Herencia

—He hesho un ezfuedso —me dijo el rano muy ufano.

El activista

—Y te has herniado, ¿no?

—No, podque ha zido un tabaho intelestual —me aclaró tumbado y chupando un palillo.

—¿En que has trabajado? —le pregunte irónicamente.

—He penzado un poquito.

—Vaya. ¿Por la conversación de ayer? —le contesté y me sonreí

—Y podque eztaba abudido.

—¿Sólo?

—Y la imahinasión m’ha hugao una mala pazada.

—Ah. ¿Y en qué has pensado, en comida?

—No, ezta ves he hesho una ezsepsión.

—Estás cambiando mucho, ¿eh? Pero, o te quitas el palillo de la boca, o me va a ser muy difícil entenderte.

—No te queaz.

—Bueno, ¿en qué has invertido lo que te llega al cerebro desde la tripa?

—En penzad zobe la hedensia —dijo Erre C. A. al incorporarse.

—Eso es que piensas heredar en breve.

—Pada nada.

—¿Entonces?

—He llegado a la conclusión de que la hedensia no ez demócata.

—Ni republicana —me burlé.

—No, en zedio. La hedensia elimina la igualdá de opodtunidadez.

—Podría estar de acuerdo. ¿Y qué más?

—Poz que laz leyez podían uzadla pada la dediztibusión de la diquesa.

—¿Y qué propones?

—Abolidla y quead un fondo social pada loz máz dezfadodesidoz, o pada el ziztema zanitadio, o pada la educasión...

—Para los desfavorecidos como tú, ¿no?

—No, yo no tengo máz que miz colladez, pedo no me conzidedo un dezfavodesido ni un zin tesho.

—Eso último lo avalo yo. Pero mira, no sé si la idea es buena o siquiera aplicable, pero se armaría la marimorena.

—¿Tú queez?

—Seguro. Y si no, pregunta por ahí. En cuanto hay un muerto y dinero por medio, discusión segura. Y si se queda en dejar de hablarse bien está, porque en algunos casos hay hasta puñaladas por una silla vieja. Así que, como para que vengas tú y dejes a los herederos sin nada por lo que discutir.

—Pedo, pada Ede Se A, ezo de que todoz padtimoz de la mizma línea ez mentida.

—Es otra más. Pero yo me pienso como el origen de la herencia.

—Como ziempe no t’entiendo, Mendugo.

—Sí, que si lo que yo dejara no llegara a mis hijos me lo pulía.

—Ez oto enfoque que no había yo penzado. Y hiendo máz lehoz, no padese una mala política conta la quiziz.

—¿Contra la crisis?

—Clado, azí el dinedo sidculadía, y no eztadía eztancao en loz padaizoz fizcalez, ni en loz calsetinez.

—Razón no te falta, aunque ingenuidad tampoco. Estás hecho todo un Bakunin.

—Zi ez que en cuanto me pongo...

—Ahora —puntualicé—, llévalo a la práctica.

—Mida, Mendugo, bien eztá que m’hayaz hesho penzad un poquito. Pedo petended que ahoda haga algo... No tienez baztante con nada, ho.

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