—Ez qu’eztoy enzayando.
—¿Vas a dar un concierto?
—Pada nada. ¿Cómo ze anunsiaban antez loz afiladodez?
—Soplaban ese silbato y hacían una melodía muy característica.
—Poz yaztá.
—¿No me digas que...?
—Zí. Zólo me falta la bisi. A ved zi encuento una a mi medida y le
coloco la polea y la pieda.
—Ahora que prácticamente no quedan profesionales de ese género,
vas tú y...
—Ez que Ede Se A ze quiede adelantad y hased negosio. El que da pimedo, da doz vesez.
—Vale, tú mismo. ¿Y por donde vas a silbar, por los mercados?
—No. Pod loz aldededodez del Palasio de la Moncloa y pod la Cadeda
de Zan Hedónico. Pedo me tengo que informad también donde eztan todoz loz
padlamentoz autonómicoz.
—¿Vas a viajar?
—Clado, con la bisi. Ahoda la movilidá heogáfica ez una imposición
en cualquied tabaho.
—Mira, por lo menos te ajustas a los tiempos que corren.
—Ez lo que hay. Pedo vendé a comed a caza todoz loz díaz. No te
queaz que t’haz libao.
—Pues me dirás como vas a ir y volver en una mañana a Santiago de
Compostela, por ejemplo.
—Quedadé con elloz a mitá de camino.
—Bueno, pero lo que no me explico es que tiene que ver el oficio
de afilador con la Moncloa y los parlamentos.
—Ez que, como el dezto de loz españoles, tú no haz caído en la
nesezidá que z’ha queado.
—¿Y qué necesidad has visto tú y que al resto nos ha pasado
desapercibida?
—Zi me guaddaz el sequeto, te lo digo.
—Te guardo el secreto —y bajé la voz para ser más convincente.
—No eztoy yo muy zegudo de que no lo cazquez. Tú edez un
bocashancla. Luego lo ezquibez todo en el blo.
—Vale, si no te fías de mí... Pensaba hacer fabada para comer,
pero tengo unos gallitos de ración que se van a estro... —no acabé la frase y
el rano ya se había convencido de mi capacidad para parecer una tumba.
—Vale, hasez la fabada y te cuento.
—Si no hay más remedio—comenté haciéndome el desinteresado.
—Poz ez mu fásil —Erre C. A. bajó la voz, se asomó a la puerta del
salón, miró un la do y a otro, inspeccionó la terraza, y cuando estuvo seguro
de que estábamos solos continuó en un murmullo—. ¿Con qué ze van a hased loz
decodtez? —la pregunta era retórica porque no esperó mi respuesta—. Poz con
tihedaz, atontao. Y como van a eztad to el día que zi codto de aquí que zi
codto d’allí, van a uzad musho laz tihedaz. ¿Y quien ze laz va a afilad, ¿eh?
—nueva pregunta retórica—. Poz el menda —y me guiñó un ojo—. Pedo shitón, que
no z’entede nadie, zi no, me devientan el negosio. A sinco eudoz la tiheda me
voy a fodad.
—Mira, te voy a hacer la fabada porque, porque...
—Podque con tanto tabaho que m’ezpeda, tengo qu’eztad fuedte.
—No, porque las penas con fabada son menos penas.
—No t’entiendo, pedo luego no me pidaz comizión, que t’he calao,
bacalao—y volvió a sus cuentas—. Sinco
pod dies, quinientoz, Quinientoz pod diecisiete, máz doz ciudades
autonómicaz... Aunque Seuta y Melilla no zé zi hacédmelas, al fin y al cabo,
eztán en Áfica...
.
Imagen
bajada de www. elkioskodeakela.blogspot.com y miscositasdeinfancia.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario