—¿Cómo zedá el hombe del futudo?
—Igual que el de ayer y que el de mañana. El hombre no cambia.
—Anda que un toglodita eda igual que tú.
—Yo creo que no se diferenciaba en nada.
—Zí, hombe. Peocupao eztaba pod la hipoteca.
—Por la hipoteca no, pero por encontrar una cueva para vivir sí. Y
en el fondo es lo mismo.
—Éze no tenía que peleadze con el banco.
—Pero tendría que hacerlo con los demás que buscaban lo mismo. Y
con las fieras.
—Vez, en ezo último te doy la dazón. Ezo no ha cambiao nada.
—Lo que sí ha cambiado es nuestro hábitat. Sobre todo por la
propiedad privada.
—Zí, ahoda viviz con vueztaz popiaz danaz.
—Entre otras cosas. Aunque lo peor es vivir contigo mismo.
—Lo que te digo, con danaz.
—En mi caso sí, pero no todo el mundo tiene un parásito en casa.
—Lo peod ez que no todo el mundo tiene caza pada tened un
padásito. Aunque, la veddá, da igual, podque hay padázitoz que viven en zu
popia caza.
—Sí, los hay que tienen su propio palacio.
—Oye, ahoda que me doy cuenta, m’haz llamao padázito.
—Es que parásito, en griego, quiere decir comensal.
—Ah, bueno, zi ez ezo me callo. Aunque Ede Se A come máz cozaz que
zal.
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