[Escrito el 16 de mayo pasado]
—Sabes, hoy dieciséis de mayo hace cuarenta años que mi chica y yo nos ennoviamos.
—¿Y lleváiz todo eze tiempo
enamodadoz?
—Si te refieres a ese enamoramiento que elimina al resto del mundo
y obnubila los sentidos, no. Eso nos duró un tiempo. Toda pasión tiene un punto
álgido para luego moderarse.
—Anda, poz yo penzaba que lo vuezto eda como lo de Domeo y
Hulieta.
—La obra de teatro dura dos horas. Compara ese tiempo con los
cuarenta años.
—Vamoz, que zoiz como todo el mundo.
—Me lo tomo como un cumplido, aunque lo de todo el mundo... Pero,
¿qué te imaginabas, que todavía se nos cae la baba con sólo mirarnos a los
ojos?
—No, penzaba que teníaiz algo espesial.
—Y algo especial lo considero. Pedo no distinto de los que otras
parejas sienten.
—¿Y qué le vaz a degalad?
—Nada. ¿Te parece poco?
—Hombe, conociéndote, me padese musho. Pedo te podíaz eztidad un
poquito, ¿no?
—No están los tiempos como para darse alegrías de ese estilo.
—Poz dento de dies laz bodaz de odo.
—No. Esa efemérides se refiere al tiempo de casados, no incluye el
noviazgo. Pero, sí que me asusta un poco llegar a celebrar los cincuenta años
juntos.
—Poz muédete antez y le dehaz la penzión de degalo. Algo ez algo.
—Muérete tú, no te
fastidias.
—Lo digo pod lo del azuztao.
—Y yo para que me dejes en paz. Que me muera...
—Haz empesado tú.
—La conversación sí, la discusión no. Das la vuelta a todo. Un
comentario sobre un hecho feliz lo conviertes en una disputa verbal.
—Ezo ez podque pazamoz musho tiemnpo huntoz.
—Pero convertir las discusiones en rutina depende de nosotros
mismos. Y sé de lo que hablo.
—Bueno. ¿Empesamoz ota ves?
—No estoy seguro de querer.
—¿Quién ez ahoda el eztopealotodo?
—Tú. No quiero empezar otra vez la discusión.
—Ede Se A ze defedía a compadtid tu aleguía y zatizfassión.
—Ah, bueno. Eso sí.
—Vale, poz empesamoz. ¿Vaz a degalad a tu shica una penzión de
viudedá?
—Vete al cuerno.
—¡Ho! Cómo ze pone ezte mushasho pod una pegunta de na. Voy a
felisitad a tu shica. La tía ez un monztuo, cuadenta años aguantándote... Ezo
zí que tiene médito. ¡Made mía!
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