miércoles, 12 de marzo de 2008

El extraterrestre

Es indudable que las leyes cambian nuestras vidas. Incluso me atrevería a decir que son necesarias. Lo que no tenía tan claro es que estas mismas leyes mutaran los atributos de los objetos y el enfoque publicitario con el que se construyen los anuncios. Ayer, creo, entró en vigor un reglamento para que los fabricantes de mecheros inunden los mercados con un producto más seguro. Cuestión que me parece bien, aunque llegue tarde (a mí el fuego me da mucho miedo). Inmediatamente los periodistas entraron al trapo, no podía ser de otra forma. La constatación de lo que afirmo más arriba se la debo al anuncio, hecho a través de TVE (La 1), en el sentido de que hoy (por ayer) los mecheros que no cumplan con esa ley, son peligrosos. Es decir, y por si no se ha entendido, un mechero que no era peligroso antesdeayer, hoy sí lo es (?). Por otro lado, ya venía observando desde hace una semana que una marca conocida de bolígrafos publicitaba que, pensando en nosotros, había incorporado un sistema de seguridad a sus mecheros para que los niños no pudieran manipularlos (encenderlos con facilidad). Y aquí dudo de que, según entiendo yo, fuera por voluntad del fabricante encarecer el producto y ajustarse a la nueva ley. Esto me suena igual que la ampliación de los pecados católicos. Ahora, por ejemplo, es motivo de confesión ser asquerosamente rico o verter aceite por el desagüe de la pila. A este respecto me pregunto, y no es lo único, cómo se considera a una persona que usa complementos de oro y piedras preciosas, que vive en un palacio que ocupa un estado entero, que tiene más servicio que José Luis Moreno y más propiedades que en su momento tuvo Juan Antonio Roca, que tiene coches de lujo (incluso un prototipo Mercedes para ir despacio y de pie), que para hacerse un traje necesita quince metros de tela, que viaja más que el morro de un Airbus, que tiene las paredes de su casa con obras de los pintores más cotizados, que es depositario del don más preciado por ser divino, etcétera, etcétera, etcétera. Y no es por criticar, es por no sentirme un extraterrestre, porque yo no me veo de este mundo. Amén.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo tampoco me veo.....

Mendrugo dijo...

Pues construyamos una estación especial, perdón, espacial. Mi burbuja no sé el tiempo que va a durar con tanta presión externa.