… —Pues entonces no conoces a muchos. Además, no soy tacaño. Reciclo papel y me hago los cuadernos del tamaño que quiero.
… —Ya te digo. ¿Y loz lapisedoz ezoz tan canihoz, loz guaddabaz pada mí?
… —No. Son un recuerdo de cuando programaba. Me gustaba tener un puñado con la punta afilada dispuestos para usar. Ves, más o menos, todos tienen el mismo tamaño.
… —Ya. ¿Y loz bañadodez que uzaz de loz zezenta?
… —No los voy a tirar. Están prácticamente nuevos.
… —Tambén tevizto bodando loz cusigramaz. Clado que pod ezo uzaz lápis, ¿no?
… —Son de hace mucho, y ya no me acuerdo. Podría comprarlos repetidos y no me enteraría.
… —¿Y lo de guardad laz vidutaz del zacapuntaz pada ensendé la shiminea en inviedno?
… —Así no contribuyo a la deforestación.
… —Tú di lo que quiedaz, pedo a mí no me convensez. El que hededa no doba y tu apellido ez máz catalán que el pan tumaca.
… —Parece mentira. Tú que, según dices, has sufrido tanto por los prejuicios, también los acoges en tu cabezón.
… —Cabezón sedás tú, que no deconosez tuz defestoz.
… —Todos vemos la paja en ojo ajeno.
… —Poz cámbiameloz, a ved si vez tu viga.
… —Pero qué bruto eres.
… —Anda. ¿Pod qué? Miz ohoz ze dezcozen. ¿Loz tuyoz no?
… —Yo no sabré nada de ranas pero tú de anatomía humana, menos.
… —Ez que loz hombez no me han intedezado nunca.
… —Pues a mí las ranas me están dejando de interesar, y en particular una.
… Esa noche, sobre las cuatro de la mañana, me despertó Erre C.A. Sentí que me acariciaban la barba. Entreabrí los ojos y le adiviné sentado en mi almohada. Acercó su boca a mi oreja y me preguntó en voz baja:
… —¿De veddad que no te peocupan ya laz danaz?
… —No digas tonterías —le contesté—. Y menos a estas horas —y me volví.
… Insistió.
… —¿No te impodto ni un poquito?
… —Un comino. Eso es lo que ahora me importas.
… —Bueno, algo ez algo. ¿Te importa que duedma con vozotoz?
… —Sí.
… —Vez como zí timpodto. Anda duedmete que ez mu tadde, hombe, y vaz a dezpedtá a tu shica.
… —Ya te digo. ¿Y loz lapisedoz ezoz tan canihoz, loz guaddabaz pada mí?
… —No. Son un recuerdo de cuando programaba. Me gustaba tener un puñado con la punta afilada dispuestos para usar. Ves, más o menos, todos tienen el mismo tamaño.
… —Ya. ¿Y loz bañadodez que uzaz de loz zezenta?
… —No los voy a tirar. Están prácticamente nuevos.
… —Tambén tevizto bodando loz cusigramaz. Clado que pod ezo uzaz lápis, ¿no?
… —Son de hace mucho, y ya no me acuerdo. Podría comprarlos repetidos y no me enteraría.
… —¿Y lo de guardad laz vidutaz del zacapuntaz pada ensendé la shiminea en inviedno?
… —Así no contribuyo a la deforestación.
… —Tú di lo que quiedaz, pedo a mí no me convensez. El que hededa no doba y tu apellido ez máz catalán que el pan tumaca.
… —Parece mentira. Tú que, según dices, has sufrido tanto por los prejuicios, también los acoges en tu cabezón.
… —Cabezón sedás tú, que no deconosez tuz defestoz.
… —Todos vemos la paja en ojo ajeno.
… —Poz cámbiameloz, a ved si vez tu viga.
… —Pero qué bruto eres.
… —Anda. ¿Pod qué? Miz ohoz ze dezcozen. ¿Loz tuyoz no?
… —Yo no sabré nada de ranas pero tú de anatomía humana, menos.
… —Ez que loz hombez no me han intedezado nunca.
… —Pues a mí las ranas me están dejando de interesar, y en particular una.
… Esa noche, sobre las cuatro de la mañana, me despertó Erre C.A. Sentí que me acariciaban la barba. Entreabrí los ojos y le adiviné sentado en mi almohada. Acercó su boca a mi oreja y me preguntó en voz baja:
… —¿De veddad que no te peocupan ya laz danaz?
… —No digas tonterías —le contesté—. Y menos a estas horas —y me volví.
… Insistió.
… —¿No te impodto ni un poquito?
… —Un comino. Eso es lo que ahora me importas.
… —Bueno, algo ez algo. ¿Te importa que duedma con vozotoz?
… —Sí.
… —Vez como zí timpodto. Anda duedmete que ez mu tadde, hombe, y vaz a dezpedtá a tu shica.
… No se la lié porque no era el momento y andaba medio dormido. Y porque, en el fondo, me agradó su preocupación por sentirse querido. Cuando sentí su presencia entre mi shica —como él la llama— y yo, recordé las veces que mis hijos, siendo pequeños, se nos habían colado en la cama.
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