… —No. No me gusta ningún santo.
… —Ni al que ze le atan loz cohonez.
… —¿Cuál?
… —Zan Cucufato, zi no apadese lo peddido loz cohonez te ato.
… —¡Ah! No, ni ése.
… —Pod mi abuela lo tenía todo el día en la boca.
… —¿Era muy despistada?
… —No. Hugaba al bingo, y ziempe peddía. Luego llegaba a caza y desía que no encontaba el dinedo y le ataba loz…
… —Ya. Ya se lo que le ataba tu abuela a San Cucufato.
… —Lo que no m’ecsplico ez cómo nadisez tashaba loz númedoz en el cadtón…
… —Pues como todo el mundo, con un rotulador. En mi época eran todos verdes.
… —Impozible.
… —¿Por qué? ¿Era manca?
… —No, eda una hodmiga.
… —¡Si, hombre! Y ahora me dirás que tu abuelo era un elefante.
… —¿Cómo lo haz zabido?
… No pude contestar, pero sí reír al acordarme del chiste en el que una hormiga vadea un río a lomos de un elefante.
… —Poz no veo yo que tenga gasía —se amoscó un poco Erre C.A.
… —Espera que te cuente el chiste —pero, por respeto a sus mayores no se lo conté.
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