—¿Tienez familia en Galisia, Mendugo?
—No. Te he dicho mil veces que mi apellido viene de Cataluña,
aunque también es originario de Galicia. ¿Por qué?
—Podque ayed enté en Guguel Analitycz y la siudá desde donde máz
han entado a Minizmiztedioz ezte mez ha zido Zantiago de Compoztela.
—Pues les mandamos un saludo desde aquí. Y también nos gustaría que
nos dejaran un comentario o una crítica, aunque fuera en gallego.
—Ez que a elloz, a loz gallegoz, lez guztan musho laz danaz, ¿zabez?
—¿Y eso de donde lo sacas? Uno está harto de tópicos y etiquetas
regionales, pero nunca había oído eso.
—Poz pezizamente lo zaco de laz estadízticaz que t’he disho. Lez
tienen que guztad laz danaz pada leed nueztaz tontedíaz.
—Me da la impresión que tú usas las estadísticas como los
políticos.
—¿Cómo?
—En beneficio propio.
—Anda, ézte. ¿Y pa que zon? Pada pezumid y pada ezahedad.
—Yo siempre me acuerdo de lo que me contaron cuando estudié
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—Cuando laz ostavillaz ze hasían en papido, ¿no?
—Calla y escucha, pesado. En España había treinta millones de
habitantes y se consumían en un día quince millones de pollos. Ello quiere
decir que cada español se comía medio pollo.
—Nodmal. Vaya coza. Pada dividid pod doz me da la neudona.
—Ya, pero no. Lo que las estadísticas no explican es que mientras la
mitad de los españoles se moría de hambre, la otra mitad se hartaba de pollo.
Los que ejercían el poder presumían de que se nadaba en la abundancia y los que
andaban en la clandestinidad, aunque comían pollo, juzgaban la situación como
poco igualitaria.
—O zea, que la Estadística pod zí mizma no explica gan coza.
—No, porque entre tú y yo medimos dos metros; luego la media de
altura de los que estamos en esta habitación es de un metro.
—¡Hodé! ¡Cómo ha quesido Ede Se A!
—¿Te das cuenta?
—Clado, la Estadística no ez una siensia, tío.
—Eso tampoco.
—No, que digo que, apadte de gáficoz y quezitoz de colodez, hase
mahia. ¡Hope, mido un meto!
—Que no, que entre los dos medimos dos metros, que no es lo mismo.
—Tú pienza lo que quiedaz, pedo yo me queo que en aquelloz tiempoz
de nesezidá loz ezpañolez tocaban a medio pollo cada uno.
—Sí, sobre el papel sí. Pero sobre el mantel no.
—Quita, quita, que voy a codehid miz datoz de feizbu. ¡Un meto,
tío, un meto!
Imagen bajada de www. recetasdeaquiyalli.blogspot.com
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