domingo, 6 de mayo de 2012

Negocio virtual

—Voy a abí una páhina güeb comedsial.
—¿Y qué vas a vender?
—Pomezaz.
—¿Promesas?
—Zí.
—No entiendo.
—Vedáz. Pod ehemplo, tú zolizitaz pod medio de un fodmuladio confidensial una pomeza zobe el tema de la quiniela. Y yo, taz eztudiad tu petisión, a tavéz del codeo elestónico te demito una pomesa sedtificada de que vaz a asedtad loz quinse ponozticoz.
—Pero eso es mentir.
—No del todo, alguna pozibilidad tienez. Y no te miento máz de lo que te mientez tú mizmo. Zi no, no te gaztadíaz tú un eudo todaz laz zemanaz.
—Bueno, enfocado así... ¿Y cuánto vas a cobrar por promesa?
—La voluntad, podque tal y como eztán laz cozaz no todoz deben pagad lo mizmo. A loz que tengan poco lez pedidé máz y visevedza.
—¿Y por qué?
—Podque loz que tienen menoz zuelen pagad mehod, y podque ez máz difísil pometed que no ze va a podusid un dezahusio que un pes goddo no vaya a la cádsel pod eztafad o evadid impueztoz.
—¿Y cómo vas a saber si tienen posibles tus potenciales clientes?
—Podque tienen que adhuntad a zu petición de pomeza una copia compulzada de la decladasión de la denta y, en su defesto, una nómina. Y zi coban en nego una decladasión hudada. Lo tengo todo pevizto como vez
—Pero eso no parece muy cómodo ni ágil.
—Pedo lo puedez hased dezde caza. La hente ez muy cómoda. Y ademáz, no cobo gaztoz d’envio.
—¿Y la forma de pago?
—En metálico, clado. No me fío yo de que loz bancoz o cualquied entidá finansieda de tez al cuadto no ze quede con padte de mi tabaho. A ezoz, ni agua, como al enemigo. Y, ademáz, no tengo abiedta ninguna cuenta.

Me quedé mirando un rato a Erre C. A. entre sorprendido, incrédulo y divertido. Pero no quise romper su ilusión ni sus planes. Al final usé la mano izquierda.

—No sé, algo no me cuadra en tu planteamiento.
—Clado, podque todavía no sabez cómo ze va a llamad la páhina güeb.
—Entre otras cosas —seguí con precauciones—. Pero, dime, ¿cómo se va a llamar?
—El Tadot del Dano. Y mi logotipo va a zed loz tez lunadez que tengo en el pesho.
—Pero eso es cartomancia. Pueden decirte las cartas cosas malas, por ejemplo.
—¿Y cuándo haz vizto tú que un vidente te diga que te van a id mal laz cozaz?  O zi no, ¿dónde andaba tanto adivino antez de la quiziz? Ademáz, m’he agensiao unaz gafaz tez D pada vez mehó el futudo, bueno, y pada eztad mehod en mi papel. Aunque queo que me va a dad igual... Pedo mida que bien me zientan.
El vidente
—Yo creo, en cambio, que te lo estás complicando un poco. Y con esas gafas pareces el tercer protagonista de Men in Black.
—Mehod padesedze a eze que al tedsedo que hadia tío con Epi y Blaz, ¿no queez?
—Bueno, pues si te puedo ayudar en algo, me lo dices. Te deseo mucha suerte en tu nueva empresa.
—Gasiaz pod tu ofesimiento y tuz buenoz dezeoz, pedo ez algo que tengo que afontad yo zolito, no zea que tiunfe y tenga que compadtid loz benefisioz.
—Yo no intentaba postularme como socio.
—Ya, pedo pod zi laz mozcaz. Cuando hay denedo pod medio, laz cozaz deben eztad claditaz dezde el pinsipio.





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