—Mi currículum. Pedo no ez un zequeto.
—Pues acabarás enseguida, ¿no?
—No h’empesado. No zé qué foto poned.
—Pues una de carné.
—¿Cómo voy a poned una de cadné? Tendá que zed una de Ede Se A,
¿no? Zi no, no me van a conosed. Aunque no zé yo que zedá mehod...
—Sí, una foto de Erre C. A., pero en formato carné.
—Ah, bueno. ¿Y cómo ez?
—Pequeña, sólo de la cara.
—Poz ze va a quedad la hoha vasía. ¿No la puedo poned de cuedpo
entedo?
—Tampoco te va a ocupar mucho, pero tú verás, todo el mundo pone
una pequeña de carné.
—¿Y con qué lleno el folio?
—Con tus datos personales, tus conocimientos, tus aptitudes y
actitudes...
—De miz datoz he penzado ponez hazta el nombe de miz bizabueloz,
pedo ezo ocupa poco.
—¿Y tu formación?
—No zé, ezo fue coza de mi made.
—Me refiero a tu formación académica.
—Yo no he ido nunca a una academia, zólo al cole.
—¿Y no has hecho ningún curso de nada?
—De nada zí y de nadad también. Pedo me padese que ezo no zidve,
lo tiene todo el mundo.
—De todas formas, si te sirve de consuelo, hay quien tiene tres
doctorados y está como tú.
—¿Y cómo eztoy yo? Zi ze puede zabed.
—Buscando trabajo.
—Yo no buzco tabaho. Zi acazo que m’encuente él a mí. Y aún azí,
no zé, no zé...
—¿Y entonces, para qué escribes tu curriculum?
—No zé, como lo hase todo el mundo...
—Lo hacen porque buscan un trabajo, para que las empresas conozcan
quienes son y su formación, los recursos personales de que disponen, sus ambiciones...
—Poz zí que eztamoz adeglaoz.
—¿Por qué?
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