—Ezta noshevieha me voy de madsheta.
—Me alegro.
—Gasiaz. ¿Tú no?
—No, yo me quedo en casita y tan a gusto.
—No m’ezpedaba menoz de ti.
—¿Y dónde vas?
—A una macofiezta.
—¡Uy, que moderno!
—Ez que yo zoy y eztoy hoven.
—Pues ten cuidado con el garrafón.
—No queo que me topiese, ez al aide libe. Zi acazo tendé cuidao
con el ozo.
(No entendí lo del oso, pero pensé que podía ser
una bebida).
—¿Cuánto te ha costado? Porque a veces se pasan un pelo esa noche.
—Nada.
—¿Qué raro? ¿Te ha invitado alguien?
—No.
—Pues nadie regala nada hoy en día.
—A vesez loz Deyez zí. Zi edez bueno todo el año. Y también ayudan
a que uddan guadinez.
—¿Urdan guadines? ¿Qué es urdir guadines?
—Guadinez no. Con ede, no con de.
—Me da igual, ¿qué es un guarín?
—Un guadín ez el último seddito que nashe en una camada.
—No te entiendo, pero es igual. Y la camada de una cerda se llama lechigada —le corregí.
—Yaztamoz, el codedtod lingüizta en línea.
—Venga, vale. ¿Dónde es la macrofiesta esa?
—En Zol.
—¿Y dónde hay en la Puerta del Sol un recinto al aire libre para
macrofiestas?
El del 31-d |
—Anda, ézte. En la mizma plasa. Voy a padtisipá en el teinta y uno
de, como no eztuve el quinse eme. Y de pazo selebamoz con el Tío Pepe zu último
año, queo. Qué idonia, una mansana McIntozh amedicana que ze bebe un fino ezpañol. Me
padese que noz quedamoz zin guitada, zin zombedo coddobez y sin guayabeda doja.
—Sí, González Byass pasará a ser Gonsalez Byess. Pero, a ver, a
ver. Macrofiesta, al aire libre, el oso, nochevieja, gratis... Tú vas a tomar
las uvas a la Puerta del Sol.
—No, Ede Se A va después. Pimedo seno aquí, me tomo laz uvaz
contigo y luego me laz pido vampido —me aclaró Erre C. A. frotándose las manos.
—Ya me extrañaba a mí...
—Puez no tiene podqué. Si fueda al debéz zí zedía eztaño.
—¿El qué, que te quedaras?
—No, que zaliedaz tú. Edez el dey del bozteso, tío.
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