domingo, 15 de julio de 2012

La Justicia



—Oye, Mengudo. ¿Y zi la Huztisia z’equivoca?
—Aparece la impotencia.
—¿Y ezo?
—Porque no puedes hacer nada. Tienes que tragar.
—O actuad de forma ilegal.
—Pero corres el riesgo de duplicar tu problema.
—Poz entonsez...
—Eso: la impotencia.
—Poz vaya tela.
—Es una perogrullada, pero debes pensar que quien no cumple las leyes es precisamente el delincuente, que en principio es para quien están hechas. La gente, llamémosla honrada, no necesita las leyes ni el Código Penal para actuar legalmente.
—Zí, pedogullada ez.
—Por otro lado, el Hombre es capaz de sobreponerse a cualquier contratiempo, de la misma manera que es capaz de tropezar varias veces en la misma piedra. Va en el lote.
—Poz vaya un lote. Y ezo qu’eztáiz heshoz a imahen y zemehansa de dioz.
—Aparte de que esa frase nunca la he entendido, está muy lejos de haberse demostrado. Yo, del hombre, me quedo con su parte humana, no con la divina.
—O zea, que te guzta la impedfessión.
—No es que me guste, que también, sino que la asumo. Y a los hombres, la divinidad sólo les acarrea problemas. Y más cuando juegan a ser dioses.
—Poz la huztisia divina ez pedfesta.
—No, se la supone perfecta. Es como el valor en el soldado que no ha entrado en combate. Y te mueves en un plano que está muy lejos de la realidad.
—En el que me codezponde. Zólo le faltaba a Ede Se A ahuztadze a vueztaz leyez.
—Pues bien que te ajustas a los horarios de comida.
—Podque eliho, ez la pedogativa de un muñeco.
—Postura muy cómoda por tu parte.
—Y poztuda que ya te guztadía a ti poded tomad.
—No estoy yo muy seguro. La conciencia es otro elemento más del lote del que hablaba antes.
—Mi consiensia eda vedde y ze la comió un budo.
—Eso es la vergüenza.
—En mi cazo laz doz, la consiensia y la vedgüensa.
—Puede que tengas razón. Yo, a veces, pienso que mi conciencia también sería alimento para burros y verde.
—Y con forma de dana, ¿no?
—Tampoco te vengas ahora arriba.
—No, zi ezo lo único que me puede podusid ez una depezión de caballo.
—Tú serás una rana, pero yo no soy un equino.
—Volviendo al tema. Zi la huztisia ez siega, ¿pod qué no depende de la O.N.S.E.?
—Porque no es ciega en el sentido que tú le das.
—Pedo tampoco en el que le daz tú.


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