El puente

—¿Qué has hecho este puente de la Constitución?

—Me he metido debajo. Con la qu’eztá cayendo...

—No lo había pensado, pero está bien pensado. Bueno, ¿y qué tal?

—Digamoz que no del todo bien.

—¿Y eso?

—Podqu’eztaba abadotao. Eda difísil encontad un zitio hazta pada zentadze. Y no te digo na zi petendíaz eztended una manta... Y como tampoco había shidinguito...

—Por lo menos frío no habrás pasado, ¿no?

—No, ezo no. Ente el de al lao y yo no cabía el fio. Como eztábamos tan huntitoz. Ademáz había mushaz pancadtaz que detenían el aire.

—Sí, siempre hay quien aprovecha.

—Ez máz, he vuelto hazta calentito.

—Pues tampoco lo entiendo. Porque una cosa es no pasar frío en estas fechas y otra volver caliente de debajo de un puente.

—Ez que al final apadesió una familia de motedoz ansianoz.

—¿Moteros ancianos?

—Digo yo, podque llevaban cazco y baztón, ézte un poco codto. Y veztían todoz igualez.

—¿Y?

—Que ze puziedon a depadtid leña con loz baztonez codtoz al guito de: ¡dizuélvanze! Y Ede Se A no zabe dizolvedze podque no ez un asucadillo.

—A lo mejor querían para ellos solos el puente. 

—No me eztañadía podque como eztán laz penzionez... Zon laz únicaz que tienen pudiempleo.

—No lo entiendo.

—Poz ez mu zensillo. La penzión del agüelo o de la agüela z’emplea en caza del penzionizta y en la de zuz hihoz y nietoz. Ziempe lo han zido, pedo loz agüeloz, ahoda máz que que nunca, zon uno de loz piladez d’ezta zosiedá. Y mida como lez pegan.

—Será cómo les pagan.

—Zí, en qué eztadía yo penzando...

—En las porras, acaso.

—Y en un shocolatito calentito.

—Los churros son más llevaderos.

—Dízelo a mi cadeda.

—¿Te dieron?

—Una ves, pedo fue zufisiente. Y en ves de dizolvedme, me vine, que ez máz fásil. 

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