—Oye, Erre C. A.
—Qué.
—Te llevo observando y me parece que de
un tiempo a esta parte te echas la siesta dos veces. ¿Me equivoco?
—No, no t’equivocaz.
—¿Y eso?
—Dezde pimedo de año.
—¿Y por qué? ¿Tan cansado estás?
—No. Ez qu’ezte año ez biziezto. ¿No lo
zabíaz o ez que no zabez dividid pod cuato?
—Eso sí lo sé. Bueno, ambas cosas. ¿Pero qué
tiene que ver que un año tenga 366 días para echarse dos veces la siesta?
El del año biziezto |
—Poz que como ze tabaha un día máz, también
hay máz dezcanzo ¿No lo entiendez?
—Trabaja un día más el que trabaje. Pero
ya te he dicho que no lo entiendo.
—Poz ez bien fásil: bi, dos, y ziezto de
ziezta; en mazculino pada que cuade el genedo con año. En concluzión: doz
zieztaz pada mehó dezcanzá. No ez tan difísil, ¿no?
—¡No puedes ser tan tonto! —me quejé
insultando al rano.
—¿Tonto? ¿Tonto podque aplico la lóhica y
pienzo en la etimología de laz palabaz?
—Si me parece muy bien lo que dices, y
tus intenciones, pero todo hay que ubicarlo en la historia e irse a la raíz
origen y correcta. La etimología no se basa en las características fonéticas de
las palabras.
—¡Ah, no! Poz me contadáz. ¿Pedófilo no ez un niño que zse tida pedoz?
—Por desgracia no. Pero bisiesto viene del vocablo latino
bisextus, que, más o menos, era el día que los romanos duplicaban.
Concretamente el día veinticuatro de febrero. Seis días antes de las calendas
de marzo, el día uno de ese mes. Y calendario viene de esa palabra, calendas.
—¡Vaya pod dioz! Me vaz a hodobad la
ziezta de laz zeiz. Pedo zigo zin entedadme.
—La nomenclatura romana de los días del
mes dista mucho de la actual. Ellos no numeraban los días del mes, sino que tenían
nombre sólo para tres fechas dentro del mes. El día uno lo llamaban calendas,
al día cinco o siete, dependiendo del mes, era nonas. Y lo mismo ocurría con
las ictus que correspondían al trece o quince, también dependiendo del mes.
—¿Y qué? Todavía Ede Se A no s’antedao.
—Pues que para referirse al día
veinticuatro de febrero decían, más o menos, el sexto día anterior a las
calendas de marzo, porque incluían en la resta ese día, ya que para ubicarse
en un día hacían referencia a los únicos que tenían nombre. Y ese día, el sexto
antes de las calendas de marzo era el que repetían para ajustar el calendario
solar con el civil. De ahí viene bisiesto, de bisexto.
— Vaya un lío, colega.
—No, si piensas que la tierra tarda 365 días,
seis horas y un poco más en dar la vuelta al sol y que se repita el ciclo
anual. Por lo tanto, para ajustar los calendarios cada cuatro años se suma un día a febrero. Y por ese poco
más que te he dicho antes no todos los años múltiplos de cuatro son bisiestos. No lo
son los múltiplos de cien, aunque lo sean de cuatro, salvo que lo sean también
de cuatrocientos.
—Mida, Mendugo, me padese pedfesto todo
lo que m’haz contao, pedo como no entiendo nada, yo me quedo con mi dedusión,
azí que me voy a eshad la biziezta de hoy que ze m’ha levantao doló de
cabesa. ¡Pezao el Mendugo ezte!
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