martes, 10 de enero de 2012

El diccionario de la RAE

Ayer, al charlar con Erre C. A. dije algo sobre el diccionario de la RAE que llevaba buscando hace mucho tiempo. En aquel entonces andaba con mis dudas sobre la utilidad del mismo en la calle. ¿Quién crea, modifica y mantiene vivo el idioma, las palabras, su simbología? Estaba y estoy convencido de que es el hablante. Pero el DRAE también tiene su función; y no sólo la de ser consultado.

—¿Hoy no zalgo yo en el pozt?
—No, calla. Déjame escribir.
—¡Ho!

Lo que dije el otro día me ha hecho pensar y me reafirmo con contundencia: el DRAE es un libro que nos invita a entendernos. Y todo lo que se haga en ese sentido es positivo y bienvenido. En sentido figurado, aunque muchos pensarán que no es cierto, el DRAE es el antónimo de la política. A mí, sinceramente, esta última me enreda más que me aclara. Tampoco veo yo que limpie, fije y dé esplendor; sino más bien lo contrario.
  
—¿Qué zi hoy no digo yo nada, Mendugo?
—Que te calles de una vez, pesado.
—Vaaaaaaaaaaale.

Hacía mucho tiempo que unos palabras no expresaban tan exactamente mis ideas, mis sentimientos. Me regodeo en ellas: el DRAE es una invitación a entendernos. No es una obligación, no es una imposición. Sí, señor. Ahí le has dado, Mendrugo. Eso sí, una invitación puede rechazarse o aceptarse. Hasta analizando por separado las palabras de esa mi definición aguanta y expresa a la perfección mi idea.

—M’eztoy abudiendo.
—Pues haz un solitario.
—No me guztan loz zolitadioz.
—Haz una torre y déjame seguir.
—Miedda de intelectual de Paco Tillo.
—De pacotilla.
—Mi Paco no ez cotilla. Y tú a lo tuyo, codestod de loz cataplinez.
—Mira Erre C. A., así es imposible centrarse en nada. Quien con niños se acuesta…
—Había que codtadle lo que le cuelga.
—En eso estamos de acuerdo, al menos en sentido figurado. Pero yo me refería a que mojado se levanta.
—Eztáz quivocado. El mohao que ze levanta ez el que duedme a la intempedie en un inviedno lluviozo.
—A ver si nos entendemos. Pon un poquito de tu parte, porque esto parece el Congreso.
—Según tú, zi ponemoz el dissionadio ente loz doz noz entendedemoz mehó, ¿no?
—Algo así.
Poz ponlo.
—¿Tú crees que servirá para algo?
—Hombe, según tuz palabaz ez una invitasión a entendedze, aunque yo lo quieda pada deposad y dezcansad laz piednaz, como un ezcabel.
—Esto me pasa por dejar que metas baza. Ya no tengo tan claro lo que me había henchido de orgullo.
—No, zigue, zigue, que Ede Se A ya eztá aguztito.




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