jueves, 31 de enero de 2008

Pasotas obligados

Cuando se deja de vivir antes de morir, el futuro importa poco.

Palabras con vocación impropia (5ª)

Quinta entrega. De todo un poco.

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librería. f. biblioteca ( local en que se tienen libros).. […].
librería. f. Estado de una ría gallega o no en la que no estorba ningún barco o barca.
ej.: Tal como quedaron después de aquello del Prestige, que no había quien saliera a la mar.
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lioso. (De lío). adj. embrollador. […]
lioso. m. Plantígrado embrollado.
ej.: Rajoy.
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llocántaro. m. Ast. bogavante.
llocántaro. adj. Insulto o expresión que el propio sujeto se hace cuando se juzga inocentón.
ej.: “¡Llocántaro, que eres un llocántaro!”, se decía Gallardón ante el espejo.
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maña. (Quizá del lat. vulg. *manĭa, habilidad manual). f. Destreza, habilidad. […].
maña. m. Futuro inmediato que no llega a mañana.
ej.: No dejes para maña lo que puedes hacer hoy.
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marojo. (Del lat. malum folĭum, mala hoja). m. Conjunto de hojas inútiles o que solo se aprovechan para el ganado.
marojo. m. coloq. Marido de una maruja. 2. Mar. Vistazo echado al mar.
ej.: El ex de Marujita Díaz.
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marraqueta. f. Bol., Chile y Perú. Conjunto de varios panes pequeños que se cuecen en una sola pieza, y pueden después separarse con facilidad.. […].
marraqueta. f. Bastidor con mango que sujeta una red o pergamino, o ambas cosas, y que se emplea como pala en el juego del volante, de la pelota y otros semejantes, como el tenis, siempre que se juegue en la playa y dentro del mar.
ej.: Lo usan todas las familias con hijos o hijas cuando éstos se empeñan en comprarlas en los bazares de las ciudades costeras: “Paaapa, cómpamela unas marraquetas y juegamos en la playa”.
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marranada. (De marrano). f. Cosa sucia, chapucera, repugnante.
marranada. (De marrar y nada). com. Que siempre acierta.
ej.: La metereóloga no es una marranada.
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mesadura. f. Acción de mesar.
mesadura. f. Tablero con patas muy resistente.
ej.: La de Batasuna.
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mesenquimal. adj. Anat. Perteneciente o relativo al mesénquima, o derivado de él.
mesenquimal. intr. Conciencia de ser esquimal.
ej.: No tengo yo eso de mesenquimal, prefiero el Sur.
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mesmedad. (De mesmo). Por su misma mesmedad. loc. adv. U. para dar a entender que algo llegará natural y necesariamente a determinado fin, sin ayuda ni intervención de nadie.
mesmedad. f. Coincidencia en la edad.
ej.: Tu hermana es mesmedad que yo.
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Otra "serendipia"

Muy recientemente unos investigadores, creo que norteamericanos, han observado que al aplicar corrientes eléctricas al cerebro humano, éste recupera recuerdos ya olvidados. Esta nueva serendipia, porque la investigación nada tenía que ver con la capacidad del cerebro para recordar, abre una esperanza para aquellos enfermos que sufren este tipo de males. La noticia es buena, y puede explicar ciertos comportamientos que se han dado recientemente en grupos a los que se aplicaron corrientes eléctricas. Me refiero, por ejemplo, a ese conjunto de personas que sufrieron torturas durante el Proceso de Reorganización Nacional argentino (1976-1983 ), y que jamás olvidarán aquello que fueron obligados a vivir. Otros ya no pueden recordar nada. Vaya este post por unos y por otros.

miércoles, 30 de enero de 2008

Por agradecimiento

Decía en mi post del 26/1/2008 (Gracias y perdón) que hay quien opina que publico demasiado en este blog. Hoy me han comentado lo contrario. Me han pedido que intente publicar diariamente las cosas de Giuseppe jr., alias Erre C.A. Lo segundo alimenta más mi ego, ya de por sí voluminoso, pero me plantea una obligación; y de esas pocas, ¿eh? Lo siento por los portadores de las opiniones encontradas, pero he decido seguir como hasta la fecha: cuando Erre C.A. me llame, le haré caso. Él, mejor que nadie, puede decidir en este asunto. Pero, por esta vez (y por mi ego) colgaré el post que sigue como muestra de agradecimiento a una “rojilla” que me sigue y que (creo) está enamorada del rano en cuestión. Ella firma sus comentarios como “dcc”, yo como Mendrugo. Ambos sabemos quienes somos, y con eso basta. Lo dicho, va por ti, dcc.




Nunca sobra un poco de humildad

—O sea, que tu padre escribió el diario para ti.
—Zi, pa que zupiera dél. Queda como er culo, pedo pefiedo leelo de su cuño y leta…
—Se dice de puño y letra.
—Ezo, de su cuño y leta mejod que pod boca dotos que segudo que no contan la veddá.
—Lo que también deduzco es que no te llamas Erre C.A.
—No, pedo me guzta que me llamen azí, ez mi mote… De mi badio. ¿Tú no tenes un podo?
—Un apodo.
—Vale, un podo, ¿no tenes?
—Sí, pedo, perdón, pero no te lo voy a decir.
—¿Pod qué?
—Porque sería el centro de tus chirigotas.
—¿Qué zon las shidigotas?
—Bromas.
—Ya vez, el ombligo del mundo… El cendo de miz shidigotas… ¿Quién te quees que edes, chaval?
—Es una forma de hablar. Creo que si te lo digo me vas a dar la barrila.
—Yo no teno badilas, y zi laz tenieda no te laz iba a da a ti.
—Tuviera, se dice tuviera, no teniera. Dar la barrila es ponerse pesado con algo contra alguien.
—¿Como tú con tus codecciones?
—Sí —reconocí—. Como yo con las correcciones que te hago. Pero es superior a mis fuerzas, lo siento. No me importa que tengas tu jerga, tu... tu forma de hablar por llevar un joyero debajo de la lengua, pero cuando oigo una palabra mal…
—¿Qué yo habo mal? ¿Qué yo habo mal? Amos venga ya, tío. Yo habo español pedfestamente. ¿O tú no me entiendes?
—Normalmente sí te entiendo, pero tú no dominas el español, Giuseppe. Eso deberías reconocerlo.
—Vaya pod Dios, habló Blas y punto dedondo. ¿Tú sabes como se llama el natural de un deino, el que ha nasido como yo en el deino de Maduecos?
—Pues no, pero no creo que tenga un nombre.
—Lo vez cono edes un incurto. Zí xiste un tedmino para denominad al natudal de un deino. Pedo zi lo quiedes sabé, antes solta tú tu podo.
No se me ocurrió corregirle. El jodío rano sabía latín, aunque yo le negara conocer el español. Me había calado. Había reconocido en mí la pasión por el lenguaje. Por supuesto di mi brazo a torcer.
—Está bien. Pero si no lo usas. Hay apodos íntimos, motes que sonarían mal fuera de tu entorno más próximo… Prométeme que solo lo usarás cariñosamente.
—Pometido.
—Mndro —susurre muy deprisa.
—¿Cómo has decido?
—Mendrugo —dije una vez pasada la primera vergüenza.
—¿Mendugo?
—Sí.
—¿Como un casho de pan? Mía tú que bien. Mendugo. Mendugo. Pod no sona mal. Mendugo. ¿Y yo podo llamadte Mendugo?
—Sí, si tienes en cuenta lo que ya te he dicho.
—Home, yo cadiño, cadiño toavía no te teno musho, pedo… con pitodeo no lo voy a usá.
—Con eso me vale. Y ahora te toca a ti.
—Tu ya sabez er mío.
—No me refiero a tu mote, sino a la palabra que designa al natural de un reino.
—Tu ez que edes tonto, Mendugo. A ved, ¿cómo se llama a uno que ha nasido en la Tieda?
—Terrícola.
—Pos a los nacidos en un deino se les llama regnícolas.
—Eso que lo dices tú. Te has inventado esa palabra.
Tardó poco, y digo mucho, en encaramarse a una escalera de mano que clavé en la pared y en la que puse todos mis diccionarios. Agarró el segundo tomo del RAE y, ya por su peso, ya por las prisas, acabaron los dos en el suelo.
—Vaya hoztia, Mendugo —escuché una queja que pareció salir del diccionario.
Me quedé mirándo y pensando en la plancha que iba a necesitar.
—Pedo, reasiona, tío. Ayúdame pod lo menos, que no puedo con ezte libo —el libro pareció moverse un poco.
Le quité de encima a Erre C.A. todas las palabras de un tirón y trate de levantarle. No se dejó, rodó y se levantó. Sacudiéndose el polvo y buscándose daños me increpó con razón.
—En qué penzaba el Mendugo, cazi maxfizio y tú midandome con cada de bobo.
—Perdona, tienes razón. Estaba pensando en la plancha.
—Zi maxfizio la plancha no va a zedvidme de na.
Terminó su inspección y, exagerando un dolor inexistente, trepó hasta su sitio favorito.
—Ahoda lo midas tú, pod lizto.
—¿Qué tengo que mirar?
—Ya voy entendiendo lo de tu mote, Mendugo. Pos el disionadio…
—Es verdad.
Y la busqué, y muy a mi pesar tuve que reconocer que él tenía razón.
Esa noche no cené, me había merendado todo mi orgullo, y quizá tampoco desayunara al día siguiente. Quien menos te esperas te da una lección sobre lo que más crees conocer.

Erre C.A. se llama también Giuseppe

Viene de

—¿Voy a tené que sacadme de la boca tos los collades?
—No, no hace falta, ya me voy acostumbrando.
—¿Zigo?
—Zigue.

Y seguimos.

—Pos leo. Ente el Amedeo eze y el Domingo me tenen fito. Manejan dinedo como zi no fueda suyo…
—Oye, una cosa. Verás, a mi Giuseppe, tu padre, me caía muy bien. Y eso que solo estuvimos juntos en una ocasión. Pero…, es que no me termino de creer que fuera espía del CESID. Tu padre era un león, con apariencia infantil y de peluche...
—¿Ya volves ota vez a lazandadas? ¿Pedo a ti qué leshe tan hesho lo animale, y máz loz de tapo?
—Nada. Aunque en todo caso me transmiten dulzura y ternura. Y si no fuera por eso.…
—¿Qué?
—Nada, nada. Mejor me callo.
—Sedá que te doy la lata, ¿no? Poque tú no padas de intedumpíme… ¿Queres oídlo o no?
—Pues no sé qué decirte, porque el asunto me pone de los nervios.
—Entonses, que te den. Yo ya me lo zé.
—No, hombre, digo rano, sigue, sigue.
Un poco amoscado y molesto Erre C.A. continuó la lectura del diario de su padre. Con ello descubrí los avatares de una vida impropia de un muñeco inmerso en una trama que, si bien los tribunales investigaron y calificaron de terrorista, no todos los que participaron aparecieron. Al menos, esa fue y es la sensación que para muchos quedó. Lo que iba a escuchar de boca de un batracio, emocionado y llorón (tuve que darle un pañuelo de papel porque me estaba poniendo todo perdido), producto del amor entre un león y una camella, aun debiéndolo creer, no me aclaró nada, y eso que el diario felino despejaba la famosa equis del caso.

Para resumir y en bien de la claridad y del compartir información, el diario acababa de esta manera:
"Lo que pocos podrán adivinar es que el responsable de toda esta porquería soy yo mismo. Por eso me voy, desaparezco. Ahora que está saliendo todo a la luz, no quiero salir en la foto. No escribiré más, pero lo ya escrito se lo debo a mi ranito, a Giuseppe jr".
En la hoja siguiente, Giuseppe padre dejó muestras gráficas de su amor, lo que yo tomé como aval del diario, aunque seguía sin comprender la relación entre una camella (Manolita) y un león, pero ya es sabido mi dificultad para entender a los animales, a éstos y a aquéllos.

martes, 29 de enero de 2008

Palabras con vocación impropia (4ª)

Cuarta entrega, ésta sobre el prefijo des-.


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desbancar. Usurpar, sustituir a alguien en una posición y ocuparla. […].
desbancar. Nacionalizar la banca.
ej.: De esto Ugo Chávez sabe mucho.
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desbarrar. (Del ant. desbarar, disparar). intr. Deslizarse, escurrirse. […]
desbarrar. tr. Secar o quitar el barro.
ej.: Lo que hacen Zaplana y Acebes a Rajoy.
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descafeinar. tr. Extraer o reducir el contenido de cafeína en el café. […].
descafeinar. tr. Vomitar el café.
ej.: Como cuando lees las noticias desayunando.
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despegable. adj. Que se puede despegar.
despegable. adj. Aplícase a quien tiene la capacidad (o la suerte) de quitarse los golpes recibidos.
ej.: Luis Montes o cualquier otro médico del H. Severo Ochoa de Leganés que, a pesar de todo, no ha perdido su trabajo, ni nosotros su labor. No ocurre así con los otros médicos que han tenido que abandonar su puesto en este hospital y que, inocentes de toda culpa, han recibido los golpes de la inoperancia política de quien lame la esperanza.
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despichar. (De ide- y espichar). tr. And. descobajar. […].
despichar. int. capar.
ej.: Lo que habría que hacer con algunos usuarios del machismo extremo.
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despeo. m. despeadura.
despeo. m. Ventosidad inversa.
ej.: Acto que, según palabras de Camilo José Cela, era capaz de realizar desnudo y sentado sobre una palangana con equis litros de agua.
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despender. (Del lat. despendĕre). tr. desus. Gastar la hacienda o el dinero. U. t. en sent. fig.
despender. tr. Dejar de colgar.
ej.: La papada de Sara Montiel después de una de sus operaciones de cirugía estética.
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despelotar. (De des- y pelote). tr. coloq. Arg. y Ur. desordenar (turbar el orden). […].
despelotar. tr. Robar o requisar la pelota a los niños cuando molestan.
ej.: Lo que sigue a: “¡Niño! Deja de joder con la pelota, trae acá, coño”.
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desperado, da. adj. desus. desesperado. […].
desperado, da. adj. desus. Que no tiene forma de pera.
ej.: Un triángulo escaleno.
............................................................desplayar. (De des- y playa). tr. ant. explayar. […].
desplayar. tr. Quitar la playa.
ej.: Lo que hacen los del ladrillo en las costas, y que otros consienten.
............................................................xD

Las peores compañías

Nada, no le dejaba ni a sol ni a sombra.
Daba igual la hora que fuera.
Donde él iba, ella detrás.
Tenía el cuerpo repleto de sus cornadas.
Sólo se alejaba un poco cuando llegaban los del camión con la luna roja, como si les temiera.
Mubunwa también recordaba que, cuando los soldados con cascos azules habían hecho su aparición un amanecer en el poblado, ella desapareció hasta la mañana siguiente.
Cuando era niño, cuando el río servía para todo y para todos, nunca apareció. Ahora, que era un sequedal, su perseguidora campaba por la aldea a sus anchas. Debía alimentarse de la nada, como él, como todos sus vecinos; pero a ella la alimentaba, cada día era más fuerte y ellos más débiles.
Ver morir a los niños entre sus garras era desolador, pero el propio miedo, el instinto de conservación, las raíces a las que se agarraba le mantenían en pie. Pero Mubunwa sabía que tarde o temprano le atraparía, le dejaría exhausto, sin fuerzas para seguir viviendo. Era cuestión de días, como mucho de semanas. Su ataque se había producido ya, lento, pero imparable. Por más que habían danzado, cantado, orado u ofrecido a los dioses, éstos se negaban a regar la tierra desde hacía ya muchas lunas. El brujo mantenía la tradición, pero ya cantaba solo ante los restos de una fogata consumida, únicamente recordada por la mancha negra del suelo, a los pies de un hombre que hacía por hacer los ritos de sus antepasados.
Una noche, su última noche, el brujo llamó a Mubunwa. “Ven” le dijo. Y Mubunwa le contestó con la mirada… “¿Para qué?”. “Para morir juntos”. “Entonces sí”. El hambre se acercó y no dio sus dos últimas dentelladas, porque a ésas seguirían otras tan mortales como arbitrarias.

Errores irreparables


En memoria de todos aquellos que han muerto (y morirán) con dolor por motivos ajenos a la salud

¡Qué "malo" es conocerse!


Uno siente que la voluntad se va entre los dedos cuando lo insignificante tira más que la gravedad. Cuando la percepción de uno mismo es privada y no múltiple, cuando levantas un muro de incomprensión entre el mundo y tú. Esta enfermedad es como un parásito, como un okupa que se instala entre las neuronas ya dañadas de una mente para la que vivir es arrastrar decisiones que no tomas. No, no se puede crear así, si acaso sólo el caos interior, la negación del ser. La alegría ajena te insulta, la risa cercana te daña, y el mundo es más mierda de lo que es. Y nunca se toca fondo, porque la muerte alivia y el inquilino no quiere renunciar a sus privilegios. Y si, por un casual, reconoces al alien en el espejo, la cosa no cambia ni se suaviza, porque la colonización se ha producido en toda su plenitud. Y entonces vives exclusivamente para alimentar esa tristeza que tiñe tus párpados, que apaga tu mirada, que consigue que sientas desamor por ti mismo. Hoy, en el peor sentido de la frase, hoy es siempre todavía.

lunes, 28 de enero de 2008

Una lección y un paréntesis en la historia del diario de Giuseppe

Después de oír el grito, corrí hacia su origen.

Cuando entré en mi despachito, vi que la lámpara se balanceaba. De ella, sujeto de una mano, colgaba Erre C.A. Cruzamos las miradas, y él la bajó al suelo, la seguí. Pero, ni allí donde el miraba, ni en ningún punto del parquet descubrí anomalía alguna. Terminé por preguntarle.
—¿Qué haces ahí?
Con voz nerviosa y acobardado, señalando hacia donde yo no veía nada, susurró:
—Una hodmiga.
—¿Una hormiga?
—Zí, nega, mu nega.
—Una hormiga negra. ¿Te has subido a la lámpara porque has visto una hormiga negra?
El tono de sorpresa, sazonado con burla, le hizo reaccionar. Quizá también influyera el sentirse acompañado.
—Sha madchao. Menoz mal.
Dio un salto y se bajó. Cayó en su lugar preferido, a espaldas de mi sillón. Desde allí me observa las más de las veces mientras yo hago mis cosas. De hecho le he puesto una mantita para que se sienta más a gusto. Más por quedar bien que por eficacia sabida, fui a la cocina, cogí de debajo de la pila un insecticida y rocié por el zócalo. Al hacerlo sobre un rincón, descubrí una hormiga. La maté con un dedo. El insecto se quedó pegado a la yema, y se lo ofrecí a Erre C.A.
—A vé. Pómela en la mano.
Lo hice con dificultad, porque estaba un tanto espachurrada. La miró unos instantes y se la comió. No tardó en escupirla y en poner cara de asco.
—Sabe a dayos.
—No me extraña, la he rociado con esto. Pero no entiendo cómo te puede dar miedo, y luego vas y te la comes.
—Anda, ezte. A ved zi a ti no te guzta el dabo de todo.
—¿El qué?
—El dabo de todo —repitió componiendo dos cuernos en su cabeza con otros tantos dedos —. De todo, muuuuuu.
—Ah, rabo de toro. Sí, sí que me gusta. ¿Pero qué tiene que ver?
—Que tú tamen te comez al todo y no edes todedo. ¿O no te dan medo los todos?
Se me abrió la boca y se me subieron los colores.
—Zi zupiedáis loz humanoz como ze oz ve dezde el mundo animal ¡Humanoz! Oz veiz como diozez, y no zoiz máz que hodmigaz. Ezo zí, to oz lo lleváiz pod medio. ¡Ya vez que mal tabía hesho a ti la hodmiga!
—Pero…
—Pedo na, hombe, pedo na de na.

La importancia de los tiempos verbales

No es lo mismo estar jodido que estar jodiendo.
No es lo mismo estar jodido (Camilo José Cela)




La foto del llorón se puede ver en
http://www.hola.com/noticias-de-actualidad/28-12-2006/44557/actualidad/

Preocupaciones


domingo, 27 de enero de 2008

Por fin el diario de Giuseppe

Cenamos en la cocina, yo de pie, como me gusta, y él dueño y señor de la mesa.
—¿Tú no te duchas nunca? —quise usar la mano izquierda.
—Zí, pedo cuando hase caló. Tardo musho en secame y menfío —me contestó con la boca llena y sin darse por aludido.
—Pues siendo una rana…
—Tú edes humano y nostás toldía pensando, ¿no?
—Pensando no, pero mi cabeza está todo el día dale que te pego.
—Yo mescupo la mano y me la riestrego.
—En mi mundo eso es una guarrada, y más comiendo.
—Pos los gatos sestán lamiendo sempre.
—Vale, anda, acaba la cena











Como suele ocurrir en estos casos, el que oculta tiene más prisas por enseñar que quien desea conocer y tiene paciencia. Así, acabada la cena Erre C.A. insistió en enseñarme el diario de su “pade”, como decía él. Cómodos en el sofá y fumando, volvió al tema.
—Entonses, ¿queres leelo o no?
—¿El qué?
—El diario de mi pade.
Solté un “Bueno” que no le convenció ni a él, pero tardó poco en levantarse, dar seis saltos, abrir la jaula de la Merche y sacar de debajo de la paja el librito. Fuera otra vez de la prisión de la hamster, pareció pensarlo mejor, salió del salón, y al poco apareció con unos folios.
—¿Has cambiado de idea?
—No, pedo mejó leé la focotopias quel originá. No zea que lostropees.
—Vaya, y ¿cómo crees que puedo “ostropeá” el diario de Giuseppe?
—La nicotina afesta a los inincunabes.
Si Erre C.A. hubiera estado hablando con mi madre, ésta hubiera hecho un comentario del estilo: “Bendito sea Dios, los incunables", pero yo me callé, y él se explicó.
—Lasice la ota tade. Pocieto, te apañé unos eudillos del tado de la cosina.
—Mira tú qué bien.
—La focotopias zon pa ti, ¿no?
—Pero yo no lo sabía.
—Pedo, pedo, pedo. Mida que pones pedos. Pedo ya lo zabes.
—Y aunque no lo hubiera sabido, ¿no?
—Mida que edes agadao, ¿eh? Mestoy cuetionando ladgadme a Mundo Pisho.
—Pues lo llevas claro, porque me parece que tu contacto se larga a la India.
—¿No jodobes?
—Bueno, me lees o leo.
—Mejó te leo, poque la leta de mi pade es como un deguero de hodmigas cabeadas. Pedo, hasécate, que no quero hablá alto.
Me arrimé. Él no se iba a mover, claro. Y le invité a empezar.
—Veintioso de madzo. Sud de Fancia. Eztoy escondío. Noztoy zeguro de no habé zido deztapao. Ezte azunto me va a matá, zino lo hase una de la do padtes. To minterés es llegá al zeñó equi. ¡Mida que encadgadme a mí de laz cantadillas der podé. No había oto pa eta labó. Teno la zenzación deztá yendo conta loz míoz. Ademá, ni lo micófono funsionan, ni la gabadora, ni na de lo que mapañé en el SESÍ. Paiz, paiz. Hoy me ziento má que nunca lejo de mi camella y mi danito.
Le interrumpí.
—O sea, que te llamas Dani, ¿no?
Me arrepentí de la imprecación porque vi correr una lágrima por su cara. Se repuso y me contestó.
—No, tío. Yo me llamo Ede Sea. Cuando eda shico mi pade me llamaba su danito, de dana.
—De rana querrás decir.
—¿Voy a tené que sacadme de la boca tos los collades?
—No, no hace falta, ya me voy acostumbrando.
—¿Zigo?
—Zigue.


Y siguió, y seguiremos, pero otro día.

Ola de reformas


sábado, 26 de enero de 2008

Los malos olores políticos




Gracias y perdón

Ha llegado un momento en el que escribir es una necesidad. Espero que no se convierta en una obligación; no sería lo mismo. Ésta pesaría, aquélla me mueve, se origina en el pensar, y ya se sabe: “Pienso, luego existo”. Y por tanto me equivoco, que es lo mismo que vivir, que experimentar. Hay quien opina que publico (en este blog) con demasiada frecuencia. Será, no tengo referencias, solamente las estadísticas que la herramienta usada me aporta. Llegar a tener 27 visitas en un día no me dice nada que no sepa, pero ver que, por hacer referencia (geográfica) a un lector me ha llevado a perderle (o ha dado la casualidad de que, a partir de ese momento, se ha evaporado), sí me preocupa y me ocupa (lo siento Crul, sé que no te gusta esta muletilla). No por cantidad, en este caso, sino porque al conocer que una PERSONA ajena a mí, desconocida, compartía conmigo un espacio, me demuestra que yo también lo soy. Hoy, por ello, estoy un poco triste. No he sido oportuno. Quería agradecer y, a lo mejor, he metido la pata. Y no la puedo sacar, que esfuerzo no me exige el hacerlo. Y, Crul, no es ego, no; es sentirse cercano a alguien que, lejano y por voluntad propia, se acerca a ti, a mí, vulgar mortal, aprendiz de todo, iniciado en el vivir, constructor de costumbres, albañil de la palabra, renegado del rencor, yonqui de los libros, soñador de realidades, y tantas cosas más que me callo, por vergüenza y no aburrir. Siempre lo digo, de bien nacido es el ser agradecidos (me lo enseñó mi madre sin decírmelo), y a pesar de la presunta pérdida, volvería a equivocarme otra, y cien mil veces más. Gracias ex-lector de Camargo, cuna del banquero Botín, origen cántabro de este post, municipio conocido por Velarde y Herrera, lugar del que hoy tomo más conciencia que nunca, y no por él mismo, sino por uno de sus hijos, que al fin y al cabo, son los que importan. Gracias y perdón.

viernes, 25 de enero de 2008

La bolsa




Palabras con vocación impropia (3ª)

Tercera entrega sobre el calendario y sus meses.

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desmayar. (Del fr. ant. esmaiier, perturbar, desfallecer). tr. Causar desmayo. […].
desmayar. tr. Arrancar la hoja del calendario correspondiente al mes de mayo.
ej.: Ras. Y aparece la hoja del mes de junio.
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junípero. (Del latín iunipĕrus). m. enebro.
junípero. m.. Pero recogido durante junio.
ej.: Los comprados en la frutería después de mayo y antes de julio.
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juninense. adj. Natural de Junín. U. t. c. s. […].
juninense. com. adj.. Nacido en el mes de junio.
ej.: Mi compañera de piso y cama.
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mayorana. (Quizá del lat. amarăcus, con cruces de etim. pop.). f. mejorana.
mayorana. m. adj. Se dice del mes de mayo cuando engaña y sale rana, bien porque hace frío propio del invierno, bien porque no fructifican los vegetales. Antónimo de mayoría.
ej.: Mayo del 68, al que asistieron en Paris todos los progres nacidos antes de 1950 y después de 1940.
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mayorar. tr. ant. Dar en mayor o mejor porción.
mayorar. tr. ant .Rezar durante el mes de la Virgen.
ej.: Dios te salve, María. LLena eres de gracia, el Señor es contigo…
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mayorear. intr. Nic. Comerciar al por mayor.
mayorear. tr. Sacar las alfombras a orear en mayo.
ej.: Mi vecina de arriba lo hace y me pone toda la ropa tendida hecha un Cristo.
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mayoría. f. Cualidad de mayor. […].
mayoría. f. adj. Se dice del mes de mayo cuando cumple todas sus risibles expectativas. Antónimo de mayorana.
ej.: El de 2908 a.c.
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mesón. (Del lat. mansĭo, -ōnis, con infl. del fr. maison). m. Establecimiento típico, donde se sirven comidas y bebidas.
mesón. anglicismo. Mes activo, su antónimo es mesoff.
ej.: Este enero que colea.
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mesquino, na. adj. desus. mezquino.
mesquino. m. Mes de los caballos.
ej.: Abril, cuando se corre el Grand National.
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mestal. m. Sitio poblado de mestos y otros arbustos.
mestal. m. O mes cual, cualquier mes.
ej.: Octubre
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jueves, 24 de enero de 2008

¿Duda o certeza?


Erre C.A. se instala en Minismisterios

Se presentó a cenar. Bueno, no lo dijo pero la frase que escuché me hizo pensarlo.
—¡Joe, qué ben güele, colega! ¿Qué guisas?
—Pisto.
—¿Pizto? ¿Y ezo qués?
—Verduras fritas con tomate.
—Poz, a mí, la veddedura no me guzta.
—Se acompaña con huevos fritos, y es una buena comida.
—A mí no meches dezo. Con doz güevo y musho pan tengo batante.
Se sentó en la freidora, se quemó el culo y protestó.

—¡Hoztia, como quema ezto!
—La cocina es un sitio muy peligroso. Te puedes hasta volver neurótico. Ten cuidado. Y el pisto es para mañana, no para esta noche. He frito croquetas, por eso está caliente la freidora.
—Poz mañana tampoco meches. Solo los huevos.
—Vamos, que te quedas a cenar hoy y a comer mañana.
—Y a dormí tambén.
—Oye, ¿tú no venías a instalarte en Mundo Picho? ¿Sabes que han cambiado la decoración de su casa?
—Zí, pedo er colegui dallí se come las zobras daquí. Y yo pefiero las cozas de pimera mano.
—Claro, ahora lo entiendo.
—Heztado penzando…
Tuve paciencia, detrás de esa frase, siempre viene una noticia. Seguí trajinando en la sartén con la espumadera.
—¿No tintereza qué penzado?
—Me lo vas a contar de todas formas.
—Qué lizto, er mushasho.
—Vivido, diría yo.
—Que te voy a dejá leé el diadio de mi pade.
—¿A cambio de de plato y cama?
—No. A cambio de que me contes cozas que no entendo. ¿Quién ez el zeñor GAL?
—Que yo sepa, nadie. En todo caso puede ser una trama que se organizó en las sombras contra el terrorismo de ETA.
—¿De eta qué?
—No todos hablamos como tú. De la organización terrorista ETA, no de eta coza o aquélla —le imité para que me entendiera.
—Pod Giuseppe, mi pade, andó con ezo.
—Anduvo.
—Ezo, andó. Dezpué de cená, zi tú queres… —me sugirió.
Y como uno tiene su orgullo le di largas, y le quité importancia a lo que yo estaba deseando.
—Tengo otros asuntos en la cabeza. Mañana, si acaso.
—Tú te lo piedes.

Y tenía razón.

Yo, y vosotros también.

Pero todo llegará.

Son las cinco y pico de la madrugada

Y yo con estos pelos.
Ahora fumo más que cuando fumaba. Mañana lo dejo otra vez.
Se me ha olvidado dormir.
Tenía en la cabeza los recuerdos de cuando era capaz de ser Tarzán de los Monos a la vez que el Capitán Trueno, y nadie me tomaba por loco.
Me he puesto a escribir. Ocho líneas a lo más. Me sale el post de “Mis recuerdos”. Corrijo, y así me dan las uvas, pero de mañana.
Hoy, ser padre, amo de casa, cocinero (mañana lasaña para comer), escritor de pacotilla, compañero, chico de los recados, etc., ya no tiene gracia. Ni en un mismo tiempo, ni por separado. Tampoco me toma nadie por loco, sino por otra cosa que ni miento. Y lo peor es que no quiero ser ya ni el Rey de la Selva, ni Crispín. Lo tengo más difícil, pretendo ser yo mismo. Y, a veces, lo consigo; pocas, pero en ocasiones me reconozco. Bueno, esto ni lo corrijo, así lo colgaré. Así lo cuelgo.

Mis recuerdos

Mi calle, mi infancia. El tiempo ha borrado mis huellas en mi barrio. Ha pintado recuerdos que otros tendrán. Los míos se irán conmigo. Los hoy olvidados serán mañana islas del Alzheimer. Ni añoro, ni miro hacia atrás, sólo cumplo con ellos. Son el sustento de mis sueños, el asiento de mi cansancio, la manipulación de mi verdad, un canto de sirenas sin letra. La seña de mi identidad. Id con Dios, si queréis, pero yo me quedo aquí, componiendo mi día a día, mi desvarío cotidiano, mi buen vivir.

martes, 22 de enero de 2008

Merche y Erre C.A.

Apañado el rano, que al final tenía razón con el planchado, dejé de atender a mi visita. Y lo hice, porque con el roce y la costumbre, las buenas se relajan. Erre C.A. ya no era una visita, no, se había convertido en un huésped, ¡qué cojones! Y los huéspedes obligan, pero menos que las visitas. Y, además, todos necesitamos que corra el aire entre nosotros y nuestro espacio. Le enseñé la estantería donde conservo los libros infantiles y juveniles, le hablé de la nevera y del cajón de las galletas y me puse a lo mío: escribir. Un silencio añorado se instauró en mi casa. «¡Por fin!», pensé.
Pero la tranquilidad duró poco. El sonido que comenzó como un murmullo, terminó entrando en mi despachito como el propio Erre C.A. había hecho; y eso que fui cerrando, sucesivamente, la puerta del salón, donde él estaba viendo la tele, la del pasillo y la de mi habitación de trabajo. Tuve que salir de mi mundo.
—¿Te parece que el volumen es adecuado, colega? —le pregunté.
—Zí —me contestó—. Zi no, no se oye ben. Tu tele tene más años tú.
—Mi tele tiene la edad que le da la gana. Igual que yo, ¿vale? Y aunque en esta casa no está prohibido nada, todos sabemos que no debemos molestar a los demás.
—Yo no te molestado. Según tú, ez la tele. Degáñala a ella, no te fatidia.
—Esto es el colmo.
—No, Suecia eztá mu lejote.
—Qué graciosillo, el batracio. Mira, no quiero enfadarme, así que empezaré otra vez. Hola, Erre C.A., ¿serías tan amable de bajar el volumen de mi televisión? Estoy intentando escribir un cuento y no me centro.
—Hombe, zi me lo pidez azí…
—Muchas gracias.
—Digo, que zi me lo pide uzté azí, me lo penso.
—¿Y?
—Va, venga, vale. Zolo la estaba viendo porque dicen musas toterías. Azi que, la quito y yaztá.
Menos mal que la apagó, porque la contestación a la suya no hacía honor a huéspede alguno. Tardé en recuperar la concentración, pero lo conseguí. A la hora y media, me levanté para ir al baño. Haciendo pis me acordé de Erre C.A. «La verdad es que se ha portado, no ha molestado lo más mínimo después del incidente televisivo». No volví al despacho, fui al salón a verle. Estaba subido en la jaula de Merche (una hámster). Hablaba con ella. Le saludé y le pregunté qué hacía.
—Diztraéndonos. Amboz inclucive tamos aburríos.
—¿Y qué la cuentas?
—Laztoy recitando laz palabraz de Ortega y de Gazé sobre La Debelión de laz Mazaz. La visto abudida y me disho, ¿pod qué no?
—¿Y cómo se lo toma?
—La vedá ez que no lo zé. Llevo máz de una hoda soltando el dollo y, dede el pincipio, no ha padado de zubí y de bajá pod loz badotez. Yo queo que no la gusta, padece como zi quisiera huí.
A lo mejoz prefiede la Rebelión en la Granja, de Yors Orgüel, pedo no me la zé de memodia. ¿La tienes?
—Sí, sí que tengo ess novela, pero no me parece adecuada para entretener a un animalillo que está encerrado.
—Pedo las encerrao tú, ¿no?
—Sí, y no.
—Yaztamo eshando balone fueda. Pod lo meno deconoceráz que libe no ez la pobecilla.
—Podría contestarte que si la dejáramos libre duraría menos que mi paciencia en tu presencia, pero no. Porque yo siento y pienso igual que tú, que los animales también tienen derecho a su libertad y a sufrir su destino.
—¿Entonce, po qué la tenes aquí?
—Yo no la tengo aquí. Yo la cuido, la limpio la jaula, la echo comida, agua. La trajo mi hija. Y como todo lo que trae a casa y se queda —esto lo dije con retintín— es el chache quien se hace cargo de ello.
—Pedo, no desías que la cuidabas tú. ¿Ahora la cuida el chache? Edes un mentidoso.
—Chache es una palabra que es similar a mi menda o a yo.
—Ah, bueno. De todas fomas no la debes de dá mu bien de comé, poque sa lía con las cuentas de mi collá y si me descuido...
—Estarías jugando. ¿Quieres darla unas pipas de girasol?
—No, poque a lo mejó me toma cariñín, y a lego, cuando me vaya, sufe.
—Tú mismo.
—¿Haz cabao describir?
—Por ahora sí.
—Entonce me voy.
No entendí lo que me quería decir, pero por la inercia, y por la convivencia con mi hija, metí la pata al preguntarle:
—¿Vas a venir a cenar?
—Puede, no lo zé. Taluego —se despidió, y ya sin vergüenza cambio de collar.


.
Lo que más me sorprendía de esa manía suya era que el collar que se sacaba de la boca no estaba mojado. Me quedé solo, y le di a la cabeza. «Eres la polla, tío. Dices que te molesta y le das pie para que se instale en tu vida. Y, encima, se fuma tus puritos», pensé a través de mi alter ego con cuernecitos. El otro, el de alas blancas contestó: «Pero, tronco, si el rano es un encanto, ¿qué te cuesta aguantarle? Y, además, seguro que termina haciéndote partícipe del diario de su padre».
—Seguro —contesté yo nada convencido.

Una línea muy fina

Hay muchas fronteras que separan imperceptiblemente una parte de otra, una percepción de otra, un sentimiento de otro. Hay quien opina que todo son emociones. Yo, de momento, me reservo la opinión, aunque he defendido que la voluntad no es una emoción, antes y después de leer al misógino Schopenhauer (sin entender mucho de lo que plantea). La línea entre la grata sensación de sentirse bondadoso y la desagradable de notarse tonto es, a mi entender, extremadamente fina. En el otro extremo está la de sentirse puta y paganini de la cama. Quizá el asunto radique en el tamaño del cucurucho o en el de las pipas que lo van llenando. Y en eso radica mi conclusión, en que nuestro cucurucho sea lo más grande posible, ya que el tamaño de las pipas no es una variable que podamos manejar. Siempre será mejor experimentar una sensación grata que otra desagradable, aunque nos engañemos. El honor, el orgullo, la prepotencia, la soberbia, el rencor, si bien son mecanismos de defensa, pueden ser adjetivados en ambas partes de la fina línea. La bondad, sólo puede estar en un lado.

Una línea muy fina

Hay muchas fronteras que separan imperceptiblemente una parte de otra, una percepción de otra, un sentimiento de otro. Hay quien opina que todo son emociones. Yo, de momento, me reservo la opinión, aunque he defendido que la voluntad no es una emoción, antes y después de leer al misógino Schopenhauer (sin entender mucho de lo que plantea). La línea entre la grata sensación de sentirse bondadoso y la desagradable de notarse tonto es, a mi entender, extremadamente fina. En el otro extremo está la de sentirse puta y paganini de la cama. Quizá el asunto radique en el tamaño del cucurucho o en el de las pipas que lo van llenando. Y en eso radica mi conclusión, en que nuestro cucurucho sea lo más grande posible, ya que el tamaño de las pipas no es una variable que podamos manejar. Siempre será mejor experimentar una sensación grata que otra desagradable, aunque nos engañemos. El honor, el orgullo, la prepotencia, la soberbia, el rencor, si bien son mecanismos de defensa, pueden ser adjetivados en ambas partes de la fina línea. La bondad, sólo puede estar en un lado.

lunes, 21 de enero de 2008

Una Esperanza

La vanidad es como el dinero, no se puede esconder. Se nos ve hasta en los ojos.

Y si eres mujer madura y política lo exteriorizas en público.
Vencer una batalla, salvo que sea la última, no garantiza que el enemigo/amigo firme el armisticio.
Aunque en la películas, los buenos (los nuestros) siempre ganen, en la vida real hay excepciones. Conviene no olvidarlo y acogerse a humilde. No siempre es beneficioso salir en la foto.

Incongruencia íntima

Es imposible convivir conmigo, y ni haciéndolo público soy capaz de reconocerlo.

domingo, 20 de enero de 2008

Adivinanza

Partiendo de la relación de frases que se editan a continuación, adivinar de qué va el programa de televisión en el que se repitieron hasta la saciedad, si exceptuamos el nombre de las personas que iban en pantalón corto. El internauta, bloguero o lo que coño sea el que lea esto, no debe tener en cuenta el resumen de la declaración de uno de los protagonistas del evento que aparece al final, ni tampoco la frase seleccionada como inteligente.

Pistas
La retransmisión fue en directo.
Había cuatro comentaristas, dos hombres, una mujer y un bocas pesado y graciosillo.
El evento duró 105 minutos, divididos en tres partes, durante la central, de 15 minutos, se emitieron anuncios porque no había nada digno que retransmitir. Las otras dos duraron casi lo mismo.
El protagonista del evento no es una persona, ni dos… ni veintidós.

Frases más reiteradas por veces dichas, que aparecen entre paréntesis
La Sexta (13.253)
Cuidado (13.122)
Tiqui taca (13.100)
Antenízate (13.025)
Pinocho (13.002)
Eh, Salinas (12.956)
Eh, capitán (12.956)
¿No, eh? (12.847)
Bob Dylan (12.823)
La Respuesta Está en el Viento (12.798)
Ya lo decía yo (12.761)
Los Beatles (12.685)
Cu currucucú (12.663)
Y tal (12.660)
Jugón (12.609)
Kubrick (11.958)
La Chaqueta Metálica (11.958)
El próximo partido (11.905)
Super-cómodo (11.859)
Esto da muchas vueltas (11.758)
¿Qué pasa, Guas? (11.707)
La vida puede ser maravillosa (11.488)
Ahí estamos (10.503)
Estamos buscando la canción del verano (8.659)
La manera diferente de ver (7.584)
Tara rara rara, pa pan pa pan pa pan (6.944)
La toca, la toca, la trata de tocar (6.876)
Me importas tú, y tú, y solamente tú (6.331)

La frase (inteligente) de la retansmisión
“Mal enemigo es el Villarreal si se pone con este marcador” (ganaba este equipo 3-0 y restaban 10 minutos aproximadamente para que acabara el evento).

Extracto de la declaración de uno en pantalón corto
(Sé que está fuera de contexto, pero mejor no adornarlo)
“Me siento más de este equipo, porque cuando metes un gol, te sientes más del equipo”.

Conclusión
Sé que es muy difícil. No el acertar de qué evento se trata, sino aceptar que la lista anterior pueda ser verídica. Pero, los números cantan aunque sean exagerados.

Pista gráfica
Antes de que entres en la solución, ahí va otra pista, ésta gráfica:

Nota: La foto está bajada de www.lasexta.com (he quitado el enlace, porque no te deja volver)

sábado, 19 de enero de 2008

La lata y la cura de Erre C.A.

—¿Y yo qué?
Me volví y quedé mirándole interrogativamente.
—¿Y tú qué? —terminé por contestar.
—¿Qué cuándo esquibes miz cozaz?
Fui descortés.
—Cuando me apetezca. No tengo ninguna obligación de hacerlo, como entenderás.
Como pudo se encaramó a mi viejo y voluminoso monitor. Eso sí, me pasó por encima de la cabeza; por eso se me quitó la mala sensación por haberle contestado al desgaire.
—Ties rasón, yo tamén hago lo que me zale de las naices. Pedo podías curadme del tó.
—Me temo que de cirujano tengo poco.
—No nececito de méquidos.
Abandoné el cuento que estaba escribiendo.
—Así no hay quien se centre, ¡coño! —protesté—. Y si vas a pillarne… De acuerdo, no soy veterinario.
—Desos menoz. Ezto se me quita con un planchao.
—Vamos, que lo dices tú. Una herida en la cara, otra en la tripa, un hombro dislocado, la pata a rastras, y pretendes solucionarlo con un masaje a doscientos grados.
El salvapantallas saltó.
—Y con vapó, zi ez pozible.
Esta vez mi mirada fue más larga por tenerle de frente. Di una palmada en la mesa y me levanté. Erre C.A. pasó de mí y, como el golpe ocultó la frase de Serrat que se pasea por la pantalla de mi monitor y que uso para recordar, el muy cotilla, en un escorzo se puso a leer el resultado de mi esfuerzo.
—Deja eso, no seas cotilla. Si tú no quieres que yo lea el diario de tu padre, yo no quiero que leas mis cosas. Y si quieres que yo escriba sobre el gran Erre C.A. —me burlé— colabora y sé más respetuoso y educado.
—Poz ma dicido un pagarito que hay a quien le gusta lee sobe mí.
—¿Un pagarito? A saber qué has estado haciendo mientras hablaba por teléfono.
—Escondiendo ota vé el diario de mi pare. ¡Oye! ¿Tenes un medidó de lícuidos?
—Sí, ¿por qué?
—Eg que teno gana de haser pis.
—El otro día te vi orinando en el inodoro, si no recuerdo mal —quise molestarle—, y además el medidor lo uso para alimentos.
—Y yo pada sabé cuanto meo, me guzta. Mi réco eztá en dosientos ventités centímetos cúbicos. ¿Y er tuyo?
Iba a mandarle a la mierda por guarro, pero me acordé de cuando yo era chico; bueno, y no tan chico.
—El mío está en dos minutos cinco segundos. Yo cronometro la meada.
—Ah…. Bueno, ¿me planchaz o qué?
Esta vez no fue o qué. Y quien yo pensé que se iba a quemar me quemó con un cigarro. Siempre pasa igual, das la mano y te comen hasta el codo. Y encima, el jodío rano me cae bien, y eso que me echó la bronca porque casi le estropeo las conexiones RCA que tiene en el pecho.
—Uza un paño, hoztía, que me vaz a .... [no entendí la palabra*] loz conestorrez.

*Podría ser torrar, pero a saber.

Los frailecillos

Los frailecillos son okupas. Se meten en las casas de los conejos y las aclimatan para su uso. Observando su cara uno piensa que si los humanos tuvieran su belleza, su tersura, los cirujanos plásticos poco tendrían que hacer. Sus andares, entre patosillos y vivos sugieren terneza. Ni sus notorios y desproporcionados picos les afean. Quizá su mirada inteligente y vivaracha aporte la proporción a su semblante. Siempre es grato y siempre recompensa reconocerse tierno ante un animalillo del que tan poco conozco y tanto me transmite. Ojalá todos los frailes fueran igual.

viernes, 18 de enero de 2008

Palabras con vocación impropia (2ª)

................................Segunda entrega
(Todas las palabras en negrita existen en el Dicc. de la RAE)
..........................................................................
carapato. (De carapa). m. Aceite de ricino.
carapato. m. Insulto entre avicultores. No existe el femenino.
ej.: Tú, carapato, ¿cuántos se te han escapado hoy?
..........................................................................
cinestesia. (Del francés cinesthésie, y este del griego κíησις, movimiento, y αíσθησις, sensación). f. Psicol. Percepción del equilibrio y de la posición de las partes del cuerpo.
cinestesia. f. Persona que queda extasiada ante un film perdiendo la conciencia de sus miembros.
ej.: A mi prima le gustan mucho las pelis, es una cinestesia.
..........................................................................
confiar. (Del lat. *confidāre, por confidĕre). tr. Encargar o poner al cuidado de alguien algún negocio u otra cosa. […].
confiar. locución quejosa. Exclamación de arrepentimiento de tendero o comerciante minorista.
ej.: Con fiar, mira lo que me he conseguido.
..........................................................................
cristianego. adj. ant. Perteneciente o relativo al cristiano.
cristianego, ga. adj. Cualquiera bautizado y de color negro.
ej.: Martin Luther King
..........................................................................
dinacho. (De origen mapuche). m. Chile. pangue [planta].
dinacho. voz onomatopéyica. Usada para animar a llamar a Ignacio.
ej.: Di Nacho, y seguro que viene. Si no, no sabe que le llamas.
..........................................................................
reputado, da. (Del latín reputăre). adj. Reconocido públicamente como experto en una profesión.
reputada. f. Persona reconocida como muy prostituida. 2. Doble putada.
ej.: Los tránsfugas socialistas de la Comunidad de Madrid. 2. Que vuelva a subir el Euribor.
..........................................................................
septeto. (Del latín septem, siete). m. Mús. Composición para siete instrumentos o siete voces. […].
septeto. m. Varón con siete tetas.
ej.: No se necesita, ni se conoce.
..........................................................................
sequero. (De seco). m. Tierra sin riego. […].
sequero. frase hecha. Afirmación de párvulo.
ej.: —¿Carlitos, quieres un caramelo? —Sé, quero.
..........................................................................
sepancuantos. (De las palabras sepan cuantos, con que generalmente principiaban los edictos, amonestaciones, cartas reales, etc.). m. coloq. Castigo, zurra.
sepancuantos. m. Muletilla para abrir una bravata o amenaza.
ej.: Sepancuantos me oyen que no dejaré títere con cabeza.
..........................................................................
timorato, ta. (Del lat. timorātus). adj. Tímido, indeciso, encogido. […].
timorrato. m. Estafa de tiempo corto.
ej.: Franco fue un continuo timorrato, y menos mal que no llegó a tener la bomba atómica.
..........................................................................xD

jueves, 17 de enero de 2008

El motivo de la mala dicción de Erre C.A.

Después de comer no hubo conversación, Erre C.A. se echó la siesta. Mientras yo me preparaba un café en la cocina, él se quedó frito en el sofá del salón. «Jodío bicho», pensé cuando le vi dormido, «¿Cómo se colará en casa?», se me vino a la cabeza mientras le tapaba. Y en voz alta, pero susurrante le hice burla: “Tengo mis recusos, colega, tengo mis recusos”. Me senté a leer. A la hora y cuarto le escuché.
—¿Qué leez?
—El Mundo de las Palabras.
—Bué, poz vaya rollo.
—Eso lo dirás tú, a mi ese mundo me parece fascinante.
—A mí, las palabas me resbalan.
—De la boca. Ya lo había notado. Hablas… —no encontraba la palabra—. Hablas, distinto.
—Pedo no ez por lo que tú quees.
—¿Y qué es lo que yo queo? —hice hincapié al imitar su dicción.
—No te impota.
—Dejémoslo. Si te apetece ya me dirás el motivo. Yo tengo pendiente lo que he descubierto.
—¿Er qué?
—Bueno, en realidad es lo que se me ha ocurrido, porque no he querido hacer nada sin ti.
Y le conté la ocurrencia sobre interpretar capas de Mendrugo como hojas del libro titulado Mendrugo.
—Pué sé. ¿Aónde tenes el libo eze?
—Voy por él.
Traje el libro y prácticamente me lo arrancó de las manos a pesar de tener el brazo en cabestrillo. Se puso a ojearlo y a pasar sus páginas sin miramiento alguno. Con el anca derecha sujetaba el libro, y con la mano derecha pasaba sus páginas con unos ademanes torpes y apresurados.
—Espera un momento que lo vas a descuajaringar.
—Ez que zoy zocato. Pero, aquí no hay na, tío. Solo letas impezas por una impesora…
—Eres un poco chuleta, ¿no?. Y no se pueden tratar los libros como si fueran vulgares ciudadanos después de unas elecciones.
—Yo zí puedo, ¿no laz notao?
—He usado poder por deber.
—Ah.
Con el libro a salvo y en mi poder, lo así de las dos cubiertas y lo sacudí con más delicadeza de la
que lo hubiera hecho si no hubiera recibido la paliza ranil. Después de varias sacudidas Erre C.A. se interesó por lo que asomaba entre las páginas impresas.
—Ey, mira ezo. Paece un bló de notaz. Y me zuena.
Seguí sacudiendo, ya con menos cuidado, el volumen y el bloc terminó por caer sobre la mesa. Erre C.A., con un salto propio de los de su especie, se abalanzó sobre él . Y después de abrirlo despacito y con tiento, y echarme una miradita para que le reconociera su tacto, la alegría iluminó su cara. Los ojos no se le abrieron más porque ello es imposible, pero el rictus era inconfundible.
— Hoztia, qué bien. Ez la leta de mi pade.

Dejó el diario sobre sus ancas. Se quitó el collar que llevaba, y lo dejó sobre la mesita. Se metió los dedos en la boca y sacó de debajo de la lengua otro collar. Guardó el que se había quitado, y se colocó el nuevo. Ya sabía el motivo por el que Erre C.A. hablaba como lo hacía. Al sentirse descubierto el rano se puso colorao.




Sobre Ruiz Gallardón

Jamás votaré a Alberto Ruiz Gallardón. Jamás suscribiré sus tesis, ni las que su partido dicta desde un punto de vista ideológico. Es más, en una ocasión hice pública una protesta en la que le comparaba a un supuesto atracador por la subida de las tarifas de la ORA. Pero ello no implica que me alegre por la puñalada trapera que le acaban de dar, y que parece cosa de mujeres cortesanas. Uno nunca sabe cómo evolucionan estos planes injertos en miserias políticas y personales. Las guerras que otros (o tú mismo) empiezan, no las gana nadie. Y no sabes si sacarás el beneficio que buscas. No tengo ninguna información fuera de la pura noticia. Todo lo que poseo lo he supuesto, lo imagino. Y no es digno de hacerse público. Sería tan mentira como la que los voceros del PP pregonarán a los cuatro vientos y a las seis cadenas televisivas de carácter nacional. Y, aunque tarde lo digo y sin cumplirlo, las palabras sobran. Baste con analizar (sentir mejor) lo que se adivina en la mirada de esta persona que brinda esfuerzos y éxitos electorales y recibe ingratitud.
P.D.: No viene a cuento, pero este post va dedicado a un internauta de Camargo (Cantabria), un desconocido por el que siento gratitud. Espero que se anime y me deje un comentario cuando le apetezca. Gracias señor o señora desconocid@.

Palabras con vocación impropia (1ª)

Comienzo hoy una sección, producto de mi gilipollez por leer el diccionario a deshoras, y que espero seguir. La estructura, debido a lo corto que la herramienta se queda para editar, tiene la siguiente estructura: Cada entrada está separada por una linea de puntos. La primera acepcción, en negro negrita es la primera que la RAE coloca en su diccionario, si hubiera más, aparece el símbolo "[...]". La segunda acepción es aquella que debería ser si no fueran éstas palabras con vocación impropia, y aparece en rojo negrita. Si hubiera más acepciones propias se numeran. Después y como último se añade un ejemplo (ej.). El post acaba con este símbolo xD (que ya sé lo que quiere decir).

.........................................................................
camellón. (De camella). Artesa cuadrilonga para abrevar el ganado vacuno.
camellón, na. adj. Persona con andares de camello. 2. Camello grande.
ej.: Fraga.
.........................................................................
claror.
(Del latín claror, -ŏris). m. Resplandor o claridad.
claror. m. Expresión propia de Chiquito, sobre todo si se alarga el sonido de la última ere.
ej.: Por la pradera va Bonanza. ¡Claror!, ¿quién iba a ir? (cantar la primera frase).
.........................................................................
cinéreo, a. (Del latín cinerěus). adj. ceniciento. Ver luz cenicienta.
cinerreo, a. adj. Persona atrapada por el cine.
ej.: Garci.
.........................................................................
eufemismo (Del latín eufemismus, y éste del griego εúφημισμóς). m. Manifestación (que no mitin) suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.
eufemismo. s. m. Dicho propio de los llamados Eufemio.
ej.: "Prima me la escindo que llamare a los aglabidos". Eufemio, comandante naval bizantino.
.........................................................................
impedido, da.
(Del participio de impedir). adj. Que no puede usar alguno o algunos de sus miembros. U.t.c.s.
impedida.
f. Soltera que no ha tenido nunca pretendiente, que nunca fue pedida en matrimonio.
ej.: La Parca
.........................................................................
inteligible. (Del latín intelligibĭlis). adj. Que puede ser entendido. […]
inteligible. adj. Que no puede ser dirigido.
ej.: La MacroEconomía.
.........................................................................
maldivo, va. adj. Natural de las Islas Maldivas. U.t.c.s. […]
maldivo, va. adj. Cantante de ópera al que se le sube la fama a la voz o da mal ejemplo.
ej.: Se dice el pecado, pero no el pecador.
.........................................................................
nodal. adj. Perteneciente o relativo al nodo. […]
nodal. transitivo. Negar algo que te piden cuando estás en territorio chino.
ej.: Nodal la hola cuando te la pleguntan pol la calle.
.........................................................................
paramento. (Del latín paramentum). m. Adorno o atavío con que se cubre algo. […]
paramento. m. Que sirve para nombrar.
ej.: Espada que se usaba para nombrar a los caballeros de la Tabla Redonda.
.........................................................................
zopas. com. coloquial. Persona que cecea mucho.
zopas. f. pl. Sopa de letras hecha únicamente con la última del abecedario.
ej.: Las que publica QUIZ y otras publicaciónes de entretenimientos.
.........................................................................xD

miércoles, 16 de enero de 2008

Un post incompleto

Una instantánea nace de un momento, y los momentos nacen del vivir. Pero la suma de instantáneas no es la historia de una vida, falta aquello que une una foto con sus adyacentes, que no son solamente la anterior y la posterior. La memoria, a través de los recuerdos, es capaz de desubicar de un tiempo una vivencia y reubicarla en otro en la que no sucedió. La imaginación pone lo demás. Cuando más anárquicamente se produce este hecho es durante el sueño. Y no hay que olvidar que un sueño es también un deseo, un acontecimiento que gustaríamos de saborear. Y de todo ello, los locos saben mucho, intercalan entre un fotograma y otro una realidad que solo ellos ven. Cuando esa realidad es percibida y compartida por los más de la gente, el loco se convierte en genio, aunque la genialidad no es perseguida por los locos. Aquello que hace que la película sea una línea, curva o recta, o poligonal o mixta, no es otra cosa que [sustituir por la propia opinión].

Alianza de Civilizaciones


martes, 15 de enero de 2008

¿De donde viene la palabra Google?

Acabo de conocer el origen de la palabra Google.



Debo declarar que no me creo todo lo que leo, pero me fío de Steven Pinker (y, ¡ojo!, no tiene nada que ver con La Casa de la Pradera). En su libro El Mundo de las Palabras (1), página 35, aparece (después de ser traducido por Roc Filella): “... ¿Y quién se iba a imaginar que blog (diario on-line compartido donde la gente puede colocar entradas sobre experiencias y aficiones personales), google (de googol, un 1 seguido de 100 ceros, en alusión a la inmensa cantidad de información que se puede encontrar en Internet) o …”

Aunque tarde, me encanta enterarme de estas cosas.


(1) Ediciones Paidós Ibérica , S.A., 2007.

Los recursos de Erre C.A.

«¿Qué había querido decir Giuseppe con las capas de Mendrugo?».
Y así me quedé pensando. Y supe que era mejor esa introspección en las posibles ideas que la situación catatónica por seguir series televisivas. Después de un giro de cuello, que me costó lo suyo, mis ojos se clavaron en el diccionario de la RAE. Una solución. No arranqué el libro de la estantería, sino que busqué capa en el acceso directo de mi ordenador. «¡Joder, qué cantidad de acepciones!». No me aclaró mucho la consulta. Salí de mi ensimismamiento y, como ya era hora, me puse a hacer la comida. Cocinar para uno no me divierte. Siempre acabo friendo un par de huevos. Abrí el frigorífico, y, con la habilidad que me distingue, dejé caer uno al suelo. Según miraba el vertical recorrido del huevo me recordó mi mente lo desagradable y engorroso de despegar clara y yema del piso de la cocina. Pero esta vez no hubo caso, porque cuando la cáscara se rompió, el color amarillo no apareció. Bueno sí, pero no lo envolvía ese otro indefinido de la clara, sino un verde chillón. El embrión de pollo se había transformado en una rana: en Erre C.A.
—¡La made que me parió! Vaya hoztía me dao.
Estas fueron sus palabras antes de los cientos de ayes que salieron después por su bocaza.
Me acuclillé y vi que mi amigo el rano había perdido el conocimiento. Reaccioné. Dejé el otro huevo en su sitio con suma aprensión, y atendí a Erre C.A. Le limpié las heridas y le vendé. Con el ojo morado no supe qué hacer. No estaba dispuesto a estropear un filete tal y como están los precios. Las vendas y las tiritas no me dolieron porque me las traigo cuando voy al médico de cabecera, claro, siempre que me deja solo en la sala de curas, donde pasa su consulta. Le tendí en el sofá, le tapé y, tras confirmar que tenía pulso y respiraba pausadamente, volví a la cocina. El hambre no se me había pasado, pero los huevos ya no me apetecían. Así que, fabada Litoral al canto. Y para que la comida no resultara pesada me puse con una ensalada de lechuga y cebolla. La cebolla cruda me encanta. Y gracias a ella me vino a la cabeza una idea sobre las capas de Mendrugo.
Una cebolla tiene capas, como las hojas de un libro y si Mendrugo era el personaje que había usurpado para aparecer yo en mi blog, puede ser que Giuseppe se refiriera a él, no como un personaje, sino como el libro titulado Mendrugo. Claro, eso era: las capas eran las hojas de su libro.
Con los ojos llenos de lágrimas solté el cuchillo y la cebolla, y salí hacia mi despacho. Empecé a buscar el primer original que había editado con mi impresora láser. Y lo encontré a la vez que oí la llamada de Erre C.A.
—¡Tito Mendriugo, Tito Mendriugo! Me duele mucho.
Cogí el libro encuadernado manualmente con gusanillo y corrí hacia el salón. Sentado y sin manta me recibió el rano, como siempre tan impertinente.
—Tú no tenes que llorá, el que tene pupita zoy yo. Y me duele cantidá.
Le ofrecí un Adiro (Aspirina más barata) y le traje dos con un vaso de agua.
—No me gustan, saben a tapo.
—Pues te las tomas —ordené—. Si no, no te cuento lo que he descubierto.
—Ezo é santaje.
—Y tú un quejica.
—Pos te puedo demandá por agresió.
—Y yo te puedo volver a meter en un huevo y congelarlo —le amenacé.
—Me laz tomo, tae. Pero cuenta.
—No, antes comemos. Yo por lo menos tengo hambre.
Y así compartí judías y ensalada con un rano al que tuve que poner un brazo en cabestrillo porque le dolía el hombro izquierdo. Y como era zurdo y mimoso, tuve que darle yo de comer.

Innovación vaticana

Aunque parezca mentira se ha producido una novedad en las artes católicas, aunque, como siempre se queda en la forma: el Papa, después de 40 años, vuelve a oficiar misa de espaldas a los fieles. ¿Será un mensaje? Además, quiere recuperar el Latín y los cantos gregorianos. Otras dos innovaciones que se esperan con expectación en el mundo y que tanto tienen que ver con el alma del homo católicus y con Dios. Como se plantee lo del Santo Tribunal yo me doy de baja de Occidente y me voy de okupa a una paranoia.

sábado, 12 de enero de 2008

Segunda visita de Erre C.A.

La segunda visita que me hizo el hijo de Giuseppe me cogió por sorpresa. Yo estaba leyendo, cuando oí la cisterna del inodoro. Como estaba solo en casa y esa cisterna estaba dando algún problema que otro, pensé que se había estropeado del todo. Dejé el libro y me fui al baño a cerrar la llave de paso, pero al entrar me abroncaron con una pregunta: “¿No sabe llamá antez dentrá en el baño? Entre la bronca y la sorpresa cerré la puerta que no había abierto del todo. Pasada la impresión y el pequeño susto me animé. Pensé que estaba en mi casa y que tenía todo el derecho del mundo a preguntar. Y así lo hice: ¿Pero, por dónde has entrado? Antes de contestar abrió la puerta y sentado en el picaporte me dijo: “Tengo mis recusos, colega”, saltó al suelo y se dirigió al salón con los andares de un cowboy diminuto. Se instaló sobre la lámpara que yo uso para leer mejor, y me pidió algo de beber, eso sí, dando un rodeo: “¿Tú no ofreces nada a las visitas? Cumplí de anfitrión, le serví una limonada y le sugerí que se quitara las gafas de sol, argumentándole que para mí es incómodo hablar con alguien que las lleve puestas, sobre todo dentro de una casa. Me complació, se sentó en el sofá y se puso a hablar por los codos. De nada importante. Bueno, llegado a un punto de su relato, éste sí me interesó. Más o menos esta fue la parte más clara e interesante de esa segunda visita:

—En la carta mi dicía que había escondio, aquí en Madrí unas notas y su diario.
—¿Y te aclaró dónde?
—Dijo quentre las capas de Mendriugo.
—Pues yo no uso de esa prenda.
—Der verdadero Mendriugo, quiero decí.
—Da lo mismo, que lo mismo me da. Él tampoco viste capa.
—¡Y tú que sabes, lizto!
—En ése tema estoy más informado que nadie —pasé por alto su impertinencia juvenil.
—¿Poqué?
—Porque, Mendrugo, por suerte o por desgracia, se ha instalado de okupa en mi cabeza. Y allí se ha hecho un hueco, del que no le saca ni un regimiento de olvidos.
—¡Ah! ¿Entonses, no tene capas?
—Que yo sepa no, no tiene. Pero imagino que tu padre no sería tan tonto de dejar escrito dónde escondió su diario… Yo creo que lo de las capas, es una clave, que es un mensaje codificado. Si escondió esas notas no iba a dejar por ahí a la luz su escondite para que cualquiera lo leyera.
—Cuarquiera no. La carta era para mí.
—¿Y tu quieres ser espía? O sea, que nadie pudo haber robado la carta del despacho del abogado, o simplemente él mismo podía abrir el sobre y leerla. ¿Qué ponía en el sobre?
—Para mi hijo, Erre C.A.
—¿Y cómo estaba escrito?
—Con letras.
—Ya me lo imagino. ¿A máquina, a mano, cómo?
—A máquina.
—¿Tenías en casa máquina de escribir?
—No, pero teníamos ondenadó y empresora. Tamén Intenné y eso.
—Bueno, es igual. Pero entiendes lo que quiero decirte, Erre?
—Sí. Pué que tengas rasón. Pero zi Mendruigo no tié capas, ¿qué quiso decí mi pade?
—Pensemos…


Y así nos quedamos un buen rato hasta que mi visitante dijo que tenía hambre.