En la pelea diaria te vas dejando algo más que jirones de vida, tiempo. Cuando te desvisten de cierto respeto, que no es autoridad, cuando lo que expresas y comunicas carece de valor para quien lo escucha, y así debes acudir, una y otra vez, a argumentos más que discutidos para ser por lo menos creído, en definitiva, cuando la confianza ajena en ti la ves mermada, ya no merece la pena nada. La dignidad, el propio aprecio, lo es todo. Tú tienes la misma razón, en cantidad y en unidades, que aquél que se opone a tu criterio. Y ese empate técnico siempre paraliza el asunto a resolver, la decisión a tomar. Y, si algo es necesario en esta lucha, ese algo es el movimiento; el físico y sobre todo el mental. Dejar en suspenso una decisión aboca a que el problema se pudra, aunque, es vedad que a veces el problema se diluye, acaso porque no lo era. Mas la podredumbre es insana. No tengo la solución, salvo que la busque en un voto de calidad de una de las partes en conflicto. Pero lo que sí es claro, es que sufro cuando algo se estanca por cabezonerías o por empates técnicos. Y deduzco, aún a mi pesar, que no todas las opiniones deberían pesar lo mismo. Y digo a mi pesar, porque a mí, las jerarquías no me van, prefiero acudir al respeto mutuo.
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