—No, ¿pod qué?
—Porque como no usas ropa nunca... En verano lo entiendo...
—Yo degulo mi tempedatuda de ota maneda.
—¿Y cómo? Me gustaría saberlo, porque a mí la ropa me estorba. Me
es incomoda.
—A ti t’eztodba todo y todos.
—No empieces, que llevamos una semanita fina. A ver, ¿cómo regulas
tu temperatura?
—Con miz colladez.
—¡Venga ya!
—Poz no te lo queaz.
—¿Cómo me lo voy a creer?
—En inviedno loz caliento y en vedano loz meto en el conheladod.
—Claro, ahora me explico que el congelador haga en verano tanto
hielo y nada en invierno.
—Zólo te queez laz dazonez cuando disen cozaz negativaz d’Ede Se
A. Pedo t’equivocaz podque t’he metío un dollo y te lo haz tagao cuando haz
podido eshadme la bonca.
—Mi obligación es creerte.
—Zólo cuando te conviene.
—Yo no entiendo nada de ranas. Y a ti menos.
—Tú no entiendez ni de mí, ni de danaz, ni de na.
—¿Entonces?
—Laz danaz zomoz de zangue vadiable. Vozotoz noz habéiz puezto la
etiqueta de poiquilotedmoz, que quiede desid poco calod. Y mediante nuezta
madavilloza piel noz ahuztamoz a la tempedatuda ambiente. No nesezitamoz, como
otoz, mantened una tempedatuda alta y conztante pada que nuezto sedebo funsione.
—Mira, nunca te acostarás sin saber una cosa más.
—Sobe todo tú. ¡Mida que tagadze lo de loz colladez...! Como te
venía bien pada dehadme en evidensia...
—En ti no me extraña nada.
—Ni que fueda un pedo vedde.
—De gases no estás hecho, pero verde sí que eres.
—Y tú.
—Yo soy de piel cetrina. Que más o menos es no estar nunca pálido.
—¿T’haz dao cuenta que cazi ziempe afidmaz negando?
—No siempre.
—Edez mu detodsido y mu zobedbio.
—Lo de retorcido lo puedo entender, pero lo de soberbio...
—No zólo tú, zino todoz loz humanoz, no ez nada pedzonal.
—Quién lo diría.
—Queéiz que zoiz la máquina biolóhica perfesta. Queéiz que habéiz
evolusionado de la mehod maneda pozible. Y tenéiz máz defestoz que un padtido
político. E, inzizto, no ez nada pedzonal.
—Pues tú bien que te aprovechas de nuestros logros y nuestra
cultura, sobre todo de la culinaria.
—A mí la Natudalesa me invita a vividla, no a modificadla, como
hasen otoz.
—Vamos, que eres partidario del vive y deja vivir, ¿no?
—¿Hay ota maneda de hasedlo mehod? Zi hazta padíz con dolodez pod
andad edguidoz, y mushoz queen que ez pod comedze una mansana. ¡Qué infelisez!
Ganadáz el pan con el zudod de tu fente. ¡Anda ya! Ni que dioz vivieda en Walt
Zteet.
Imagan
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