jueves, 24 de julio de 2008

El “pasto”

Después de firmar el contrato (en el que Erre C.A. cedía su imagen a cambio de cama y comida), y después de mirarme unos instantes fijamente a los ojos, el rano agarró el documento con sus regordetas manos y lo hizo cuatro pedazos. —Ezto no ez popio de caballedoz, Mendugo. La palaba ez la palaba, ezté ezquita o no.
Y yo, con cara de “ya te lo decía yo”, no dejé pasar la nueva oportunidad de meterle un par de pullas más.
—Si los dos fuésemos caballeros… Y tu “palaba” yo diría que no es muy fiable, al menos en cuanto a su pronunciación.
—¡Qué tendán que ved miz colladez! Pedo zedá mejod dehadlo. No zé podque, teno la zenzasión de que ziempe vaz un pazo pod delante.
—De ahí que de vez en cuando, aunque parezca lo contrario, me tengo que desclavar un puñal de la espalda.
—Eczahedao…

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