… —¡Toma! Como a todo el mundo.
… —A mí no.
… —¿Cómo que no?
… —Como que no.
… —¿Es que eres especial?
… —Que te digo yo que no.
… —Pues, ven. Yo me encargo de que te afecte. Donde sufren dos, sufren tres —le advertí con retintín.
… —Ezo no vale.
… —O sea, para comer sí vale, pero para penar no. Pues no me parece justo.
… —¿Y qué lo ez en ezta vida? Ademáz, yo conta la quiziz uzo el humod. Mida como me dío.
… No le dejé que me lo demostrara. Le cogí por el cuello y me fui con él al cuarto de baño. Durante el corto trayecto, y mientras quitaba la tapa de la cisterna del inodoro, Erre C.A. fue tomando un tono azul. Solté la presa, le agarré de sus cortas patas.
… —Parece mentira que seas una rana —y le sumergí la cabeza en el agua de la cisterna. … Cuando le saqué, se lo expliqué.
… —Ríete ahora, cachondo mental.
… —¡No puedo ni despidá, me voy a deí, tío! Me ahogaba —dijo como pudo el pobre.
… —Pues así está la gente con la crisis, coño: medio ahogada. Anda, tómátelo a risa.
… Con más aire en los pulmones, Erre C.A. se defendió.
… —Yo no me lo tomo a shunga, yo he disho que me lo tomo con humod, coñe. Y ya no te pienzo habá máz. Vaya tío máz violento. Como dezuelvaz azí todaz tuz dizquepansiaz, lo llevamoz clado, ¡holinez!
… No le pedí disculpas, sino que le di una toalla para que se secara. Ese día Erre C.A. no me dirigió la palabra. Se lo pasó suspirando en un rincón.
… —A mí no.
… —¿Cómo que no?
… —Como que no.
… —¿Es que eres especial?
… —Que te digo yo que no.
… —Pues, ven. Yo me encargo de que te afecte. Donde sufren dos, sufren tres —le advertí con retintín.
… —Ezo no vale.
… —O sea, para comer sí vale, pero para penar no. Pues no me parece justo.
… —¿Y qué lo ez en ezta vida? Ademáz, yo conta la quiziz uzo el humod. Mida como me dío.
… No le dejé que me lo demostrara. Le cogí por el cuello y me fui con él al cuarto de baño. Durante el corto trayecto, y mientras quitaba la tapa de la cisterna del inodoro, Erre C.A. fue tomando un tono azul. Solté la presa, le agarré de sus cortas patas.
… —Parece mentira que seas una rana —y le sumergí la cabeza en el agua de la cisterna. … Cuando le saqué, se lo expliqué.
… —Ríete ahora, cachondo mental.
… —¡No puedo ni despidá, me voy a deí, tío! Me ahogaba —dijo como pudo el pobre.
… —Pues así está la gente con la crisis, coño: medio ahogada. Anda, tómátelo a risa.
… Con más aire en los pulmones, Erre C.A. se defendió.
… —Yo no me lo tomo a shunga, yo he disho que me lo tomo con humod, coñe. Y ya no te pienzo habá máz. Vaya tío máz violento. Como dezuelvaz azí todaz tuz dizquepansiaz, lo llevamoz clado, ¡holinez!
… No le pedí disculpas, sino que le di una toalla para que se secara. Ese día Erre C.A. no me dirigió la palabra. Se lo pasó suspirando en un rincón.
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