Y debería estarlo conmigo mismo.
Pero ya sabemos como funciona el ser humano.
Últimamente, lo que comenzó como un juego y una distracción, amén
de una forma de relacionarme y expresarme, parece que se ha convertido en
obligación.
Y a ésas ya renuncié, a todas las que pude, hace algún tiempo.
La rutina y el querer estar lo degradan todo.
Noto al rano menos fresco, menos trasto, tragado por la vorágine
de una crisis ya pestilente, sin fondo y eterna.
Donde miras sólo ves podredumbre.
Acaso necesite el personaje unas vacaciones morales, porque para
otras ya no queda presupuesto.
Tampoco le vendrían mal a Mendrugo.
Mientras me aclaro las ideas a este respecto, pienso en que
necesito otro cuaderno donde gritar.
La sección de Giuseppe, en honor al padre del rano, está basada en
la cotidianidad.
En ese día a día en el que se vive la vida y en el que todo puede
ocurrir, y de hecho ocurre.
Erre C. A. está cansado de lo humano.
Él no tiene la necesidad que tengo de yo de seguir, de ver las
cosas con más alegría, y si cabe, con más esperanza.
No nos entiende, nos soporta. Al menos a Mendrugo.
Hoy, jueves, me salgo de mi cuadrícula y dejo a un lado al
protagonista de la sección.
Mañana oiré sus quejas o su agradecimiento, quién sabe...
Mientras, espero a mi hijo a comer, algo nos diremos.
Mientras, estoy conectado a Twiter para estar más cerca de mi hija
ausente.
Mientras, discuto con mi "shica" para no variar la
rutina.
Mientras, se me va la vida contándoos lo que me pasa sin
que me pese.
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