El amigo invisible

El escondido

Estaba buscando unas clemas, abrí un cajón y me encontré a Erre C. A.

—¿Qué haces ahí escondido?

—Schizzzzzz. Habla baho, qu'eztoy hugando al ezcondite —me contestó poniéndose un dedo en la boca y en un susurro. Miré a mi alrededor y volví a preguntar también en voz baja:

—¿Con quién? No veo a nadie por aquí.

—Con mi amigo invizible —susurró el rano.

—¿Y cómo le encuentras tú a él? —pregunté con una sonrisa burlona.

—Yo no le buzco. Él ziempe ze la liga.

—¿Y quiere ser amigo tuyo? —alcé un poco la voz.

—Baha, la vos. No zé, nunca ze lo he peguntado. Y yo no me lo cueztiono.

—¿Y cómo se llama?

—El nunca ze llama, ziempe le llamo yo.

—Bueno, ¿y cómo le llamas?

—Mentalmente, con el sedebo. Pienzo en él y viene.

—Me refiero a su nombre.

—No zé cómo ze llama. Pegúntazelo tú —aquí se acabaron los susurros—. Pod tu culpa m’acaba d’encontad —y salió del cajón.

—Yo no le veo.

—Ni yo tampoco, pod ezo ez invizible. Zi no, vaya gasia.

—¿Y cómo sabes que está aquí y que te ha encontrado?

—Podque Ede Se A le oye.

—¿Oyes voces?

—Como tú.

—Lo mío es distinto.

—Y lo de éze, y lo de aquél... Todoz penzáiz que zoiz zinguladez, y a lo máz que llegáiz ez a locoz.

—Bueno, pues pregúntale cómo se llama. Tengo curiosidad.

—No puedo.

—¿Por qué, es sordo?

—Puede. Yo zí le oigo, pedo él a mi no.

—No entiendo nada de nada. ¿Y cómo jugáis?

—Zólo zabe hugá al ezcondite. Y como ziempe ze la liga... Azí que, no hay tu tía.

—¿Y ligándola siempre, no se aburre?

—No. Y cuando me abudo yo, le digo que ze vaya y y’aztá. Aunque, a vesez, ze laz pida y no me doy cuenta.

—¿Y desde cuándo os conocéis?

—Yo a él dezde hase musho. Él a mí no zé.

—Tienes unos amigos muy raros.

—¿Te incluyez, no?

—No hablaba de mí precisamente.

—Puez en ezte cazo no edez la ezsepsión que confidma la degla. Tened un amigo invizible no ez nada de oto mundo, pedo tené máz de sincuenta tacoz y hablá con un muñeco de pelushe padese un shizte de Lepe. Yo que tú, me lo hadía mirad, no vaya a sed que te quesca y te quiedaz veztí de Napoleón.

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