jueves, 8 de diciembre de 2011

Cenaoscuras

 Para Raúl


—¿Pod qué me eztáz eshando ziempe en cada lo que como?
—Porque tengo la necesidad de saber que hago cosas por los demás.
—¿O zea, que no ez pod el gazto ni el tabaho? —Erre C.A. pasó olímpicamente de mis sentimientos.
—No.
—¿No m’eztadáz dando laz zobaz, no?
—¿Tú crees que los bocadillos que te metes, por ejemplo, son las sobras de las lentejas del día anterior?
—No, podque laz lentehaz no llevan Nosilla. Pedo no me fío musho de tu enfoque económico.
—Eso teníamos que haber hecho todos nosotros —comenté sin saber porqué.
—Peddón, no entiendo.
—Nada. ¿Que si entonces no estoy dotado para llevar una casa?
"de la cofadía del puño sedao"
—Que zí, pezao. Me defedía a que tú edez de la cofadía del puño sedao.
—Y tú a la de la boca abierta. Pero si todos fueran como yo, otro gallo nos cantaría.
—A mí me iba a dudad poco.
—¿Qué te iba a durar poco?
—El gallo. Pedo lo malo de tu pedzonalidá ez que ze dezlise hasia el consepto de senaozcudaz.
¡Uy, qué fino! Pero sabrás tú lo que es un cenaoscuras —presumí.
—Hombe que lo zé. La noshe de la sena en la Moncloa… —comenzó un relato que no acabaría—. Pedo mehó me callo.
—¿Y donde has oído esa palabra, en Moncloa? —me sonreí.
—Ya la he manehado antez, ¿no te acueddaz de laz fieztaz de tu pueblo?
—No.
—Poz te quehabaz un montón. Fue tal que el veintiuno de setiembe de doz mil osho. Y no la he oído, la he leído.
—¿Pero dónde?
—Hase musho, en el Dissionadio de autodidadez.
—En ese diccionario, que te está prohibido tocar, aparece una entrada que difiere un poco de lo que tú has pronunciado.
—Ya zabez que en ponunsiando Ede Se A no ze ganadía la vida.  
—Ni pronunciando ni construyendo frases, desde luego. Pero no me refiero a tu dedeo o ceceo o como quieras llamarlo. Digo que dentro de la entrada CENAR, aparece ese adjetivo pero como CENA AESCURAS.
—¿Y a mí que m’impodta?
—Has traído tú la palabra a colación. No te quejes.
—Yo he hablado de un senaozcudaz podque todo lo que tenga que ved con sená y comé me intedeza, y pod lo del puño sedao.
En esos momentos sonó el teléfono. Nada más ponérmelo en la oreja se cortó. Pero aproveché el momento para gastarle una broma a Erre C.A. Así que dije un par de síes, me aparté el auricular de la cara, se lo tendí y dije:
—Es la policía. Para ti. No sé qué de una cena a oscuras.
—Dilez qu’eztoy fueda —dudó—. No, dilez mehó que Ede Se A no vive aquí. Que m'he mudao no zabez donde.
Yo simulé dar el recado y él salió por patas.

Ahora, cada vez que suena el teléfono aparece el rano y dice que él no está para nadie. Que lo de la Moncloa fue un “insidente zin impodtansia”. A ver si puedo sacarle qué le ocurrió la otra noche.






5 comentarios:

Crul dijo...

Lo que no tengo claro es por qué para mí... ¿por el diccionario de autoridades?

Mendrugo dijo...

Por los cuatro primeros comentarios.

Crul dijo...

¿Y lo ves como una cuestión de la edad (lo he oído mucho) o de siempre?

Mendrugo dijo...

Supongo que habrá de todo un poco, pero en mi caso lo recuerdo desde hace mucho.

Crul dijo...

Me reconozco en parte (creo que todos lo haríamos) y creo que lo ideal sería (e ideal para mí es sinónimo de imposible) satisfacer esa necesidad sin resultar (que no "ser") agresivo a los demás.
Y es algo que me digo a mí antes que a los demás