… —Que digo que podías contarme algo... No se me ocurre nada para el blog.
… Erre C.A. no tuvo más remedio que volver en sí.
… —Edez un comeodehaz, Mendugo.
… —Y tú un parásito. ¿Te animas o no?
… —¿A qué?
… —¿No me has oído?
… —No. Eztaba zezteando.
… —Que si te animas a contar.
… —Bueno, no quedo dizcutid con ezte caló. Cohe papel y lapis, pedo yo queo que ya lo zabez.
… —Es igual, tú cuenta. Espera. —me senté y cogí aperos para escribir—. Ya.
… —Uno, doz, tez, cuato…
… —Vete al cuerno, Erre C.A. Vaya ayuda que me das…
… —¡Pedo, bueno! ¿No me haz disho que contada?
… —Sí, pero una historia, una anécdota, algo que merezca la pena oír o leer.
… —Anda que tu ezquibez cozaz intedezantez. ¡Ah!, y yo no zoy ningún pazmadote.
… —O sea, que me habías oído desde el principio.
… —¿Quién, yo?
… —Sí, tú.
… —Pada nada.
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