miércoles, 29 de febrero de 2012

Bisiesto


—Oye, Erre C. A.
—Qué.
—Te llevo observando y me parece que de un tiempo a esta parte te echas la siesta dos veces. ¿Me equivoco?
—No, no t’equivocaz.
—¿Y eso?
—Dezde pimedo de año.
—¿Y por qué? ¿Tan cansado estás?
—No. Ez qu’ezte año ez biziezto. ¿No lo zabíaz o ez que no zabez dividid pod cuato?
—Eso sí lo sé. Bueno, ambas cosas. ¿Pero qué tiene que ver que un año tenga 366 días para echarse dos veces la siesta?

El del año biziezto
—Poz que como ze tabaha un día máz, también hay máz dezcanzo ¿No lo entiendez?
—Trabaja un día más el que trabaje. Pero ya te he dicho que no lo entiendo.
—Poz ez bien fásil: bi, dos, y ziezto de ziezta; en mazculino pada que cuade el genedo con año. En concluzión: doz zieztaz pada mehó dezcanzá. No ez tan difísil, ¿no?
—¡No puedes ser tan tonto! —me quejé insultando al rano.
—¿Tonto? ¿Tonto podque aplico la lóhica y pienzo en la etimología de laz palabaz?
—Si me parece muy bien lo que dices, y tus intenciones, pero todo hay que ubicarlo en la historia e irse a la raíz origen y correcta. La etimología no se basa en las características fonéticas de las palabras.
—¡Ah, no! Poz me contadáz. ¿Pedófilo no ez un niño que zse tida pedoz?
—Por desgracia no. Pero bisiesto viene del vocablo latino bisextus, que, más o menos, era el día que los romanos duplicaban. Concretamente el día veinticuatro de febrero. Seis días antes de las calendas de marzo, el día uno de ese mes. Y calendario viene de esa palabra, calendas.
—¡Vaya pod dioz! Me vaz a hodobad la ziezta de laz zeiz. Pedo zigo zin entedadme.
—La nomenclatura romana de los días del mes dista mucho de la actual. Ellos no numeraban los días del mes, sino que tenían nombre sólo para tres fechas dentro del mes. El día uno lo llamaban calendas, al día cinco o siete, dependiendo del mes, era nonas. Y lo mismo ocurría con las ictus que correspondían al trece o quince, también dependiendo del mes.
—¿Y qué? Todavía Ede Se A no s’antedao.
—Pues que para referirse al día veinticuatro de febrero decían, más o menos, el sexto día anterior a las calendas de marzo, porque incluían en la resta ese día, ya que para ubicarse en un día hacían referencia a los únicos que tenían nombre. Y ese día, el sexto antes de las calendas de marzo era el que repetían para ajustar el calendario solar con el civil. De ahí viene bisiesto, de bisexto.
— Vaya un lío, colega.
—No, si piensas que la tierra tarda 365 días, seis horas y un poco más en dar la vuelta al sol y que se repita el ciclo anual. Por lo tanto, para ajustar los calendarios cada cuatro años se suma un día a febrero. Y por ese poco más que te he dicho antes no todos los años múltiplos de cuatro son bisiestos. No lo son los múltiplos de cien, aunque lo sean de cuatro, salvo que lo sean también de cuatrocientos.
—Mida, Mendugo, me padese pedfesto todo lo que m’haz contao, pedo como no entiendo nada, yo me quedo con mi dedusión, azí que me voy a eshad la biziezta de hoy que ze m’ha levantao doló de cabesa. ¡Pezao el Mendugo ezte!








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martes, 28 de febrero de 2012

Pelirrojos


El del fémud
—¿Qué haces con ese hueso en las manos?
—No ez un huezo, ez un fémud.
—Sí es un hueso, y sí es un fémur. 
—Quizquillozo.
¿De dónde lo has sacado?
—¿Te acueddaz de laz canicaz que degalazte a Ede Se A el oto día y que contazte pada que no te dobada?
—Sí, claro que me acuerdo, don ironías.
—Poz m’he ido a hugad con ellaz y loz niñoz.
—Los niños están en el cole a estas horas de la mañana.
—¿Y qué paza, que no tienen dequeo?
—Sí, tienes razón. Pero no entiendo nada. Salvo que le hayas arrancado a alguno la pierna... Pero no eres tú tan bruto.
—Ziempe ponez a Ede Se A en la peod conzidedasión.
—Bueno, cuenta, que no tengo mucho tiempo.
—Hemoz hesho un gua pada hugá y noz hemoz encontado ezto.
—¿Es humano?
—No queo, aunque no zoy antopólogo.
—Ni yo tampoco, pero a mi sí me lo parece.
—¡Que no, hombe, que no ez humano! —le faltó poco a Erre C. A. para mandarme a hacer gárgaras.
—¿Y cómo estás tan seguro?
—Podque uno de loz niñoz con loz que hugaba ha disho que a lo mehó eda de zu abuelo.
—Que se le había caído un día que fue a recogerle, ¿no? —quise hacer un chiste a costa de lo que yo creía ingenuidad del rano.
—No, le fuziladon en la gueda. Le zacadon a empuhonez de zu caza y le fuziladon. Antez el cole eda la huedta de zu agüelo.
 —¿Y qué pasa, que los huesos de los asesinados en la guerra no son humanos?
—Ezasto. Zon huezoz de peddedodez o d’ezcodia, según quien loz mente. O a lo mehó ez podque todoz loz de zu familia zon y edan pelidohoz.
—O sea, que a todos los que les dieron el paseo en la guerra tenían de ese color el pelo, ¿no?
—No.
—Vaya, menos mal. ¿Entonces?
—Poz que había otoz que loz tenían asul, pedo a ezoz me padese que lez entedadon a todoz en sementedioz. Y, ademáz, no todoz loz que no eztán entedaoz como dioz manda edan pelidohoz.
—¿Ah, no?
—No. Había un hues.
—¿Un juez? Anda, vete por ahí y le cuentas tus historias a otro.
—A oto huez no, podque lo mizmo ze lo cadgan. Y no quiedo tened ezo en la consiensia.








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lunes, 27 de febrero de 2012

¿Naciones? ¿Para qué?


El sureño
—Tienes una de las mejores amigas.
—¿Pod quién lo disez?
—Por ti y por la Bartola. A ti no te pillan las musas trabajando, ¿eh?
—Yo no zoy queativo.
—No, tú eres destructivo.
—Tampoco te pazez. Zoy del Zud.
—Pues yo conozco a mucha gente del Sur y trabajadora. Sureño y trabajador no son términos excluyentes.
—Bueno, vaaaaaaale. Huyamoz de tópicoz. Zoy de la Ezpaña de shadanga y pandedeta.
—Cerrado y sacristía —seguí el poema de don Antonio—. Pero ni devoto de Frascuelo, ni de María, porque no has pisado una plaza de toros ni una iglesia en tu vida. Aunque espíritu burlón y alma inquieta sí tienes, a pesar de que tu postura lo desmienta.
—Vale, pada ti la peda godda. Pedo yo no zé cual de laz doz Ezpañaz ha helao el codasón a Ede Se A.
—Pero si ni siquiera eres español.
—Uno ez de donde comen zuz hihoz.
—Tú no tienes hijos.
—Pedo zoy uno d’elloz.
—¿Eres un qué?
—Un hiho. Y mi made cobaba una penzión de laz adcaz ezpañolaz; luego zoy ezpañol. Aunque no zepa pada qué diabloz zidve.
—Para discutir con los franceses, por ejemplo.
—No te diaz d’ezaz cozaz que pod ellaz ha codido musha sangue.
—No hacen falta naciones para que corra la sangre, tan solo dos hombres.
—Y un deztino no compadtido.







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domingo, 26 de febrero de 2012

¿Confabulación?

—¡Qué oportuna la tele!
—Todo se estropea.
—Zi ez que ziempe compaz lo máz badato —me echó en cara el rano.
—No. Te equivocas.
—Vaya que no —insistió, por eso hube de darle explicaciones.
—No. Esa televisión me la regalaron, igual que la anterior. Y de todas formas a ti no te afectó el bolsillo —me revolví.
—Poz vaya degalo de caca.
—¿Cómo que vaya regalo de caca? —me encaré con Erre C. A.—. En esta vida, lo mínimo es sentir agradecimiento, y demostrarlo, por los favores que a uno le hacen.
—Pod a Ede Se A te lo degaladon y no veo yo eze agadesimiento pod ningún zitio.
—Porque tú no eres quien me lo regaló, listo.
—Pedo lo zuyo zedía cuidadme como odo en paño pada demoztad agadesimiento, ¿no?
—No quiero ir en contra de mis sentimientos pero alhaja con dientes...
—No piedde bocado.
—Mal dicho, pero nos entendemos.
—¿Y vaz a compad ota?
—No quiero más alhajas como tú.
—Digo ¿qué zi vaz a compad ota televizión?
—De momento no.
—Poz la que haz puezto en el zalón z’ha debido mohad y ha encohido.
—Claro, por eso tú no te duchas.
—Ente otaz cozaz. Pedo, oye, ¿tu hiho no tenía un telezcopio?
—Sí.
—¿Y ze lo ha llevado o eztá en zu bita?
—Pues... Creo que está en la habitación de mi hija.
—Ze lo voy a pedí.
—Hombre, por fin vas a hecer algo que te aporte algo.
—Ezoz algoz zon ved tu minitele.


El miope

—¡Qué exagerado eres!
—Pedo zi en el partido que vimoz ayé padesían pitufoz dando patadaz a una hodmiga.
—El partido que vimos ayer era de tenis, no de fútbol. Y los de azul con gorra eran los regogepelotas y los jueces de línea.
—Lo que te digo, no ze diztinguen ni loz depodtez.
—Pues acércate más.
—No, que m’ha eshao la bonca tu shica.
—¿Y eso?
—Podque dise que lleno la pantalla de babaz. Lo que nozabe ez que edan láguimaz podque estenadon Madselino pan y vino y me hadté de llodá. Y clado, pada ved algo me asedqué musho a la pantalla.
—Te lo crees todo. Estreno de Marcelino pan y vino... —me mofé—. ¿Y por qué no vas al oculista? Por si acaso...
—A mí no me paza nada en el culo, zalvo el dezcocido.
—O-cu-lis-ta. De oculus oculi: ojo.
—¿Pedo de veddá que no vaz a compad ota?
—No me gustaría.
—Poz tu hiha, tu shica y yo ya hemoz hablado del tema. Y noz hemoz desidido pod una Zamzung de cuadenta pulgadaz.
—Vamos a ver, entonces ¿para qué toda esta historia?
—Ede Sea no quedía hasedte de menoz.
—¿Y no será que te gusta enredar?
—Ezo también.
—¿Y si yo voto que no, qué pasa?
—Nada, ganamoz tez uno.
—Aquí vota el que afloja la mosca.
—Aquí, como tú disez el que zabe máz de mozcaz ez un zedvidó, demócata de pacotilla.
—La mosca en este caso es el dinero. Y de eso entiendes poco.
—Mida quién fue a hablá, el que esha dies nudoz a la bolza. 








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sábado, 25 de febrero de 2012

Aflojar la mosca.

Me encanta el dicho y el artículo. Y lo que la gente se inventó y que hemos recibido de regalo. ¿No me digáis que el idioma no tiene duende?


Ignacio Frías dice:
  
«Ya en otras ocasiones he citado el delicioso trabajo de José Luis García Remiro titulado ¿Qué queremos decir cuando decimos...? (ISBN 84-206-3753-X). Dedica uno de sus capítulos a la expresión por la que preguntas. Dice así:

[Nota mía: Germania es la jerga o manera de hablar de ladrones y rufianes, usada por ellos solos y compuesta de voces del idioma español con significación distinta de la verdadera, y de otros muchos vocablos de orígenes muy diversos (DRAE).]

Aflojar la mosca

Aflojar la mosca es abrir la bolsa, sacar el dinero y pagar. Mosca, con el significado de 'dinero' aparece ya en Quevedo y en la novela picaresca. Esta acepción surge en el habla germanesca. Sabemos que la germanía, como grupo marginal, formó un vocabulario paralelo para entenderse sin que se enterasen los que no pertenecían a su tribu. Una de las finalidades de estas jergas era, y sigue siéndolo, la de afirmar la pertenencia al grupo y al mismo tiempo excluir a los que no pertenecen a él, dejándolos fuera, sin enterarse, de los mensajes que se cruzan. Este segundo vocabulario, por exigencias de su propia naturaleza, estaba en constante renovación, ya que, en cuanto una palabra saltaba a la calle y se hacía de uso común, dejaba de cumplir su función y debía ser sustituida por otra nueva, sólo conocida de los iniciados. En la formación de este segundo vocabulario, utilizaban diversos procedimientos (metonímicos, perifrásticos...) todos ellos muy imaginativos.

Aflojar la mosca supone que el dinero ha sido atrapado (robado) al vuelo, como se atrapa una mosca, y que se va si aflojas la mano, o sea, la bolsa donde éste se guarda. El paso de aflojar a pagar es fácil de entender como quien suelta algo que está sujeto y que se gasta volando. La palabra que significa la acción previa de aflojar termina significando la acción misma de pagar. Este designar una acción por el comienzo de ella, por los preparativos de la misma, es relativamente frecuente en el idioma: ordiniare, que significaba «preparar la vaca para el ordeño», terminó significando la acción misma de ordeñar. Lo contrario de aflojar la bolsa es echarle un nudo. López de Úbeda, La pícara Justina(1605), recomienda: "Amiguitas, otro ñudo a la bolsa, que piden mucho en León" (II, 2.a, cap. 1)».

viernes, 24 de febrero de 2012

Palabras con vocación impropia (70ª)

Septuagésima entrega. Hoy va de todo.

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atractriz. adj. Fís. Que atrae.
atractriz. (De atraer y actriz). f. Actriz muy atractiva.
Ej.: No todas las actrices son atractrices.
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averrugada. adj. Que tiene muchas verrugas.
averrugada. (De ave y arruga). f. Pájara que ha envejecido mal y tiene muchas arrugas. 
Ej.: Es difícil ver una averrugada.
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azorrar
azorrar. (De zorra). prnl. Quedarse como adormecido por tener la cabeza muy cargada. [...].
azorrar. (De zorra). int. malson. Dicho de una mujer, prostituirse.
Ej.: Muchas se azorran por amor, otras por dinero, pero por vicio...
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bacallao. m. Bacalao.
bacallao. (De ir y callar). adj. Hombre andarín y muy poco hablador. 
Ej.: Tengo un  vecino bacallao, cuando anda y cuando no.
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bastear. tr. Echar bastas (‖ costuras de puntadas largas). [...].
bastear. (De basto). reflex. Hacer el basto y el grosero.
Ej.: Tu primo estuvo basteando toda la noche.
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bocallave. f. Parte de la cerradura, por la cual se mete la llave.
bocallave. (De boca y llave). adj. Aquél que de palabra revienta contraseñas y puertas.
Ej.: Se me olvidó la contraseña y llamé a mi primo, es un bocallave.
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cacología
cacología. (Del gr. κακολογία, injuria, calumnia).
f. Ling. Expresión que, sin ser gramaticalmente incorrecta, atenta contra la lógica o el buen uso.
cacología. (De caco y -logía). m. Estudio de los ladrones y sus malas artes.
Ej.: El poli ese es un experto en cacología.
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cacumen. (Del lat. cacūmen). m. coloq. Agudeza, perspicacia. [...].
cacumen. (De caca). m. col. Subterfugio social usado para referirse a la mierda.
Ej.: Hablando del cacumen, te diré que...
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cascolitro
cascolitro. m. Planta gramínea de América del Sur.
cascolitro. (De casco, recipiente y litro). m. Recipiente, generalmente de vidrio, con la medida exacta de un litro, que había que entregar para comprar otro lleno de la bebida correspondiente.
Ej.: Es famoso el cascolitro de La Casera.
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cerógrafo. (Del gr. κηρογράφος, que pinta al encausto). m. Arqueol. Anillo con que los romanos sellaban en cera los cofres y armarios.
cerógrafo. (De cero y –grafo, que escribe). m. Aparato para escribir ceros.
Ej.: Mi profe de mates se compró un cerógrafo.
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jueves, 23 de febrero de 2012

Juegos de palabras

—¡Qué mala cada tienez, Mendugo!
—Es que tengo almorranas.
—¿Y laz tienez en la cada?
—No, tengo una en el culo y otra en casa.
—No lo didáz pod mí.
—La del culo no.
—Poz laz almnodanaz no tienen nada que ved con laz danaz, ¿eh?
—Etimológicamente no, pero las mías no estoy yo tan seguro.
—Zedá que yo t’eztezo musho.
—No, a mi Esteso me gustaba. Pajares no, pero Esteso sí.
—¿Zegudo que no tienez laz almodanaz en el serebo?
—Seguro.
Toma
—Entonsez ez que no te haz tomado hoy tu paztilla. Toma.
—P’astillas estoy yo hoy.
—Te guzta hugá con laz palabaz, ¿eh?
—Más que a ti con el robot-aspirador.
—No ze yo.
—Yo tampoco sello mucho últimamente.
—¿Vaz a zacá punta o todo lo que dise Ede Se A?
—No, sólo a los lapiceros que otros usan.
—Zi me dehadaz uzá la pluma...
—Tener pluma propia es muy fácil. Mira Antonio Gala.
—Ya te guztadía a ti tené la pluma de don Antonio.
—Depende cual.
—La que impodta.
—En eso estamos de acuerdo.
—Loco, loco, yo y loquita ella.
—¿Y eso a qué viene?
—¿No me digaz que no conosez eze huego de palabaz?
—No.
—Poz, hala, huega con él, a ved zi lo entiendez. Te doy una pizta, tiene que ved contigo y con tu shica.

Tardé, pero lo resolví (lo coloco yo y lo quita ella), pero no le dije nada a Erre C. A. Me gusta darle cuartelillo y que se sienta general con mando en plaza.





  
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miércoles, 22 de febrero de 2012

Canicas

—Como te vea mi chica enredando en su bolso te la vas a liar.
El buscanicas
—Ez que ze m’ha caido dento una canica. Mi favodita.
—¡Cuidado, que viene! —grité y engañé al rano. Éste dio tal salto que se cayó de espaldas en el suelo—Que no, que era broma.
—¡Vaya zuzto, colega!
—Anda, busca tranquilo, que salió temprano esta mañana y no viene a comer.
—Zí, como que me lo voy a queed ahoda.
—Que sí, que va en serio. Éste es el bolso que usó ayer.
—Tú lo que quiedez ez que me coma el tigue.
—Por cierto, ahora que lo pienso, las canicas son mías.
—Ésta no.
—¿Seguro?
—¿Qué paza, que te queed el dueño de todaz laz canizaz del mundo?
—No, sólo de las que estan en este bote, que ahora está medio vacío.
—Poz no midez a Ede Se A. Cada ves que viene un niño o una niña a ezta caza le degaláiz un puñao. Y anda que no vienen niñoz ni na...
—Noto cierta envidia en tu defensa.
—Mi defensa no tiene nada que envidiá a loz niñoz, ni a Vidiato.
—Tu defensa no, ¿y tú?
—Yo tampoco.
—¿Quieres un puñado de las mías?
—Bueno.
—Coge diez que te gusten, anda.
—¡Qué shuli, azí tengo onse. Zi ez que encuento la del bolzo.
—¿Sólo tenías una?
—Clado, pod ezo eda mi favodita —y se puso a elegir canicas—. A ver, una. A ezta roha la voy a hasé un veztido... Doz, a ézta  un zombedo... Tez, a ézta ota una cacita de muñecaz... Cuato...
—Pero, bueno. ¿Cómo juegas tú a las canicas?
—Como me da la gana. O ez que quiedez que te haga un aguhedo en el zalón?
—No, no. Mejor, no. Sigue, sigue.
—Una, a ezta amadilla...
—Oye —le interrumpí otra vez—. Llevabas tres o cuatro.
—Ez que m’haz diztaído. Ahoda ya no zé laz que llevo...
—Las que tengas en las manos. No tenías ninguna.
—¡Vaya, cómo estamos al tanto! ¿eh? A loz niñoz no ze laz cuentaz...
—Es que los niños no intentan liarme.
—Poz zedáz al único.






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martes, 21 de febrero de 2012

¡La leche!

—Oye, Mendugo, ¿loz tetabikz ze llaman azí podque a laz vacaz lez zalen pod laz tetaz?
—Sí, y los tetracampeones lo son por tener cuatro tetas.
—Anda, ¿no?
—Pues no. En principio los envases de leche se llaman te - tra, te - tra - briks. Y lo segundo, lo único que les sale a las vacas de las ubres es leche.
—¿Y tampoco el quezo dayado?
—Pero bueno, ¿tú no eres de campo?
—Yo zoy de Camp Bataille, ez una siudá, pequeñita, pedo una siudá. Ede Se A ez udbanita.
—Erre C. A. es tonto. También creerás que el frigorífico es una fábrica de embutidos, ¿no?
—Clado. Pedo, a vesez, loz tabahadodez zon muy lentoz, no deponen dápidamente lo que me como.
—¿Pero no me ves venir de la compra?
—Yo queía que taíaz la matedía pima.
—Aquí el único primo que hay soy yo.
—Poz mushaz vesez he eztado tentado de metedme dento de la neveda y ved qué paza, pedo ya me montazte un pollo una ves que lo intenté.
—Pues ten cuidado, porque si estás en lo cierto puede que yo me encuentre con salchichón de rana.
—También me ha fenado ezo. Mida que zi z’equivocan...
—Yo no lo llamaría equivocación, sino optimización de recursos.
—¿Y qué me disez de la padte de abaho del figodífico? Nunca me dehaz azomá la gaita. Ziempe la abez y la siedaz muy depiza. Yo queo que ahí ez donde ezcondez a loz opedadioz.
—Eso es el congelador. Y cuanto menos tiempo esté abierto mejor. Y no metas ahí las narices.
—Poz cuando lo abez veo zalí humo y oígo duidoz dadoz.¿No zedá que no quiedez que vea a loz shinoz shazcutedoz que tienez ahí?
—En todo caso esquimales.
—No zabía yo que hubiera seddoz en el Polo Nodte.
—Ni yo que estuviera manteniendo uno tonto.
—Lo vez, tú mizmo lo deconosez.
—Me refiero a ti. Y no te crío precisamente para hacer embutido verde.
—A zabé. Pedo no me convensez, podque ¿quién ensiende la lus de dento cuando abimoz la puedta, eh? Podque con lo tacaño que tu edez no me queo qu’ezté ziempe ensendida.