—¡No me lo puedo creer! ¡Has cambiado el collar por la corbata!
… —Noblesa obliga .
… —¿Y eso?
… —Que m’an invitao a una cumbe.
… —¿A una cumbre de qué?
… —No zé, aquí pone que el zeñó pezidente de loz Estados Unidoz d’Amedica le invita...
… —A ver —no le dejé acabar, le arranqué el papel de la mano y me puse a leer con avidez entre un madre mía y otro—. ¡Madre mía…! ¡Madre mía…!
… —No ez pod nada, pedo aunque tu made me cae puta made, ella no pinta nada en ezto, Mendugo. Y sieda la boca podque me vaz a poné peddida de babaz la invitasión.
… —Me dejas de una pieza, Erre C.A.
… —Hombe, yo en zu momento dezolví un pobema económico bien goddo, lo que ocude ez que nunca hablo d’ello.
… —Pues cuenta. Estoy intrigado por todo esto.
… —Zi no tene impodtansia —se la quitó el rano dándosela.
… —Venga, no te hagas de rogar. Estás todo el santo día dándome la murga con tus preguntas, ¿y ahora te vas a callar?
… —Va, shaval, te lo conto. Acudió en mi badio, en el Magueb. Eda yo un quío que no levantaba un palmo del zuelo y ziempe andaba pod la calle huegando con loz amigoz. Eza mañana edamoz tez: Alí, Aqí y yo. Eztaba yo diztaido cuando loz otoz doz guitadon al unízono: “Midad, tíoz, guan dolad”. Cuando midé, loz doz eztaban devolcándoze pod el zuelo intentando cohé el billete y eztodbándoze uno a oto. Yo me llegué y lo pizé. Pimed asiento podque asía aide. Pada desumí, uno desía qu’eda zuyo y el oto tambén. Adgumentaban la mizma dazón: “Yo lo vi pimedo”. Entonsez lez ecspliqué con mi zegundo asiedto: “Como no tenemoz ni un didhan, ni vamoz a dompé el billete, la única fodma de asé un depadto quitativo ez que vozotoz oz quedéiz con la mizma cantidá cada uno, ez desí, con nada podque ez la única zolusión. D’eza maneda tú, Alí, tenez lo mizmo que tú, Aqí. Y como yo me quedo con el dolad, puez toz contentoz. ¿Qué te padese, Mendugo? ¿Lo abá oído el Buz eze y pod ezo m'a llamado?
… —¿Sabes? No me extrañaría lo más mínimo. Porque ése podía ser cualquiera de aquellos amigos tuyos, tanto el de allí como el de aquí.
… —Noblesa obliga .
… —¿Y eso?
… —Que m’an invitao a una cumbe.
… —¿A una cumbre de qué?
… —No zé, aquí pone que el zeñó pezidente de loz Estados Unidoz d’Amedica le invita...
… —A ver —no le dejé acabar, le arranqué el papel de la mano y me puse a leer con avidez entre un madre mía y otro—. ¡Madre mía…! ¡Madre mía…!
… —No ez pod nada, pedo aunque tu made me cae puta made, ella no pinta nada en ezto, Mendugo. Y sieda la boca podque me vaz a poné peddida de babaz la invitasión.
… —Me dejas de una pieza, Erre C.A.
… —Hombe, yo en zu momento dezolví un pobema económico bien goddo, lo que ocude ez que nunca hablo d’ello.
… —Pues cuenta. Estoy intrigado por todo esto.
… —Zi no tene impodtansia —se la quitó el rano dándosela.
… —Venga, no te hagas de rogar. Estás todo el santo día dándome la murga con tus preguntas, ¿y ahora te vas a callar?
… —Va, shaval, te lo conto. Acudió en mi badio, en el Magueb. Eda yo un quío que no levantaba un palmo del zuelo y ziempe andaba pod la calle huegando con loz amigoz. Eza mañana edamoz tez: Alí, Aqí y yo. Eztaba yo diztaido cuando loz otoz doz guitadon al unízono: “Midad, tíoz, guan dolad”. Cuando midé, loz doz eztaban devolcándoze pod el zuelo intentando cohé el billete y eztodbándoze uno a oto. Yo me llegué y lo pizé. Pimed asiento podque asía aide. Pada desumí, uno desía qu’eda zuyo y el oto tambén. Adgumentaban la mizma dazón: “Yo lo vi pimedo”. Entonsez lez ecspliqué con mi zegundo asiedto: “Como no tenemoz ni un didhan, ni vamoz a dompé el billete, la única fodma de asé un depadto quitativo ez que vozotoz oz quedéiz con la mizma cantidá cada uno, ez desí, con nada podque ez la única zolusión. D’eza maneda tú, Alí, tenez lo mizmo que tú, Aqí. Y como yo me quedo con el dolad, puez toz contentoz. ¿Qué te padese, Mendugo? ¿Lo abá oído el Buz eze y pod ezo m'a llamado?
… —¿Sabes? No me extrañaría lo más mínimo. Porque ése podía ser cualquiera de aquellos amigos tuyos, tanto el de allí como el de aquí.