?
—Algo me suena.
—¿Qué algo te suena? Pero si el post de ayer iba de eso. Léelo si quieres.
—Anda que en Intedné no hay dolloz.
—Yo te mato un día de estos.
—Poz ezpédate un poco qu’eztoy en el mehod momento de mi vida.
—Siempre se está en el mejor momento.
—Menoz loz qu’eztán en la opozición.
—No. Antes estaría de acuerdo, pero ahora los que ostentan el poder tienen un marrón que ni te cuento.
—Ezo lez paza pod meted el hosico donde no lez llaman, como a ti. Elloz tenían que habed zeguido con zu dollo. Colacad a zu hedmano de pezidente, al pimo de vocal, y ezo. Y no quedé adeglá lo que loz banquedoz y adlátedez han montao.
—¿O sea, que los bancos son los responsables de todo esto que los políticos no son capaces de solucionar?
—Bueno, la veddá ez que podía zed al devéz y no cambiadía nada.  ¿No queez?
—Yo, ya me creo todo.
—Y luego disez...
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martes, 29 de mayo de 2012

El himno


—¿Qué haces con los cascos puestos?
—Eztoy ezcushando el nuevo himno nasional. Lo han cambiao.
—No me lo creo. Sé que querían ponerle letra, pero no que lo quisieran cambiar.
—Poz zí, pada ahudtadlo a loz tiempoz.
—¿Y quién lo ha compuesto?
—No lo han encadgado, han cohido una cansión populad.
—¿Y cuál es?
—Zegudo que tú también l’haz cantao alguna ves, dudante alguna ezcudsión.
—Bueno, suéltalo ya, no me tengas en ascuas.
—Ez que no zé zi te lo vaz a queed.
—Que sí, que me lo creo. Venga, desembucha.
—Ze titula: Vamoz a contad mentidaz. Eza que empiesa: ♫Ahoda que vamoz dezpasio. Y que zigue con una liebe que code pod el mad y una zaddina pod la montaña.
—Será una broma.
—No. Y la dasón que han adusido ez mu contundente.
—A ver, ¿cuál es esa razón?
—Poz como ganamoz tantaz cozaz en loz depodtez y z’equivocan tanto con nuezto himno en el eztanhedo, y como ya noz han calao, con ézte de laz mentidaz zegudo que ya no z’equivocan.
—Veo que te parece bien que nos tengan por mentirosos.
—No me padese ni bien ni mal, cada uno que pienze lo que quieda. Lo que zí me padese ez que ze ahuzta a la dealidá.
—Vamos a ver, ¿aquí quién miente?
—Ez máz fásil contad a loz que no mienten, pedo que tampoco disen la veddá. Y no ez una opinión, zino la conztatasión de mi ezpediensia.
—No sabía yo que ese vicio se hubiera institucionalizado entre los españoles.
—No, Mendugo. Visio, lo que ze dise visio ez mentid sin nesecidá. El que miente pod intedéz, no tiene visio. Tiene ezo, nesecidá de ocultad algo. Y como dise el populasho, no contamoz la verddá ni al méquido.
—Es que tal y como van las cosas no vamos a poder hablar con el médico de cabecera, salvo que te gastes los cuartos.
—Yo queo que el copago ez pod ezo. Podque loz méquidoz eztán hazta el godo de que lez engañemoz.
—No sólo los médicos. Pero volviendo al himno, yo apoyaría la candidatura de la banda sonora de La gran estafa, película del dos mil seis.
—Ya, no eztadía mal, pedo no ez tan populad como la ota.
—A mí es que lo de vamos a contar mentiras me parece un poco infantil.
—Mida quien fue a hablá, el que zigue queyendo en loz Deyez magoz.






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lunes, 28 de mayo de 2012

El protagonista

—Veo que últimamente ezquibez máz zobe lo tuyo y zobe lo de todoz que zobe mí.
—Detecto cierto tono de reproche en tu comentario.
—No ez un deposhe, ez una dealidá.
—Cada uno percibe la realidad a su manera. Yo sigo escribiendo sobre ti todos los días, salvo excepciones. Y publico cinco post a la semana en los que el protagonista eres tú. No te quejes, si es que te quejas. Podría escribir sobre el peluche que abrazas, por ejemplo.
—Ezte ni ziente, ni padese..
—Pero si quieres, también te incluyo en los post del sábado y del domingo.
—Máz intedezante que laz tontediaz ezaz del zantodal y laz palabaz que malintedpetaz...
—Pues tienen su curro, no te creas.
—Zí, ahoda me didaz que no te diviedte.
—Claro que me divierto, y de paso aprendo algo con ello.
—No como conmigo, ¿no?
—Yo intento aprender de todo, don pijagoso. Pero te veo muy susceptible, incluso me atrevería a decir mimoso, y más abrazado a ese osito.
—Anda ya, vete pod ahí, Mendugo. Tú y el ozito —y Erre C. A. mandó al osito a hacer puñetas—. Un dano en plena adolezsensia no cuada con Mimosín, aunque loz doz zeamoz muñecoz.
—¿Ni con el corderito de Norit? Pero eso que lo dices tú. Aunque de todas formas, protestas por todo.
—No, pod todo no. Cuando Ede Se A se hadta de comed no dise ni mu.
—Porque tienes la boca llena de collares y de comida. Pero me refiero a que si escribo sobre ti, malo. Y si no, peor. La verdad, no te entiendo.
—Ni lo pertendaz. Tampoco me impodta una vaina. Ni me peocupa. Mi vida no ze sidcunzquibe a Minizmiztedioz, que vaya palabeha que t’haz buzcao, colega.
—Insisto que cada uno percibimos una realidad.
—Vale, pedo zi fueda azí, zedía mu tizte.
—Dime de otro rano que haya nacido, crecido y desarrollado y en el camino haya tenido la posibilidad de comunicarse. Y, encima, ser un muñeco.
—Ziempe eztáz con lo mizmo. A mí la hiztodia me decuedda a la del hilguedo enhaulao, que también ze comunica. Y, clado, quedáz que te dé laz gasiaz.
 —No, sólo pretendo que vivas tu oportunidad.
—Vive, tú la tuya.
—Yo he tenido las obligaciones que me he buscado. Pero estoy en ello.
—¿Y lo consigues?
—Lo intento. No como otros que son como el perro del hortelano.
—O zea, que tú no haz tenido adolezsensia, vamoz.
—Sí, como todo bicho viviente del primer mundo. ¿Por qué te crees que te aguanto?
—Al final m’haz hesho un lío. Ya no zé zi voy o vuelvo, ni lo que quiedo.
—Cuando lo sepas, acaso sea tarde. Así que quéjate menos y piensa un poquito.
—Pada ezo último ya eztáz tú. 







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sábado, 26 de mayo de 2012

El mestizaje

A propósito de Adiós, Manolo, artículo de A. Pérez-Reverte, que merece la pena leer.


Leo a Arturo de la mano de mi hijo. Y a fe que este académico estaría orgulloso al saber que aquello que escribe hace pensar. Al menos a mí. Ahora bien, no creo que el mestizaje sea la solución a la forma de ser de un pueblo: España. O de otro cualquiera: Grecia. De la misma forma que tampoco sería solución lo contrario: conseguir una raza pura. Eso, por desgracia, está constatado.
Es bonito soñar con la solución final (¡cuidado!), con que al final, el españolito de ojos rasgados y azules, de mirada azteca inteligente, de tez moruna y morena, siguiendo las leyes de Mendel, no será, como Arturo dice, mejor que nosotros, herederos de guerras, venganzas y odios. ¿Acaso los que han de mestizarnos no han heredado lo mismo? Sin creer que esa sea la intención del escritor y del artículo citados, leo entre líneas cierto derrotismo y cierta conmiseración. Pero volvamos al sueño de mejorar por el mestizaje (y que a nadie se le ocurra tacharme de xenófobo o de nazi). También sería bonito que los niños hicieran su revolución incruenta y desterraran tanto hambre y tanto pederasta. Pero, por desgracia, es un sueño, un deseo vivo en algunos, una simple esperanza. Son problemas vigentes que ni los mayores somos capaces de solucionar y eso que los hemos creado y alimentado nosotros. No, señor Pérez-Reverte, no. Estarán conmigo de acuerdo en que el artículo es precioso y en que toca la fibra de quien, sintiéndose español, quiere que mejoremos en este patio de vecinos del que yo no me siento inquilino (lo siento, mi instinto de pertenencia a grupos está atrofiado). Pero la solución, creo yo, no pasa por meter en una coctelera óvulos y espermatozoides, agitar y esperar los resultados. No, al menos es mi humilde opinión. Yo creo que el artículo debería cargar las tintas en lo que en cierto punto insinúa: la educación y la formación humanista. Esas que tan poco importan a los que siempre han gobernado y gobernarán. Se trataría de formar personas críticas, independiente de sus orígenes étnicos, personas que pensaran independientemente, que no unan su futuro al de su equipo de fútbol; que tengan a Teresas de Calcuta como mitos y no al pichichi de la Liga BBVA. Y por supuesto, yo también considero entrañable ser algún día abuelo de un chinito o de un indito. Sé, senor Pérez-Reverte, a lo que se refiere, pero no comparto el cómo lo refiere. Y también sé a quienes se refiere. Yo los descubrí con quince años en los versos de uno de los Machado, don Antonio, cuando me presentó a don Guido, que me permito reproducir, traído de Wikisource:

Al fin, una pulmonía
mató a don Guido, y están
las campanas todo el día
doblando por él: ¡din-dan!
Murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo, gran rezador.
  Dicen que tuvo un serrallo
este señor de Sevilla;
que era diestro
en manejar el caballo,
y un maestro
en refrescar manzanilla.
  Cuando mermó su riqueza,
era su monomanía
pensar que pensar debía
en asentar la cabeza.
  Y asentóla
de una manera española,
que fue casarse con una
doncella de gran fortuna;
y repintar sus blasones,
hablar de las tradiciones
de su casa,
a escándalos y amoríos
poner tasa,
sordina a sus desvaríos.
  Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofradía;
y el Jueves Santo salía,
llevando un cirio en la mano
—¡aquel trueno!—,
vestido de nazareno.
Hoy nos dice la campana
que han de llevarse mañana
al buen don Guido, muy serio,
camino del cementerio.
  Buen don Guido, ya eres ido
y para siempre jamás...
Alguien dirá: ¿Qué dejaste?
Yo pregunto: ¿Qué llevaste
al mundo donde hoy estás?
  ¿Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros,
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?
¡Buen don Guido y equipaje,
buen viaje! ...
  El acá
y el allá,
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito:
cero, cero.
  ¡Oh las enjutas mejillas,
amarillas,
y los párpados de cera,
y la fina calavera
en la almohada del lecho!
  ¡Oh fin de una aristocracia!
La barba canosa y lacia
sobre el pecho;
metido en tosco sayal,
les yertas manos en cruz,
¡tan formal!
el caballero andaluz.

Ruidos y diretes


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Algo ha cambiado en los ruidos, o algo he cambiado yo. Acaso las dos cosas.
Ese sonido sordo que traía el azote de las esteras y alfombras te entraba por un oído y te salía por el otro. Y como se hacía al aire libre, los ácaros no se instalaban en tus fosas nasales para luego dar la lata un poco más dentro de ti.
Hoy, ya lejos de un gran burgo, el ruido de las taladradoras y compresores, aspiradoras incluidas, sustituye los trinos de los pájaros, acaso les tapen. 
Y sí, te entran por un oído, pero ahí se quedan, chocan contra las paredes de tu cráneo y seducen hartazgos peores de los que cargaban con las esteras.
El que más y el que menos ha planeado envenenar un par de veces al perro del vecino, el del chalé, que acude como gallo a su cita diaria; éste con el amanecer, aquél al comienzo de una siesta que el calor y la abundancia dictan más en verano.
Hemos reinventado el desasosiego.
No solo hemos contaminado el medio rural, sino las ciudades enteras; sean pequeñas o grandes. Las ciudades dormitorio ya no pueden fungir de tal. No hay quien duerma, pero sí acudir a las fiestas patronales que, si distraen a unos, a otros machacan con lo del negro, las chochonas o el canto de un loco.
Entre todos hemos conseguido que los pájaros muden de costumbres y no de plumas; que el conforme se haya transformado en confirming y que valga lo mismo confirmar que aceptar.
Y es curioso oír cómo se callan las campanas de las iglesias a partir de las diez de la noche. Acuerdos eclesiásticos con las corporaciones locales: “Si quieren que las cigüeñas aniden, me pagan el arreglo del campanario, que cualquier día se nos viene abajo. Y claro, empezar a reconocer ante los tiernos catecúmenos que la cigüeña es una metáfora no está al alcance del reconocimiento parroquial.
¿No les molestará a las cigüeñas el golpeo del badajo contra el metal? ¿Acaso son sordas como los políticos?
Eso sí, el dinero se ha retirado de los mercados de abastos porque en los financieros se acumula para especular con la prima del vecino europeo. Y lo ha hecho sin ruido, producto de esa especulación sorda, en el sentido de insensible a las súplicas o al dolor ajeno, no de mal oyente.
El ruido me desgasta el ánimo, me embadurna los sentidos con la crema de la crispación. Por eso escucho el silencio; y cuando lo oigo es como cuando se calma el dolor.
Desde luego parece un asunto trivial, pero es cuestión de salud. Y, a ciertas edades, este tema es como el sexo a otras.

viernes, 25 de mayo de 2012

Los mundos deYupi

—¿Dónde has ido esta mañana tan temprano?
—Tenía una sita.
—¿Puedo preguntar con quién?
—Ya lo haz peguntado.
—Bueno, ¿y con quién te has reunido?
—Con un tío del banco.
—¿Tú en un banco? Claro, de ahí la corbata.
El de la corbata y los 5 €
—Zí. Al banco ze va pod doz motivoz opueztoz.
—Que son...
—Tened y no tened dinedo.
—¿Y cuál es tu caso?
—Como zi no lo zupiedaz.
—¿Y has sacado algo en limpio?
—Un billete de sinco eudoz. Que pod siedto, limpio, limpio no eztá.
—Bueno, menos da una piedra.
—Hay piedaz que te zacan de la mizedia.
—Pero no te los habrán dado por tu cara bonita, si no me acercó yo ahora mismo.
—Tu no tienez musho futudo, Mendugo.
—No entiendo el comentario.
—Podque yo he hipotecado mi futudo, ez lo único que tengo.
—¿Y sólo te han concedido cinco euros?
—A ved. El tío eze del banco z’ha empeñao en que un bien hipotecado no ze puede hipotecad ota ves pod una entidá diztinta. Y máz zi ez pod el eztado y eztá tan ozcudo.
—Acabáramos.
—Y ya l’ha disho Ede Se A, zi ezpedo a libedad mi futuro, cuando vaya a hipotecadlo ota ves ya no tengo.
—Claro.
—Ya vez, y yo queía que la huventú eda un tezodo.
—Y lo es.
—Hilo ez hilo ez y no lo asiedtaz en un mez. Azí me zuena a mi ahoda la fase: Huventú, divino tezodo.
—Pues me da a mi que el del banco se sabía la poesía de Rubén Dario:
           Juventud, divino tesoro,
           ¡ya te vas para no volver!
           Cuando quiero llorar, no lloro...
           Y a veces lloro sin querer.
—Y que dasón tenía el poeta, azí he vuelto yo: llodando.
—Anímate, hombe.
—Dano, codiho.
—Anímate, rano, un banco no puede ser el verdugo de tus ilusiones.
—¿Pedo tú en qué mundo vives, Mendugo?
—En un mundo en el que soy lo que soy. En el que hago compañía. En el que valgo aquello que no se mide en euros. En un mundo donde es un tesoro tanto la juventud como la experiencia, donde no me hace falta que me des para ofrecerte. Donde en un apretón de manos te doy algo más que la mano. Donde la razón la aplico contra el enemigo. Donde mi mejor amigo soy yo, incluyéndote a ti. En un mundo en el que puedo ser niño para volver a ser mayor. Un mundo en el que los muñecos hablan, sufren y gozan y me ponen en mi sitio.
—Lo que yo te digo, tú vives en los mundos de Yupi.







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jueves, 24 de mayo de 2012

Pan marroquí

—Ha vuelto mi hijo de Maruecos y te ha traído pan.
—A ved —me animó el rano con dudas sobre la veracidad del regalo.
—Mira —no se lo había enseñado y ya lo estaba masticando.
—Ummmmm, ¡Qué dico! —dijo con la boca llena— Pan madoquí. M’encanta, zobe todo loz boddez.
—O sea, que hoy no te hago comida, ¿no?
—Zí, hombe. El pan ez zólo p’acompañad.
—Depende del hambre que tengas —ironicé.
—Y de loz decudzoz —afirmó Erre C. A. con toda la razón—. ¿Y no ha taído nada pa meted en medio o pada pingad?
—Sí —mentí por ver qué pasaba.
—Poz zácalo. ¿A qué ezpedaz?
—Pero si son las diez y media de la mañana, y no hace media hora que te has desayunado.
—P’al hambe no hay hoda, Mendugo —volvió a acertar el rano.
—Pero para convivir cómodamente todos no viene mal mantener un horario.
—Bah, un día ez un día.
—Y dos el doble.
—Hay que selebad que tu hiho ha vuelto zano y zalvo.
—Ni que, en vez de vacaciones, se hubiera ido a la guerra.
—Antez oz bahábaiz al modo.
—Ahora no hace falta. En cualquier esquina puedes comprar cualquier cosa.
—La globalización...
—Eso no tiene nada que ver con la globalización.
—Ezo lo disez tú.
—Vamos, que fumarse el opio los chinos es de ahora.
—No, pedo ahoda lo puede compad un quío en el dequeo.
—Pero eso es consumismo y oportunismo. Y desde otro punto de vista fustración.
—Anda que antez el hiho d’un pezcadod ze shutaba...
—Es que ahora se vive, no se sobrevive. En nuestro mundo, claro. Tú eres un vivo ejemplo.
—Gasiaz pod lo de vivo. Pedo ez lo que Ede Se A conose.
—Para eso está la Historia. Pero la historia de los datos, no de las interpretaciones. ¿O acoso no sabes por qué a la prostitución se le llama el oficio más viejo del mundo?
—Yo queía qu’eda el de cosineda.
—En eso puedes tener razón. Pero entonces aqué será el segundo.
—Poz hablando d’ezte nambed guan, podíaz hased madmaón pada acompañad ezte pan tan dico.
—¿Marmaón?
  —Quizás tú lo conoscaz como cuzcúz.
—El cuscús lo he cocinado un par de veces en mi vida. Para mí es un plato complicado. Pero, desde luego, si lo hago no va a ser para acompañar el pan marroquí que tanto te gusta.
—Anda, ¿y pod qué?
—Porque ya te lo has comido, y yo no me voy a bajar al moro para traerte más.
—¿Zólo ha taído una todta? Pod vaya faena.








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miércoles, 23 de mayo de 2012

La imagen

—M’he maticulado en SSS.
—Anda que no empiezas cosas.
—Ezto va en zedio. Loz quíoz ziempe m’han guztao y sed auxiliad de guaddedía me pedmitidá eztad en contasto diadio con elloz, aunque zea labodalmente.
—¿Y quién va a dejar en tus manos el cuidado de sus hijos pequeños?
—¿Qué inzinúaz? 
—Que la imagen que da un rano no se ajusta al perfil de un auxiliar de guardería.
—O zea, que la imahen lo ez todo.
—Para muchos y en muchos casos sí. Una imagen vale más que mil palabras.
—Poz no ezquibaz. Haste fotógafo, no te digo.
—Me gusta más la pluma que la cámara, aunque siempre me han llamado las instantáneas.
—Y, a ved, según tú, ¿m’imahen con qué pega?
—Déjame pensar... Ya. Tú darías el tipo de tertuliano en un programa de debate de esos que se fabrican en televisión. Se te da muy bien llevar la contraria.
—Poz hasme famozete. Zi no, no me como un colín.
—Anda, éste. Hazte famoso tú solo.
—Me niego a padtisipad en un deality zhou d’ezoz. Queo que hazta lez hasen pasad hambe. Y tampoco eztoy dizpuezto a cazadme con una folclódica que podía zed mi bizabuela, aunque zea pada divodsiadme al día ziguiente.
—Hay otras maneras de obtener notoriedad.
—Zi te defiedez a la política, vaz dao. Cuando monté la Depública de Zubaztaya no ze apuntó nadie, ni loz shinoz viniedon.
—Porque los chinos son los últimos que llegan. Pero no me refería a subirte al carro de la política; últimamente su imagen anda de capa caída. Mira, hablando de capas, hazte torero.
—Zí. Y te llevo a ti de bandedilledo. Había que vedte veztido con un tahe de lusez.
—Ves. A eso me refería. A la imagen que uno da en tal o cual situación.
—Vamoz, que me tengo que conformad con zed lo que zoy.
—Sin olvidarte de mejorar. En muchos casos es lo más adecuado. La pena es que en esta casa no hay ningún niño pequeño. Si no, podrías dormir con él, hacerle compañía, alegrarle la vista y dejarte abrazar mientras se duerme. Creo que ése sería un trabajo para el que das la imagen perfecta.
—Bueno, podemos llegad a un acueddo.
—¿Cómo que podíamoz llegad a un acueddo? Yo no estoy dispuesto a tener ahora un crío. Y mis hijos me parece que tampoco están por la labor.
—No quedía desid ezo. Vedáz, tú y yo hasemoz de lo que zomoz, Ede S. A. hase de lo que ez y  Mendugo de niño. Así que ezta noshe te duedmez abasado a mí.
—No, no. De eso nada, a mí en la cama me sobran hasta las sábanas. Como para dormir abrazado a un muñeco de peluche...
—¿Qué paza, hombe? Zi no te va a ved nadie.
—Pero es que verás, la imagen que a mí me importa es la que veo en el espejo.
—Pod m'ezcondez detáz de ti cuando te levanted a mead.







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¿Pollo o rano asado?

—No sé si asar mañana para comer un pollo o un rano.
—Ázate tú unoz güevoz viehoz. Aunque, mehod, zi ez pada la comida, aza un pollo que ze lo come un dano. Y azí, pollo y dano felisez.
—No creo yo que piense lo mismo el pollo.
—Al pollo ya no le impodta, eztá máz tiezo que el cabo eze que llegó a henedal.
—Todos los generales han sido antes cabo.
—D’ezo nada, monada. Loz d’academia, ¿qué? Y Henedal Óptica no ha zido nunca cabo. Y ez tan vieha como tú. Y catalana.
—Yo no soy catalán. Nací en Madrid. En Chamberí, para más señas.
—No todoz loz catalanez han nasido en Cata la uña.
—Es todo junto: Cataluña.
—Poz yo queía que no.
—¿Y de dónde te has sacado lo de Cata la uña?
—Loz tendedoz, antez, cuando tú edaz pequeño, uzaban la uña del dedo goddo de la mano pada manipulad la balanza; y en ved de llevadte cuadto y mitá de lentehaz que pagabaz, ente el papel d’eztasa, la uña y laz piedaz que l’esaban te llevabaz sien gamoz a caza. De ahí viene la frase meted la uña.
—¿Y tú piensas que yo soy de los que meten la uña?
—En cuanto puedez.
—A ver, que no me ha quedado claro. ¿Quieres decir que los catalanes y yo somos unos ladrones?
—Vaya lío t’haz hesho, colega.
—Tú edez catalán pod eztidpe, ¿o llevad el apellido Fontserè ez podque tuz anseztoz edan de León? Y edez catalouñedo pod la forma de zed que tienez; que to lo badez p’adento.
—Tonterías. Y ahora que caigo, no conozco tus apellidos y tú conoces el quinto mío.
—Ni loz vaz a conosed.
—¿Tan feos son?
—No, pedo zon míoz. Y ezo no lo compadto.
—Te recuerdo que el pollo es mío.
—No. El pollo es nuezto. Lo que hay en Ezpaña ez de loz ezpañolez, y yo ya tengo loz papelez en degla.
—¿Te gusta el pollo al estilo japonés?
—¿Cómo ez?
—Crudo.
El del pollo churrascadito
—Uffffff. ¡Qué azco! A Ede Se A le guzta shudazcaito y con patataz.
—Y yo tengo el síndrome de la madre harta.
—¿No me digaz que ahoda pieddez aseite, Mendugo?
—No, pero me gustaría perder un huésped.
—Ya m’eztaña que tú quiedaz pedded algo. ¿O ez que queez que no he vizto en ebay que vendez pelushe shadlatán en buen eztado?






 Imagen bajada de www. ebay.es

lunes, 21 de mayo de 2012

La IP

Oí gritar en la escalera, corrí, me asomé y escuché.
—¡MENDUGO, MENDUGO! —era R.C.A., había ido a comprar el pan y subía con gritos de urgencia.
—¿Qué? —contesté y me interesé—. ¿Te ocurre algo?
—Que m’h’encontao una IP en el descanzillo del zegundo.
—¡Uy, qué miedo! —bromeé al relajarme—. Eso te pasa por no subir en el ascensor.
—Ez que no llego a loz botonez.
—Pues salta, que a las ranas se os da bien.
—Laz danaz no zomoz helicóptedoz, zaltamoz hacia delante. No zabemoz caed en el mizmo zitio. Y ya me he dado una ves en la puezta con laz nadisez .
—Bueno, ¿y dónde está la IP? —le pregunté después de dejarle entrar y cerrar la puerta—. Puede ser la que se le ha perdido a nuestro router.
El osho
—Ze me ha ezcapao. Me he quedado con el osho ente loz dedoz. Mida.
—¿Mira? Mira que eres soso. Ahora estaremos otros tres días más sin acceso a Internet. Y, encima, has mutilado a la pobre IP. Guarda ese ocho por si acaso, anda.
—Y pod qué no llamaz a loz de nadanha y lez disez que buzquen pod aquí una IP mutilada.
—¿A los de naranja?
—En Maduecoz laz llaman azí.
—¿Cómo?
—Odanges.
 —Ya. ¿Y qué les digo, que tenemos uno ocho viudo?
—No, que haz vizto a tu IP dándoze un gazbeo pod la ezcaleda.
—¿Y tú crees que me van a creer?
—¿No lez queez tú a elloz?
—Pues, la verdad, no. YA CON todo lo que nos ha pasado desde que tenemos contrato con ellos...
—¿Y si metemoz el duted en una haula cuando noz devuelvan la IP?
—No valdría para nada. La IP que tenemos no es fija, es dinámica.
—Conociéndote y en ezte cazo, ¿dinámica ez zinónimo de badato?
—Sí, en este caso sí. Una IP fija es más cara.
—Clado, al sed fiha no ze podía ezcapad; como yo.
—No. Tú puedes escaparte cuando quieras. Es más, yo te animaría a hacerlo.
—Ede Se A ze lo tomadía a mal, pedo como haz uzado el condisional... Pedo ya te conosco, si m’ezcapo no me buzcaz.
—Nooooooo —exageré—. Yo te buscaría hasta debajo de las piedras.
—¿Lo vez? Ahí zegudo que no me ibaz a encontad. De todaz fodmaz m’alego que que ze haya ezcapo, aunque ezpedo no habedla hesho daño al adancadle el osho.
—¿Y por qué te alegras?
—Podque azí no hablaz de mí. Ez máz, como apadezca ota ves pod aquí la pongo como me ponez tú a mí.
—¿Y cómo te pongo yo?
—Como hoha de pedehil. Y, a ved zi te hasez oto cuaderno, qu’ézte z’eztacabando.





Imágenes bajadas de www.xakata.com, www.nadiemejorquenadie.blogspot.com y www.tuadsl.com

domingo, 20 de mayo de 2012

40 años

[Escrito el 16 de mayo pasado]


—Sabes, hoy dieciséis de mayo hace cuarenta años que mi chica y yo nos ennoviamos.
—¿Y lleváiz  todo eze tiempo enamodadoz?
—Si te refieres a ese enamoramiento que elimina al resto del mundo y obnubila los sentidos, no. Eso nos duró un tiempo. Toda pasión tiene un punto álgido para luego moderarse.
—Anda, poz yo penzaba que lo vuezto eda como lo de Domeo y Hulieta.
—La obra de teatro dura dos horas. Compara ese tiempo con los cuarenta años.
—Vamoz, que zoiz como todo el mundo.
—Me lo tomo como un cumplido, aunque lo de todo el mundo... Pero, ¿qué te imaginabas, que todavía se nos cae la baba con sólo mirarnos a los ojos?
—No, penzaba que teníaiz algo espesial.
—Y algo especial lo considero. Pedo no distinto de los que otras parejas sienten.
—¿Y qué le vaz a degalad?
—Nada. ¿Te parece poco?
—Hombe, conociéndote, me padese musho. Pedo te podíaz eztidad un poquito, ¿no?
—No están los tiempos como para darse alegrías de ese estilo.
—Poz dento de dies laz bodaz de odo.
—No. Esa efemérides se refiere al tiempo de casados, no incluye el noviazgo. Pero, sí que me asusta un poco llegar a celebrar los cincuenta años juntos.
—Poz muédete antez y le dehaz la penzión de degalo. Algo ez algo.
 —Muérete tú, no te fastidias.
—Lo digo pod lo del azuztao.
—Y yo para que me dejes en paz. Que me muera...
—Haz empesado tú.
—La conversación sí, la discusión no. Das la vuelta a todo. Un comentario sobre un hecho feliz lo conviertes en una disputa verbal.
—Ezo ez podque pazamoz musho tiemnpo huntoz.
—Pero convertir las discusiones en rutina depende de nosotros mismos. Y sé de lo que hablo.
—Bueno. ¿Empesamoz ota ves?
—No estoy seguro de querer.
—¿Quién ez ahoda el eztopealotodo?
—Tú. No quiero empezar otra vez la discusión.
—Ede Se A ze defedía a compadtid tu aleguía y zatizfassión.
—Ah, bueno. Eso sí.
—Vale, poz empesamoz. ¿Vaz a degalad a tu shica una penzión de viudedá?
—Vete al cuerno.
—¡Ho! Cómo ze pone ezte mushasho pod una pegunta de na. Voy a felisitad a tu shica. La tía ez un monztuo, cuadenta años aguantándote... Ezo zí que tiene médito. ¡Made mía!


sábado, 19 de mayo de 2012

Palabras con vocación impropia (83ª)

Octogésima tercera entrega.


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bayamés. adj. Natural de Bayamo. U. t. c. s. [...].
bayamés. (De baya , verbo hir y mes). interj. usada para referirse al mes de enero, por su cuesta.
Ej.: Bayamés nos espera.
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besante. (Del fr. ant. besant, y este del gr. βυζάντιον). m. Antigua moneda bizantina de oro o plata, que también tuvo curso entre los mahometanos y en el occidente de Europa. [...].
besante. (De besar). adj. Que besa.
Ej.: Ay, qué pesado eres con los besos, eres un besante.
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biarrota. adj. Natural de Biarritz. U. t. c. s. [...].
biarrota. (De vía y roto). f. Vía de acceso para analfabetos anegada.
Ej.: Pues no va el bruto y me dice que no puede venir porque está biarrota.
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bigato. (Del lat. bigātus). m. Moneda antigua romana de plata, que representa en el reverso una biga.
bigato. (Del latín bi por bis y gato). m. Gato muy macho.
Ej.: Garfield no es bigato
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binomio. (De bi- y el gr. νομός, parte, porción). m. Mat. Expresión compuesta de dos términos algebraicos unidos por los signos más o menos. [...].
binomio. (Del vino y mío). m. Vino de cosecha propia según un analfabeto.
Ej.: Tengo binomio, de mis propias zepas.
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bizcotela. (Del it. biscottella, dim. de biscotto). f. Especie de bizcocho ligero, cubierto de un baño blanco de azúcar.
bizcotela (De bizco y tela, telita, tela). m. Se dice del muy estrábico.
Ej.: ¿El Dioni?, bizcotela. Pero tela, tela.
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blanqueta. f. Tejido basto de lana, que se usaba antiguamente.
blanqueta. (De blanco y banqueta). f. Mueble blanco de tres patas sin respaldo para sentarse.
Ej.: Esa blanqueta está tan sucia que no parece blanca.
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brocadillo. (Del dim. de brocado). m. Tela de seda y oro, de inferior calidad y más ligera que el brocado.
brocadillo. (De broca y bocadillo). m. Alimento consistente en un trozo de pan partido a lo largo y en dos mitades entre las que se colocan brocas.
Ej.: Me costó acabarme el brocadillo, el pan estaba duro.
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bromatología. (Del gr. βρμα, -ατος, alimento, y -logía). f. Ciencia que trata de los alimentos.
bromatología. (De broma y -logía). f. Ciencia que trata de las bromas.
Ej.: La bromatología es muy interesante.
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brucero. m. Fabricante o vendedor de bruzas, cepillos, escobillas, etc.
brucero. (De bruces, caerse de). m. Varón que siempre que se cae lo hace golpeándose la cara con el suelo.
Ej.: Tienes la cara echa un Cristo, por brucero.
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Imágenes bajadas de:  (1ª) www. blogylana.com y (2ª) www. facebook.com