lunes, 30 de enero de 2012

El operario


—¿Qué haces con mis herramientas?
El opedadio
—Voy a deconztuid el mundo y zu mal ziztema.
—¿Tú solo?
—No. Voy a llamá a Madio Bozz. Que él se dedique a la fontanedía y alcantadillado, y yo al dezto.
—Pues tenéis tajo.
—¿Tú haz vizto cómo ze pone Madio laz pilaz cuando ze come ezaz flodez?
—Sí, alguna vez lo he visto. Igual que Asterix cuando se bebe la poción.
—Oye, no ez mala idea llamadle también. Y que ze taiga a zu amigo el goddo.
—¿Y por donde vais a empezar?
—Pod loz simientoz.
—Los que “sí mienten” no tienen arreglo —Erre C. A. se me quedó mirando con cara de ofendido—. Vale, perdona, era una broma inofensiva. Pero es que me extraña que te embarques en una empresa tan ambiciosa como difícil.
—¿No empesó el Quiztianizmo con una pedzona...? Y mida la empeza que tienen ahoda. Que tienen demedio pada todo.
—Ya, pero no me compares.
—¿Qué tiene Hezúz que no tenga Ede Se A? A ved.
—Pues de entrada que tú no eres dios, ni eres hijo de dios.
—Tú dame un buen plan de medcadotesnia y un pad de añoz y vedáz.
—Yo te doy lo que tú quieras menos mis herramientas.
—¡Ah! Acabadamoz... Zon tuz hedamienbtaz... El zeñó no puede dehadzelaz a un dano pada una buena cauza —el sarcasmo le llenaba la boca tanto como sus collares—. Bien, bien... Puez zedé un tabahadó manual. Máz tiempo taddadé.
—Yo creo que sería mejor que usaras la cabeza.
—Aunque no lo queaz no la tengo tan duda.
—Me refiero a las ideas.
—Idez, ideaz... Zolusionez pásticaz ez lo que nesecitamoz. Laz ideolohíaz zon laz dogaz del pueblo.
—Eso me suena.
—Poz me lo acabo d’inventá
—¿Tú sabes quién fue Carlos Marx?
—No.
—No importa, tampoco la idea original fue suya, aunque la cita sí.
—¿Cuála?
—Que la religión es el opio de los pueblos.
—¡Hala! Mida que llamá nadcotaficantez a loz del Vaticano. ¡Qué beztia!
—Como tú. Pero Marx sí usó la cabeza. Estuviera o no equivocado, revolucionó el mundo.
—Puez vaz a tené dasón. No voy a uzá tuz hedamientaz, no. Me voy al zalón a pensá. Quisá tenga alguna idea de laz guapaz.
—Antes recoge todo esto y lo pones en su sitio.
—De veddá —se quejó el rano—. De veddá que da penita. Uno ez llamado pod la Hiztodia pada adeglá ezte dezaguizado y tú le obligaz a oddená tuz hedumbozaz hedamientaz.
—Yo no las he sacado.
—No, laz ha zacado una nesezidá que tú no apesiaz. Cuando me hagan pofesó honodiz cauza voy a ladgá todo lo que me obligaz a hasé. Hoy, zi lo cuento, no me queedían. Y zigue adeglando el mundo shadlando, que azí noz va.







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