Deambular
por la vida, coger de aquí y de allá; todo envuelto para regalo.
Acumular
tragos de vino dulce y tragos de vino peleón, que más que al hígado afectan al
corazón.
Misantropía
generosa como ostra que no guarda perla.
Unicornio
de papel que huye de las princesas.
Recorrer
las ciudades de puntillas, pasar por los barrios a hurtadillas.
La
muerte se alimenta de la vida, otro antagonismo dependiente, como el ausente
siempre presente.
Enhorabuenas
al que muere y pésames a quien nace.
Don
Quijote vuelve vencido por la lógica, vencido y derrotado; acaso don Miguel lo
mató de cordura, que es
la peor mordedura.
Es
tarde cuando empiezas a saber y siempre es pronto para acabar.
Un
millón para Rato por hacer las cosas mal, anti-Midas, y un premio que sabe a
castigo para quien las quiso hacer bien.
La
justicia humana es inhumana.
Urdangarín
y su socio se esconden uno detrás del otro; mientras, el colega de robo, drogata que no
quiere que su tronco se coma el marrón solo, no le deja en la estacada: "Yo estaba con él, señor juez".
Lecciones
de desasosiego, noticias que impactan más que un terremoto en Lorca.
Quedarse
sin nada, sin los objetos que soportan tus recuerdos: “No, no puede entrar, hay
riesgo de derrumbe”.
Y
la diosa Gea erre que erre: primavera, verano, otoño e invierno.
Y
ahora me acuerdo que mi madre fue joven. De eso hace ya un millón de años.
Y
hay quien no encuentra su lugar porque no lo busca, y quien lo busca y no lo
encuentra; la diferencia no existe, porque cuando consigues ubicarte no te
dejan estar allí: hay peligro de derrumbe.
Maldita
sea la esperanza, maldita la desesperanza y todo lo intermedio; incluida la
quiniela.
Bendito
el vacío de la ignorancia, bendita la infancia con pan y chocolote, aunque la
mía fuera franquista.
Y
así, de vez en cuando, ¿momentos de lucidez?, que si vinieran todos los días ya me
hubieran dado la enhorabuena.
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