martes, 30 de septiembre de 2008

La paja en ojo ajeno

—Tú te queez lo que m’han endozado. Menoz mal que m'han dehao el apadtamento...

—Parece majo.

—¿Padese maho? Pedo zi no hase na. Ni ziente ni padese.

—¿Y quién es? —le pregunté algo preocupado.

—El muñeco de un amigo. No podía llevadlo él al cole y me lo ha pedido a mí. Dise que teno musho tiempo libe. Total, zi ni tan ziquieda abe loz ohoz. Podía habedlo dehado ensima de la cama y allí ze lo hubieda encontado. Vaya una miedda de tío.

—No sé, a mí no me parece que sea una mierda.

—Zi tiene hazta la hota de hilipollaz.

—Gilipollas es con ge, Erre C.A. Me da que deberías quedarte en clase con él.

—Eztáz tu fezco, Mendugo.Llevo con él dezde anoshe y ya eztoy hazta el godo. ¡Qué abudimiento, shaval! ¡Qué ozito máz plomaso! Ademáz ez un enano. Mida —Erre C.A. sacó pecho y trató de alargar el cuello que le falta—, yo zoy una dana y y abulto el tiple que él.

—Así eras tú cuando llegaste a esta casa.

—¿Y tanto he quesido?

—No me refiero al tamaño, sino a la actitud. ¿No te acuerdas?

—¿Quiedez que m’acuedde?

—No, lo que quiero es que le eches imaginación, cariño, que vuelvas a ser niño…

—Pedo zi hazta tene loz basoz y laz piednaz cocidaz.

—Pues yo se las veo crudas.

—Zí, como tu pedzonalidá —Erre C.A. dio un pescozón al osito mientras le invitaba a moverse—. Va, tío, has algo. Mídale, azí me lo entegadon, azí z’ha quedao, y ezo que l’he dao una bebida enedhética.

—Ten cuidado con esa mierda.

—Aha, tú también queez ahoda que ez una miedda, eh.

—Me refiero a ese brebaje.

—Cada uno ez libe de ved mieddaz donde quieda, pedo yo zigo penzando que ézte ez un hilipollaz aunque zea con he.

No hay comentarios: