miércoles, 27 de junio de 2012

¿Vacaciones?


—¿Cuándo noz vamoz de vacasionez?
—No puedes ir donde ya estás.
—Vaaaaale. Pedo ¿vamoz a zalid de viahe?
—Yo no. Tú no sé.
—¿Adónde voy a id que valga máz?
—Justa apreciación.
—¿Tú no te abudez d’eztad ziempe en el mizmo zitio y con la mizma hente?
—No. Pero tampoco me importa cambiar de escenario y de aires.
—Poz quién lo didía.
—Lo que ocurre es que todos tenemos limitaciones.
—Ezaz te laz ponez tú mizmo.
—Unas sí y otras no.
—Todaz.
—Entoces, somos ilimitados, ¿no?
—Zí. Aunque todo tiene un pesio.
—A eso me refería yo.
—Ya. Pedo zi lo pagan otoz...
—Para eso hay que echarle morro. Y yo no sé.
—Zi quiedez t’enzeño.
—Más valdría que aprendiera otras cosas.
—Poz a mí me va de deshupete.
—Pero nunca serás independiente.
—Dame pan y llámame tonto.
—Yo sería capaz de llamarte tonto sin darte un mendrugo. Pero toma, tonto.
—Cada uno en zu papel. Pedo de ves en cuando no eztadía mal azumid oto.
—¿Cómo cuál?
—Como pod ehemplo el de Zupedman.
—Durante mucho tiempo me he visto obligado a actuar como tal.
—Menoz loboz, Capedusita.
—Sin serlo, claro está.
—Poz no te veo yo con loz calsonzillos pod ensima del pantalón y mediaz hazta la dodilla.
—Como si con ello fuera suficiente...
—Hombe, la capa y la eze también ayudan lo zuyo.
—Una cosa es disfrazarse y otra muy distinta no poder recurrir a nadie.
—Ez que zi vaz a un banco d’eza guiza, te hasen menoz cazo que al que va a denegosiad zu hipoteca.
—No me refiero a ese tipo de recursos, sino a la soledad del que decide.
—Ezo lo he hesho yo toda mi vida y no me ha impodtado.
—¿Y cuántas de esas decisiones que has tomado repercutían en la vida de los demás?
—Ede Se A d’ezaz desizionez  ha tomado una o ninguna.
—La ninguna no me la cuentes. Cuéntame la una.
—Cuando desidí apalancadme aquí, en tu caza.
—Me has convencido.
—No desestimes nunca a un  enemigo pod muy inzinificante que te padezca, Mendugo.


No hay comentarios: