martes, 14 de octubre de 2008

La Guti

—Todavía me sigue llamando la Guti de vez en cuando, y eso que llevo sin hacerle el más mínimo caso unos tres meses.—¿Y quién es la Guti eza que disez que te llama? —me preguntó Erre C.A. un tanto intrigado y sin dejar de mirar una revista.
—Un personaje, como tú —le contesté.
—Pod te llamadá dezde el máz allá podque a ti te llaman menoz pod teléfono que al mudito de loz Hedmanoz Madsc.
—Detecto ciertos celillos —le dije con retintín.
—¿Quién, yo? ¿Yo seloso? ¿Y de una muhé? Ándate tú con oho no zea que…
—¿No sea que qué?
—Que la liez. Laz faldaz no zon nada buenaz.
—¿Por eso no las llevan las de tu especie?
—Hablo en zentido figudado.
—Eso hacía yo.
—¿O zea, que oyez vosez en tu cabesa de la tal Guti?
—Algo así.
—Pod zi t’intedeza teno yo un conosido adhentino que no acabó zicolohía, pedo que…
—Déjate de gilipolleces, Erre C.A.
—Oye, tío, que el que oye vosez edez tú, o zea, que aquí el único hilipollaz ya sabez quien ez. ¡No te digo!
—Vale, para ti la perra gorda. Y ahora déjame escribir un rato tranquilo.
—¡Eh, que yo eztaba viendo laz eztampaz del pediódico máz callado que Hadpo. ¡Ah, y no quiedo peddaz, ni goddaz, ni flacaz.
—Pues por lo que yo sé, tampoco llevan faldas.
—Ya, pedo yo pefiedo loz peditoz calientez.

No hay comentarios: