—¿Pod qué lo peguntaz?
—Porque no parabas de hacer ruidos.
—Ez que ni yo encontaba el zueño, ni el m’encontaba a mí.
—Eso es que cenaste mucho y la comida lo esacondió.
—No, podque yo el zueño lo zuelo guardad en la cabesa, no en el
eztómago.
—Pues si pasa otra noche, esperas tranquilito a que os encontréis,
no metas bulla, que los demás no tenemos la culpa del desencuentro, ¿vale?
—¿Tú cuando no te duedmez y quiedez, qué hasez?
—Ponerme nervioso y dar vueltas en la cama.
—¿Y eso te ayuda a consiliadte con el zueño?
—No, todo lo contrario.
—Poz entonsez, podiaz pobad mi deseta.
—¿Y cuál es tu ruidosa receta?
—Abo y siedo un cahón pada abudidme. Nodmalmente tedmino
boztesando.
—Y los demás de los nervios. Pero ahora me lo explico. ¿Y, al
menos, te da resultado a ti?
—No, como tuz nedvioz y tuz vueltaz. Pedo Ede Se A no ze ziente
zolito.
—¿Abriendo y cerrando cajones no te sientes solo?
—Clado, podque zé que oto que yo me zé tampoco duedme y eztá
dezpiedto penzando en mi.
—Y en una camella.
—Laz penaz compaztidaz zon menoz penaz, como cuando tienez pan.
—¿Estás seguro de lo que dices?
—Zegudízimo. To el mundo zabe que laz penaz con pan zon menoz
penaz. ¿Pod qué?
—Porque vas a estar una semana a pan y agua rodeado de todos los muñecos de trapo que ha cosido mi chica.
—Porque vas a estar una semana a pan y agua rodeado de todos los muñecos de trapo que ha cosido mi chica.
—Ezo ez un caztigo.
—Claro, y lo de anoche también. Pero tómatelo como una clase
magistral de convivencia.
1 comentario:
Me siento identificado... recuerdo muy fugazmente un día de abrir y cerrar muchas veces una puerta de un mueble... ¿me equivoco? :P
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