El viernes vuelve Erre C.A. de India. Ayer fueron las elecciones. Y hoy sigo sin tener claro cómo explicarle al rano, si es que por fin vuelve, que lo de su hipoteca sigue igual; que los precios siguen subiendo; que los hijos de puta esos, y otros, siguen matando; que los atascos en las carreteras siguen; que hay más intolerantes ahora que hace cuatro años; que he oído que van a grabar los folios con un canon por si copiamos a mano o imprimimos la letra de una canción; que al partido político que llevo en el corazón sigo sin meterle en la urna por miedo a otro; que se sigue desconociendo al vecino; que la sociedad sigue midiendo a mi hija por otro rasero que a mi hijo; que la formación humanística sigue con su huída de los colegios e institutos, asustada ante las especializaciones técnicas; que sigo sin hablar de política de partidos porque parte, como su propio nombre indica; que el macho ibérico sigue con su mutación hacia macho asesino; que la Iglesia Católica sigue con andares de cangrejo; que sigo amando a la humanidad sin soportar a la gente; que mi madre sigue envejeciendo a la vez que yo mismo, pero en distinta medida y compañía; que …
Supongo que cuando se lo diga, porque siento la obligación de informarle para que no se haga falsas esperanzas (últimamente aparecen muchas), hará lo de siempre, se encogerá de hombros, soltará una inapreciable lágrima, se sonará la nariz y seguirá tirando de su carrito, defendiendo con medias palabras y travesuras la alegría que conlleva la inocencia y las ganas de vivir.
Supongo que cuando se lo diga, porque siento la obligación de informarle para que no se haga falsas esperanzas (últimamente aparecen muchas), hará lo de siempre, se encogerá de hombros, soltará una inapreciable lágrima, se sonará la nariz y seguirá tirando de su carrito, defendiendo con medias palabras y travesuras la alegría que conlleva la inocencia y las ganas de vivir.
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