El que dice las verdades...

—¿Cómo andamoz d’eudoz, Mendugo?

—¿Andamos?

—Vaaaaaale. ¿Cómo andaz tú d’eudoz?

—Ni bien, ni mal, sino todo lo contrario. ¿Por qué? 

—Podque me quiedo apuntá a una cademia.

El nuevo Nuréyev

—¿A una academia de qué?

—De balé

—¿De ballet?

—Zí, de balé. ¿Qué paza?

—De momento nada, pero puede pasar de todo.

—¿Qu’inzinuaz?

—No, no insinuo nada. Pero no te veo yo a ti con tutú.

—Loz bailadinez no llevan tutú.

—Pues tampoco te veo con mallas ajustadas. ¿Qué quieres que te diga?

—Luego disez que no edez un mashizta, ni un inmovilizta. Zi llegaz a zedlo…

—Pues no lo soy, pero para todo hay que tener actitudes y aptitudes.

—Poz yo laz tudez ezaz me laz pazo pod ahí. A mí me guztadía bailad y ya eztá.

—Y no te vas a reír cuando hagas espejo o sombra, como dicen los del boxeo.

—¿Tú te díez cuando te lavaz loz dientez después de dushadte? No zabe Ede Se A zi t’haz vizto el tipo.

—Ya, pero no quiero ser vedette.

—Ni yo tampoco. No te faztidiaz. Zólo quiedo zabé qué ze ziente flotando ente la múzica y el movimiento popio y acompazado.

—Si quieres escuchamos el Lago de los cisnes y te voy tirando hacia arriba mientras dura la música.

—¿Y pod qué no te tidaz tú al zuelo boca abaho y huego yo a la pedindola⁽¹⁾?

—Las perindolas no tienen euros, así que lo siento mucho por tus clases de ballet.

—Eztá clado. El que dise laz veddadez, piedde laz amiztadez.

—Y las subvenciones. Pero yo, al fin y al cabo, no pierdo el dinero. 

—La dinidá no ze compa con dinedo, doñozo de miedda.
—Ey, esa boca.
—Ey, eza tipota.


⁽¹⁾ Yo, de pequeño, decía pirindola, pero no, es perindola.

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