jueves, 30 de octubre de 2008

Sentar la cabeza

—¿Podíaz poponé en la pocsima deunión de vesinoz que ze haga una shadca en el hardín?
—¿Y para qué quieren los vecinos una charca teniendo piscina?
—Me vaz a compadá, mushasho… —Erre C.A. puso en blanco los ojos y se relamió—. Una chadca con zu sieno..., con zuz aguaz veddez y eztancadaz..., con zuz inzestoz pululando a la lus del zol..., zuz danaz hovenez en edá de medesé…
—Ajajá, ya sé por donde vas. ¿Cuesta echarse un ligue, eh?
—Hombe, zi cada ves que apeta el tema tenez que asé una ecscudzión a laz afuedaz… Y en vedano ni te cuento… ¿Tú que adíaz?
—Desde luego lo que no haría sería proponer a la comunidad de vecinos que montara una macrodiscoteca en los soportales de la urbanización. Y, además, esa necesidad ya la tengo cubierta.
—Ya, pedo yo no quedo encadenadme de pod vida. Lo que a ti t’ha ido bien, no tene podqué zedvidme a mí.
—Vaya romántico que estás hecho. Lo que deberías hacer es dejarte de chorradas y sentar la cabeza.
—El domantisizmo lo guaddo pada ezoz momentoz, podque, ¿me didáz qué tene de domantico aguantá a una piva teinta añoz o máz?
—Se te ve el plumero de machista.
—Yo no zoy mashizta, pedo la zosiedá zí.
—Tú como siempre tirando balones fuera.
—D’ezo ze tata, de eshadloz dento.
—No seas soez, Erre C.A.
—Mida tú el finoliz, que zentó la cabesa y ze la han aplaztado máz culoz y vesez que a la claze obeda.




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