Me he refugiado en mis libros, pero no en los que intento escribir, ése sería un error, sino en los que he leído y leo. Es una forma de locura paralela a la de don Quijote. Mas menos heroica, vulgar y destructiva. Esa mi locura no me permite luchar ni deshacer tuertos, sino defenderme de una cotidianeidad que no se ajusta en nada al sueño acariciado de un idealista sin escrúpulos. Si Alonso recuperó la cordura antes de morir, si antes del último capítulo de su Historia, don Quijote asumió buena parte del carácter de Sancho amigo, yo no quiero ni lo uno ni lo otro. Y ello prueba el alcance de mi locura.
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