—¿Y ezo?
—A ti que te importa.
—Clado que me impodta.
—Pero no el motivo.
—Zi tengo que bandeadme cuato díaz zolo, m’impodta hazta el
motivo.
—No tenga que darte explicaciones. Mis decisiones son mías.
—Pedo afestan a loz demáz.
—Querrás decir que te afectan a ti, negativamente.
—Bueno, al menoz no tendé c’guantadte unoz díaz.
—El gusto es mutuo.
—¿Y quién va a ezquibid el blo?
—Si puedo yo, como siempre. Y si no, nadie.
—Zi quiedez lo ezquibe Ede
Se A.
—No pienso darte la clave de acceso. Que en el fondo es lo que
quieres.
—En el fondo y en la zupedfisie.
—Abre tú un blog, y así te expresas como quieres.
—¡Uf! Ezo ez musho tabaho.
—Pues entonces tendrás que aguantar que los demás nos expresemos
como queramos.
—Ez que lo que yo quiedo ez meted mano en tuz pozt.
—Y eso es precisamente lo que yo trato de evitar. Parece mentira
lo bien que te has acoplado a nuestra cultura: la fabada, la siesta, el fútbol,
la tele...
—Obedesed...
—Ez que lo que menoz enedhía conzume ez poteztad. Y decuedda que
vengo del mundo animal y zoy de sangue fía. Mida, una foto mía zacada con infadohoz, zólo doy tonoz asulez.
—¿Y qué? Hay congéneres míos que tienen horchata en vez de sangre.
—¿Y qué? Hay congéneres míos que tienen horchata en vez de sangre.
—Que loz animalez de zangue fía nesezitamoz la désima padte
d’enedhía pada vivid.
—Pues en tu caso quién lo diría.
—Hay colegaz de zangue que ze mantienen zin poblemaz con doz
comidaz anualez.
—¡Qué lástima no poder hacer un intercambio!
—No te guztadía tened un cocodilo zuelto pod la caza.
—No sé qué es peor.
—Y, ademáz, no hablan, llodan.
—Para el caso, tú estás todo el día con la lagrimita puesta.
—Pedo zu llanto ez un camelo.
—¿Y el tuyo?
—¿El mío? Una nesezidá.
—¡Vaya por dios!
—Clado, azí meo menoz. Que id al baño ez un dollo.
Imagen
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