miércoles, 30 de mayo de 2012

El himno (2)

—Anda que menuda la has armado con lo del himno.
—¿Pod qué?
—Pues porque me han llamado de Presidencia del Gobierno.
—Ezo te paza pod  aidead miz cozaz. Pedo, ¿qué quedían? Cuenta.
—Saber de dónde había sacado la información.
—Poz yo la oí en la dadio.
—¿Y tú te crees todo lo que oyes o lees en los medios de comunicación?
El informado
—A ved, qué demedio me queda.
—No, en eso tienes razón.
—Ademáz, con loz nombez que ze gaztan: El Paíz, La Dasón, El Mundo... Pa no queedze algo.
—Yo me llamo Juan Carlos y no soy rey.
—Y yo Ede Se A y la etiqueta donde metez miz cozaz la llamaz Giuzeppe.
—Es en honor a tu padre.
—Yo también m’acueddo del tuyo, no te queaz. Bueno, ¿pedo qué lez haz disho a ezoz del gobiedno?
—Desde luego, la verdad no. ¿Cómo les iba a decir que me lo había contado un rano?
—Vez lo que te desía ayed. No contamoz la veddá ni al méquido. ¿Qué te hubieda coztao no mentid?
—La cárcel, seguro. Por pitorrearme encima.
—Yo te hubieda apoyado. No zoy de loz que tidan la pieda y ezconden la mano.
—No. Tú te escondes entero.
—¿Y qué lez haz contao?
—Que lo había leído en un periódico.
—¿Y ze lo han queído?
—Sí. En eso son como tú.
—Lo vez, Ede Se A no ez el único.
—Pero que es mentira. Me lo dijiste tú. ¿O ya no te acuerdas?
—Algo me suena.
—¿Qué algo te suena? Pero si el post de ayer iba de eso. Léelo si quieres.
—Anda que en Intedné no hay dolloz.
—Yo te mato un día de estos.
—Poz ezpédate un poco qu’eztoy en el mehod momento de mi vida.
—Siempre se está en el mejor momento.
—Menoz loz qu’eztán en la opozición.
—No. Antes estaría de acuerdo, pero ahora los que ostentan el poder tienen un marrón que ni te cuento.
—Ezo lez paza pod meted el hosico donde no lez llaman, como a ti. Elloz tenían que habed zeguido con zu dollo. Colacad a zu hedmano de pezidente, al pimo de vocal, y ezo. Y no quedé adeglá lo que loz banquedoz y adlátedez han montao.
—¿O sea, que los bancos son los responsables de todo esto que los políticos no son capaces de solucionar?
—Bueno, la veddá ez que podía zed al devéz y no cambiadía nada.  ¿No queez?
—Yo, ya me creo todo.
—Y luego disez...
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