martes, 7 de octubre de 2008

Leer y/o comer

—¿Por qué no dejas de ver la tele un poco y te pones a leer?
—Leed no noz hase mehodez —me contestó Erre C.A. sin apartar la vista de la pantalla.
—Ni peores —maticé yo.
—Ezo que lo disez tú —el rano cambió de cadena, pero bajó el volumen.—Estás hecho todo un doctor en Sociología —le espeté.
—No ez pod estudioz, ez pod popia ecspediensia.
—Lo dices por ti, claro.
—No.
—Entonces te estás metiendo conmigo.
—¡Qué intelihente! A ved con quien convivo yo... No te hode.
—¿Y tú crees que voy a peor? —me interesé.
—Zí.
—Más alto me lo podrás decir, pero más claro... ¿Pero por leer?
—Ezo no lo teno tan clado, tenez dasón.
—¡Vaya por dios! Preocupado me dejas —ironicé, aunque él no me entendió, o eso creí en un principio.
—¿En tanto valodaz mi opinión? —me preguntó un Erre C.A. intrigado.
—Sí, en tanto, que lo mismo no duermo esta noche .
—Pod ya lo ziento... No tenía que habedte disho nada.
—Ahora te veo a ti preocupado —seguí con la guasa.
—No te queaz, en cuanto senemoz ze me olvida. Ya vedáz.
—A mí antes —no quise ser menos que él.
—Vez, lo impodtante no ez la tele ni loz liboz.
—¿Ah no?
—No, lo impodtante ez la sena, no tanta zicología de zalón.

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