Desde luego, si yo tuviera un Dios injustamente ajusticiado, lo que no iba a convertir el aniversario de su muerte es en una fiesta. Eso se lo dejaría a los santeros, yo me recogería y trataría de entender el gesto de un padre que envía a la muerte a su único hijo —¿Se puede ser peor padre?—. Anda y que se joda la humanidad, tío. El que se quiera salvar que se lo curre, pero no debajo de una imagen, por mucho arte que represente y mucha tradición que lo reclame. Luego cunde el ejemplo del salvador y todo quisqui quiere salvarnos. Y así nos va. Unos nos quieren salvar del comunismo, otros de las armas de destrucción masiva, otros de la democracia insatisfactoria, aquel de los peligros del infierno ya negado. Y como siempre pasa con estos círculos viciosos, ¿quién nos salva de los salvadores? Esto no lo soluciona ni la anarquía ni Cristo que la fundó, te lo digo yo.
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