Cables

—¿Pero qué haces? Te vas a ahorcar.

—Eztaba hasiendo un inventadio de cablez

—¿Y te los tienes que enrollar en el cuerpo?

—No he zido yo, han zido elloz.

—Claro. Tú nunca tienes la culpa.

—No te quedez ahí eshándome la bonca.

—¿Y qué quieres que haga?

—Poz ayudadme. A vesez padesez tonto. Y yo la pata d’un domano.

—Ya te digo. Venga. A ver cómo narices te desenredo.

—Despaso. Y pimedo quítame el del cuello. Y cuidadín, que yo queo qu’eztá vivo y dezsiende de laz boaz. ¡Ho, cómo apieta!

—A ver... Tú estate quiete, si no te lías más.

—Ez que m’eztoy poniendo nedviozo.

—¿Tú nervioso? Ya me extraña, con la pachorra que tienes.

—Quiedez dehad de degañadme y quitadme loz cablez, pod favod.

—Mira, ahora eres unba buena alegoría de los tiempos que vivimos. Espera, que te voy a hacer una foto.

—¡Y una miedda! ¿Me vaz a dehad aquí tidao en adaz del adte fotogáfico?

—Espera. Es sólo un momentín.

—Zedáz ... —no le oí porque me había ido a por la cámara.

—¿Qué? ¿Seré qué? Que no te he oído.

—Mehod. Pedo da igual. Date piza.

—Siempre te pasa lo mismo. Te metes tú solito en un berenjenal y luego hay que sacarte.

—Poz nada, tú zigue hasiendo fotoz y déhame azí. Allá tu consiensia.

—Estate quieto que te haga la foto, no seas pesado.

—Ensima.

—Aguanta, que te echo un cable.

—Menoz pitodeo.

—Ya está. Levanta ese brazo... Y la otra pierna.

—Tío, que Ede Se A no tabaha en un sidco de contodzionizta.

—Pues me dirás cómo te desenredo.

—Poz codta loz cablez.

—Y hacemos un pan como unas...

—¡Eh! Eza boca.

—Como un pandero.

—Hudo pod mi honod que no vuelvo a tocad un cable.

—Y yo que si tengo que cortar los cables, salen de tus costillas. ¿Pero cómo te has podido liar tanto?

—Tú zi que me haz liao con lo de la foto. Tenemoz máz cablez inzedviblez que loz que uzamoz. Vaya vida que lleváiz.

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