—Edez un mentidozo
—¿Yooooooo? —me sorprendí.
—Zí, tú. El mizmo Mendugo que vizte y calsa.
—¿Y eso por qué?
—Podque me pometizte qu’iba a tened una habitasión pada mí zolo y
la tengo que compadtid contigo —se explicó el rano.
—Pero sólo por el día. Tienes tu parte de intimidad: la noche.
—Qué máz da una mentida que media.
—Además, me pillarías en momento campaña electoral —bromeé.
—Pod eztoy hadto. También quiedo intimidá a la lus del zol, no
zolo a la lus de la luna. Y zi no, no habedlo pometido.
—Yo pensaba que eras más comprensivo y más realista.
—Compenzivo, no zé, pedo yo no zoy de la Deal Zosiedá ni de ningún
equipo —como tantas veces Erre C. A. me salió por peteneras.
—Las circunstancias mandan. Esta casa no es de chicle.
—Pedo tu palaba zí.
—Vamos a ver —traté de explicarme—. Yo te dije que ibas a dormir
solo.
—Zí, ahoda hugamoz con laz palabaz —insistió el rano.
—No. Mi intención era ofrecerte un dormitorio para ti solo. No es
ningún juego de palabras. Y, además, ¿tanta lata te doy?
—La mizma que Ede Se A a ti.
—Entonces no me extraña que estés harto.
—Y zi tu pienzaz lo mizmo, ¿pod qué compadtimoz el sulo?
—Mira, aquí el único que comparte algo soy yo, el zulo y todo lo
demás.
—No, zi ahoda m’enzeñadáz laz ezquitudaz del pizo. Ensima de mentidozo,
duín.
—Yo no soy ruín. No iba por ahí. Sólo te recuerdo que antes de que
llegaras esta habitación la usaba yo.
—Ya, y ahoda tengo yo la culpa de habed venido.
—Yo, desde luego, no te llamé.
—Podque yo no zoy un azsensod, no te digo —aparecieron otra vez
las peteneras y llegamos al fondo de la cuestión—. Yo tengo gazez y loz quiedo
zoltad a guzto.
—¿Y no lo haces ya? —le eché en cara.
—Ya, pedo zi no compadtieda contigo mi habitación, no tendía que
dizimulad.
—Bueno —transigí—, si es por eso, te doy permiso para que
ventosees cuando quieras y como quieras.
—¿Me lo pometez?
—Te lo prometo.
—¿Y no eztáz en momento elestodal?
—No. Palabrita del Niño Jesús.
—Yo d’eze no me fío mucho.
—Anda, ¿y por qué?
—Podque hase dos mil y pico añoz diho que volvedía, y aquí noz
tiene, ezpedando. Y cada ves peod.
—No creo yo que estemos peor que hace dos mil años.
—No, hodé que no. Pedo tienez padte de dasón, ahoda me puedo peed
zin dizimulad.
Imagan
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